El desafío de la ballena azul o el desafío de la vida cotidiana
“Conocete a tí mismo
y se quien eres"
El desafío de la ballena azul no es un juego, sino una experiencia de manipulación psicológica, especialmente diseñada para adolescentes.
Desde el año 2015 escuchamos sobre un software criminal que, bajo la apariencia de un juego, realiza el peor de los males: la destrucción de la vida inocente.
El software criminal comenzó a circular en Rusia en 2015, y se viralizó a través de Vkontakte (VK) -el Facebook ruso-. Según los medios las cifras de suicidios adolescentes, desde entonces, comenzaron a crecer.
“El desafío de la ballena azul” le debe su nombre a una característica muy particular de la especie marina, que por voluntad propia se acerca a las costas para morir.
El software criminal aprovecha los recursos de la informática y las redes de comunicación para realizar de otro modo, el proyecto de “Halloween III: Season of the Witch”. Según las declaraciones del diseñador de “El desafío de la ballena azul” Phillipp Budeikin, que hoy tiene 21 años, “los jugadores son los que no se quieren, los que no se valoran. Yo solo estaba limpiando la sociedad de estas personas”
Los promotores utilizan diversas estrategias (adecuadas a la edad), para introducir a las víctimas en grupos cerrados, donde el software criminal propone una progresión de actos que van rompiendo sistemáticamente los vínculos con la vida, con el objetivo específico de bajar sus defensas frente a la inducción final al suicidio: la prueba 50 del día 50.
Que es el suicidio
En la antigüedad pre judía el hombre es un instante en el ciclo de la vida, termine ésta en la “reencarnación” o en las “sombras”. Es recien con el pensamiento judío, a partir del cuestionamiento que genera la muerte de los hermanos Macabeo, que se comienza a abrir la posibilidad de que sin ser semidioses (griegos) o iluminados (buda) la vida tenga una continuidad superadora de la muerte, fuera del círculo de las estaciones.
Sin Abraham deteniéndose antes del sacrificio de su hijo Isaac, los Macabeos permaneciendo fieles ante los helenistas que los torturan y matan, y sin Jesucristo resucitado, la prolongación de las líneas de la historia nos permite especular que los sacrificios humanos y el suicidio podrían ser algo ordinario en nuestra cultura actual.
Desde hace años hay quienes se preguntan si el eclipse de las confesiones monoteístas no nos remitirá a esos orígenes, y creen encontrar en nuestro tiempo señales de una “cultura de la muerte”.
En el pensamiento judío, cristiano e islámico cada cual es responsable de su vida delante de Dios. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella.
El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados. El suicidio es contrario al amor del Dios vivo.
Incluso el catecismo de la Iglesia Católica prevé que “Si se comete con intención de servir de ejemplo, especialmente a los jóvenes, el suicidio adquiere además la gravedad del escándalo. La cooperación voluntaria al suicidio es contraria a la ley moral.
La ballena ya estaba en casa
En los párrafos anteriores, he tomado a propósito un texto de 1997 (CATIC) totalmente ajeno a los eventos que nos ocupan, para visualizar cómo el problema proviene de raíces anteriores y mucho más profundas. Este software, y otros productos promocionados por las redes, se basan en supuestos que contradicen sistemáticamente inclinaciones básicas del ser humano. Entre ellos afirma que:
· somos los únicos dueños de nuestra vida,
· no estamos obligados a perpetuar nuestra vida,
· amarnos puede ser hacer cosas que nos dañan (excesos del alcohol y otras drogas, descuidos sistemáticos como workaholic, etc.),
· siendo solo nosotros es como somos libres,
· no hay vínculos a los cuales nos debamos,
· cuanto más numeroso sea el público ante el cual estamos expuestos, nuestra vida vale más.
Estas frases, que resultan explicativas del proceso de desamor a sí mismo por el que progresa el software criminal, resultan de algún modo una especie de “sentido común cultural” en el contexto de nuestras vidas cotidianas.
Cada tanto, series como Por 13 razones (13 Reasons why), recientemente estrenada a través de la plataforma online Netflix, nos llaman la atención sobre la naturalización de la temática del suicidio en la población adolescente. Hay más de medio centenar de películas sobre la temática del suicidio, varias de ellas en la edad indicada, y muchas canciones populares de la población juvenil que se introducen en la temática del daño autoinflingido (“aquella tarde en el pasillo/ que sacaste un cuchillo/ y probamos el dolor“) y del suicidio (“cuando mi cabeza estalló”) .
Sin ambargo la Humanidad no está enferma, fuera de nuestros ombligos, y de nuestras pantallas, hay un mundo maravilloso, que sigue y seguirá siendo maravilloso, aunque hoy se registre una dilución de los valores de la vida, y haya gente enferma que por muchos factores, incluido el de los lenguajes políticamente correctos, no llegamos a abordar.
En este mundo, los sectores medios en expansión, corremos acumulando cosas para que nos digan que nuestra vida tiene sentido y miramos sin ver a los niños y adolescentes, que quedan asi en las sombras.
En Argentina, nuestro sistema educativo, sistemáticamente destruido desde hace más de medio siglo, por modas que al tiempo se revelan irrelevantes, se reconoce que los alumnos de entre 12 y 14 años son los “patitos feos” a los cuales nadie se ha dedicado.
Para esa edad la cultura popular habla de mostrar “límites claros” que en el hacer la sociedad no sostiene. Cualquier educador puede dar testimonio de padres que teorizan sobre los límites que no sostienen ante sus hijos. Si así no fuera “la cultura del exceso” no sería un redituable negocio entre nosotros (previas, salidas descontroladas, viajes de egresados propios de la “despedida de un solterón”, etc.)
Igualmente habría que precisar que la simplificación mediática, de lo que la prudencia materno-paterna debe desarrollar, es además perjudicial, ya que en esa edad los adultos a cargo de los adolescentes deben cuidar de levantar su autoestima (sos hermosa, sos bueno aunque te equivoques), no romper vínculos (nada puede hacer que deje de quererte), no dañar confianza (yo no comentare lo que conversamos), mantener la comunicación (¿qué tal si vamos juntos? ¿me acompañás? ¿jugamos a algo?) y no enojarse, como condición necesaria para poder dar, de forma clara y eficaz, limites firmes y en un contexto que no deje de ser cariñosos a la vez.
Esto es hoy de capital importancia en nuestra cultura, por cuanto esta edad se ha ensanchado. Algunos niños entran en ella, por la estimulación de los medios, ya a los 10 años (dos o tres antes que su cuerpo cambie), y siguen en ella hasta cinco años después de sus cuerpos (ya incluso en la Universidad, en la edad que sus bisabuelos trabajaban o cruzaban el Oceano para cnseguir trabajar de cualquier cosa).
Probablemente, este intento de independizar la conciencia humana de los cuerpos de la que es parte y por los que se vincula con los otros, esté entre los problemas de base, pero es algo que no podemos profundizar ahora.
La extensión actual de este maravilloso momento de la vida que es la adolescencia (última infancia y primera juventud) no modera sus complejas características, sino que corre el riesgo de volverlas crónicas:
· La omnipotencia propia de nuestra Era,
· la experiencia de fragilidad,
· la excesiva dependencia de la mirada del otro,
· la necesidad de ser aceptado y querido,
· y la extrema amplificación de los sentimientos
Desde una “condición” que no acepta gradualismos, para quien no hay términos medios, ni matices, todo es blanco o negro, amarillo o violeta, rapado o largo… Los términos medios no existen, es la agonía o el éxtasis.
Son Narciso y Dionisio, quienes pasan del éxtasis a la agonía en la que anticipan, teme y siente, que su mundo puede derrumbarse y periódicamente se derrumba ante sus ojos.
En la precariedad, de este tránsito necesario, para superar el desafío existencial propio de su edad debe cumplir una misión: tomar distancia, descubrir la distancia adecuada de los adultos que lo han acompañado desde la infancia. ¡Saberse por fin otro!
Así como en el pasado la tentación de un “shortcut” para ser (parecer) adulto fue el cigarrillo, hoy la droga más difundida es el alcohol. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo excesivo de alcohol causa 2,5 millones de muertos por año. Unos 320.000 jóvenes de entre 15 y 29 años mueren cada año a causa de problemas vinculados al alcohol, que representan el 9% del total de fallecimientos en esa franja de edad. No hay cifras ciertas de los deterioros cognitivos y fisiológicos de las secuelas del alto consumo, ni de las adicciones resultantes de por vida.
En este sentido la practica suicida del año 2014, que los medios de comunicación también insistieron en denominar “juego” se llamó "NekNomination", y consistió en ingerir de golpe la mayor cantidad posible de alcohol y desafiara los amigos, por medio de las redes, a superarlo. Muchos jóvenes murieron por eso, ya que la percepción del riesgo no es una característica de la edad, sino que cada vez se registran más modos en que asumen decisiones impulsivas que los acercan al borde de la muerte.
Como se ve “El desafío de la ballena azul” aprovecha y sustituye el desafío propio de la edad y navega en un Océano preexistente.
Como se adentran en el mar
Esos “líderes”, “administradores”, o “tutores en línea” utilizan perfiles falsos en Facebook, Whatsapp y cualquier otra red para:
· contactar a través de spams en los correos electrónicos,
· invitar a adolescentes a unirse a grupos cerrados,
· “prevenirlos” de la peligrosidad del “juego”,
· extorsionan a los adolescentes con información personal sobre sitios a los cuales han ingresado, sin conocimiento de sus padres, para obligarlos a iniciarse.
Una vez que se inician este es el itinerario:
1. Córtate con un cuchillo escribiendo “f57” en tu mano y luego enviarle la foto al administrador.
2. Levántate a las 4.20 am y ver los videos de terror y psicodélicos que el administrador te envía.
3. Córtate en los brazos con una hoja de afeitar a lo largo de las venas, pero no muy profundo. Hacer sólo 3 cortes y enviarle la foto al administrador.
4. Dibuja una ballena en una hoja de papel y envíasela al administrador.
5. Si estás listo para “convertirte en ballena” escribe “SI” con un cuchillo en tu pierna. Si no estás listo, córtate a ti mismo varias veces (castígate).
6. Desafío enviado mediante un método cifrado.
7. Córtate con un cuchillo escribiendo “f40” en tu mano y luego enviarle la foto al administrador.
8. Escribe “#i_am_whale” en tu estado de perfil (algo así como #yo_soy_ballena).
9. Tienes que vencer tus miedos.
10. Levántate a las 4:20 am y dirígete a un techo (mientras más alto mejor).
11. Córtate con un cuchillo una ballena en la mano y enviarle la foto al administrador.
12. Mira videos de terror y psicodélicos por todo un día.
13. Escucha la música que “ellos” (administradores) te envían.
14. Corta tu labio.
15. Pincha tu mano con un alfiler muchas veces.
16. Hazte algo doloroso a ti mismo, ponte enfermo.
17. Anda al techo más alto que puedas encontrar, párate en el borde durante un rato.
18. Dirígete a un puente y párate en el borde.
19. Escala una grúa o al menos intenta hacerlo.
20. El administrador hace alguna prueba para ver si eres una persona confiable.
21. Tener una conversación con “una ballena” (otro jugador o el mismo administrador) por Skype.
22. Ve a un techo, siéntate en el borde con las piernas colgando.
23. Otra prueba enviada cifrada.
24. Tarea secreta.
25. Reúnete con “una ballena”.
26. El administrador te dirá la fecha de tu muerte, la debes aceptar.
27. Levántate a las 4:20 y anda a las vías del tren (visita cualquier línea del tren que puedas encontrar).
28. No hables con nadie durante todo el día.
29. Alardea que “eres una ballena”.
30. a 49. Todos los días levántate a las 4:20 am, mira videos de terror, escucha música que “ellos” te envían, hazte 1 corte al día y habla con “una ballena”.
50. Salta desde un edificio alto. Quitate la vida.
Cada prueba se manda a través de un mensaje por grupo de WhatsApp o cerrado de Facebook a las 4:20 de la madrugada. Más allá de que los participantes no tienen relación con los "tutores", una vez que cumplen cada prueba, deben enviar fotografías que lo certifiquen.
La presencia, derecho para navegar con ellos
Para aquel que tiene a su hija o hijo en esta red el hecho es angustiante, urgente y determinante; para el resto, que son la gran mayoría de los padres, la “ballena azul” siendo el animal más grande, es infinitamente inferior a la totalidad de los animales que pueblan el mar al cual estan expuestos nuestros hijos.
En este somero análisis, una de las cosas que mas ha llamado mi atención es el mecanismo de contactar (iniciar) a los adolescentes, por parte de los administradores del software, con la excusa se “prevenirlos” de la peligrosidad del “juego”, ya que es lo que muchos padres a mi alrededor están haciendo, así como las escuelas y el Estado.
Los criminales usan este recurso porque es eficaz, porque despierta la curiosidad de las chicas y los chicos en la edad que constituye el publico primario de las películas de terror, porque si se trata de medir fuerzas el adolescente siempre estara dispuesto, porque piensa que en última instancia no hay situación que se le pueda salir de las manos y porque cree que es inmortal.
Si estamos en un problema la solucion comienza por hablar de ese problema, pero hay que recordar a aquellos filosofos que definieron el mal como la ausencia de bien. Por lo que, si no estamos en el “desafio de la ballena azul”, lo bueno es una somera explicación preventiva para poder pasar a hablar del bien, de lo bueno, de la vida, del crecer, de los desafios reales de sus edades, de su cuerpo, sus sentimientos y su espiritu, y no de su ausencia.
El control de los padres no pasa por retirar los medios digitales, en torno a los cuales vivimos, de la vida de nuestros hijos, no pasa por exigir compulsivamente sus claves o hackearlas; pasa por convivir, que no es solo compartir el techo. Todo lo demas manda a los hijos a un “universo paralelo” a la simulación y “doble vida” que es tan frecuente en el mundo adulto.
El problema entonces vuelve a su mas frecuente cuestión: ¿Qué hacemos, qué compartimos, qué hablamos con nuestros hijos? En su abigarrada agenda, que nosotros les definimos ¿Hay un tiempo y lugar para nosotros? ¿En el exito que imaginamos, se logra con tres idiomas, cuatro artes, cinco deportes, y una inseguridad existencial de base?
Cuando en casa un hijo quiere hablar el mundo debe detenerse, no hay excusa.
El mundo actual no es un mundo hipercomunicado, sino un mundo de soledades hiperconectadas. La soledad es enorme y la mayor parte de nuestras relaciones son tangentes de un punto de interés, no amistades.
No le tengo miedo a la expresión tan maltratada de “ser amiga de mi hija” siempre y cuando sea yo el padre y él el hijo, y sobre todo, la amistad con mi hija/hijo no sea una “amistad” por interes: ¿Cuantos eligen desde pequeños las casas a las que irán o no sus hijos dependiendo del interes por tales o cuales “amistades”? ¿Cual es el sentido de vestirse la madre como la hija adolescente, o el padre emborracharse con su hijo sino beber de su juventud?
En un mundo lleno de mascaras solo se educa y se hace crecer siendo quien en verdad se es. Lo otro seduce, divierte (vierte fuera) y distrae de la madurez.
No hay profesión mas importante sobre la tierra que ser madre y padre. Ningun curso previo suple la mirada atenta, amorosa, compasiva y generosa; si dejaramos caer el tinglado veriamos maravillosas creaturas desde el inicio, desde que son pequeños, desde los primeros pasos.
Esa mirada compartida, comunicada, celebrada en la vida cotidiana, dice “¡que maravilloso que seas!” es el suelo bajo los pies del hijo en las distintas etapas de su vida:
“¡yo soy mirado, y amado!”
“¡yo he sido amado, yo soy aceptado, por mí mismo, no por si acierto o me equivoco!”
“¡yo soy amado y seguire siendo amado cuando me distancie!”
“¡yo fui soñado, amado, aceptado, respetado, acompañado por mis padres!”
Todos los seres humanos somos muy sensibles a las miradas de los otros, esto se nota mas en la adolescencia, entre los 11 y 14 años, pero nos acompaña toda la vida. La adolescencia es una etapa donde la fragilidad de la niñes se une a la ampliación del área de autonomía de la juventud, lo que los hace sensibles como niños, a miradas externas como jovenes. El adolescente paga un precio altisimo por pertenecer y ser aceptado por el grupo de pares, para no quedar afuera, que es su intento de no quedar solo.
Las redes sociales multiplican al infinito la posibilidad de minar, debilitar, dañar, sobre todo cuando no hay otro vinculo de mayor proximidad corporal e intensidad afectiva.
Roberto M. Estevez