En nuestro artículo “Globalización y globalización” (https://puntodevistaeconomico.com/2021/01/22/globalizacion-y-globalizacion/) hemos tratado de distinguir entre una globalización que emerja del liberalismo clásico y aquella que surge de las imposiciones estatistas de las Naciones Unidas. Como sabemos, la primera ya no existe y lo que rige es la segunda, lo cual genera reacciones nacionalistas que deben ser distinguidas en dos. Una, la de un nacionalismo contrario al liberalismo clásico, donde en nombre de una tradición cultural se rechazan las libertades individuales, y otra que para defender estas libertades debe adherirse a una antigua noción de soberanía nacional como única opción para no ser invadida por un gobierno mundial que las elimine.
Todas estas distinciones deben
tenerse en cuenta a la hora de evaluar los nuevos movimientos políticos y
diversos liderazgos que están surgiendo como reacción a una agenda que baja de
la ONU y que consiste en:
1. Imposición
obligatoria de educación sexual y reproductiva sin tener en cuenta los derechos
de los padres;
2. Imposición
de aborto y transexualismo (incluidas campañas de anticoncepción) SIN tener en
cuenta la libertad religiosa, la libertad de asociación, etc.
3. Imposición
de políticas estatistas con la excusa del cambio climático;
4. Una
apertura de fronteras que no tiene que ver con el libre comercio sino con la
entrada de poblaciones que reclaman su propia nación y sus propias leyes
violando las libertades individuales del territorio que quieren habitar
(indigenismo y estados plurinacionales)
5. Imposición
del llamado lenguaje inclusivo sin tener en cuenta la libertad de expresión;
6. Eliminación
de la libertad de expresión, con la excusa de “desinformación”, de todos
aquellos que se opongan a los puntos anteriores, con acusaciones adicionales de
nuevos delitos como odio, discriminación, “White
supremacist”, “domestic terrorist”,
etc.
Hemos criticado siempre esa
agenda sobre la base de las libertades individuales. NO sobre la base
de un contenido específico. Por supuesto que esos seis puntos convierten al
Catolicismo (el “en serio”, no el pachamama-catolicismo) y otras religiones
tradicionales en un delito, como en el Imperio Romano (la analogía NO es
casual) pero NO es en nombren de tales o cuales religiones que hay que oponerse
a esa agenda global, sino en nombre de las libertades individuales violadas.
Los puntos 1 y 2 violan la libertad de enseñanza, religiosa y de asociación. El
punto 3, las libertades económicas. El punto 4, todas. Los puntos 5 y 6
eliminan la libertad de expresión e instauran una policía del pensamiento al
mejor estilo nazi y soviético. NO es como católico, islámico, etc., que debo
reclamar, por ejemplo, que los gobiernos no impongan una educación que vaya en
contra de ciertos valores, sino que es en nombre de la libertad (en este caso
la libertad religiosa) que les corresponde a todos los seres humanos por ser
tales. Católicos, islámicos, judíos, agnósticos, ateos, marcianos y venusinos
deberíamos unirnos todos en un pacto político originario donde la clave sean
las libertades individuales protegidas por una Constitución Federal, o sea, los
“constitutional essentials” (Rawls) o
su “fe secular” (Maritain).
Desde esta perspectiva, las clasificaciones
a los movimientos que resistan a la agenda de la ONU, como “fascistas”, “ultraderecha”,
etc., se quedan cortas o son directamente falsas. Y la categoría de “populismo
de derecha” se queda corta. ¿Por qué? Por varias razones, que están basadas en
el análisis anterior:
-
La resistencia a la agenda globalista puede
estar dictada por nacionalismos NO liberales así como también por libertarios,
como por ejemplo Ron Paul y la mayoría de los paleo-libertarios de EEUU. Poner
a todos ellos en la misma bolsa es erróneo.
-
Un líder nacionalista NO liberal NO es
necesariamente “fascista” en el sentido técnico del término. Fascismo es
Mussolini, Franco. Pero gran parte de estos nuevos líderes no van a eliminar la división de poderes, ni la suprema corte ni la
libertad de expresión, y menos aún la economía de mercado. Sí, en general
son proteccionistas y cuando se oponen a los referidos seis puntos lo hacen
mezclando al nacionalismo no liberal con la defensa de las libertades. Sus
discursos no son el colmo de la coherencia y en general su juego de lenguaje es
aguerrido, y sus personalidades poco tienen que ver con la diplomacia. Eso
tiene hipótesis psicológicas. Los líderes que encarnan reacciones no hablan
como Sir Laurence Oliver, en general.
-
Por lo tanto, llamarlos inmediatamente “fascistas”
es caer en la manipulación ideológica de la izquierda, como mínimo, o
posicionarse directamente en una malicia política desde la cual hasta Hayek y
Mises han sido llamados así.
-
La izquierda globalista es uno de los
fenómenos totalitarios más agudos de toda la Historia de la humanidad. No
avanza como Hitler en Polonia, a la luz del día. Esconde su totalitarismo bajo
ingenuas herencias terminológicas heredadas del Estado de Derecho. Inventan
nuevos derechos y los que están en contra son delincuentes. Y si alguien que no
sea de ellos gana una elección, entonces es fascista, ultraderecha, white supremacist, terrorista, etc. Eso
si no consiguieron manipular la elección.
A la luz de todo lo anterior, el
juicio que nos merece alguien como Giorgia Meloni debe ser matizado,
especialmente por aquel que venga del liberalismo, aún en sus formas más
laicistas. Sí, libertaria no es. Pero fascista tampoco. Sí, ya sé que no es
cuestión de cometer el mismo error que los anticomnunistas europeos anteriores
a la Segunda Guerra, que los llevó a apoyar a diversos movimientos europeos
fascistas en sentido técnico. Pero las actuales circunstancias históricas han
cambiado. El mundo ya no es el de la post-guerra ni tampoco el del 91. Sí, ojalá
Ron Paul hubiera ganado las elecciones en el 2012; ojalá lo hubiera hecho
Alsogaray en 1973 en Argentina. Pero los juicios políticos concretos no se
hacen de ojalaces que forman parte de
universos paralelos. En este universo que nos tocó, las opciones son difíciles
y los juicios deben ser más matizados, a la luz de nuevos planteos teóricos que
no sé si estábamos preparados para hacer.