Una nueva grieta ha
surgido entre los liberales (clásicos) por este tema, con acusaciones muy
fuertes de estupidez y maldad.
Me decidió a escribir
esto un video de Juan Ramón Rallo donde aclara que Hayek no se oponía a la
acción del estado en caso de las epidemias.
Así es. Por ende, la cuestión está
mal planteada. La cuestión no es si el estado debe o no intervenir en estos
casos. Ese es un debate entre los liberales clásicos y los anarcocapitalistas.
Entre los liberales clásicos, que los estados, preferentemente municipales y
excepcionalmente federales, tengan que intervenir cuando hay bienes públicos
estatales que no puedan ser en lo inmediato privatizados, es algo en lo que hay
bastante consenso.
Yo mismo (1) lo
afirmé en 1989, en El humanismo del futuro (que ya quedó en el pasado…):
“…Todas las
reflexiones anteriores nos muestran lo inútil de la falsa dialéctica entre el
“estado gendarme” y el “estado subsidiario”. El estado es subsidiario porque su
misión específica es por definición, como hemos visto, subsidiaria, y basta la
demostración, cada caso, de que tal o cual actividad no está relacionada
necesariamente con dicha función específica –custodiar el derecho- para que, en
principio, dicha actividad deba estar a cargo de los privados. Por supuesto, esto
no excluye una gran zona que podríamos llamar “zona gris” que produce
dificultades concretas a la hora de decidir si tal o cual actividad debe estar
o no en manos del estado. Por supuesto, esto no implica negar que, como venimos
diciendo, todas las actividades culturales –esto es: artísticas, científicas,
deportivas, educativas, económicas, etc.- deben estar en principio dentro de la
iniciativa privada pues ellas derivan del ejercicio de los derechos personales,
y éste es ya un principio que brinda suficiente claridad. Pero hay casos, que
analizaremos más adelante, que presentan dificultades: el caso de la
subsidiariedad sociológica, ya aludida; los problemas de moral publica, los
bienes públicos y las externalidades. Más adelante nos referiremos a esos casos.
Por supuesto, son casos posibles de resolver, pero no nos parece sensato negar
a priori la dificultad intrínseca que presentan, sea cual fuere la solución
posterior que demos a la dificultad."
En el caso
de los bienes públicos y externalidades, una vez aclarado que la mayoría de
ellas se puede internalizar y que gran parte de los bienes públicos pueden ser privatizados,
dije:
“…Desde
luego, cabe señalar que, en todos aquellos casos donde debido a las
externalidades negativas y/o los bienes de públicos se produzcan problemas que
afecten directamente al derecho a la vida y/o propiedad de las personas, y la
acción del proceso de mercado no pueda, al menos a corto plazo, solucionar la
cuestión, el estado, cumpliendo su misión específica de custodiar los derechos
del hombre, debe intervenir. Por supuesto, cuanto más jurídicamente abierto sea
el mercado, esos casos serán raros. Además la intervención del estado en esos
casos no debe monopolizar el bien en cuestión, como tantas veces se ha señalado”.
Por lo tanto,
NO es cuestión de decir que loe estados no deben intervenir en una epidemia. El
debate se concentra en si las medidas tomadas para ESTA pandemia son las
convenientes o podía haber habido otras.
A su vez,
es extraño que algunos liberales piensen de otros lo que los estatistas en
general piensan de los liberales en muchos sentidos. Habitualmente se nos acusa
de malvados porque somos reacios a la intervención del estado en temas de
pobreza, medio ambiente, etc., como si fuéramos unos malvados totales indiferentes
ante el prójimo, cuando en realidad nos interesa, como a muchos, el bienestar
de todos, sólo que recurrimos a otros métodos. Aquí es lo mismo. Si alguien
opina que ESTAS medidas no son las adecuadas, NO es porque no le importe el número
de muertos, NO es porque tenga desprecio por la vida, sino porque considera que podría haber otros modos de tratar la
cuestión.
Hay otros
temas, además, que desde el liberalismo clásico se pueden aportar para pensar
en esta cuestión.
Uno, el
conocimiento disperso. El libre intercambio de puntos de vista favorece un
mayor conocimiento, y de igual modo sucede con los bienes y servicios. Por ende,
estar abiertos a escuchar los diversos pareceres de los epidemiólogos ayudaría
mucho.
Dos, los
beneficios del libre mercado para las situaciones de emergencia. En ese caso,
medicamentos, servicios médicos, etc., son áreas donde no se debe, más que nunca,
eliminar al mercado, sino dejarlo actuar para que se coordinen mejor las
necesidades de la demanda frente a esos bienes.
Tres, los beneficios de una sociedad libre, el libre mercado, la libre educación y la libre medicina para el descubrimiento de nuevas tecnologías. Así como el mercado libre acelera la producción de tecnologías limpias que ayudan al medio ambiente, así también ayuda al descrubrimiento de nuevos medicamentos y nuevas vacunas que además bajarán de precio en la medida que no se intervenga en la coordinación entre oferta y demanda.
Cuatro,
dejar actuar a los servicios privados de salud, con sus propias ofertas y
decisiones, va en la misma línea.
Cinco, los liberales sabemos qué es una corrida bancaria y qué la causa. El sistema bancario colapsa si todos los depositantes exigen sus fondos. La cuestión es por qué se comportan así. De igual modo colapsa cualquier sistema hospitalario, y mucho más si no se deja al mercado reaccionar. La cuestión es: ¿el conocimiento disperso, bajo un sistema abierto y libre de conocimiento, produce que la demanda (subjetiva) de un servicio suba de golpe? ¿Si?
Como ven
no me he introducido en la discusión biológico o si la cuarentena es apropiada
o no. Sólo quise mitigar los enojos en el debate y tratar -de modo quijotesco como
siempre- de frenar la guerra de acusaciones de estupidez y-o maldad entre unos y otros.
Pero
chocaré una vez más contra los molinos de viento.
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(1) Perdón que me cite a mí mismo, es que ya se me ha "acusado" de negar TODA acción del estado, cuando hace 31 años que tengo fijada mi posición al respecto.