domingo, 30 de diciembre de 2012
¿QUIERES HACER ALGO POR TU PRÓJIMO? ESTUDIA A LUDWIG VON MISES
http://puntodevistaeconomico.files.wordpress.com/2012/07/zanotti-g-filosofc3ada-polc3adtica-de-mises-pm-vol-7-no-2-109-146.pdf
domingo, 23 de diciembre de 2012
EL CRISTIANISMO ES RAZÓN
En un debate menos
conocido que el que tuvo con Habermas, el entonces Cardenal Ratzinger volvió a
afirmar algo que hoy es el programa de su pontificado: la Fe no es un
sentimiento, la Fe no es seguir una tradición, sin motivo: la Fe tiene razones.
En efecto, Paolo Flores
d´Arcais le dijo a Ratzinger, el 21 de Febrero de 2000[1],
que lo que le resultaba más insólito e inaceptable de su catolicismo no es que
fuera una religión “como cualquier otra”, sino que pretendiera tener “razones
para la fe”. Eso era lo absolutamente inaceptable. Ello no sólo conduciría al
totalitarismo –acusación habitual que fue fácilmente despejada por Ratzinger,
uno de los mejores defensores de la libertad religiosa- sino que es un absurdo:
¿cómo una religión va a erigirse a sí misma pretendiendo tener “razones para la
fe”? Para este típico filósofo post-kantiano, ello sería contradictorio con la
esencia misma de lo religioso. Si querés ser busdista, selo; si querés ser
católico, selo, si querés creer en la energía de las pirámides, dale nomás,
pero no vayas a pretender decir………. ¡que tienes razones para
ello!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
He allí el actual
escándalo y absurdo del Catolicismo, he allí la razón del rechazo y el recelo
que causa. Si: los católicos no somos católicos por un sentimiento religioso. Ninguna
sola emoción nos sostiene. Tampoco lo somos porque fuimos bautizados de
chiquititos. Lo somos –los que lo somos- porque tenemos razones (por gracia de Dios) para NO
decirle que NO a la gracia de Dios. Y en estas fechas, eso es lo que
convendría reflexionar.
El cristianismo (esto
es, el judeo-cristianismo) es en sí mismo una desmitificación, como Ratzinger
ha enseñado constantemente. Lo fue de los antiguos politeísmos y panteísmos,
proclamando la racionalidad de un Dios único, creador del mundo y distinto
al mundo. El cristianismo es la mirada profunda a la naturaleza humana,
porque el pecado original no es una leyenda, sino la condición humana más
profunda que explica todas las miserias de la humanidad. Coherentemente, la
lectura de Evangelio nos convence de que Jesús es Dios mismo que ha venido a
salvar y a perdonar, porque habla palabras que jamás podrían haber venido de
la sola naturaleza humana. Cristo en la Cruz es precisamente el
pensamiento del pecado original al revés. Es todo lo que el hombre, por sí mismo, jamás habría imaginado ni concebido. Y por eso Dios es el Padre que
anuncia la salvación y el Hijo que redime, y por eso es el mismo Espíritu que
se queda con nosotros, porque la redención es permanente.
El Cristianismo es
razón porque la razón humana universal se descubre en el diálogo que todo ser
humano espera tener con otro. Y el Cristianismo es desde el principio una
llamada al diálogo universal. A dar razones de la Esperanza. Por eso dialoga y
asimila a la razón griega, produciendo un nuevo horizonte del cual depende
totalmente la cultura Occidental. Introduce la noción de persona, su dignidad,
sus derechos; introduce la noción de ciencia, porque la desmitificación implica
que la naturaleza del mundo físico no está revelada; distingue entre el poder
civil y el poder eclesial, porque ya no se confunden Dios con el César; guarda
lo mejor de la filosofía antigua en sus conventos; produce el renacimiento
carolingio, las universidades, el common law británico; el neoplatonismo
cristiano del s. XVI produce la nueva ciencia física; los ideales (no digo formas de gobierno) de la
revolución francesa y norteamericana son en sí mismos cristianos, e incluso los primeros esbozos concretos de democracia política y economía de mercado se dan en el pensamiento católico de la Segunda Escolástica española del s. XVI. El
Cristianismo (y por lo tanto, Israel) ha creado a Occidente, y Occidente es universal, porque la
noción de derechos humanos universales integra a todas las culturas, dado que es
integradora de lo humano. El racionalismo anticristiano, las filosofías
radicalmente anticristianas, la fusión del trono con el altar, el colonialismo y
los autoritarismos y totalitarismos son, como dijo García Venturini, patologías
de Occidente: basta poner al Cristianismo en su lugar para terminar con ellas,
y eso fue el Concilio Vaticano II.
El judeo-cristianismo
no es, por ende, como entrar a una heladería y pedir un helado de vainilla y
chocolate. El cristianismo no es un porque sí. No es un salto al vacío, no
es un gusto, no es una moda, no es la catequesis del colegio, no es una
costumbre cultural. El cristianismo implica una vivencia volitiva e intelectual que compromete a todo el yo, que
no existiría sin la Gracia de Dios, pero a la vez sería nada sin la razón del
hombre, que al dialogar con Dios, encuentra lo mejor de sí misma. Hay razones
para la Trinidad, hay razones para la Encarnación. Son razones que superan la
noción de razón como solo cálculo, un tipo de razón que ni siquiera está en la ciencia,
como han demostrado Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend. Son el círculo
hermenéutico de la Fe, enseñado por San Agustín: creo para entender y entiendo
para creer, en un sentido de “entender” que tuvo que ser explicado nuevamente
por Husserl en el siglo XX.
El Cristianismo, sin
embargo, no demanda un post-grado (nunca mejor dicho, gracias a Dios). Sólo
un corazón abierto al encuentro con Dios, y para eso, el Espíritu de Dios sopla
donde quiere y cuando quiere. El cristianismo es como la Virgen, que muy
racionalmente pregunta: cómo puede ser esto. Y Dios responde, contrariamente al
sistema educativo formal, sin enojarse, con un lenguaje poéticamente sublime y
totalmente entendible. El Cristianismo es diálogo, es no juzgar, es
misericordia, es escucha, es silencio, es comprensión.
Cristianismo es Cristo,
y quien quiera ser cristiano, que tome su razón y sígalo.
domingo, 16 de diciembre de 2012
MONOPOLIO, PRECIO DE MONOPOLIO, CONCENTRACIÓN MONOPÓLICA Y LOS "GRUPOS DE INTERÉS".
“A pedido del público”, pero también por la relevancia en estos días,
posteo esta vez lo que escribí hace más de 30 años sobre la supuesta
concentración monopolítica en el mercado libre.
De Introducción a la Escuela Austríaca de Economía, 2da edición
(2012) (http://www.unioneditorial.es/biblioteca-austriaca?page=shop.product_details&flypage=flypage.tpl&product_id=272&category_id=6&manufacturer_id=110
)
Parte II
El monopolio
Toca el turno ahora a una parte muy importante de nuestro análisis: El
monopolio.
1) El problema de
la definición
¿Qué
es el monopolio? He aquí el primer problema a resolver.
Es un problema porque, en efecto, la única definición estricta que
conocemos, esto es, la etimológica (un solo vendedor), nos lleva --si
consideramos sus consecuencias últimas-- a la conclusión de que todos somos
monopolistas. En efecto, sabemos que los bienes no son estrictamente homogéneos
entre sí; por lo tanto, en última instancia, cualquier vendedor es vendedor
exclusivo de su producto y, por tanto, monopolista del mismo. O sea, el
vendedor de pañuelos A es monopolista de los pañuelos A; el vendedor de los
pañuelos B es monopolista de los pañuelos B, aunque ambos vendan pañuelos.
Pero como vemos, no es esta concepción la que habitualmente tiene el
vocablo "monopolio". El vocablo induce a imaginar; a un siniestro
individuo que vende algo que no tiene un sustituto a la vista, privilegiada
situación por la cual puede elevar el precio del artículo a su gusto. Luego, no
es el concepto de monopolio lo que en realidad preocupa, sino el supuesto poder
que el mismo tendría sobre el artículo que se vende. No preocupa a nadie, en
efecto, que yo fabrique pequeños libros con las páginas en blanco y los vaya a
vender a las librerías. Lo preocupante sería que mi extraño producto fuera muy
apetecido por el homo sapiens.
2) Teoría
neoclásica
En ese sentido, y al ir intuyendo esas
verdades, la escuela austríaca sufrió una evolución. Comenzó definiendo al
monopolista, en virtud del problema antes aludido, como aquel que lograba
establecer "un precio de monopolio", que a renglón seguido se pasaba
a definir.
Habitualmente, si un vendedor reduce la cuantía del producto que ofrece
sin que se haya reducido la demanda, ésta se vuelca hacia otros vendedores,
resultando entonces una pérdida para el vendedor. Pero de ser las condiciones
tales que el vendedor pueda reducir la producción elevando al mismo tiempo el
precio, sin que la demanda se vuelque hacia otros vendedores, el precio
obtenido era llamado "precio de monopolio". Evidentemente, la
condición a la que alude esta teoría es la presencia de una demanda inelástica,
que no se desvía hacia otros vendedores por la suba del precio.
Es decir, un precio de monopolio sólo puede establecerse ante la
presencia de una demanda inelástica o rígida de un determinado producto. En el
caso antes citado, si yo lograra que mis libros en blanco fueran indispensables
para la vida humana, podría entonces yo
establecer un "precio de monopolio" de mis peculiares libros.
La teoría es correcta; sin embargo, el análisis cataláctico austríaco
posterior, sobre todo en Rothbard, afirma la existencia de siete factores
naturales anti-monopolísticos, que actúan impidiendo la existencia de la
condición necesaria para la formación del precio del monopolio (la
inelasticidad de la demanda) obviamente sin ninguna legislación (de allí que se
los llame "factores naturales antimonopolísticos").
O sea, factores antimonopolísticos endógenos al mercado, y no exógenos, como
son las leyes contra monopolio.
3) Los siete
factores antimonopolísticos
a) La elasticidad de la demanda: cuantos más
bienes y servicios se ofrecen en el mercado, la demanda tiene cada vez más
posibilidades de elección, lo que implica que cada vez va haciéndose más
elástica.
Ahora bien: a medida que se va desarrollando e intensificando el
proceso de división del trabajo en el mercado libre, mayor es la cantidad de
bienes y servicios que se le ofrecen al consumidor. Esto implica, pues, que a
medida que se va desarrollando el mercado libre, la demanda es cada vez más
elástica. Y como la demanda inelástica es el factor que permite la formación de
un precio de monopolio, llegamos entonces a la conclusión final de que, a
medida que se va desarrollando el mercado libre, menores son las posibilidades
del establecimiento de precios de monopolio.
b) La competencia potencial: Éste es uno de los factores más
importantes que limitan el ascenso del precio de un monopolio. Consiste en que.
un monopolista, una vez establecido, es alguien que está sometido a una
invisible pero efectiva competencia potencial, es decir, una competencia que no
es pero que puede ser. En efecto, muchos vendedores potenciales se mantienen alertas para, en el momento en el que el
monopolista suba el precio, aparecer en el mercado con un sustituto (el mismo
producto, en un lenguaje más llano) y así desviar hacia ellos la demanda,
logrando con ello ingentes ganancias. Esto es algo que mantiene alerta al
monopolista, quien ignora si en el momento en que suba el precio pueden
aparecer repentinamente inesperados vendedores que arruinen sus planes. Es un
factor, pues, que limita en gran medida el ascenso del precio.
c) El factor competitivo permanente: Tal es el nombre que se asigna al
proceso por el cual no sólo los artículos de un mismo rubro entran en
competencia, sino todos los artículos unos con otros. El vendedor de zapatillas
A no sólo competirá con el vendedor de zapatillas B, sino también con el
vendedor --por ejemplo-- de lapiceras, pues tanto éste como el vendedor de
zapatillas desean el dinero de los consumidores; por tanto, por cuestiones de
precio no sólo competirán con sus respectivos colegas sino también entre sí.
Luego, ningún monopolista carece de competidores, a menos que posea la propiedad
de todo cuanto exista, cosa que sólo puede ocurrir en el caso de la existencia
de un estado socialista.
d) La ley de los rendimientos decrecientes: El doctor Alberto Benegas
Lynch (h), en su libro "Fundamentos de análisis económico", resume
así esta ley: "Toda estructura de costos tiene una dimensión óptima pasada
la cual los rendimientos son decrecientes". Esta ley, pues, limita la
formación de los tan temidos "cartels" en el mercado. Estos chocarán
inexorablemente con la precitada ley, y no podrán evitar las pérdidas.
Por otra parte, la natural gravitación a la competencia del mercado es
la que en general termina con tales asociaciones. Muchos de sus integrantes
saben perfectamente que si se retiran del cartel y comienzan a vender el
producto. a menor precio y con mayor calidad, sus posibilidades de ganancias
son inmediatas.
e) Los límites de calculabilidad en el mercado:
Este es otro factor que limita el tamaño que puede llegar a poseer una empresa.
Como se probará en el Capítulo VIII –-aunque el lector tiene las premisas para
llegar a la conclusión en este capítulo--, imposible es realizar el cálculo
económico en ausencia del mercado, pues ausencia de mercado implica ausencia de
precios. En el mercado libre, a medida que una empresa va aumentando su radio
de acción, va absorbiendo los mercados en los cuales se forman los precios de
los factores productivos, y como la empresa realiza el cálculo económico con
los precios emanados de tales mercados, a medida que éstos van siendo
absorbidos se le hace cada vez más difícil a la empresa realizar el cálculo
económico. Así lo expresa Rothbard en su tratado de economía (Cap. 10) :
"A fin de hacer el cálculo de ganancias y pérdidas de cada rama, la
empresa tiene que estar en condiciones de poder referir sus operaciones
internas a los mercados externos, en
relación a cada uno de los diversos
factores y productos intermedios. Cuando desaparece cualquiera de esos mercados
externos a causa de que se ven absorbidos dentro del radio de acción de una
sola empresa, desaparece la calculabilidad y a la empresa no le queda ningún
otro medio racional para dar ubicación a los factores dentro de esa zona
específica. Mientras más se avance sobre estas limitaciones, será cada vez
mayor la zona
donde lo racional no impere, y más difícil resultará evitar las pérdidas. Un cartel de grandes dimensiones no estaría en condiciones de dar destino racional a los bienes de producción y, en consecuencia, no. podría evitar pérdidas graves. Por lo tanto, en realidad jamás llegará a establecerse, y de hacerse el ensayo, pronto quedaría desintegrado".
donde lo racional no impere, y más difícil resultará evitar las pérdidas. Un cartel de grandes dimensiones no estaría en condiciones de dar destino racional a los bienes de producción y, en consecuencia, no. podría evitar pérdidas graves. Por lo tanto, en realidad jamás llegará a establecerse, y de hacerse el ensayo, pronto quedaría desintegrado".
Y agrega el mismo autor: "En la esfera de la
producción, el socialismo equivale a «un cartel enorme» organizado y controlado
compulsivamente por el Estado. Quienes abogan por la «planificación central»
socialista, pretendiendo que es el método de producción más eficiente, en lo
que respecta a satisfacer las necesidades del consumidor, tienen que contestar
la siguiente pregunta: ¿si esa planificación central es realmente más
eficiente, por qué no ha sido constituido por los individuos que persiguen
ganancias, en el mercado libre? El hecho de que jamás se haya formado
voluntariamente un cartel enorme y que se requiriera el papel compulsivo del
Estado para formarlo, demuestra que no habría posibilidad alguna de que fuera
el método más eficiente para satisfacer las exigencias de los
consumidores".
f) El comercio exterior libre: Factor éste
potentísimo contra la formación del precio del monopolio. La libre importación
y exportación de productos; la libre entrada y salida de capitales nacionales y
extranjeros, son cosas que no hacen más que ampliar enormemente la elasticidad
de la demanda, ampliando enormemente las posibilidades de elección del
consumidor. La posibilidad de sustituir un producto por uno importado más
barato, es algo que hace al monopolista prácticamente imposible elevar su
precio de venta.
g) Los sustitutos: Es muy difícil, por no decir imposible, encontrar en
el mercado un producto absolutamente insustituible. Todos, en mayor o en menor
medida, pueden sustituirse por otro similar. Y, si se diera el caso de la
existencia de un producto insustituible, lo que sí tendrá indefectiblemente ese
producto es un sustituto potencial. Como vemos, esto es algo muy parecido al
caso de la competencia potencial. Innumerables vendedores se lanzarán a la
búsqueda de un sustituto a ese producto insustituible que goza de demanda
inelástica, como medio óptimo para conseguir seguras ganancias.
4) La natural ley
de la oferta y la demanda
Pero aparte de estos factores que limitan el
ascenso de un precio en un monopolio, existe algo sencillísimo de lo cual nos
habíamos olvidado: la ley de la oferta: el precio alto atrae vendedores (mayor
precio, mayor oferta). En resumidas cuentas, el caso de un monopolio con demanda
inelástica y el consiguiente precio alto no es más que un simple caso de suba
de precio por poca oferta y enorme demanda. Pero, como dijimos, en el mercado
libre oferta y demanda tienden a igualarse y, por lo tanto, ese precio alto
atraerá nuevos vendedores que pronto terminarán con ese caso de monopolio.
El doctor Enrique J. Loncán*, en sus
cursos de economía, siempre daba este ejemplo esclarecedor: en una ciudad de la India (ciudad A), a causa de
una sequía comenzó un período de hambre, y un solo productor pudo mantener su
producción, que subió de precio. En otra ciudad, la B , se produjo idéntica
situación.
El gobernante de la ciudad A, como medio para solucionar el problema,
confiscó toda la producción de alimentos y comenzó a repartirla entre los pobres.
El gobernante de la ciudad B dejó funcionar al proceso de mercado.
Pasado un tiempo, en la ciudad A comenzó a terminarse toda la
producción. El productor se había retirado, pues no quería producir para
después ser confiscada su producción. Resultado: el problema del hambre se
intensificó.
Mientras tanto, productores cercanos a la ciudad B comenzaron a
enterarse de que en dicha ciudad se vendían alimentos a precios altísimos.
Acudieron pues a la ciudad B, dispuestos a realizar grandes ganancias (guiados por
lo que Kirzner llama alertness
empresarial) ciudad que por consiguiente se vio pronto poblada por numerosos
vendedores de alimentos. El aumento de la oferta produjo entonces la baja de
los precios, y el resultado fue que en la ciudad B se solucionó el hambre y
todos gozaron de una cuantiosa oferta a precios bajos, mientras que en la
ciudad A la situación era desesperante.
En la ciudad B se había dejado operar al mercado libre, sin
interferencia estatal. En la ciudad A se había practicado el sistema de socialización
e interferencia estatal en la economía.
5) ¿Precio de
monopolio?
El punto anterior nos lleva a la última
conclusión: la diferenciación entre "precios de monopolio" y
"precios de competencia" no es correcta. En el mercado libre sólo
existe "precio de mercado", alto o bajo según las circunstancias que
el mercado pre-sente. Hemos visto, en efecto, que el caso del "precio
de monopolio" no es más que un caso de demanda inelástica –con todo lo que hemos dicho de su reducido margen en un mercado libre- frente al aumento del precio. ¿Por qué llamar entonces al precio resultante de tal circunstancia mercantil de una manera diferente? Con ese mismo criterio terminológico deberíamos buscar nombres para todos los precios resultantes de las infinitas circunstancias que el mercado pudiera presentar. Sin embargo, la teoría neoclásica del precio de monopolio, que como vemos no es aplicable a un mercado libre, lo es en el caso de una compulsión estatal que otorgue un privilegio legal por medio del cual se anule la competencia. En ese caso ninguno de los siete factores antimonopolíticos podrían actuar, sencillamente porque están prohibidos por la ley.
de monopolio" no es más que un caso de demanda inelástica –con todo lo que hemos dicho de su reducido margen en un mercado libre- frente al aumento del precio. ¿Por qué llamar entonces al precio resultante de tal circunstancia mercantil de una manera diferente? Con ese mismo criterio terminológico deberíamos buscar nombres para todos los precios resultantes de las infinitas circunstancias que el mercado pudiera presentar. Sin embargo, la teoría neoclásica del precio de monopolio, que como vemos no es aplicable a un mercado libre, lo es en el caso de una compulsión estatal que otorgue un privilegio legal por medio del cual se anule la competencia. En ese caso ninguno de los siete factores antimonopolíticos podrían actuar, sencillamente porque están prohibidos por la ley.
Por otra parte, es necesario hacer notar que, como se desprende del
análisis efectuado, es totalmente falsa la crítica habitual de que el mercado
libre tiende al monopolio, y que tal fenómeno mercantil hace del mercado libre
una constante amenaza contra los consumidores. Tal crítica es lo que se
denomina generalmente "el mito del monopolio". Como hemos visto, la
tendencia del mercado libre es precisamente la contraria, esto es, a la
eliminación del precio alto de un monopolio o su constitución. Los casos de
monopolios estables tienen como
causa eficiente un privilegio estatal otorgado a alguien; ya sea por una tarifa protectora (arancel); una ley de promoción industrial o cosas por el estilo. En un mercado libre no existen privilegios legales para nadie. Al comercio libre interno se suma el comercio libre externo. La tendencia del mercado es netamente antimonopolística.
causa eficiente un privilegio estatal otorgado a alguien; ya sea por una tarifa protectora (arancel); una ley de promoción industrial o cosas por el estilo. En un mercado libre no existen privilegios legales para nadie. Al comercio libre interno se suma el comercio libre externo. La tendencia del mercado es netamente antimonopolística.
Además, cabe aclarar que el precio de monopolio sí surge en el caso de
los monopolios estatales o nominalmente privados protegidos por el estado, caso
contrario a que se establezca en el mercado una sola empresa sin privilegios
legales, por haber brindado los mejores servicios.
6) El problema
Pero a pesar de todo, el tema del monopolio
sigue constituyendo un arduo tema de debate, aun entre los partidarios del
mercado libre. En efecto, muchos partidarios del mercado libre, que reconocen
las virtudes de éste para satisfacer a los consumidores, dicen sin embargo que
el monopolio es una peligrosa excepción dentro del sistema --es decir, defecto
intrínseco del mismo-- contra la cual hay que luchar con legislaciones a fin de
preservar las bondades de la competencia. El mayor problema que vemos en esas
argumentaciones es una tácita aceptación de la teoría marxista de la
concentración monopolística, tema que trataremos con más detalle en el cap.
VIII, pero que de algún modo ya hemos refutado al explicar el tema de los
límites de calculabilidad en el mercado.
La teoría marxista de la concentración
monopólica:
CAPITULO VIII
EL SOCIALISMO
I) ANALISIS ECONOMICO
1) Concepto
Se define socialismo como el sistema
social de división del trabajo en ausencia de propiedad privada de los medios
de producción.
2) La posibilidad del sistema
EI problema que nos concierne ante
un sistema económico es sí, como tal, puede funcionar. Es decir, si logra la
satisfacción de las necesidades prioritarias de la manera menos costosa
posible, cosa en la que consiste precisamente el proceso de economización de
recursos.
Recordemos por un momento como se
producía tal fenómeno en el sistema opuesto, esto es, el sistema social de
división del trabajo en presencia de la propiedad privada de los medios
de producción.
En dicho sistema era característica la
presencia del mercado, esto es, el proceso por el cual oferentes y
demandantes intercambian voluntariamente sus productos entre sí. De las
diversas valuaciones que se expresan en el proceso surgen los precios de
los diversos productos, tanto de los de consumo como de los productivos.
Recordemos que los precios son los
sintetizadores de a información dispersa en el mercado. Con ellos, aquellos que
tiene la capacidad de descubrir oportunidades de ganancia (empresarios en el
sentido de I. Kirzner), pueden efectuar el cálculo económico, o sea,
elegir métodos de producción que resulten menos costosos ponderando la ganancia
que obtendrá en el futuro con la diferencia del precio de venta y la suma total
de sus costos. De allí que siempre trate de elegir, el empresario, los métodos
menos costosos, mediante la óptima combinación de los factores productivos. El mercado
de cada uno de esos productos le permite conocer al empresario los precios
de los mismos, como dijimos, y así poder efectuar el cálculo económico,
esto es, la combinación de recursos menos costosa posible.
Ahora bien: como dijimos en el
Capítulo II, el mercado requiere, para su funcionamiento, la propiedad privada,
o sea, la facultad de usar y disponer de un bien económico. En el capítulo II,
decíamos: "observemos que para que todo este proceso ocurra, ambos
participantes -oferente y demandante- deben necesariamente poseer la propiedad
del objeto que intercambian -Pedro del lápiz y Pablo de los $ 100- para que
ambos puedan disponer de ellos decidiendo libremente si los retiran o no
de la transacción" .
En efecto, el aumento y/o la
disminución de la demanda y / o la oferta determina el precio en el mercado.
¿Cómo pueden, entonces, oferta y demanda aumentar y/o descender a voluntad si
no cuentan con la disposición del bien ofrecido y / o demandado? Por
ejemplo, la oferta no puede aumentar o descender si no es libre de ello. Si
Juan quiere aumentar su oferta de camisas, o disminuirla, o aumentar o bajar su
valuación de las camisas en el mercado, debe necesariamente tener la propiedad
de las camisas. Tenemos entonces que el cálculo económico requiere la
existencia de precios; estos la existencia del mercado y a su vez este requiere
la existencia de la propiedad privada.
Por lo tanto, si no hay propiedad
privada, no hay mercado; si no hay mercado, no hay precios, y si no hay precios
no es posible el cálculo económico. La economía socialista, que intenta
planificar, tiene, como bien lo demostró L. von Mises, esta esencial paradoja:
que como carece de propiedad, mercado y precios, no puede planificar.
O dicho de otro modo: no puede
averiguar cuál, de los múltiples métodos de producción a elegir, es el menos
costoso. Eso implica que ese sistema (el que carece de propiedad privada) no
puede, como tal (como sistema económico) funcionar.
EI socialismo es el sistema social
de división del trabajo en ausencia de la propiedad privada de los medios de
producción.
Luego, el sistema socialista no
puede funcionar como sistema económico. En el socialismo es impracticable el
cálculo económico, por carecer de precios que hagan posible dicho cálculo. En
la sociedad socialista existen pseudos precios; números puestos por la
autoridad que económicamente nada significan. Es un sistema que se guía a
ciegas. No puede economizar sus recursos. "Economía socialista" es,
luego, una contradicción en términos.
Inútil es que se inventen
pseudomercados o mercados artificiales, que los economistas socialistas tanto
trabajo se han tomado en concebir. Sin propiedad privada no hay mercado. Y la
propiedad privada es algo a lo que nunca recurrirá el socialismo, si quiere
seguir siendo tal.
La elección principal se plantea,
pues, entre economía de mercado o los diversos grados de socialismo e intervencionismo
con los cuales se pretende sustituir al sistema de precios. Lo primero es
esencial para el bienestar de los pueblos; lo segundo implica la miseria de
los mismos.
II) ANALISIS SOCIOLOGICO
1) La tesis sociológica del socialismo
EI marxismo o socialismo
"científico" (como Marx denominó a su sistema) se nos presenta
sociológicamente como una doctrina que predica la natural evolución de la
sociedad humana hacia el paraíso socialista.
Marx, usando la dialéctica
hegeliana, afirmaba que en la sociedad también se desarrolla el proceso de
tesis, antítesis y síntesis (es decir, tesis, negación de la tesis, y negación
de la negación). EI sistema feudal o feudalismo sería la tesis. La antítesis
del feudalismo, el capitalismo, cuya síntesis es la dictadura del proletariado,
paso previo al paraíso socialista, donde no habría propiedad, clases, estado ni
tampoco escasez de recursos.
La sociedad, pues, presentaría
diversos grados de evolución (feudalismo, capitalismo, dictadura del
proletariado) hasta llegar al paraíso socialista.
Lo interesante es que, en este
esquema, el paso de la sociedad capitalista a la socialista se presenta como
algo inexorable, que no está en manos de los hombres alterar. Dicha
inevitabilidad del socialismo estaría dada por tres factores, inherentes a la
sociedad capitalista: 1) la lucha de clases; 2) la pauperización creciente, 3)
la concentración monopolística. Analicemos, pues, dichos factores, para ver si
las tesis del socialismo científico son verdaderas o falsas.
2) Los tres factores de
inevitabilidad del socialismo
a) La lucha de clases: Esta tesis es
un derivado de la teoría de la natural oposición de intereses entre los
diversos grupos sociales. Según esta tesis, por ejemplo, los intereses de
empresarios y obreros son naturalmente opuestos: la ganancia de unos no puede
derivarse sino de la pérdida de los otros.
Ahora bien: la teoría de la lucha de
clases sostiene que la consiguiente "lucha" violenta entre las clases
sociales es un factor de evolución social, pues tal lucha favorecería la
revolución y por lo tanto aceleraría la implantación de la dictadura del
proletariado.
Allí se encuentra el principal error
de la tesis. Nociones básicas de sociología que vimos en el Capitulo II nos
enseñan que la condición necesaria para la existencia de la sociedad es la ley
de la división del trabajo (capítulos II y VII). Y dicha ley implica
necesariamente, paz entre los diversos miembros de la sociedad. División
del trabajo implica que Juan comerciara con Pedro y viceversa; pero tal
comercio no se producirá si ambos están luchando entre sí.
Tenemos
entonces que sociedad implica división del trabajo y división del trabajo
implica paz.
Ergo, sin paz no hay sociedad. Por
ende, cualquier cosa que altera la paz no hará precisamente
"evolucionar" a la sociedad. Por lo tanto, cualquier teoría que
presente a la lucha como factor de evolución social es falsa. La lucha altera
la esencia de la sociedad. Nunca podría hacerla evolucionar.
b) La teoría de la pauperizacion
creciente: esta teoría sostiene que bajo el capitalismo las masas se irían
empobreciendo en forma creciente y paulatina, de manera que cada vez habría más
pobres al lado de unos pocos ricos.
De todo esto nos hemos encargado ya
de mostrar su falsedad, en el Capítulo V. Como demostramos allí, imposible es
que bajo el capitalismo las masas se emprobrezcan paulatinamente, pues la
acumulación constante de capital que bajo tal sistema se produce determina el
aumento de la utilidad marginal del trabajo, cosa que implica el aumento de
salarios reales a medida que crece la tasa de capital. Luego, imposible es un
empobrecimiento continuo y creciente bajo el capitalismo. En el Capítulo V
hemos hablado suficientemente de tal verdad.
Ahora bien: como se podrá observar,
esta teoría también supone el natural choque de intereses entre las diversas
clases sociales. Es interesante observar
que tal cosa no sólo la supone Marx, sino todas las teorías que sostienen que
"los naturales choques del «capital» y el «trabajo» ", deben ser
arreglados en forma pacífica y si es posible con el estado como arbitro. Tales
opiniones difieren de la de Marx en la no utilización de la violencia para
solucionar los conflictos, pero dan como tacita la existencia de los mismos, en
forma natural en la sociedad, tal como la teoría marxista lo supone. Tales
conflictos se dan inherentes al capitalismo. Solo la revolución -según los
marxistas- o la intervención de los poderes públicos -según los
intervencionistas modernos- pueden remediarlos.
Tal es la "filosofía social por
hoy imperante", como von Mises la ha llamado. La sociología misiana y la
economía austriaca nos demuestran, sin, embargo, que en la sociedad no existen
conflictos entre los intereses de los grupos (sectores de diversos y
siempre cambiantes niveles patrimoniales) sociales. La ganancia de unos no
implica la pérdida de otros. Por ejemplo, en el Capítulo V nos hemos encargado
de de mostrar que el deseo de ganancias de los empresarios lleva a éstos a
incrementar sus bienes de capital para mejorar su producción. Tal cosa produce
un aumento en la utilidad marginal del trabajo y por ende suba de los salarios
reales. Como vemos, el hecho de que el empresario gane no implica que el obrero
pierda. A este le aumenta inexorablemente el salario merced al aumento de la
cuantía de capital, que implica inversiones que también significan ganancia
para el empresario. El hecho del aumento constante del salario real bajo el
capitalismo en forma natural y constante refuta la teoría de la pauperización
creciente y la teoría del conflicto de intereses que dicha teoría supone.
Pero es importante concluir con el
análisis de la teoría de la plusvalía marxista. Hemos visto ya que las largas
jornadas laborales y los bajos salarios no eran fruto de una maléfica
explotación sino efecto de la baja cuantía de capital, que implicaba baja
productividad y poca demanda de trabajo, de lo que resultaban esos dos factores
desfavorab1es para e1 obrero.
Ahora bien: ¿cómo funciona el
esquema de la "plusvalía" marxista? Marx partía de su teoría del
valor trabajo, según la cual el valor de un producto es igua1 a1 trabajo en que
hay en é1. (Ya hemos visto la falsedad de tal concepción en el Capitulo II.)
Así lo expresa Rothbard en "La esencial de Mises": "los clásicos
llegaron a sostener que el valor, en definitiva, dependía del "costo"
de producción, por lo que podía afirmarse que derivaba del número de horas
laborales invertidas en el correspondiente proceso".
Es decir: para Marx, la
única fuente de valor es el trabajo. Por lo tanto, ¿de dónde obtiene el
empresario su ganancia? Obviamente, según tales premisas, de la fuerza laboral
del obrero. ¿Pero cómo? De este modo: imaginemos que el obrero gana $ 6 por 12
horas de trabajo. ¿Debemos suponer que el obrero recibe el valor integro de su
trabajo? No, desde 1uego. Dado que el valor depende del trabajo, para Marx,
entonces e1 obrero debería ganar en ese caso $ 12 por 12 horas de trabajo. Pero
recibe $ 6. Los otros $ 6 serían retenidos por el empresario, como
"plusvalía". O sea que la
ganancia empresarial es fruto del trabajo hecho y no remunerado, según
e1 marxismo.
Pero ya vimos suficientemente -y temo
cansar al lector repitiéndolo- que no es tal el origen del salario y 1a jornada
laboral. Si el obrero recibía $ 6 por 12 horas, era porque la alta oferta de
trabajo y la escasa demanda del mismo determinaban $ 6 en el mercado, y si
trabajaba 12 horas era porque la productividad de su labor era baja lo cual le
obligaba a utilizar 12 horas para producir algo por lo cua1 ganar $ 6; baja
productividad determinada en la época por la escasa cantidad de herramientas
apropiadas. Ahora bien, a medida que fuera aumentando la productividad del
trabajo, por el aumento de los bienes de capital, el obrero notaría que para
producir algo por lo cual ganar $ 6, se necesitarían 8 horas – por ejemplo- en
vez de 12. La jornada laboral se iría reduciendo naturalmente y la utilidad
marginal del trabajo aumentando. Y, como vimos en el capítulo dedicado a
trabajo y salarios, cuando aumenta la tasa de capital, el límite mínimo de
salarios de mercado es mayor. En un país desarrollado puede usted ofrecer 1
dólar por mes a un operario industrial, pero nadie aceptará su oferta
sencillamente porque la demanda de trabajo es alta y el salario ofrecido es
mayor. Un salario real elevado, fruto de la economía de mercado sostenida en el
tiempo, no depende de la buena voluntad de los empresarios. Depende de la mayor
demanda de trabajo que sólo se produce con más ahorro e inversión.
Nos queda, por último, que el
concepto "clase social" que utiliza Marx en sus escritos señala algo
que no existe en la sociedad liberal, si por "clase" se entiende un
sector social rígido, que carece de movilidad hacia otros. Menos aún si se
define por su oposición dialéctica a otra clase. Muy por el contrario, en el
mercado libre existen diversos niveles patrimoniales que pueden variar
constantemente. Si un obrero ahorra, forma un capital, con él pone un pequeño
negocio y tiene éxito, de obrero se transformará en empresario. Caso
contrario puede suceder con un empresario que pierde por haber cambiado los
gustos del consumidor por no haber sabido administrar los recursos; se queda
sin nada y debe emplearse. (Excepto, claro, que ambos casos se den en
una América Latina plagada de intervenciones y controles estatales). Luego, el
concepto "clase" señala un término sin correlato ontológico. Las
castas y clases sociales no existen en la sociedad liberal (o
capitalista). La movilidad social es una de sus características sobresalientes,
junto con la total y absoluta igualdad ante la ley necesaria para tal
movilidad.
c) La teoría
de la concentración monopolística: esta teoría sostiene lo que fuera refutado
en 1a parte II del Capítulo II: el capitalismo tiende a la formación de
monopolios. Vimos ya, sin embargo, los siete factores antimonopolísticos
que en e1 mercado libre tienden precisamente a la no formación de monopolios.
Creo que nada hay que agregar al respecto, salvo que, precisamente, es en 1a
sociedad socialista donde el concepto "monopolio" se da con toda
rigurosidad. Allí sí que existe, con toda su fuerza, un "único
vendedor": e1 estado. El estado es el único que puede vender. Tiene
legalmente e1 monopolio de todo. Y sabe muy bien que el mercado libre tiende a
la competencia; de lo contrario no se preocuparía tanto de anular todo signo de
libertad comercial, para que no aparezca algún peligroso competidor.
3) La evidente interrelación de las tres
teorías.
Las tres teorías están evidentemente
muy relacionadas entre sí. La pauperización creciente y la explotación, junto
con la concentración monopolística de unos pocos muy ricos, acentúa la lucha de
c1ases, preparando las condiciones óptimas para la revolución y la dictadura
del proletariado.
Pero ya vimos que las tres teorías
son falsas. Por ende, también es falso que el capitalismo tienda inexorablemente
hacia el socialismo, pues recordemos que tal cosa se produce merced a los tres
factores que señalan las teorías.
4) Conclusión
Las conclusiones del socialismo socio1ógico
son, ergo, falsas. Derivan de premisas falsas. Por eso son tales. L. von Mises
dijo todo esto en 1922 y parece que aún su mensaje no ha sido escuchado…
* Enrique Loncán, abogado y empresario argentino,
ya fallecido, estudió con L. von Mises en 1964 y difundió incansablemente las
bases de la Escuela
Austríaca de Economía, en épocas muy difíciles. Cuando yo
comencé a leer sobre Escuela Austríaca, siendo un adolescente, él me recibía en
su estudio, cada 15 días, contestando pacientemente todas y cada una de mis
preguntas, con toda paciencia y sin pedirme nada a cambio.
domingo, 9 de diciembre de 2012
EL DISCURSO MARXISTA DE LA PRESIDENTE
Hay una objeción muy obvia al discurso que la Presidente ha dado esta noche. Ella piensa que la voluntad de las cámaras legislativas tienen que estar por encima del poder judicial, lo cual es desconocer lo elemental del sistema republicano donde el poder ejecutivo y el legislativo tienen un límite precisamente en el poder judicial.
Pero la Presidente y todos los que piensan como ella -esto es, la mayoría de los argentinos, y no es una cuestión de "corrupción"- van a decir que un típico liberal como yo se olvida o no le importa "el poder de las corporaciones" y que es a éstas a las cuales hay que poner un límite. Pero, ¿de dónde sale "el poder de las corporaciones"? Para Marx, de la dinámica misma del sistema capitalista, que tiende a la concentración monopólica. Por lo tanto, el deber de un gobernante que se preocupa por el pueblo es frenar el poder de los monopolios capitalistas, que son capaces de controlar al poder judicial.
La cuestión es que no es la dinámica del sistema "capitalista" la que produce los monopolios: son las intervenciones del estado. Si no se entiende el funcionamiento de la economía de mercado, si no se entiende que la concentración monopólica es fruto de privilegios y prebendas por parte del estado -papel prensa es uno de ellos, por supuesto-, esto es, si no se entiende a la escuela Austríaca de Economía, difícil será NO pensar como la presidente. Puede ser que se disienta con sus métodos, con su retórica, pero, de igual modo que los "genios" del golpe del 55 -excepto, estrictamente, dos o tres- intentaron un "peronismo sin Perón", la mayor parte de los argentinos honestos quieren ahora un "kirchnerismo sin kirchner": y terminarán desconfiando de un poder judicial que falla a favor de un "grupo económico"; seguirán pidiendo una "buena" ley de medios, que impida la concentración monopólica de los mismos, y no terminarán de entender en qué consiste la libertad de expresión: pedirán la intervención del estado para garantizar "la democratización de los medios", cuando la des-monopolización de todo bien y servicio es un fruto exclusivo de una economía de mercado como Mises la describe en su parte cuarta de su tratado de economía. Mises, a quien sobre todo mis colegas filósofos insisten en ignorar, leyendo a Marx y jamás a Mises, para luego dar letra a los Kirchner, a los Correa, los Chávez, etc., contra los cuales pueden diferir en sus métodos pero cuya ideología marxista comparten absolutamente.
La única esperanza de que acabe el kirchnerismo es, como los grandes paradigmas, su propia crisis. Pero el pensamiento marxista es parte del horizonte cultural argentino y allí seguirá, amenazando siempre todo intento de renacimiento de la república.
¿Alguien sabe qué es........................?
Y entonces se hace un silencio. Miradas de reojo. Segundos torturantes. Finalmente alguien se atreve a decir algo.
- Eh................. Ok, pero.............. (decimos los que intentamos ser Sócrates): mmm, la cosa va por otro lado..................... A ver, alguien más?
Otros segundos que duran siglos. Finalmente alguien "se juega" bajo las diversas miradas de los otros ("olfa".... "¿De qué te la das?".......... "Claro, querés quedar bien con el profe no?"....... "Uy otra vez este................").
- Mmmmehh..... S......ee.......... Puede ser, pero...................
Otro intento.
- Bueno, pero.............
Otro.
- Pero si decís eso entonces................................
No. No es así. Si quieres que la gente hable, primero diles que vas a decir tu opinión. Tienes que estar convencido, apasionado, ser breve y claro, y los demás tienen que ver que tu vida está en lo que decís, que tu lenguaje es tu vida. Y desde el principio les has dicho que después pueden decir tu opinión sobre lo que tú has dicho. Pueden no: es más, los has exhortado a que te escuchen críticamente, que traten de entender, y a la vez, ver en qué difieren.
Si verdaderamente hubo vida detrás de tu palabra, habrá diálogo. Te dirán verdaderamente qué píensan. Y tú deberás comprender y sacar de todo lo que digan toda gota de verdad y convertirla en un océano. Y así............................. Y así.........................
¿No te han preparado para eso? ¿Has copiado lo que dice un libro de texto, lo has repetido, te has sacado 10, te has puedo en frente de una clase y has repetido el libro de texto y has exigido que luego los demás lo repitan? Y bueno, tiempo de cambiar. Eso no es el conocimiento. Para eso tienes papiros, libros en papel, CDs, silicio y etc. Tú, eres humano. Piensas, criticas, dudas, te apasionas, y ese es tu lenguaje, pero no eres un grabador. Eres pasión. De tu vida surge la palabra y de tu palabra surge la vida. "En el principio era el Logos". La palabra ama o maltrata, la palabra abraza o expulsa, la palabra construye los imperios y los destruye.
- Eh................. Ok, pero.............. (decimos los que intentamos ser Sócrates): mmm, la cosa va por otro lado..................... A ver, alguien más?
Otros segundos que duran siglos. Finalmente alguien "se juega" bajo las diversas miradas de los otros ("olfa".... "¿De qué te la das?".......... "Claro, querés quedar bien con el profe no?"....... "Uy otra vez este................").
- Mmmmehh..... S......ee.......... Puede ser, pero...................
Otro intento.
- Bueno, pero.............
Otro.
- Pero si decís eso entonces................................
No. No es así. Si quieres que la gente hable, primero diles que vas a decir tu opinión. Tienes que estar convencido, apasionado, ser breve y claro, y los demás tienen que ver que tu vida está en lo que decís, que tu lenguaje es tu vida. Y desde el principio les has dicho que después pueden decir tu opinión sobre lo que tú has dicho. Pueden no: es más, los has exhortado a que te escuchen críticamente, que traten de entender, y a la vez, ver en qué difieren.
Si verdaderamente hubo vida detrás de tu palabra, habrá diálogo. Te dirán verdaderamente qué píensan. Y tú deberás comprender y sacar de todo lo que digan toda gota de verdad y convertirla en un océano. Y así............................. Y así.........................
¿No te han preparado para eso? ¿Has copiado lo que dice un libro de texto, lo has repetido, te has sacado 10, te has puedo en frente de una clase y has repetido el libro de texto y has exigido que luego los demás lo repitan? Y bueno, tiempo de cambiar. Eso no es el conocimiento. Para eso tienes papiros, libros en papel, CDs, silicio y etc. Tú, eres humano. Piensas, criticas, dudas, te apasionas, y ese es tu lenguaje, pero no eres un grabador. Eres pasión. De tu vida surge la palabra y de tu palabra surge la vida. "En el principio era el Logos". La palabra ama o maltrata, la palabra abraza o expulsa, la palabra construye los imperios y los destruye.
domingo, 2 de diciembre de 2012
LUDWIG VON MISES, FIGURA HEROICA.
“…la vida de Ludwig von Mises fue
una vida de entrega, de fidelidad, total y completa, a sus ideas y a su
vocación de enseñanza. Puso en peligro su propia vida en Europa cuando el
nazismo amenazó a todos los que estaban en contra de él. Mises era judío de nacimiento,
y liberal clásico; tenía sus días contados, tuvo que huir de Ginebra en 1940
por tierra hasta llegar a Portugal. Cuando sale el barco, no precisamente un
crucero, que lo está llevando a Nueva York, dos días después llegan los
nazis buscándolo con nombre y apellido.
Cuando a sus 60 años, entonces, llega a los Estados Unidos, casi
nadie lo está esperando, ninguna Universidad le abre las puertas, no tiene
ningún reconocimiento, está casi en la pobreza total, y unos pocos amigos le
tienen que ayudar a financiar un humilde departamento de Nueva York en el cual
siguió viviendo hasta el final de sus días. Y aun así Ludwig von Mises se
pone a reescribir su obra fundamental, La Acción Humana; muchos de ustedes tal
vez la van a tener que estudiar, pero cuando la estudien sepan que están
estudiando el fruto de una convicción,
de un sacrificio, de una tenacidad que yo me pregunto en tanto cristiano si las
semillas del Verbo, como decimos muchas veces, si de algún modo la gracia de
Dios no inundó esa vida y si por lo tanto tal vez sin saberlo él y sin saberlo
nosotros era mucho más cristiano de lo que nos decimos a nosotros mismos
cristianos. Es una figura heroica”.
De mi conferencia "¿Se puede ser un buen cristiano y un buen liberal?", en http://newmedia.ufm.edu/gsm/index.php/Zanottileccion2012
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