domingo, 25 de abril de 2010

DE LA FILOSOFÍA CRISTIANA AL CRISTIANO FILÓSOFO

Este miércoles 21 presenté, en las V Jornadas Nacionales de Filosofía Medieval de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, una ponencia titulada “La llamada existencia de Dios en Santo Tomás de Aquino: un replanteo del problema”. Para mí es muy importante porque es un punto de inflexión en mi planteo y en mi visión de Santo Tomás en particular y del tomismo en general. Les presento las conclusiones; cualquiera que quiera torturarse con la ponencia completa :-)), me la pide por email.

a) Las objeciones tradicionales al tema de la “demostración de la existencia de Dios”, así como sus respuestas desde diversos tomismos de alta calidad, son ambas importantes y dignas de ser consideradas como un progreso de la razón en estos temas.

b) Las respuestas tomistas tradicionales han servido para clarificar el pensamiento de Santo Tomás. Yo adhiero a varias de estas aclaraciones y considero que deben ser más consideradas cuando se trata el tema.

c) El debate está obviamente estancado por motivos culturales pero hay razones internas al tomismo actual por las cuales ese estancamiento se ve favorecido.

d) Esos problemas internos son fundamentalmente el olvido del contexto histórico de las vías en Santo Tomás y un planteo de una metafísica tomista como si no se diera en modo alguno el acto de Fe.

e) Para salir de algún modo de esas dificultades proponemos un replanteo entre razón y fe: el “cristiano filósofo” parte de la creación como premisa, pero intenta explicarla al que no la acepta con una analogía con la cual la pueda entender, y esa analogía es el camino de la finitud de la propia existencia. Esa es una “vía” hacia Dios que asume el círculo hermenéutico y puede reconducir a nuevas respuestas, no sólo para las tradicionales objeciones, sino también para una nueva auto-comprensión del que adhiera a Santo Tomás en la actual circunstancia histórica.

domingo, 18 de abril de 2010

EDITH STEIN, NUESTRA HERMANA EDITH

(Publicado en Bienaventurados (2010), año 6, nro. 59, pp. 6-7.)


Edith Stein nació en 1891 en Breslau, dentro de una familia judía practicante. Ahora algunos la conocen como Santa Teresa Benedicta de la Cruz, canonizada por Juan Pablo II el 11 de Octubre de 1998.

Pero es fascinante conocer algo de su vida. Fue la primera y única mujer en doctorarse en Filosofía, en 1917, con Edmund Husserl, uno de los más eminentes filósofos del s. XX. Desde entonces fue su adjunta de cátedra, situación única para una mujer de habla alemana. Para entonces su espíritu estaba en una crisis de escepticismo, pero su corazón estaba fijo en la búsqueda de la verdad. En el verano de 1921, en la finca de unos amigos, el matrimonio Conrad-Martius, lee, en una noche, la vida de Santa Teresa de Avila. Terminado el libro, la luz de la fe la atravesó como un rayo, y exclamó “esta es la verdad”. Se convierte al catolicismo en 1922. Desde entonces hasta 1933 es profesora de Alemán en un colegio de hermanas dominicas de Espira, y entre 1929 y 1932 dicta importantísimas conferencias sobre la relación entre Husserl y Santo Tomás, ante destacados foros tomistas internacionales. Conmueve imaginar a esta joven mujer, humilde y digna a la vez, sentarse ante el estrado ante muy doctos filósofos y teólogos católicos, mayores que ella, y asombrarlos con su sabiduría.

En 1933 entra al Carmelo de Colonia. Hace sus votos perpetuos como carmelita en 1938, año en el cual, por la persecución nazi, debe irse al Carmelo de Etch, en Holanda, donde finalmente, en 1942, es arrestada por los nazis y asesinada en los campos de concentración de Auchwitz.

La vida de Edith, mi hermana Edith, como la llamo en la oración, tiene aspectos sorprendentes.

Su búsqueda de la verdad. Filósofa hasta la última fibra de su existencia, quedó impresionada por una conferencia de Max Scheler sobre “la esencia de lo santo”. Aunque no creyente, su espíritu pudo captar “la esencia de lo santo”, porque, como filósofa y discípula de Husserl, estaba acostumbrada a reflexionar sobre las esencias de las cosas. Ello quedó allí hasta que la santidad adquirió vida, cuerpo y existencia en Santa Teresa, y la santidad lleva necesariamente a la Gracia de Dios, ésta a la Fe y a la Iglesia. Su conversión fue la expresión viviente de esta armonía entre razón y fe que tanto necesitamos en estos tiempos.

Su entrega total a Cristo. La hace a través de su vocación carmelita. Cuando entra al convento, es una más entre las demás. No pretende seguir escribiendo, pero por consejo de su director espiritual termina, en 1935, uno de los libros más monumentales de la filosofía cristiana del s. XX, “Ser finito y eterno”. Se desconoce habitualmente que este libro, que parece haber sido escrito en la mejor de las universidades del mundo con todos los recursos disponibles, fue escrito y terminado diariamente en la media hora de recreo que todas carmelitas tenían (tienen) de las 14 a las 14,30, en medio del alegre bullicio de sus hermanas. Lo más importante es, sin embargo, que cuando toma su nombre para carmelita, agrega “de la cruz” porque advierte que ella tiene que ser, igual que Cristo, víctima propiciatoria de los pecados que se estaban cometiendo por su pueblo judío, como efectivamente después sucede.

Su ecumenismo vivido. Hasta que entra al Carmelo sigue acompañando a su madre al templo, todos los sábados, y va a la misa católica todos los domingos. Su madrina de bautismo católico fue Eduvigis Conrad-Martius, que era protestante. Dejo a los teólogos, liturgistas y canonistas la reflexión teorética sobre estos episodios. Pero sencillamente, así fue. Los santos abren caminos sin explicarlos antes. Y su identidad como católica estaba fuera de toda duda. Cuando se convierte, se arrodilla ante su madre, y le dice “madre, soy católica”. Su familia nunca pudo comprender su conversión.

Su conmovedor “ser para la muerte”, desde la vida. Cuando en 1938 se le ofrece ir a Holanda (huir a Holanda), Edith dice que va a ir con su hermana Rosa, convertida también y que vivía en el convento. Desde Holanda, las hermanas, muy poco conscientes de lo que sucedía, le dicen que hay “sólo una cama”. Edith se niega a ir sin su hermana. Finalmente va con su hermana. Ya en 1942, un 2 de Agosto, Domingo, Edith estaba escribiendo su último gran libro, “Ciencia de la cruz”. A las 5 de la tarde los SS vienen a buscarla. Ella prepara un pequeño atadito de cosas, toma la mano de su hermana, y le dice “vamos a morir por nuestro pueblo”. Y así fue. Se conjetura que ambas murieron en las cámaras de gas el 8 de Agosto. “…Por nuestro pueblo”. Pueblo judío del cual ella se sentía miembro de sangre y, por ello, más unida a Cristo, judío también. Con esa claridad que siempre la caracterizó, poco antes de su muerte le dijo a un sacerdote: “No puede usted imaginarse lo que para mí significa ser hija del pueblo escogido, pertenecer a Cristo no sólo espiritualmente, sino también según la sangre”. Destaquemos: “….No puede usted imaginarse….”. Y: “….ser hija del pueblo escogido, pertenecer a Cristo….”. O sea: ¡ser hija del pueblo elegido ES pertenecer a Cristo! Y por ello, su canonización implica el debate: ¿por qué murió? ¿Por cristiana o por judía? “Vamos a morir por nuestro pueblo”, dijo a su hermana Rosa. ¿Por qué pueblo? Por el judío, claro. Y fue canonizada por martirio cristiano. ¡Bendito sea el debate! Los santos abren caminos………

Edith Stein se adelantó a nuestra época. Totalmente. Después de su muerte, todo quedó en silencio, todos sus escritos archivados y en silencio….Pero el Espíritu Santo no lo quiso así. Lentamente, la penetrante luz de su vida y el misterio de su muerte fueron rompiendo los muros, y Juan Pablo II, por la Gracia de su estado, pudo ver su santidad con la misma luminosidad que Edith la de Santa Teresa. Edith, santa, filósofa, judía, profesora, carmelita. Que a nosotros los laicos nos llene su ejemplo, para entregar nuestra vida a Cristo, con la misma determinación y firmeza, en el mundo familiar y cultural que nos toca vivir. “Edith, tú que sabes lo que es un corazón en búsqueda, intercede por nosotros”. Amen.


Bibliografía:
- Theresia a Matre Dei: Edith Stein, en busca de Dios, Ed. Verbo Divino, 1994.
- Feldmann, C.: Edith Stein, judía, filósofa y Carmelita, Herder, 1987.
- Ferreria Sobral, R.: Edith Stein, una vida sin fronteras, Ciudad Nueva, 1993.
- Stein, E.: Los caminos del silencio interior, Editorial Espiritualidad, Madrid, 1998.
- Stein, E.: La pasión por la verdad, Bonum, Buenos Aires, 1994.

domingo, 11 de abril de 2010

EL CASCO OBLIGATORIO, AGAIN

Pasamos hoy a un tema más liviano pero no por ello no importante. Curiosamente escribí esto en Marzo del 2004 y lo repetí en marzo del 2008 en mi blog y, como vemos, todo sigue igual. Pero el debate no se circunscribe al tema del casco. Occidente no termina de aceptar la libertad individual, el derecho a la intimidad personal, que brilla por su ausencia, sumergida en la razón instrumental totalitaria de los estados. Es un proceso cultural largo, que mientras tanto podemos re-sistir, en los pocos lugares donde al menos no se persigue directamente (dije directamente) al que piense diferente.
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1 de marzo de 2008.

Para continuar explicando el caso Feyerabend, publico hoy algo que escribí el 10 de Marzo de 2004 (no lo pude publicar entonces). Va a despertar muchas polémicas pero además es dificil de entender lo que intento. Lo explico: sobre la basa de la redacción de una noticia de actualidad, que fue un caso real, voy intercalando lo que un imaginario relator del s. XIII hubiera podido decir por un caso culturalmente "similar", y, de ese modo, vamos descubriendo lo que Feyerabend quiere decir.


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UN CASO DE INTERTEXTUALIDAD, SOBRE LOS CASCOS Y LA LIBERTAD.
Por Gabriel J. Zanotti

10-3-2004.

Comenzaron a multar a los motociclistas que no llevan casco


Siglo XIII: comenzaron a multar a los caminantes que no llevan la cruz.


Desde esta mañana empezaron en la intersección de la avenida Corrientes y Carlos Pellegrini los operativos de control para los motociclistas que no lleven puesto sus cascos.


Desde esta mañana comenzaron en el camino a Nápoles los operativos de control para los caminantes que no lleven puesta la cruz.


Desde las 9, los policías detenían a los motociclistas que no llevaban el casco o que lo portaban de una manera incorrecta, en tanto que el personal de la Dirección de Seguridad Vial se encargaba de dictar las multas y retener el vehículo.


Desde el amanecer, varios caballeros detenían a los caminantes que no llevaban la cruz o que la portaban de modo incorrecto o profano, en tanto que los servidores de los castillos cercanos se encargaban de dictar las multas y retener al caminante.


Algunos de los hombres que recibieron la infracción se quejaron de la medida y atribuyeron la falta del casco por el alto costo que tienen.


Algunos de ellos se quejaron, diciendo que no tenían la cruz por su alto valor en oro y plata.


Una moto retenida y 16 infractores.
Un caminante preso en una torre y 16 infractores.


Hasta este mediodía, el primer operativo tuvo como resultado una sola moto retenida por no tener casco y unas 16 infracciones a conductores que lo tenían pero no lo llevaban puesto, informó a esta agencia la funcionaria.


Hasta este mediodía, el primer operativo tuvo como resultado un caminante preso por no tener cruz y 16 advertencias a quienes no la llevaban puesta.

El operativo se trasladó más tarde a la esquina de Corrientes y Florida, y por la tarde los inspectores se instalarán en la intersección de Corrientes y Alem y continuará mañana en otros tres puntos de la Ciudad.


El operativo se trasladó más tarde al camino a París, y por la tarde otros caballeros de trasladarán a otros puntos importantes del sacro imperio.


La directora de Seguridad Vial, Alicia Piris, quien permaneció en el lugar del operativo, informó a la agencia Télam que en esta nueva etapa las personas que reciban la infracción serán sancionados con una multa de 50 pesos, pero además se les retendrá la moto, la que será remitida a un depósito del Gobierno de la Ciudad.


Un servidor del Santo Oficio, quien fue testigo de la medida, informó a este visitante que en esta nueva etapa los infractores serán sancionados con un impuesto a tres cuartas partes de su producción agrícola, pero además se anotará su nombre para que sea informado al Santo Oficio de Roma.


La orden de devolución del vehículo será emitida previo pago de gastos de acarreo (38 pesos) y depósito (2,10 pesos).


Esto sólo se revocará en caso de arrepentimiento público y promesa de participar en las cruzadas.


Además, el infractor deberá presentar la constancia entregada por el controlador de faltas y acreditar su calidad de tenedor o titular de la moto, llevando el casco reglamentario y su documento de identidad.


Además, el infractor deberá presentar constancia de su bautismo y dos testigos de su eucaristía dominical.


"No se trata de una campaña para recaudar".
No se trata de nuevos fondos para el sacro imperio.


Según confirmó hoy el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, "no se trata de una campaña para recaudar" con el cobro de multas, sino que "es para evitar lesiones graves, muertes en accidentes, que además terminamos pagando entre todos" y "por una mejor convivencia en la sociedad".


Según comunicó el delegado local del Santo Oficio, no se trata de recaudar más fondos para el sacro imperio, sino que se trata de evitar que los caminantes se vean tentados con la herejía, que puede causar la muerte de su alma, cosa que luego perjudica a todos.


Ibarra, en declaraciones a la prensa esta mañana, explicó que el sistema de multas será de dos tipos: de 50 pesos a aquellos que lleven el casco colgado en el brazo y no lo usen correctamente, mientras que la pena mayor será para quienes directamente no tengan casco, a quienes "se les retendrá la motocicleta y deberán pagar además de la multa de 50 pesos, otros 38 pesos por acarreo y 2 pesos de estacionamiento en el playón municipal.


El mismo delegado, contestando preguntas de este visitante, explicó que este sistema de sanciones será de dos tipos: retención en el castillo, por varios días, para quienes porten la cruz de modo profano, y acusación ante el Santo Oficio de Roma a quienes no la lleven.


Fuente: DyN y Télam.

Fuente: Feyerabend, P.: “Tratado contra el método”, cap. 18.

domingo, 4 de abril de 2010

¿QUÉ ES LA IGLESIA?

Los comentarios de la entrada anterior fueron interesantísimos en perspectivas y matices. Hay muchos que merecerían comentarios específicos. Pero, por hoy, he seleccionado un tema que se repetía una y otra vez en casi todos: la Iglesia.

¿Qué es la Iglesia? Viene bien advertir qué respuesta tenemos in mente cuando hablamos de “la Iglesia”.

Varias veces, en conversaciones con diversos amigos, me he encontrado con numerosos casos en los cuales han dejado de ir a Misa o van con disgusto por diversas razones. La tendencia política del sacerdote, sus malos sermones, la ligereza litúrgica, la música espantosa, un edificio mal cuidado, etc. Obviamente muchas veces han intentado ir a otras iglesias, pero siempre “falta algo”.

La respuesta no pasa por ir a otras iglesias. La Misa no es tal o cual edificio, sacerdote, coro o etc. La Misa es (no es la definición estricta) Cristo mismo en cuanto renueva de modo incruento su sacrificio y se nos ofrece nuevamente con su cuerpo y sangre bajo los accidentes del pan y el vino. Por lo tanto, si vas a Misa, el mejor ejercicio sería que buscaras la peor iglesia desde el punto de vista humano, para acostumbrarte a lo sobrenatural. Busca el edificio que menos te guste, el sacerdote cuyo pensamiento y modo de hablar te cause urticaria, la peor música (o intento de ella) que perfore tus oídos. Si el sacerdote está incardinado en su diócesis, si la liturgia cumple con las mínimas exigencias de los signos y palabras exigidas por la Iglesia, y si el sacramento de la Eucaristía está realizado con las palabras y signos correctos, entonces es una Misa católica. Concéntrate desde el principio en el Santísimo, donde está realmente Jesucristo, y espera con santa ansiedad el momento de la consagración. Ya está. Nada más, ni nada menos. Allí está el milagro, lo sobrenatural, la esencia de la Misa. Si Dios te regala, además, un santo sacerdote con la elocuencia de San Ambrosio, una iglesia que nada tenga que envidiar a San Pedro, una liturgia como la que encontrarías en Santa Sabina en Roma, más órgano y canto gregoriano, entonces toma todo ello como un regalo que Dios te ha hecho, pero la falta de todo ello no tiene por qué disminuir tu Fe en el sacramento de la Eucaristía y en tu decisión de ir a Misa como parte de tu amor a Dios y sus mandamientos, independientemente de que el cura piense igual que Aníbal Fernández .

Se imaginarán a dónde apunto. La Iglesia es esencialmente sobrenatural. La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. Su cabeza es Cristo y sus miembros son todos los bautizados. Su cabeza visible es el Papa y su jerarquía, a efectos de la sucesión apostólica y el Magisterio, son los obispos legítimamente ordenados. Esa continuidad apostólica es sobrenatural, porque está dada por el sacramento del orden y del bautismo, y por eso los sacramentos, milagros en sí mismos, son la savia de la Iglesia, aquello por lo cual se transmite ordinariamente la Gracia de Dios independientemente de las virtudes humanas de los miembros (decimos ordinariamente porque el Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere). No sé si mi caracterización pasará algún examen de algún exigente teólogo pero lo que quiero decir es que la Iglesia es sobrenatural, y ello parece ser olvidado incluso por los creyentes. La Iglesia parece haberse identificado con sus circunstancias históricas. Pero la Iglesia, precisamente por su carácter sobrenatural, es la única que puede superar (no negar) la historicidad propia de cualquier realidad humana intersubjetiva. La Iglesia no es el acuerdo con Constantino, la Iglesia no es el Sacro Imperio, la Iglesia no es ni las cruzadas ni la inquisición, la Iglesia no es, tampoco, el estado del Vaticano. Hay que tener fe, precisamente, para ver que allí donde están los sacramentos, la comunión apostólica y la unidad con el Papa (que tampoco se identifica con tal o cual pontífice), allí está la Iglesia, aunque sea en las catacumbas.

Si la conclusión de esto es que la Fe en la Iglesia no debe temblar ni un milímetro por los escándalos humanos de sus miembros, y por ende la Iglesia sigue siendo siempre Una, Santa, Católica y Apostólica, porque su cabeza es Cristo y su sangre es la Gracia y los sacramentos, sí, esa es la conclusión. Y si la conclusión adicional es, obviamente, que la Fe y el amor a la Iglesia no disminuyen en nada por el dolor profundo al cual aludíamos el Domingo anterior, si, esa es la conclusión también. Pero cuidado: no estamos en la época de los Borgia, y aquí me juego en un tema no dogmático pero importante. Benedicto XVI es un santo varón, y su santidad incluye haber jugado un papel no tan popular como su antecesor. Ratzinger quiso varias veces renunciar como Prefecto de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, y volver a enseñar teología, pero Juan Pablo II le rogó que no, y no le faltaba razón. Ratzinger fue la cabeza de la redacción de aquellos documentos doctrinales más odiados fuera y sobre todo dentro de la Iglesia, esos documentos por los cuales Juan Pablo II cumplía su rol esencial: confirmar a los hermanos en la Fe, Fe que resulta antipática y que no sabe ni debe saber de diplomacia o de política. Ahora Ratzinger continúa esa misión, y las críticas que recibe no son fruto de su candor y sinceridad, que yo admiro, sino del odio acumulado que ahora sale a la luz como estiércol no precisamente fertilizante. Ese odio encuentra en este espantoso escándalo la oportunidad magnífica para atacarlo e intentar que renuncie. No sabemos si Ratzinger, en cuanto humano, soportará todo esto, y rogamos que sí. Pero la Iglesia, en tanto Iglesia, no sufrirá un milímetro. El sacrificio de Cristo vive ahora en la Iglesia peregrinante y en el fin de los tiempos se verá todo el esplendor divino de la Iglesia triunfante.