Imaginen a un niño de 3 años. Un hijo, un sobrinito…. Ténganlo en sus brazos, acarícienlo, mírenlo a sus ojos. ¿Lo asesinarían por algún motivo?
Ahora imaginen a ese mismo niño, dos años antes. Un añito. De vuelta, imagínenlo en sus brazos. ¿Lo matarían?
Ahora imagínenlo de un mes. De vuelta, imaginen esa personita enternecedora, abrazada al pecho; imaginen que besan suavemente esa cabecita cuyos huesos aún no terminaron de cerrar. Imaginen las manitos, los pies, sus llantos, su respiración, los bracitos que se mueven, ojos que buscan. ¿Lo matarían por algún motivo? ¿Algo justifica que pueda ser matado?
Ahora bien, tres meses atrás era el mismo, sólo que más chiquitito, y dentro del vientre materno. La misma personita, la más indefensa del mundo, más pequeña aún. ¿Lo matarían por algún motivo?
¿Qué cambia que esté fuera o que esté adentro?
Vayan para atrás. ¿Qué cambia? Simplemente una etapa del desarrollo del mismo ser humano, de la misma personita. Porque lo que se está desarrollando como humano, es humano, cosa que se cumple también cuando tiene 1 año, o 10….
Pensemos en todo esto. ¿Es tan difícil? ¿Qué nos pasa? Una época donde se dice NO a la pena de muerte, una época que dice NO a la matanza de animales, ¿dice SI a la matanza de personitas indefensas?
¿Did I miss something here?
domingo, 26 de septiembre de 2010
domingo, 19 de septiembre de 2010
LA EVOLUCIÓN DEL PERONISMO, AGAIN
Publiqué esta entrada el 11 de Octubre de 2009. Los tiempos políticos en Argentina se aceleran y la situación es tan grave que, me parece, debo publicarlo de vuelta y llamar al debate sobre esta delicada cuestión.
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No creo ser el mejor y más anti-peronista, pero, si se abriera un concurso al respecto, me presentaría. Mi historia familiar, mis usos y costumbres, mi psicología, mi foja de servicios de casi 34 años al servicio al liberalismo clásico de orientación anglosajona y hacia la Escuela Austríaca de Economía, me pondrían el menos entre los candidatos a ganar el concurso. Por si quedara alguna duda, quiero citar simplemente esto que escribí en el 2002: “…Vuelvo a insistir en que pocas veces se repara en el drama cultural que esto significa. Es como si en Italia existiera aún un partido mussoliniano, en Alemania un partido Nazi o en España un partido franquista, y como si los demás partidos hubieran copiado sus costumbres. Europa sería hoy lo que era en el 30. Así de simple. Que en Argentina exista, con toda su fuerza política, un partido “peronista”; que muchas y cultas personas se digan peronistas, que estudien y digan practicar la “doctrina” del “líder desaparecido”, que aún canten su adulona, grotesca y promarxista cancioncita (la “marcha peronista”) es una muestra del drama al que me estoy refiriendo y parte de la explicación de la “natural” decadencia argentina” (1) (aclaremos que el “esto” se refería al peronismo). Y, finalmente, como las aclaraciones son siempre insuficientes para los no tan amigos, los amigos que me conocen no necesitan ninguna otra aclaración.
Pero la Argentina es peronista como horizonte de pre-comprensión cultural. Así de simple. No es cuestión de peronistas buenos o malos, corruptos u honestos. “Peronistas somos todos”, dijo Perón con la típica sagacidad maquiavélica del autoritario. Es cuestión de usos y costumbres, de visión del mundo, de sus concomitantes juegos de lenguaje. Y para los que han estudiado a Ortega, a Gadamer y a Wittgenstein, y a Hayek y a su evolucionismo cultural, eso es todo. No queremos reconocer la fuerza de los horizontes culturales, porque ellos son invisibles: es lo que Gadamer explicaba con “el problema” de la conciencia histórica.
Algunos liberales argentinos (casi una contradicción en términos) tuvieron ante este “problemita” las típicas negaciones iluministas del racionalista ingenuo. Yo las tuve mucho tiempo. Todo consiste en “difundir bien las ideas” y listo.
Pero cabe reconocer que en la Revolución Libertadora, liberales clásicos había 3, o 4, y estoy contando estrictamente. Lo demás fue un peronismo sin Perón porque, claro, eran todos peronistas culturales, aunque anti-peronistas personales. Los resultados fueron obvios.
Que los obreros necesiten ser protegidos contra “el capital”; que los privados tiendan al monopolio, que sin salario mínimo el trabajador es explotado, que los sindicatos son los que impiden la explotación del trabajador, que todo lo privado es culpable hasta que se demuestre lo contrario, que muchas empresas estatales son convenientes, que la sociedad es conjunto de intereses corporativos que deben armonizarse por el estado, que el estado debe tomar un rol muy activo en salud, previsión social, educación; que el ingreso debe ser re-distribuído con impuestos a la renta; que el estado debe controlar activamente las política exterior, monetaria, minera, laboral, etc etc etc…….; que el capital extranjero es seguramente representante del imperialismo y las potencias extranjeras y que atentan contra la soberanía; que la pobreza latinoamericana se debe a la explotación de los EEUU; que los liberales son malvados y están en contra de la “justicia social”, etc etc etc………. Que hay que controlar a los medios de expresión privados porque impiden el derecho a la información del pueblo…. (Perón fue un “maestro” en todo esto)….Y me quedo corto, muy corto……………… Son todas ideas compartidas por casi toda la población, y por ende por dirigentes políticos y sindicales, empresariales, ya sean justicialistas, radicales o etc. Políticos y opinión pública se retroalimentan en esas creencias culturales, que han conducido a la pobreza más aberrante de la mayoría de la población, víctima de………… Sí misma.
En ese sentido, el anti-peronista es únicamente el minoritario y marciano liberal clásico. Todos los demás son peronistas. Hay “anti-peronistas” que creen que lo son porque están en contra de la corrupción de determinados dirigentes, o porque vienen del radicalismo y algo de liberalismo político aún respiran, respiración lenta y casi moribunda que en la Argentina los hace similares a Tocqueville. Pero son peronistas culturales, como todos los demás.
Ahora bien, hay grados, como en todo. El kirchnerismo es el peronismo más ortodoxo en cuanto a su manejo del poder y buen representante del peronismo de izquierda de los años 70. Su alianza con Chávez, lo más peligroso de todo, no es un acto de corrupción, sino un acto de coherencia y pureza ideológica. Y, como dije tantas veces, esa alianza pro-chavista no parece ser advertida por gran parte de los no-kirchneristas que creen que es tiempo de sutilezas o que finalmente no pueden desprenderse de sus ambiciones personales de poder.
El peronismo no-kirchnerista no es un partido polìtico. Culturalmente, desde Duhalde, Cobos, Macri, etc., aunque se odien o peleen, todos ellos son peronistas culturales. ¿Cuál es su ventaja? Que ellos pueden, lentamente, evolucionar. La ideologización marxista del kirchnerismo, que no tiene nada que ver con la corrupción, no tiene ningún humano remedio excepto una conversión por el camino de Damasco. Los demás, en cambio, pueden mover algo de su paradigma cultural. No creo que quieran estatizar más, comprenden temas elementales como la rentabilidad el campo o cosas por el estilo; pueden estar atentos a buenos consejos macroeconómicos sobre una política monetaria no inflacionaria o no aumentar el déficit fiscal, y hasta pueden mostrarse más liberales en temas como libertad de prensa o cierto elemental respecto a normas de juego e instituciones básicas. Y, lo fundamental, pueden mostrarse más distantes de Chávez.
En ese sentido, son posibles ciertos acuerdos programáticos básicos que unifiquen de algún modo a todos los peronistas culturales no-kirchneristas:
a) alentar al sector privado con algunas bajas de impuestos o des-regulaciones específicas;
b) equilibrar las cuentas federales y dar un ordenamiento jurídico previsible a la co-participación federal;
c) concomitantemente con la disciplina fiscal, mantener una política monetaria no inflacionaria;
d) lograr (y esto sólo pueden hacerlo los peronistas “justicialistas”) un acuerdo político con las cúpulas sindicales tradicionales de tal modo que no impidan los primeros 3 puntos;
e) mantener una política exterior independiente, abiertos a convenios de cooperación económica y política con Europa, Brasil, Chile y EEUU.
Como vemos, al lado del liberalismo clásico, es muy poco o casi nada. Para la Argentina peronista, sin embargo, es demasiado. Y es lo único a lo que podríamos aspirar, culturalmente, para el 2011. Son cuestiones que apuntan a la supervivencia como país. A partir de allí, es posible que se logre evolucionar un poco más. Y son puntos que permitirían ir juntos, electoralmente, a peronistas “justicialistas”, radicales y socialistas moderados.
Obviamente, lo más probable es que la oposición “culturalmente peronista” a Kirchner se presente fragmentada por motivos de ambiciones personales o por error político de aquellos que presupongan que se puede más que eso. Si ello sucediera, es posible que Nestor Kirchner gane las elecciones del 2011. También es posible que no, claro, por su propio desgaste interno, y puede ser que pierda ante un Reutemann, Macri, o Duhalde. Pero si ello sucede, no será por la inteligencia de la “oposición”, sino por alguna extraña ineficacia política del matrimonio gobernante. Si fuera así, espero que mis amigos randianos se hagan creyentes.
(1) Ver artículo publicado ayer.
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No creo ser el mejor y más anti-peronista, pero, si se abriera un concurso al respecto, me presentaría. Mi historia familiar, mis usos y costumbres, mi psicología, mi foja de servicios de casi 34 años al servicio al liberalismo clásico de orientación anglosajona y hacia la Escuela Austríaca de Economía, me pondrían el menos entre los candidatos a ganar el concurso. Por si quedara alguna duda, quiero citar simplemente esto que escribí en el 2002: “…Vuelvo a insistir en que pocas veces se repara en el drama cultural que esto significa. Es como si en Italia existiera aún un partido mussoliniano, en Alemania un partido Nazi o en España un partido franquista, y como si los demás partidos hubieran copiado sus costumbres. Europa sería hoy lo que era en el 30. Así de simple. Que en Argentina exista, con toda su fuerza política, un partido “peronista”; que muchas y cultas personas se digan peronistas, que estudien y digan practicar la “doctrina” del “líder desaparecido”, que aún canten su adulona, grotesca y promarxista cancioncita (la “marcha peronista”) es una muestra del drama al que me estoy refiriendo y parte de la explicación de la “natural” decadencia argentina” (1) (aclaremos que el “esto” se refería al peronismo). Y, finalmente, como las aclaraciones son siempre insuficientes para los no tan amigos, los amigos que me conocen no necesitan ninguna otra aclaración.
Pero la Argentina es peronista como horizonte de pre-comprensión cultural. Así de simple. No es cuestión de peronistas buenos o malos, corruptos u honestos. “Peronistas somos todos”, dijo Perón con la típica sagacidad maquiavélica del autoritario. Es cuestión de usos y costumbres, de visión del mundo, de sus concomitantes juegos de lenguaje. Y para los que han estudiado a Ortega, a Gadamer y a Wittgenstein, y a Hayek y a su evolucionismo cultural, eso es todo. No queremos reconocer la fuerza de los horizontes culturales, porque ellos son invisibles: es lo que Gadamer explicaba con “el problema” de la conciencia histórica.
Algunos liberales argentinos (casi una contradicción en términos) tuvieron ante este “problemita” las típicas negaciones iluministas del racionalista ingenuo. Yo las tuve mucho tiempo. Todo consiste en “difundir bien las ideas” y listo.
Pero cabe reconocer que en la Revolución Libertadora, liberales clásicos había 3, o 4, y estoy contando estrictamente. Lo demás fue un peronismo sin Perón porque, claro, eran todos peronistas culturales, aunque anti-peronistas personales. Los resultados fueron obvios.
Que los obreros necesiten ser protegidos contra “el capital”; que los privados tiendan al monopolio, que sin salario mínimo el trabajador es explotado, que los sindicatos son los que impiden la explotación del trabajador, que todo lo privado es culpable hasta que se demuestre lo contrario, que muchas empresas estatales son convenientes, que la sociedad es conjunto de intereses corporativos que deben armonizarse por el estado, que el estado debe tomar un rol muy activo en salud, previsión social, educación; que el ingreso debe ser re-distribuído con impuestos a la renta; que el estado debe controlar activamente las política exterior, monetaria, minera, laboral, etc etc etc…….; que el capital extranjero es seguramente representante del imperialismo y las potencias extranjeras y que atentan contra la soberanía; que la pobreza latinoamericana se debe a la explotación de los EEUU; que los liberales son malvados y están en contra de la “justicia social”, etc etc etc………. Que hay que controlar a los medios de expresión privados porque impiden el derecho a la información del pueblo…. (Perón fue un “maestro” en todo esto)….Y me quedo corto, muy corto……………… Son todas ideas compartidas por casi toda la población, y por ende por dirigentes políticos y sindicales, empresariales, ya sean justicialistas, radicales o etc. Políticos y opinión pública se retroalimentan en esas creencias culturales, que han conducido a la pobreza más aberrante de la mayoría de la población, víctima de………… Sí misma.
En ese sentido, el anti-peronista es únicamente el minoritario y marciano liberal clásico. Todos los demás son peronistas. Hay “anti-peronistas” que creen que lo son porque están en contra de la corrupción de determinados dirigentes, o porque vienen del radicalismo y algo de liberalismo político aún respiran, respiración lenta y casi moribunda que en la Argentina los hace similares a Tocqueville. Pero son peronistas culturales, como todos los demás.
Ahora bien, hay grados, como en todo. El kirchnerismo es el peronismo más ortodoxo en cuanto a su manejo del poder y buen representante del peronismo de izquierda de los años 70. Su alianza con Chávez, lo más peligroso de todo, no es un acto de corrupción, sino un acto de coherencia y pureza ideológica. Y, como dije tantas veces, esa alianza pro-chavista no parece ser advertida por gran parte de los no-kirchneristas que creen que es tiempo de sutilezas o que finalmente no pueden desprenderse de sus ambiciones personales de poder.
El peronismo no-kirchnerista no es un partido polìtico. Culturalmente, desde Duhalde, Cobos, Macri, etc., aunque se odien o peleen, todos ellos son peronistas culturales. ¿Cuál es su ventaja? Que ellos pueden, lentamente, evolucionar. La ideologización marxista del kirchnerismo, que no tiene nada que ver con la corrupción, no tiene ningún humano remedio excepto una conversión por el camino de Damasco. Los demás, en cambio, pueden mover algo de su paradigma cultural. No creo que quieran estatizar más, comprenden temas elementales como la rentabilidad el campo o cosas por el estilo; pueden estar atentos a buenos consejos macroeconómicos sobre una política monetaria no inflacionaria o no aumentar el déficit fiscal, y hasta pueden mostrarse más liberales en temas como libertad de prensa o cierto elemental respecto a normas de juego e instituciones básicas. Y, lo fundamental, pueden mostrarse más distantes de Chávez.
En ese sentido, son posibles ciertos acuerdos programáticos básicos que unifiquen de algún modo a todos los peronistas culturales no-kirchneristas:
a) alentar al sector privado con algunas bajas de impuestos o des-regulaciones específicas;
b) equilibrar las cuentas federales y dar un ordenamiento jurídico previsible a la co-participación federal;
c) concomitantemente con la disciplina fiscal, mantener una política monetaria no inflacionaria;
d) lograr (y esto sólo pueden hacerlo los peronistas “justicialistas”) un acuerdo político con las cúpulas sindicales tradicionales de tal modo que no impidan los primeros 3 puntos;
e) mantener una política exterior independiente, abiertos a convenios de cooperación económica y política con Europa, Brasil, Chile y EEUU.
Como vemos, al lado del liberalismo clásico, es muy poco o casi nada. Para la Argentina peronista, sin embargo, es demasiado. Y es lo único a lo que podríamos aspirar, culturalmente, para el 2011. Son cuestiones que apuntan a la supervivencia como país. A partir de allí, es posible que se logre evolucionar un poco más. Y son puntos que permitirían ir juntos, electoralmente, a peronistas “justicialistas”, radicales y socialistas moderados.
Obviamente, lo más probable es que la oposición “culturalmente peronista” a Kirchner se presente fragmentada por motivos de ambiciones personales o por error político de aquellos que presupongan que se puede más que eso. Si ello sucediera, es posible que Nestor Kirchner gane las elecciones del 2011. También es posible que no, claro, por su propio desgaste interno, y puede ser que pierda ante un Reutemann, Macri, o Duhalde. Pero si ello sucede, no será por la inteligencia de la “oposición”, sino por alguna extraña ineficacia política del matrimonio gobernante. Si fuera así, espero que mis amigos randianos se hagan creyentes.
(1) Ver artículo publicado ayer.
domingo, 12 de septiembre de 2010
INCOMUNICÁNDONOS
La primera sensación la tuve aquella vez que unos amigos protestaron porque en el blog los mandaba a unos libros míos para aclarar ya no sé qué punto. ¡Qué petulante que quedé!! Y además me demandaban enérgicamente, de vuelta, que volviera a resumir todo en 3 o 4 párrafos sencillitos. Intenté explicar que no podía: para qué. Intenté aclarar que no todo puede ser aclarado: para qué. No. Parecía que un texto no tiene CONtexto, pero sí lo tiene. Elemental, Watson hermenéutico, pero no tan elemental para la cultura positivista que absorbemos. Como los colegas profesores de filosofía que creen que tienen la certeza absoluta de que tal autor dice tal cosa “porque está en el texto”, claro, el texto que EL seleccionó, el texto que EL consideró fundamental, el texto que EL comenta pero, claro, EL no existe. Allí fue cuando escribí en este blog “los límites de la comunicación y del diálogo”.
Luego comencé a ver cómo debatían mis amigos de facebook. Y cómo lo siguen haciendo. ¡Cómo se dan!!! Se supone que en unos pocos renglones podemos convencer al otro de…… La existencia de Dios, que Howking es esto o aquello, que el alma existe o no existe, que la teoría austríaca del ciclo dice esto o aquello, y todo así, rapidito, ¡y que no queden dudas!! Y con el matrimonio homosexual fue apoteótico. La tienen más clara mis alumnas que en sus muros de Factbook se dicen cosas como “¡estás divina te quieroooooooooooooooo!”, manejando perfectamente sus propios códigos y entendiéndose con sus propios horizontes.
¡La utopía de lo textual!! Fascinante. Ni siquiera un libro entero, ni siquiera todos los libros del mundo, y ni siquiera, tampoco, todas las conversaciones del mundo pueden aclararlo todo, nadie puede explicar ni ver todos los contextos que rodean al texto. ¿Quién escribe? ¿Desde qué visión del mundo? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿En qué situación personal e histórica? ¡Y las mismas preguntas respecto del que lee!!
Este Jueves les dije a mis alumnos de 1ro de comunicación social: “Hoy nos quedamos una hora más, de 14 a 15”. Hubo un silencio de unos segundos. Les pregunté: ¿es verdad? ¿Lo haremos? ¡No!, contestaron casi todos, excepto aquellos que ni con eso salieron de su propio y enternecedor mundo. ¿Y cómo saben que no? ¡Por el contexto!! ¿Cómo sabían que era un ejemplo para explicar, precisamente, el tema del contexto? El texto NO decía que era un ejemplo. El texto decía “Hoy nos quedamos una hora más…”. ¿Y con eso qué? ¿Qué decía, precisamente? ¡Esa es la cuestión!
Y ahora, twitter. ¡Qué enternecedores diálogos! ¡Qué impresionante comprensión mutua! ¡Que adorable inexistencia de malentendidos! ¿No? :-))
Ok, sí, refutémonos a nosotros mismos. Gabriel, nadie pretende entenderse en serio con esas cosas. ¿O acaso vos mismo no te mandás ironías antikirchneristas todo el tiempo en facebook?
Si, es verdad que muchos no tienen la más mínima pretensión de “entenderse”, pero esta entrada es para los que sí la tengan: sepan distinguir, y ver los límites de los textos. Si quieren entenderse con alguien, verdaderamente, pueden comenzar con papiro, carta, piedra, facebook o email pero… Luego continuar con una sonrisa, con un gesto, con una mirada, insustituible, y no para que allí terminen todos los malentendidos, sino para seguir intentando la milagrosa pero posible comunicación. Y sí, es verdad que yo me mando ironías, pero la verdad, no creo que con ellas mueva un milímetro a algún kirchnerista de su posición. Es una chicana que me festejan los amigos, ok, es un juego de lenguaje, un divertimento, pero la comprensión del otro, el llegar al otro, es… Otra cosa. Otra cosa, maravillosa, de qué color… No sé, pero seguro que no es el color de aquello físico donde volcamos los textos. No, no es cuestión de un discurso apocalíptico sobre los textos escritos, largos o cortitos. El texto escrito es una de las maravillas del espíritu humano: en él se vuelcan, con pasión y belleza, los infinitos mundos de nuestro interior, alcanzando una continuidad y autonomía que los hacen rozar con lo sagrado. Pero el texto es alguien que dice algo a alguien, y el algo tiene sentido en medio de los alguien. Y el olvido de ese alguien es el verdadero olvido del ser.
Luego comencé a ver cómo debatían mis amigos de facebook. Y cómo lo siguen haciendo. ¡Cómo se dan!!! Se supone que en unos pocos renglones podemos convencer al otro de…… La existencia de Dios, que Howking es esto o aquello, que el alma existe o no existe, que la teoría austríaca del ciclo dice esto o aquello, y todo así, rapidito, ¡y que no queden dudas!! Y con el matrimonio homosexual fue apoteótico. La tienen más clara mis alumnas que en sus muros de Factbook se dicen cosas como “¡estás divina te quieroooooooooooooooo!”, manejando perfectamente sus propios códigos y entendiéndose con sus propios horizontes.
¡La utopía de lo textual!! Fascinante. Ni siquiera un libro entero, ni siquiera todos los libros del mundo, y ni siquiera, tampoco, todas las conversaciones del mundo pueden aclararlo todo, nadie puede explicar ni ver todos los contextos que rodean al texto. ¿Quién escribe? ¿Desde qué visión del mundo? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿En qué situación personal e histórica? ¡Y las mismas preguntas respecto del que lee!!
Este Jueves les dije a mis alumnos de 1ro de comunicación social: “Hoy nos quedamos una hora más, de 14 a 15”. Hubo un silencio de unos segundos. Les pregunté: ¿es verdad? ¿Lo haremos? ¡No!, contestaron casi todos, excepto aquellos que ni con eso salieron de su propio y enternecedor mundo. ¿Y cómo saben que no? ¡Por el contexto!! ¿Cómo sabían que era un ejemplo para explicar, precisamente, el tema del contexto? El texto NO decía que era un ejemplo. El texto decía “Hoy nos quedamos una hora más…”. ¿Y con eso qué? ¿Qué decía, precisamente? ¡Esa es la cuestión!
Y ahora, twitter. ¡Qué enternecedores diálogos! ¡Qué impresionante comprensión mutua! ¡Que adorable inexistencia de malentendidos! ¿No? :-))
Ok, sí, refutémonos a nosotros mismos. Gabriel, nadie pretende entenderse en serio con esas cosas. ¿O acaso vos mismo no te mandás ironías antikirchneristas todo el tiempo en facebook?
Si, es verdad que muchos no tienen la más mínima pretensión de “entenderse”, pero esta entrada es para los que sí la tengan: sepan distinguir, y ver los límites de los textos. Si quieren entenderse con alguien, verdaderamente, pueden comenzar con papiro, carta, piedra, facebook o email pero… Luego continuar con una sonrisa, con un gesto, con una mirada, insustituible, y no para que allí terminen todos los malentendidos, sino para seguir intentando la milagrosa pero posible comunicación. Y sí, es verdad que yo me mando ironías, pero la verdad, no creo que con ellas mueva un milímetro a algún kirchnerista de su posición. Es una chicana que me festejan los amigos, ok, es un juego de lenguaje, un divertimento, pero la comprensión del otro, el llegar al otro, es… Otra cosa. Otra cosa, maravillosa, de qué color… No sé, pero seguro que no es el color de aquello físico donde volcamos los textos. No, no es cuestión de un discurso apocalíptico sobre los textos escritos, largos o cortitos. El texto escrito es una de las maravillas del espíritu humano: en él se vuelcan, con pasión y belleza, los infinitos mundos de nuestro interior, alcanzando una continuidad y autonomía que los hacen rozar con lo sagrado. Pero el texto es alguien que dice algo a alguien, y el algo tiene sentido en medio de los alguien. Y el olvido de ese alguien es el verdadero olvido del ser.
domingo, 5 de septiembre de 2010
UN LIBERAL BIEN VALE UNA MISA
Publicado en el Instituto Acton Argentina, en Agosto de este año.
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Si, la frase era que París bien vale una Misa, y quedó como un clásico de hipocresía y utilización política de la Fe. Veremos que no es precisamente el caso.
La reciente muerte de Manuel Ayau, a quien tuvimos el honor de conocer personalmente, me dejó pensando en ciertas cuestiones más allá de los merecidos elogios y homenajes que su nombre despertó en los ambientes liberales clásicos. Me quedé pensando en el silencio total de otros ambientes, y, especialmente, en el silencio de casi todos los católicos.
Manuel Ayau pertenecía a ese grupo de personas con una clara posición liberal clásica en América Latina, a parte de su valentía y sus dotes de organizador y fundador de la Universidad Francisco Marroquín. Eso le valió el enfrentamiento con muchos sectores y, también, con gran parte del episcopado de su país, para quienes un liberal clásico es el símbolo del explotador, del rico que luego tendrá que dar cuenta de su egoísmo y codicia ante Dios, y que, para colmo, se pasó la vida, desde ese punto de vista, defendiendo los egoístas intereses de su clase vil y explotadora.
Seguramente ninguno de ellos lo ha dicho, pero sé que lo piensan. Manuel, para colmo, no fue afecto a las conciliaciones, y les dijo “algunas cositas” cada vez que alguno de ellos defendía ingenuamente ideas calcadas de El Capital de Karl Marx, a quien seguramente leyeron, pero nunca, claro, a Mises o Hayek.
Manuel ha quedado, entonces, para muchos de ellos, como un enemigo radical. Como “el” enemigo: el capitalista.
Entonces, no merece nada en esos ambientes. Ni un triste recuerdo, y menos aún, una Misa en su memoria.
¿Por qué? ¿No se debe rezar por todos los difuntos?
Sé que para este entonces algún buen sacerdote habrá rezado una Misa en su memoria, pero insisto en el tema de los Obispos.
Y, además, ¡que injusticia que los católicos vean así a un liberal clásico, que ha arriesgado fortuna, prestigio y la vida propia por un ideal! Contrariamente a lo que suponen muchos que creen en el Padre, el Hijo y Marx, el sostenimiento intelectual, moral y material de una universidad como la UFM ha sido una obra de bien para toda la humanidad. Desde allí se difunden y se estudian las ideas que verdaderamente pueden terminar con la pobreza e indigencia en América Latina y en el mundo, desde allí se combaten con la pluma, la inteligencia y la palabra a los más indignos y manipuladores dictadorzuelos de América Latina que tratan a todos los seres humanos como canarios y los sumergen aún más en la pobreza.
Obviamente, ni Manuel Ayau ni la UFM son perfectos. Los elogios no se hacen por la perfección, sino por el agradecimiento de una obra realizada, por el balance de una vida, en medio de obvios defectos que se puedan tener. La UFM, como toda obra humana, tiene problemas y es perfectible, pero ella es una meca de las ideas de libertad, un noble quijote que lucha contra verdaderos y terribles gigantes, un generoso refugio para los intelectuales perseguidos por el siempre autoritario socialismo, del siglo que fuere, y una difusión permanente de aquellos principios que elevan el nivel de vida de los pueblos sacándolos de su actual condición de indignante pobreza. Ante ello, uno no puede más que agradecer a quienes la hicieron posible.
Ante eso, vuelvo a preguntar, ¿qué Obispo latinoamericano rezará una Misa por Manuel Ayau?
Me quedaré esperando la buena noticia.
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Si, la frase era que París bien vale una Misa, y quedó como un clásico de hipocresía y utilización política de la Fe. Veremos que no es precisamente el caso.
La reciente muerte de Manuel Ayau, a quien tuvimos el honor de conocer personalmente, me dejó pensando en ciertas cuestiones más allá de los merecidos elogios y homenajes que su nombre despertó en los ambientes liberales clásicos. Me quedé pensando en el silencio total de otros ambientes, y, especialmente, en el silencio de casi todos los católicos.
Manuel Ayau pertenecía a ese grupo de personas con una clara posición liberal clásica en América Latina, a parte de su valentía y sus dotes de organizador y fundador de la Universidad Francisco Marroquín. Eso le valió el enfrentamiento con muchos sectores y, también, con gran parte del episcopado de su país, para quienes un liberal clásico es el símbolo del explotador, del rico que luego tendrá que dar cuenta de su egoísmo y codicia ante Dios, y que, para colmo, se pasó la vida, desde ese punto de vista, defendiendo los egoístas intereses de su clase vil y explotadora.
Seguramente ninguno de ellos lo ha dicho, pero sé que lo piensan. Manuel, para colmo, no fue afecto a las conciliaciones, y les dijo “algunas cositas” cada vez que alguno de ellos defendía ingenuamente ideas calcadas de El Capital de Karl Marx, a quien seguramente leyeron, pero nunca, claro, a Mises o Hayek.
Manuel ha quedado, entonces, para muchos de ellos, como un enemigo radical. Como “el” enemigo: el capitalista.
Entonces, no merece nada en esos ambientes. Ni un triste recuerdo, y menos aún, una Misa en su memoria.
¿Por qué? ¿No se debe rezar por todos los difuntos?
Sé que para este entonces algún buen sacerdote habrá rezado una Misa en su memoria, pero insisto en el tema de los Obispos.
Y, además, ¡que injusticia que los católicos vean así a un liberal clásico, que ha arriesgado fortuna, prestigio y la vida propia por un ideal! Contrariamente a lo que suponen muchos que creen en el Padre, el Hijo y Marx, el sostenimiento intelectual, moral y material de una universidad como la UFM ha sido una obra de bien para toda la humanidad. Desde allí se difunden y se estudian las ideas que verdaderamente pueden terminar con la pobreza e indigencia en América Latina y en el mundo, desde allí se combaten con la pluma, la inteligencia y la palabra a los más indignos y manipuladores dictadorzuelos de América Latina que tratan a todos los seres humanos como canarios y los sumergen aún más en la pobreza.
Obviamente, ni Manuel Ayau ni la UFM son perfectos. Los elogios no se hacen por la perfección, sino por el agradecimiento de una obra realizada, por el balance de una vida, en medio de obvios defectos que se puedan tener. La UFM, como toda obra humana, tiene problemas y es perfectible, pero ella es una meca de las ideas de libertad, un noble quijote que lucha contra verdaderos y terribles gigantes, un generoso refugio para los intelectuales perseguidos por el siempre autoritario socialismo, del siglo que fuere, y una difusión permanente de aquellos principios que elevan el nivel de vida de los pueblos sacándolos de su actual condición de indignante pobreza. Ante ello, uno no puede más que agradecer a quienes la hicieron posible.
Ante eso, vuelvo a preguntar, ¿qué Obispo latinoamericano rezará una Misa por Manuel Ayau?
Me quedaré esperando la buena noticia.
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