Viene bien reitararlo:
http://gzanotti.blogspot.com/2018/06/del-aborto-clandestino-al-totalitarismo.html
domingo, 29 de julio de 2018
jueves, 26 de julio de 2018
PRESERVAOS DE LOS RIESGOS DE LOS PARADIGMAS DOMINANTES
No tengo idea de la eficacia, mayor o menor, de los preservativos. No tengo idea de la relación entre espermatozoides, porcelana, látex y virus HIV. Me acuerdo sin embargo de lo que responde Farah a Karen (en la película Africa Mia) cuando esta le pregunta si sabe lo que es la porcelana: "Si, Sabu. Se rompe".
Pero los paradigmas dominantes, como dice Kuhn, parecen irrompibles. Más allá de las peculiares circunstancias políticas de la Argentina, los paradigmas dominantes tienen un comportamiento sociológico similar: sus miembros no quieren el debate, y tienden a considerar la posición contraria como absurda. Por eso Popper se enojó tanto con los paradigmas: porque no tendrían refutación posible.
Yo también puedo tener un mal día si escucho a alguien que dice que los precios máximos funcionan o que Hitler era un buen tipo. Sin embargo, mi super yo popperiano me estaría diciendo al oído: déjenlo argumentar (algo que el partidario de Hitler no haría conmigo, claro).
Y en todo caso, no escandalizarse.
O sea: estaría bien que no hubiera temas prohibidos, no digo por el sistema político, sino por los paradigmas dominantes. Estos, sin embargo, se mezclan con lo político, como bien señaló Feyerabend, y sus "expertos" definen la línea entre la medicina legal y la ilegal, entre contenidos educativos legales y los no oficiales o -no es lo mismo- prohibidos, y así tenemos lo que Comte quería: un nuevo estado autoritario donde ahora la inquisición no es la teológica, sino la científica. Por eso estoy tan en contra de las leyes contra los discursos "negacionistas" y por eso estoy tan en contra de la inquisición "científica" del lobby LGBT que quiere justamente adueñarse del estado y sus normas.
Por eso sería preferible que no haya tanto escándalo. Siembre hubo y habrá paradigmas dominantes y alternativos. La libertad de expresión no tiene sólo que ver con separar a los primeros del estado, sino también con una cultura del diálogo, cuyos límites son siempre históricos, claro, pero se expanden con la generosidad de nuestra escucha.
lunes, 23 de julio de 2018
ELOGIO DEL PADRE MARTIN RHONHEIMER A LOS ECONOMISTAS AUSTRÍACOS
(Hoy presentamos su libro LIBERTAD ECONÓMICA, CAPITALISMO Y ÉTICA CRISTIANA
http://unioneditorial.net/novedades/novedades?page=shop.product_details&flypage=flypage.tpl&product_id=568&category_id=17)
Mis maestros, en cambio,
inicialmente eran los grandes economistas del Ordoliberalismo (o
«Neoliberalismo» en el sentido clásico y no difamador de la palabra) como
Walter Eucken, Wilhelm Röpke o Ludwig Erhard. Pero más tarde iba descubriendo
cada vez más tanto sus límites como la mayor sabiduría humana, social y
económica de la llamada «Escuela Austriaca de Economía» (o «Escuela de Viena»),
con sus más conocidos representantes Ludwig von Mises y Friedrich A. von Hayek
(premio Nobel de Economía en 1974), sin olvidar sus discípulos y representantes
posteriores y actuales como Murray N. Rothbard, Israel Kirzner, Jesús Huerta de
Soto, y tantos otros. Desde su fundador Carl Menger y su primer gran discípulo
Eugen von BöhmBawerk, esta escuela se caracterizó por su profunda unión
–verdadero humanismo– de economía, antropología, ética y filosofía social. Con
su enfoque en el hombre que actúa y sus variadas y múltiples preferencias
subjetivas (lo que no quiere decir «subjetivismo») y en el papel innovador y
creativo del empresario en un mundo imperfecto, inevitablemente caracterizado
por desequilibrios, asimetrías e imperfecciones de información y conocimiento,
ellos y sus discípulos son los que –esta es mi convicción– han mejor captado la
esencia de la economía de mercado como sistema de coordinación social,
mutuamente beneficioso –en la medida que no está distorsionado por
intervenciones del Estado–, y como «proceso de descubrimiento» y de innovación
que remunera el empresario y el capitalista exactamente en la medida en que
crea riqueza y aumento de bienestar para todos. Los «Austriacos» han
comprendido también mejor que otros –así me parece– la causa del posible
malfuncionamiento del mercado, sobre todo de los temidos
ciclos coyunturales de booms y recesiones: la causa es el sistema monetario
monopolista e inflacionista, otro ejemplo de intervencionismo distorsionador
del Estado en los procesos de mercado con su continua tendencia a la expansión
crediticia desordenada, orientada solamente hacia la ganancia rápida de los
bancos, una invitación al «capitalismo del casino» que causa booms basados en
inversiones malas, que después tendrán que ser corregidas con las consiguientes
dolorosas recesiones. Finalmente, son ellos, los economistas «austriacos», que
saben explicar –con lógica impecable me parece– la imposibilidad, y lo
pernicioso, del intento de planificar, dirigir o construir la economía a través
de los instituciones estatales, un intento que necesariamente fracasa por
implicar el «conceit of knowledge», la «arrogancia del saber». En realidad,
solamente el mercado «sabe», es decir, contiene la información necesaria, pero
dispersa entre una casi infinita multitud de actores económicos e incapaz de
ser centralizada, para que la acción económica, en definitiva: la acción
empresarial, pueda ser innovadora y beneficiosa para todos y así cooperar al
bien común. No es una casualidad que, mientras la crisis financiera del 2008
cogió por sorpresa prácticamente a todos los economistas del «mainstream», fueron
casi únicamente los representantes de la «Escuela Austriaca» quienes la
predijeron ya años antes como un acontecimiento que iba necesariamente a venir
como consecuencia de las políticas monetarias y fiscales intervencionistas de
aquellos años. (Es más, siendo un economista muy joven, F. A. Hayek, después de
un viaje por los Estados Unidos, y en base a lo que aprendió de su maestro
Ludwig von Mises y desafiando las teorías monetarias del entonces prominente
economista Irving Fisher,
pronosticó con pocos meses de antelación el crash bursátil de octubre de 1929 y
esto en contra de todo lo que decían los expertos de aquel tiempo; Irving
Fisher perdió en 1929 toda su fortuna después de haber declarado poco antes del
crash que el índice Down Jones nunca más en la historia caería por debajo del
nivel de entonces. Para mí, filósofo que intenta hacer juicios morales
«económicamente ilustrados», todo eso es señal significativa de que quizás son
ellos, los economistas «austriacos», quienes han entendido mejor que otros cómo
el mundo de la economía funciona para el beneficio de todos, incluso de los más
pobres: dejando riendas libres a la dinámica creadora y enriquecedora del
capitalismo y de las fuerzas del libre mercado –de la creatividad empresarial–,
sin continuas manipulaciones monetarias inflacionistas y limitando a un mínimo
estrictamente necesario el poder indispensable pero siempre peligroso del
Estado (y de los políticos y de las burocracias creadas por ellos). Como
filósofo católico y como sacerdote, siempre tuve la convicción de la necesidad
de una seria formación económica tanto del filósofo moral como de los que se
ocupan de Teología moral y, en concreto, de la Doctrina social. Sin esta
formación, el discurso ético, teológico y de doctrina social –incluyendo
principios como el de la propiedad privada, de la subsidiariedad, de la
solidaridad como virtud moral del ciudadano– se queda fácilmente en un nivel de
puros sueños, con la ilusión engañadora de poder formar –«construir»– el mundo
social según unos bellos principios morales sin respetar la lógica y las leyes
propias presentes en los hechos fundamentales de la economía. Esta lógica y
estas leyes económicas no son de índole «material» o incluso «materialista»;
son profundamente humanas, son leyes del espíritu humano.
Es la lógica y son las leyes del hombre, ser finito y falible, pero racional y
que actúa en un mundo imperfecto cuyos recursos son escasos, pero que pueden
ser usados para enriquecer a todos de manera progresiva a condición de que se
utilicen según aquella sabiduría práctica que se llama «economía». Su estudio
es una ciencia profundamente humana, práctica y social que en una sana ética
social no puede faltar y cuyo desconocimiento puede causar daños graves al bien
común a la hora de la actuación política, social e incluso pastoral. Pero esta
ciencia hace ya casi un siglo que no se enseña más en nuestras Universidades.
Por esto me parece tan importante recordarla aunque en un primer momento puede
ser que los que lo hacen parezcan personas que no son de este mundo y que viven
en otro siglo. Sin embargo, podría también ser el caso que ellas sean las
personas del futuro.
domingo, 22 de julio de 2018
Dada la enoooooooooooome cantidad de mensajes de felicitación de la Conferencia Episcopal Latinoamericana y del mismo Papa Francisco, reiteramos nuestra entrada del Jueves :-)
INDIVIDUALISMO METODOLÓGICO PARA CATÓLICOS Y PARA MARCIANOS
http://gzanotti.blogspot.com/2018/07/individualismo-metodologico-para.html
http://gzanotti.blogspot.com/2018/07/individualismo-metodologico-para.html
viernes, 20 de julio de 2018
MIS LEMAS PEDAGÓGICOS: PARA EL QUE SE ATREVA, ALLÍ LOS TIENEN, TODOS JUNTOS.
Se habla mucho de
transformaciones educativas. Pues bien, aquí las tienen. Son de práctica
individual. Son riesgosas. Quedan mal. Son institucionalmente peligrosas.
Léanlas. Lo peor que les puede pasar (realmente) es que les parezcan bien………….
Si no, calma, estarán en paz.
jueves, 19 de julio de 2018
INDIVIDUALISMO METODOLÓGICO PARA CATÓLICOS Y PARA MARCIANOS.
Dada la entrada del Domingo
pasado, algunos (iba a poner muchos: nunca fui bueno para contar J) me han pedido que aclare lo del
individualismo metodológico. Y es verdad, es necesario insistir en ello, dado
que los católicos que despotrican contra la ideología del género y etc. se
hallan habitualmente a merced de la base filosófica de estos nuevos movimientos
totalitarios.
El individualismo metodológico
fue parte de la metodología para las ciencias sociales recomendada por Menger,
Mises, Hayek y Popper. Allí nace el problema: los católicos en general no leen
a esos liberales malos, sucios y feos. Leen, sí, a Marx, por supuesto, a
Heidegger, a Nietzsche (que nunca me acuerdo cómo M se escribe J), qué amplios, qué
apertura mental, qué dialogantes, pero a los pérfidos liberales, jamás, por
supuesto. Es más, se podría decir que en la Iglesia actual, un caos total y
completo desde el punto de vista humano, los lefebvrianos, los Vaticano II y
los teólogos de la liberación y del pueblo han encontrado allí su único punto
de unidad.
El individualismo metodológico
sostiene que en las ciencias sociales, la unidad de análisis son las relaciones
entre personas. Pero claro, Mises, Hayek y Popper unían ello con el
individualismo ontológico: sólo existen individuos, como reacción contra lo
contrario, y allí cometían un error que retro-alimentó la reacción de los pocos
tomistas que los leían para ver por dónde les cortaban la cabeza. Pero entre
los dos extremos (sólo hay individuos o….) hay una posición superadora, que es
la relación entre personas. La relación es un accidente real, esto es, según la
interpretación que Santo Tomás hace de Aristóteles, algo que acaece entre las
personas (un matrimonio, por ejemplo) que en ese sentido es algo más que la
mera suma de individuos PERO NO es otra persona. Y por ende hay que distinguir
muy bien entre las acciones que se predican de las personas (por ejemplo, Juan
es fiel a María) y las características que se predican de la relación en tanto
tal (por ejemplo, el matrimonio es indisoluble).
Pero me dirán: ¿y cuál es el otro
extremo? Suponer que hay una entidad no sólo superior a las personas, sino que
las absorbe, quitándoles su libre albedrío y su individualidad. El ejemplo
perfecto de ello es Hegel y Marx. El “espíritu absoluto”, que pata Hegel es el
actor de la Historia, se transforma en Marx en el dinamismo de la dialéctica
materialista, entre “la clase explotadora” y “la clase explotada”. La “clase
social” es la que actúa. Si eres empresario, por ejemplo, eres explotador, te
mueves como explotador, piensas como explotador, no puedes salir de esa
dialéctica, no tienes la libertad para evitarlo, porque finalmente no eres
persona, eres una neurona titilante y prescindible de ese cerebro que es la
clase social a la que perteneces. Ello rompe también toda posibilidad de pacto
político, porque ya no es posible decir que Dios ha creado a todos los seres
humanos iguales, poseedores de derechos anteriores y superiores a cualquier
estado, sino que sencillamente hay explotadores y explotados, y lo único que
sigue a ello es la revolución inevitable de la dialéctica de “La Historia” y
sus leyes inexorables de destino histórico.
Católicos de derecha, centro,
izquierda, arriba, abajo, de costado o en diagonal, creen que no son marxistas
cuando, sin embargo, dicen que “Marx tenía razón” en que el capitalismo es
explotador. Como NUNCA leyeron Menger, Bohm-Bawerk, y ni qué hablar de Mises y
Hayek, pecado mortal mayor que la pornografía, entonces creen que la teoría de
la explotación de Marx es verdadera, que verdaderamente, si hay salarios bajos,
es porque “el capital” explota al “el trabajo”; lo llaman “la cuestión social”
originada en el capitalismo…
Y entonces claro, les es muy
difícil evitar la lógica: hay algo más allá de la persona. Los curas villeros
así miran a los que viven en los barrios cerrados de la zona norte: pobres,
podrán ser personas con buenas intenciones, pero son inexorablemente
explotadores y no se dan cuenta, por supuesto.
Pero además, dado que La Iglesia
es el pueblo de Dios, el Cuerpo Místico de Cristo (así es, por supuesto)
entonces creen que esa noción sobrenatural, cuasi-sacramental, de Iglesia, puede aplicarse a lo político. Claro que
La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, porque su fundador es Cristo y sus
miembros son todos los bautizados, pero aún así la teología católica tiene un
sano individualismo metodológico: distingue a la Iglesia de los pecados
individuales de sus miembros. Sólo así se puede decir que la iglesia es
verdaderamente una, santa, católica y apostólica, en medio de una historia
llena de católicos pecadores que no son ni santos, no católicos, ni unidos ni
apostólicos, sino todo lo contrario…
Pero como el clericalismo es una tentación permanente, como muchos piensan que se puede hacer teoría política a partir de
la eclesiología, entonces fácilmente confunden “el pueblo como sujeto
político” con “el pueblo de Dios”. “El mito de la nación católica” como muy
bien denunció Rafael Braun y actualmente explica Gustavo Irrazábal, domina a
los católicos clericales por izquierda y por derecha. Para los primeros, el
pueblo católico se manifiesta en las comunidades eclesiales de base, en las
villas, y él es el sujeto del cambio y de la transformación social. Para los
otros, el pueblo católico es el estado católico, la nación católica a cargo de
un monarca, un cuasi dictador católico y toda su legislación católica, con un
sistema corporativo en lo económico. Ambos grupos de “grandes teólogos” (que
alimentan las lecturas de los seminaristas jóvenes por izquierda y por
derecha), aunque se odien, son totalmente inmunes a cualquier cosa que sea, no
ya economía de mercado (ay, qué asco, aléjate de mí Satanás) sino a cualquier cosa que huela a
república, democracia constitucional, libertad religiosa, derechos
individuales. Mm, demasiado individuo, mm, estructuras políticas protestantes y
anglicanas, mm, demasiado EEUU, mm, estructuras burguesas que olvidan las
raíces católicas de nuestros pueblos… Por eso, aunque el Pío XII, Juan XXIII,
el Vaticano II, Juan Pablo II y Benedicto XVI hayan hablado de todo ello, son
sólo letras extrañas, son demasiada modernidad europea metida en un magisterio
que, en realidad, no siguen. Las conferencias episcopales latinoamericanas no
hablan de nada de ello y los católicos conservadores no dejan de señalar el
origen protestante y anglicano de “esas cosas” mezclándolas además con
conspiraciones “judeo-masónicas”…
Todos ellos han adoptado el
colectivismo metodológico. El pueblo católico, la nación católica, “el
capital”, “el trabajo” son los reales sujetos políticos, los actores reales de
lo social. El individuo y sus derechos es algo “liberal”: listo, a la miércoles
con “lo liberal”, el verdadero pecado: “el liberalismo es pecado”, “el
capitalismo es pecado”: volvamos al “pueblo católico” aunque luego entre ellos
discutan si es vía Fidel Castro o Mussolini.
Así las cosas, vienen los “nuevos
explotados”: los indígenas, contra el colonialismo capitalista explotador.
Allí, caen de cabeza: arriba los indígenas, que no tienen pecado original,
versus los pérfidos europeos pecadores capitalistas. No atinan a responder que
los indígenas son ciudadanos que tienen los mismos derechos individuales que
cualquier otra persona, con lo cual no importa si eres indígena, marciano o
europeo, el asunto es que ante la Constitución liberal eres un igual como
sujeto de derechos.
Ante el “feminismo radical”
responden señalando los errores antropológicos de la teoría del género como
contraria a la ley natural. Muy bien. Nada que objetar. Pero ni se les ocurre
agregar que ante el uso de los términos genéricos, está la libertad de no
usarlos; que ante las cuotas obligatorias de mujeres en ciertos puestos, está
la igualdad ante la ley. Ante los homosexuales, trans y lesbianas que denuncian
delitos de discriminación y de odio, ni se les ocurre hablar de propiedad
privada, de libertad de asociación, de libertad de contratación, de libertad de
asociación, esto es, libertades
individuales (expresión que casi no usan) que vienen precisamente del
liberalismo clásico anglosajón que tanto odian. Porque entonces, la repuesta
más directa al lobby LGBT es que con sus
exigencias están quebrando el pacto político del liberalismo clásico, donde por
medio de las libertades individuales y el derecho a la intimidad, cada uno
puede vivir como quiera mientras no viole derechos de terceros. Por ende si
eres homosexual, heterosexual, trans, lesbiano, venusino o lo peor, alumno de
Zanotti J,
en MI colegio, en MI hospital, en MI casa, NO entras, porque YO lo digo y
punto. Eso se llama propiedad, libertad religiosa, libertad de asociación. O
sea, LIBERALISMO CLÁSICO (¡ay qué horror!!!!). ¿Puedo equivocarme? ¿Puedo ser
un imbécil si hago eso? ¿Puedo perder mi negocio o emprendimiento si los
consumidores me castigan no metiendo ni un cuarto de su nariz en mis productos? Si. Eso es una sociedad libre. Libertad, decisiones, riesgos.
Con la educación sexual, también.
Ahora el estado obliga que “los colegios” enseñen a los niños que la
homosexualidad es buena, que la masturbación es perfecta, etc. Respuesta de los
católicos: ello es contrario a la ley natural y "tenemos que llegar al ministerio de educación". Que es contrario a la ley natural, sí. Lo demás… Lo mismo de siempre. No, gente, la
cosa pasa por algo que jamás dicen: que
las instituciones privadas tienen derecho a tener sus propios planes y
programas de estudios, precisamente porque EN ESO consiste la libertad de
enseñanza, otro derecho derivado del liberalismo clásico. Y que las
instituciones estatales de enseñanza tampoco deben enseñar esas cosas, obvio, sí,
pero, ¿de dónde sacaron que DEBE haber instituciones estatales de enseñanza?
Del “derecho a la educación”. Y de dónde sacaron que en vez de libertad de
enseñanza hay un “derecho a la educación”? Del “dogma” de los derechos
sociales, que han sido elevados a nueva declaración
del Concilio de Trento. ¿Y de dónde salió ese dogma? De que el libre
mercado “es para los ricos”; que la educación privada “no llega a los pobres”,
porque el capitalismo, el libre mercado, es malo, feo, sucio, es sólo para los
ricos explotadores…. Que el libre mercado sea capaz de proporcionar educación
barata, competitiva y de gran calidad, y que cada vez serán más los que tengan
mayores ingresos y salarios más altos, aumentando la población, es algo OBVIO
para cualquiera que haya leído a Mises y Hayek pero….. ¡No, please, a ver si
perdemos el alma !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Católicos, no católicos,
marcianos, vulcanos: si no leen a Mises y Hayek, si siguen siendo colectivistas
metodológicos, si siguen pensando que Marx tenía razón en su teoría de la
explotación………… El lobby LGBT les pasará por encima. No, no les pasará, les
está pasando. No, no les está pasando, ya les pasó. Ahora, sólo queda que se
den la vacuna trivalente, Mises, Hayek y Popper, pero la posibilidad de que
hagan eso es la misma que nos rescate el Capitán Kirk.
Que Dios nos ampare.
domingo, 15 de julio de 2018
''YO NO SOY MARXISTA PERO...." Y EL LOBBY LGTB NOS PASA POR ENCIMA
Como hemos afirmado
muchas veces, en los movimientos feministas radicales, en los LGTB, en el
indigenismo, no está la defensa de derechos que en el liberalismo clásico ya
tienen: a ser ellos mismos, a tener todos los derechos individuales que tiene
cualquier persona y a hacer su propia vida según el derecho a la intimidad
personal. No, ellos se sienten parte de “nuevos colectivos explotados” (las
mujeres, los indígenas, los gay, los trans, las lesbians, etc.) por, a su vez, “nuevos colectivos explotadores” como el
patriarcado, los blancos, el patriarcado heterosexual, etc. O sea, es una
re-edición perfecta de la teoría marxista de la explotación donde el explotador
de siempre, el capitalismo, es ahora el capitalismo blanco patriarcal
heterosexual, donde sus nuevos explotados son los grupos ya descriptos.
Por esto es totalmente
coherente que estos grupos, tanto en Europa como en los EEUU, rompan el pacto
político originario, esto es: individuos, personas, todos gozando de los mismos
derechos individuales (libertad religiosa, de expresión, de enseñanza, de propiedad,
de asociación) bajo una constitución limitante del poder político, donde cada
uno, cada comunidad libremente organizada, pueda expresar libremente su concepción
del mundo, hacer lo que quiera y decir lo que quiera sin que ello sea un delito
para cualquier otra asociación libre. Pero no. Como ellos son los “explotados”
inventan nuevos delitos (discurso de odio, discriminación, violar el derecho a
ser tratado como lo que ellos dicen que son, violar el derecho a ser tratados
según pronombres neutros, etc.) para finalmente llegar al poder (una excelente
combinación de Gramsci, Hitler y Marx) para finalmente imponer absolutamente,
como en toda revolución, su concepción del mundo por la fuerza y tirar al mar,
si es necesario, a los pérfidos explotadores del capitalismo
hetero-blanco-patriarcal (y si agregamos hetero-blanco-patriarcal-cristiano, ahí tienen la suma de todos
los males).
Por eso el diálogo con
ellos es imposible, porque el que no coincide es necesariamente un explotador,
un agresor. Algunos, los más moderados, nos podrán tener lástima, nos mirarán
como el pobre explotador que no sabe nada ni entiende nada, y nos concederán
tal vez cinco minutos de paz. Pero no nos crucemos en una de sus marchas porque
si pudieran nos quemarían vivos además del conjunto de golpes e insultos que
nos van a propinar.
La noción filosófica
que está detrás de esto es la de colectivismo
metodológico, esto es, una metodología de análisis de lo social donde el
que actúa no es la persona sino colectivos explotados u explotadores donde lo
individual se subsume en esa dialéctica y por ende o estamos necesariamente de
un lado o del otro y necesariamente pensamos como opresores o como oprimidos.
Para refutar esto se
necesita ir al individualismo metodológico. Lo trágico es que la mayoría de los
católicos, que no quieren saber nada con estas nuevas ideologías de género y
etc., tampoco saben nada, en general, del individualismo metodológico, porque
ha sido desarrollado por los “malos” liberales Mises, Hayek y Popper, que por
ende son casi innombrables en sus universidades, con lo cual se pierden la
única vacuna intelectual contra la teoría marxista de la explotación. Es más:
repiten hasta el cansancio que no son marxistas pero que “en eso” Marx tenía
razón… Y con esa débil armadura intelectual pretenden luego refutar las
ideologías del género y etc.
Yo me he matado
explicando que el individualismo metodológico es totalmente compatible con
Santo Tomás de Aquino pero evidentemente soy sólo una gota no marxista en un
océano marxista, océano compuesto por los que dicen “yo no soy marxista PERO…”.
PERO es así como estas
nuevas ideologías nos están pasando por encima.
domingo, 8 de julio de 2018
EL PROBLEMA DE LOS “COLEGIOS CATÓLICOS”: DOS DIAGNÓSTICOS DE MI PADRE, TOTALMENTE CUMPLIDOS.
Luis J. Zanotti (www.luiszanotti.com.ar) nunca estuvo
en contra de la educación formal en tanto
tal. Porque la educación formal no es sino sistematizar, mediante métodos
más específicos, lo que la educación no formal no puede hacer. Y la educación no
formal es esencialmente la transmisión cultural, la absorción de un horizonte
cultural, que se produce naturalmente, cono el aprendizaje del lenguaje y los
juegos de lenguaje concomitantes a ese mundo cultural.
Que la educación formal
haya derivado ahora en la educación formal positivista
es un resultado de la Ilustración y la “escuela” como método de formación
del ciudadano de los estados-nación. Ello fue comprensible en la época (s.
XVIII-XIX) pero luego esa educación positivista quedó tan atrasada como el
positivismo en sí mismo.
Sin embargo, allí
sigue, con sus métodos repetitivos, memorísticos y destructores de la
creatividad, cual diosa inapelable cuasi-imposible de eliminar (http://institutoacton.org/2016/11/02/por-que-son-casi-imposibles-las-reformas-educativas/).
Al lado de todo ello,
mi padre diagnosticó que la “ciudad educativa” (esto es, la educación no formal
en todas sus dimensiones) iba a ir supliendo cada vez más el rol educativo, sobre todo con las nuevas tecnologías de la
información. Lo dijo antes de la aparición de internet.
O sea, el chico, el
adolescente y el adulto se educan (educación como transmisión cultural) fuera de la escuela. NO es que la
escuela formal los educa “y como complemento” viene lo no formal. La escuela formal positivista es un
esencial fracaso de aprendizaje, mientras que el verdadero aprendizaje se
produce fuera de la escuela.
Al mismo tiempo, por
los años 60 y 70, mi padre fue el único que introdujo en Argentina las obras
del pedagogo italiano Giovanni Gozzer, quien estaba afirmando lo mismo en una
Italia que también escuchaba a Gozzer como si fuera extraterrestre (o sea, no
lo escuchaba). Pero para colmo de la osadía en soledad, Gozzer publica un
libro, Los católicos y la escuela,
donde afirmaba algo obvio a los ojos de mi padre: los católicos en general, al haber adoptado a la escuela formal
positivista como modelo de transmisión educativa, fracasaron totalmente en la
transmisión de la fe, porque arrastraron los defectos del positivismo
pedagógico a los intentos de enseñanza de la Fe.
Silencio total. Nadie,
absolutamente nadie, ningún católico respondió, ni se interesó por la cuestión.
Gozzer y Zanotti se quedaron hablando solos, sobre todo en una época donde la mayor parte de los católicos sí
escuchaban a Marx y a sus epígonos.
AHORA, frente a las
pañuelitos verdes en los “colegios católicos”, muchos se preguntan qué pasa,
qué pasó.
Pues bien, esa era la
explicación. La “escuela católica” era un proyecto llamado al fracaso. Los
chicos no aprenden nada allí, y menos aún
catolicismo. ¿Y qué aprenden? Lo que ven
por las series, algo de cine, lo que ven por youtube, etc. ¿Dónde están los católicos
allí? NO están. Y los chicos NO ven EWTN.
Y si algo les queda
depositado en su memoria de modo inconexo, son trozos de textos marxistas y LGBT con los
cuales los adoctrinaron desde pequeños, que
son obligatorios también para los colegios católicos. ¿Ah, y la libertad de
la educación privada para tener sus propios planes de estudio? ¡No por Dios!!!!
Esa fue una de las principales propuestas
de Luis J. Zanotti, en 1981. ¿Respuesta
en la Argentina, por parte de los católicos? No, Zanotti es muy liberal…. (Hablo
de mi padre, que al menos usaba corbata, no como el hijo).
Y si todo esto era
verdad, ¿ahora qué hacemos?
Muy poco se puede hacer
ya. En todo caso, las familias verdaderamente católicas que queden, muy pocas,
tendrán que asumir ellas, directamente, la educación religiosa de sus hijos,
con su ejemplo cotidiano, pero incluso
con la transmisión del Catecismo. En mi caso yo no tuve catequistas, fue mi
padre quien me enseñó el Catecismo. Y además no escuchaba NADA de lo que me
decían en la primaria.
Espero que el resultado
no los desanime.
domingo, 1 de julio de 2018
¿DE QUÉ PLANETA VINO MI PADRE?
Siempre me he hecho
esta pregunta. Siempre juego con que yo soy un marciano, pero claro, hay que
ver los orígenes.
No sé por qué, a
medida que pasan los años –murió en 1991- la imagen que más recuerdo es la de
los días en los cuales volvía temprano de La Nación –eso era más o menos 9 de
la noche-, se dejaba la corbata puesta, se ponía su “saco fumar” y se sentaba a
leer a Pirandello, a Chejov, a Collete, a Unamuno, mientras mamá –una pianista eximia, una
coreuta con oído absoluto- terminaba de preparar la cena. Entretanto él seguía
con su libro y con sus discos 33 de música clásica, la única que escuchaba,
preferentemente pianistas como Rubinstein, Gulda o Horowitz. Luego así,
imperturbable, con la misma corbata y el mismo saco, se sentaba a cenar en la
cabecera. Era muy afectuoso, sí, tenía una sonrisa pícara que compensaba su
solemnidad, pero era como sentarse a cenar con Churchill.
¿De dónde salió ese
caballero inglés en la Argentina? ¿De dónde salió esta combinación de Unamuno,
Marías, Scciaca y C.S. Lewis? Mi padre superaba al chiste. No es que era un
argentino que era italiano, hablaba Español y se creía inglés. Era inglés.
Cómo, no lo sé. ¿Alguna nave extraterrestre abdujo a mi abuela en 1927?
Conocía
perfectamente a la literatura española y argentina, había leído de primera
fuente a constructores de países como Mitre o Sarmiento, pero cómo llegó él
solo, a enamorarse de los EEUU, no lo sé.
El asunto es que
nuestra familia era un mundo cultural propio que giraba entre Roma,
Philadelphia y Buenos Aires. En la primera estaban tres hermanas de mamá, en la
segunda dos hermanas de mi abuelo materno, que fundaron toda la rama
norteamericana, y en ese otro extraño lugar del mundo, exiliados, estábamos
nosotros.
El marco de
referencia eran EEUU e Italia. Cuando mataron a Robert Kennedy yo tenía ocho
años y mis padres lloraban amargamente. Yo subí al micro escolar, en un lejanísimo
lugar llamado Ituzaingó, diciendo “mataron a Kennedy, mataron a Kennedy”, y
comencé a descubrir entonces qué significaba vivir en otro planeta.
No levantaba nunca
la voz. No pronunciaba regionalismos. No tenía los juegos del lenguaje del
porteño. No usaba el che. Hablaba el
Español de Ortega y Gasset y de Unamuno.
Escribía un Español impecable sin
corregir una sola vez, de primera mano, en tiempos donde no había Word ni nada
por el estilo. Caminaba con un paso parecido al de Patton o de Gaulle. Era un aristócrata. Una vez el hijo medio loco,
yo, le dije que Chejov era el piloto de Viaje a las Estrellas. Ni siquiera
respondió. Mi miró con afecto, pero como quien mira a un irredimible.
La casa, para él,
era su castillo, y él su señor. En la casa no entraba el exterior. No entraba
lo mundano. “Afuera vas a escuchar muchas cosas”, me dijo una vez. “Pero en
esta casa, no”. El no lo sabía, pero al entrar nos teníamos que sacar el mundo,
como los japoneses los zapatos. La casa era su templo, y la intimidad de su
hogar, su sagrario.
Era inmune a otras
influencias. Guiraldes, Hernández, Estrada, sí entraban a casa. Nos llevó dos
veces, a Pablo y a mí, a San Antonio de Areco a ver la estancia de Guiraldes.
Fue mi máximo contacto con Argentina. Pero la televisión de los 70, no, y menos
el cine argentino de entonces. Olmedo y Porcel eran para él el ejemplo máximo
de la decadencia cultural. La chabacanería era para él una perversión
inconcebible. Y los pobres Les Luthiers le parecían algo tan terrible como reírse de
la liturgia un Viernes Santo.
Era un liberal
orteguiano, un severo crítico al nacionalismo, un admirador de las formas
republicanas: en el fondo, era un iluminista. Fue maestro normal nacional 10
años y verdaderamente fue para él un sacerdocio. Sólo desde allí pudo criticar
luego al positivismo pedagógico. El
peronismo y el sindicalismo argentino eran para él peor que cualquier pecado
mortal. Propuso seriamente eliminar la obligatoriedad de los planes estatales
de enseñanza, en la Argentina de los 80. Malvinas le pareció un horror.
Alfonsín era para él la izquierda absoluta. No sé si hubiera resistido ser
testigo de la Argentina posterior.
Era católico, pero
la izquierda de los “sacerdotes para el tercer mundo” sencillamente lo
destrozó.
De dónde, de dónde
salió. ¿Será la Argentina sólo un caos informe del cual puede salir tanto mi
padre como un Moyano? ¿Será eso o nada más que la infinita combinatoria casual
del humano devenir?
Se quedó muy solo.
Los católicos, aferrados al sistema de incorporación por gestión propia, no lo
entendieron nunca. La izquierda le agradeció poniéndole una bomba en su (nuestra)
casa de Ituzaingó. Los militares pensaron que por eso era uno de ellos, hasta
que se dieron cuenta que tampoco. Los liberales de la Escuela Austríaca lo
conocieron muy tarde. Tuvo muchos amigos y discípulos, pero su Instituto de Investigaciones Educativas fue discontinuado después de su muerte.
De dónde, de dónde
salió. Y yo, recién ahora estoy sólo a la altura de sus zapatos. Y recién ahora
podría hablar realmente con él.
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