jueves, 28 de diciembre de 2023

SOBRE EL CONSTRUCTIVISMO CRITICADO POR HAYEK, EL LIBERALISMO ARGENTINO Y MILEI

 Los experimentos en ciencias sociales tienen serias limitaciones (y en ciencias naturales también, según Popper). Por un lado las variables son infinitas (en ciencias naturales también, sólo que "creemos" que no, Popper again) y por el otro "no se debe" experimentar con seres humanos. 

Ok, pero finalmente la historia humana es un gran laboratorio espontáneo, inevitable y caótico. 

En ese sentido la Argentina está siendo en estos momentos el lugar de un experimento social importante. Tómese una roca de granito peronista, aplíquese por arriba una buena dosis de coca cola liberal a ver qué pasa. 

La coincidencia que todos los liberales tenemos con las res-regulaciones "en sí mismas" está fuera de discusión. Finalmente ese es el sentido del título del gran libro de Hayek, Law, Legislation and Liberty: la Liberty es lo que queda cuando NO hay una legislation que atente contra el "Law" (las libertades individuales). 

Pero las diferencias comienzan en tanto al método: ¿cómo se pasa de décadas sociedad cuasi-soviética a un régimen de libertad? Es el problema de la transición, sobre el cuual hay poco consenso entre grandes autores (Buchanan y Hayek pensaban diferente en esto). Sobre todo porque en los métodos pueden estar involucrados principios que son esenciales a la tradición del gobierno limitado. No es una cuestión de formas versus contenidos. En un régimen republicano, las formas son parte del contenido del liberalismo clásico. 

Ahora, disculpen la deformación profesional pero necesito cierta numeración. 

1. El constructivismo considerado en sí mismo. 

¿Qué es el constructivismo criticado por Hayek, antes de pasar a la situación argentina? Tampoco hay mucho consenso sobre eso porque, a pesar de artículos y libros enteros dedicados por Hayek al respecto, Hayek no da una definición (no es ese estilo de autores). Lo que es claro es que Hayek identifica al constructivismo con la planificación central, mientras que al liberalismo lo coloca del lado del orden espontáneo. Bueno, claro hasta ahí, porque en Hayek es un orden espontáneo histórico el que conduce al set de instituciones a partir de las cuales se desarrolla una sociedad libre, y viene entonces el problema de qué hacer cuando una sociedad no tiene esas tradiciones históricas. Hayek mismo ha propuesto algunas reformas (libro III de Law Legislation and Liberty); está su famoso texto de por qué no es conservador (último capítulo de Los Fundamentos de la Libertad) y por ende se ha producido un debate sobre la coherencia de Hayek que creo que ha sido muy bien tratado por Eduardo Zimmermann y su artículo Hayek, la evolución cultural y sus críticos (https://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/44_4_Zimmermann.pdf). 

Cuando yo hablo de constructivismo, le agrego dos cosas más que están en Hayek implícitamente, pero no explícitamente. Primero, los horizontes de Gadamer, esto es, las tradiciones históricas, sean las que fueren, a partir de las cuales se entiende lo que un conjunto de personas hace y dice sin reflexionar sobre ello (algo parecido a lo que Hayek piensa cuando dice "la tradición da lo que la razón no puede"). Dos, cierta filosofía del lenguaje que viene del segundo Wittgnestein. La decodificación de un mensaje depende del contexto entre los dos hablantes (llamado nivel pragmático del mensaje). En el orden social, ello implica que la comprensión de las normas depende del contexto cultural, lo cual puede implicar que aún bajo un mismo idioma, ciertas normas no se entiendan. Los constructivistas en general redactan las normas como si no hubiera un contexto cultural previo que es condición necesaria para su comprensión. 

Por eso yo ensayaría esta definición de constructivismo: la pretensión de establecer las normas fundacionales de un orden social sin tener en cuenta, o barriendo con, tradiciones anteriores. 

2. El constructivismo en América Latina.

Hace unos años escribí un pequeño ensayo al que titulé "Cómo ser liberal en América Latina y no morir en el intento" (https://www.hacer.org/pdf/Zanotti04.pdf ). Lo que decíamos allí es que la inestabilidad institucional de América Latina tiene su origen en dos tradiciones políticas enfrentadas que chocan de frente como dos locomotoras. Una, las tradiciones jurídicas y políticas españolas pero, cuidado, me estoy refiriendo a las borbónicas, no a las pre-borbónicas que podrían haber evolucionado hacia una tradición más liberal a su modo, pero eso es un universo paralelo que nos introduce en el ámbito de contrafácticos no relevantes para el objetivo de esta humilde entrada (ver https://gzanotti.blogspot.com/2020/11/resena-critica-al-libro-la-nueva.html). 

Dos, las tradiciones liberales más bien napoleónicas y racionalistas, representadas por revoluciones militaries y civiles "ilustradas" en el sentido del Iluminismo de la Revolución Francesa (ahí también caben distinciones porque no todos eran jacobinos, estaban los "moderados" más cercanos al liberalismo clásico) que "impusieron" un liberalismo laicista, racionalista (que Hayek llama, injustamente, "francés") y lo hicieron a sangre y fuego, con revoluciones armadas muy ligadas a la mayoría de los movimientos independientistas (y allí viene el eterno debate de quién influía más en esos movimientos, si Rousseau o Suárez....). 

Pero de esas dos fuerzas enfrentadas nunca pudo emerger una síntesis cultural estable. Se enfrentaron y se siguen enfrentando con violencia, no sólo física sino linguística y conductual, de modo tal que cuando una triunfa, la otra queda rezagada a la espera del fracaso de la otra y así sucesivamente en un corsi e ricorsi de la historia que implica una inestabilidad política permanente y una anomia institucional también permanente. A eso agreguemos el constructivismo de izquierda del marxismo latonomaricano, que produce violentas reacciones de constructivismos de derecha, ambos militares. 

En el ensayo citado, decíamos: "...Por el otro lado, llegaron a América Latina ideas contrarias, sí, pero ligadas a los que Hayek llamaría constructivismo, derivado del racionalismo antirreligioso europeo. Los sistemas republicanos y laicales propuestos eran más bien de corte roussoniano. Hubo dictadores ilustrados en América Latina que intentaron “reformar” el sistema colonial, coherentemente enfrentados a su pasado religioso. Sus ideas eran más bien afrancesadas, más bien dependientes de la enciclopedia francesa más que de la religiosidad laical de las colonias norteamericanas. Coherentemente, “imponían” sus reformas a sangre y fuego. Redactaban constituciones republicanas, separaban Iglesia y estado, dictaban códigos civiles donde trataban de racionalizar el respeto a la propiedad, trataban que el estado educara en las “ciencias y letras”, y avanzaban sobre el indígena ya no para hacerlo cristiano, sino “ciudadano”.  Todo ello en medio de un marco cultural indiferente u hostil a las reformas propuestas, un marco cultural que no sabía vivir sin el “padre”, por lo cual estos gobiernos adoptaban más bien la figura de un padre “civilizador” laical. Virrey católico, caudillo militar, presidente “fuerte” laical, todos ellos encarnaban el mismo tipo ideal weberiano de padre fuerte y protector".

Ya en ese momento, 2005, decíamos también: "...Debe distinguirse entre políticas dictadas desde un marco institucional autoritario y la reforma de ese mismo marco institucional. Por ejemplo, supongamos que Chávez o Kirchner, desde su misma estructura de poder autoritario, comenzaran a liberar mercados, a eliminar impuestos, a bajar los costos laborales (mantengo aún mi salud mental y sé que eso no va a suceder, es sólo a efectos didácticos...). Ello estaría muy bien, pero la estructura de poder desde la cual toman esas decisiones sigue intacta. Un mero decreto posterior vuelve todo para atrás". 

3. El constructivismo en el liberalismo argentino. 

Me atrevo a diagnosticar, faliblemente, que la historia argentina, y si liberalismo "dominante" es constructivista, excepto Alberdi. 

La Constitución de 1853, buena "en sí misma", ¿sobre qué humus cultural fue plantada? (plantada por la fuerza, con el enfrentamiento Rosas-Urquiza). ¿Sobre un humus cultural que pudiera entenderla y-o aceptarla? Y ese humus cultural contrapuesto, ¿no quedó acaso rezagado y esperando el momento de resurgir? Ese resurgimiento, ¿no fue acaso el primer peronismo?

Casi sin excepción, los liberales argentinos colocan a la Generación del 80 como un modelo de liberalismo. No vamos a incurrir en dicotomías contraproducentes. En 1988, mi padre trató de ir más allá de ellas y yo estoy en la misma posición (https://gzanotti.blogspot.com/2019/05/civilizacion-y-barbarie-100-anos.html). Simplemente creo que no fueron un modelo de diálogo con las tradiciones anteriores ni de espera a su evolución. En educación fueron totalmente constructivistas. Y la pregunta es si la firme creencia de que ello iba a tener resultado no fue un racionalismo ingenuo (NO el crítico de Hayek y Popper). Y además, si no fue falsado por la emergencia posterior del primer peronismo. 

Los liberales argentinos estuvieron desde entonces marcados por un constructivismo anti-peronista que "los define". La historia posterior es conocida. Claro, América Latina no da para la paciencia y la evolución. Somos revolucionarios de izquierda o de derecha pero en ese sentido estamos atrapados en una historia de la cual no logramos salir. En la Revolución Libertadora se prohíbe al peronismo por la fuerza. Ok, se entiende. Pero el peronismo queda totalmente vivo y coleando desde el punto de vista cultural. Queda agazapado y "esperando" en sus expresiones explícitas, pero además habitaba ya culturalmente en los socialistas democráticos, radicales, conservadores y comunistas que se aliaron en ese momento, y fueron los autores del 14 bis. Los liberales clásicos tipo Benegas Lynch padre eran una total minoría, y su antiperonismo visceral no los ayudaba a comprender al evolucionismo hayekiano. 

Para colmo, el peronismo se convierte en el peronismo castrista y sus facciones más radicalizadas optan por la acción militar. Son los que finalmente derivan en el gobierno de Cámpora, una facción de delincuentes corruptos y caóticos de los cuales surge a su vez el kirchnerismo, los que ahora no tienen autoridad moral para reclamar nada. Pero la reacción del 76 es igualmente constructivista. Aunque NO hubieran incurrido en la tortura y el asesinato (igual que ERP y Montoneros), el esquema mental era que Videla y Martínez de hoz iban a liberalizar todo desde arriba en poco tiempo. Las críticas de los entonces liberales al Proceso era por su lentitud en lo económico pero no por otra cosa. 

El gran avance del liberalismo EN argentina fue porque por un azar histórico (la derrota de la guerra de Malvinas que todos, excpeto Alfonsín y Alsogaray, apoyaron) se suprumió la opción militar. Desde entonces, los argentinos enfrentan el desafío de si a la democracia política le agrgan la economía de mercado. Pero el problema principal es que la democracia argentina es "a la argentina": un poder ejecutivo fuerte, decretos de necesidad y urgencia, constitucionales o no. Alfonsín fue un poder ejecutivo fuerte y muy autoritario. Nada del otro mundo: es el arquetipo de presidente que los argentinos, culturalmente constructivistas, quieren, sean liberales o kirchneristas (ver nuestra entrada https://gzanotti.blogspot.com/2023/05/la-obsesion-por-el-poder-ejecutivo.html). Unos reivindican a Roca. Otros a Perón, otros a Alfonsín, pero el asunto es que tiene que ser un poder ejecutivo fuerte. Por eso De la Rúa, un liberal alvearista y de formas propias de un cantón suizo, perdió el poder no por el 2001, sino antes: cuando no supo encontrar la salida del programa de Tinelli. 

Con Menem, lo mismo. Manejaba todo el poder, amplió la corte, expandió el dirigismo educativo y además era carismático, simpático, entrador, negociador, jugador eximio del póquer político que tanto entuisiasma a los argentinos. Perdió el poder sólo porque no supo reducir el gasto público, la deuda y la presión impositiva. Si no, lograba su tercer mandato. Y dolarizaba. 

Luego ya sabemos lo que pasó. Los kirchneristas, los ahora nuevos maestros de derecho constitucional, fueron el colmo de la concentración del poder. Por milagro no anularon la corte suprema, como gritaba Hebe de Bonafini, su expresión más coherente. 

Todo esto explica, creo, el entusiamo por Milei. Pero Milei y los liberales que lo rodean, ¿no son constructivistas de signo contrario? ¿Van a logran un cambio institucional y cultural? ¿Impedirán el ricorsi de la historia argentina?

Como Popper, voy a decir cómo podrían ser refutadas estas dudas que implican ciertas predicciones pesimistas. 

a) Una objeción puede ser personal. Gabriel callate, vos qué huibieras hecho, armá un partido político, etc. Pero yo soy sólo un académico que plantea dudas y problemas. En mi libro "Crisis de la razón y crisis de la democracia" (https://ucema.edu.ar/publicaciones/download/documentos/370.pdf) traté además de aportar soluciones, pero obviamente falibles. Lo que quiero decir es: yo me ubico en mi papel. Plantear dudas es bajar un cambio. Ese es mi papel. Ayudar a pensar. Nada más, soy un casi inútil profesor de filosofía, nada más, y falible como todos. Sólo una cosa: en un mundo paralelo imaginario donde yo hubiera sido candidato, me hubiera planteado, como el primer paso, qué iba a hacer con el Congreso, sindicatos y organizaciones sociales. Y jamás se me hubieran ocurrido consultas populares. Ok, hubiera desistido entonces de ser candidado. 

b) EL problema es cómo hacer con las referidas fuerzas políticas. En caso de triunfar sobre ellas, algunos piensan que los argentinos se acostumbrarían rápidamente a la libertad. Puede ser. (En eso tengo la duda de si los argentinos, tan hábiles en el mercado negro, lo pueden concebir como libre). Pero el asunto es cuál fue el medio institucional para lograrlo. Y como dije, esos medios no son meras formas accidentales a una tradición liberal donde el límite al poder ejecutivo es esencial. Ahora bien (y esto ya lo dije una vez): si ese liberalismo clásico, en las actuales circunstancias históricas, ya no sirve para nada, entonces seamos sinceros y renunciemos a él, (ver nuestro art. "Una crítica liberal clásica a G. Bush", del 2006, https://www.cadal.org/eventos/?id=1186) y asumamos nuestro constructivismo "liberal" con las contradicciones pertinentes. Yo aún no me atrevo a dar ese paso.

c) Lo fundamental: las variables desconocidas. Si Milei hace pasar sus reformas y además triunfa culturalmente, tal que los kirchneristas no ganan más las elecciones y se quedan como yo leyendo a Mises en 1973 (un poquito solo.....) entonces será por variables que desconozco, y bienvenidas sean. ¿Desconozco variables? Si, infinitas gracias a Dios. Se llama Popper. 

Por lo demás, cuidado, en lo educativo y en parte en lo económico, hay propuestas de Milei que distan de un liberalismo clásico. 

4. Distancia constructiva.

A pesar de las apariencias, hay un número importante, académicamente hablando, de liberales y liberarios en Argentina que tienen muchas dudas con Milei. Mantener nuestra distancia crítica, públicamente, es nuestra mejor manera de ayudar. 

En ese sentido, el apoyo total y completo a todo lo que proponga Milei, por parte de muchos liberales argentinos que antes se movían en el campo académico, no les hace bien a ellos ni a Milei. A ellos los saca de su rol y los convierte en políticos que de política real y de comunicación política mucho no conocen (yo, el primero). Ahora bien, si alguien quiere ser asesor, adelante, pero por un motivo que ya conocemos, en esos puestos hay gente de Macri (muy bien, excelente, ok, pero había otra gente....) o de no sabemos qué...........

5. Conclusión. 

Algunos me dirán que no es momento de plantear todo esto. No sé (por lo demás yo no importo). Pero NO logro convencerme de que mi papel NO sea NO bajar un cambio. Tengo una frase final que no es ni de Arisóteles ni de Kant ni de Popper ni de etc.: la distancia de frenado salva la vida. 

domingo, 24 de diciembre de 2023

SOBRE LA BENDICIÓN DE PAREJAS PARTIDARIAS DE LA ESCUELA AUSTRÍACA DE ECONOMÍA

 Adelantábamos ayer en Facebook que el Vaticano estaba considerando esa posibilidad. Pero finalmente hubo marcha atrás. Francisco, con la claridad que lo caracteriza, ha dicho que no se pueden bendecir esas parejas en tanto EAE. Que siempre se ha bendecido al pecador, en tanto eso sea un sacramental que lo lleve de vuelta a la gracia de Dios, pero que de ningún modo a esas parejas que quieren ser bendecidas en tanto EAE persistiendo en su grave pecado.

Los curas villeros, por lo demás, han apoyado la medida, diciendo que, además, nada bueno puede haber en ellos, porque al apoyar a esa pérfida escuela de pensamiento, claramente estían apoyando la explotación de los pobres incurriendo en una situación intrínsecamente perversa.

Los conservadores, por lo demás, han ratificado la medida de Francisco diciendo que ya Juan Pablo II dijo en la Sollicitudo rei socialis que capitalismo liberal y marxismo son lo mismo, y los lefevrianos han apoyado diciendo que la Escuela Austríaca de Economía es una aliada de los sectores judeo-masónicos y es claramente contraria a las enseñanzas infalibles de la Quanta cura, la Libertas y la Quas primas sobre el Reinado Social de Jesucristo. Aclarando, además, que Mises, uno de sus pensadores más importantes, era un pérfido judío agnóstico que no creía en Jesucristo, lo cual obviamente está relacionado con su teoría del ciclo económico. 

Por lo tanto, como ven, y contrariamente a lo que piensan muchos, Francisco es un claro defensor de la Fe. Tiene muy claras las distinciones "en tanto a" tal cosa y tal otra. Los pecadores austríacos no pasarán. 

jueves, 21 de diciembre de 2023

FIDUCIA SUPPLICANS Y LA DURA LECCIÓN PARA LOS CATÓLICOS CONSERVADORES.

 Sobre Fuducia supplicans, pensaba escribir algo pero he optado por los que saben más y ayer he reproducido en este blog las declaraciones del Cardenal Muller (https://gzanotti.blogspot.com/2023/12/comentario-del-cardenal-muller-sobre.html), así que todos ya saben lo que pienso al respecto. No sé por qué la palabra fiducia siempre ha sido terrible para mí: me hace acordar a la expansión de los medios fiduciarios que, sabrán los misiólogos (no se gana mucho, les cuento), es clave para la teoría del ciclo económico. Debo ser un des-confiado.........

Hay otra cuestión de la que sí querría hablar. 

Durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, los católicos conservadores, que interpretaban al Vaticano II en continuidad con la Tradición, (como ven no estoy hablando de los sedevacantistas y-o lefevrianos o etc.) se sintieron a sus anchas. Y era así porque ambos papas pensaban como ellos. Y está bien. 

Pero algunos de ellos no pensaban como los papas, sino que los papas pensaban por ellos. Eso era distinto y se llama papolatría. Para esos católicos (he conocido a muchos, realmente muchos) si el Papa se despierta un día con tu teología dogmática olvidada y dice que Dios es Uno y Cuatro, pues así será. No son católicos acostumbrados a distinguir niveles del Magisterio. Es lo que el Papa dice, en bloque. La gran y errada herencia de Pío IX. La gran corrupción de la doctrina de la infalibilidad (en sí misma verdadera) anunciada por el olvidado Dollinger. Esos católicos, en realidad, no piensan. El Papa lo hace por ellos. Son verdaderamente alienados y des-cerebrados. Todo lo que el Papa diga o haga es Palabra de Dios, sea magisterio ordinario doctrinal o prudencial, política, diplomacia, lo que fuere. Todo es lo mismo y todo está bien. Por supuesto, no me pidan que nombre a nadie ni me pidan bibliografía. Mi vida es la bibliografía y la poca caridad que tengo es la fuente de mi silencio. 

El ascenso de Bergoglio al pontificado, ahora Francisco, significó y significa para todos ellos una dura prueba. No para los papólatras, capaces de saltar de gozo con la Quanta cura o con la Amoris laeititia de Francisco. Para ellos todo es lo mismo, es el Papa. Pero para los católicos conservadores pro Vaticano II, ah, la cosa es distinta. 

Al principio, trataron de maniobrar. Total, Evangengelii gaudium era una encíclica social más, que ellos sabían en silencio y en secreto que eran temas opinables. Pero Francisco no los dejó en paz. Fue tirando de la cuerda cada vez más hasta que el 18 de Diciembre de este año tuvieron que reconocer lo que es Francisco. No es ahora una encíclica social, no es la amazonia ni el clima, no es el dinero como estiércol del diablo, no es una ametralladora de disparates en un avión, no es una entrevista, no son los medios que no lo entienden, no. Es una declaración de la Sagrada Congregación Para la Doctrina de la Fe o como ahora se llame, firmada por el Prefecto y aprobada por el Papa. Es magisterio ordinario. Ah, bueno, pero AHORA comienzan a decir en público todas las distinciones que hay que hacer en cuanto a los niveles del magisterio, que antes eran conocidas pero, claro, no importaban. Total, qué les importaba a ellos que Pío IX no supiera prácticamente que EEUU existía, o que haya dicho "la tradición soy yo" (Francisco piensa lo mismo) qué les importó el apoyo de Pío XI a Mussolini y que echara de Italia a Luigi Sturzo (¿no lo sabían? ¡Entérense!); qué les importó a Juan XXIII se pusiera a hablar de cómo tenía que ser la economía italiana, qué les importó que Pablo VI elevara a nivel de magisterio ordinario a la teoría de la CEPAL; qué les importó que Juan Pablo II hablara de planificación y que dijera que el capitalismo liberal y el marxismo eran lo mismo, etc. Todo bien. Ellos sabían que eran temas opinables, pero, silencio. Y de los nacionalistas católicos argentinos, ni qué hablar. Cuando este Gabriel Zanotti de 25 años les dijo, amablemente (porque ya he perdido mis buenas formas) en "Economía de mercado y Doctrina Social de la Iglesia", de 1985, que había que distinguir niveles de magisterio, para qué. Desde allí en adelante fui "el liberal" (peor que ser abusador de niños), el paria. Lo último que me pasó es haber sido expulsado de hecho de la Fraternidad Laical Dominica de Buenos Aires. Sólo Fernando Romero Moreno, del nacionalismo católico, dialogó conmigo, destacando que ni Castellani ni Sacheri (martir, pero ahora se canoniza a otra gente) eran papólatras. Y sí, mi primera gran fuente de distinción de niveles de magisterio fue "El orden natural" de Sacheri. Pero por algún misterio parecía que el único que había leído ese capítulo era Fernando. Que no de casualidad había aprendido el tema de lo opinable en lo social de San José María Escrivá de Balaguer. 

Ahora lo han tenido que reconocer. Los papólatras siguen felices, pero los demás, finalmente, han tenido que decir en público lo que antes ni quisieron reconocer. Qué dura lección. 

Mientras tanto, la Iglesia ya es de hecho protestante (https://gzanotti.blogspot.com/2023/12/reflexiones-para-una-iglesia-catolica.html), y hay protestantes luteranos conservadores que son más católicos que la mayoría de obispos y cardenales de todo el mundo. La Iglesia es un caos. Pero el caos comenzó cuando Pío IX los des-cerebró a casi todos. 

Me alegra que con Francisco hayan recuperado la conciencia. 

COMENTARIO DEL CARDENAL MULLER SOBRE FIDUCIA SUPPLICANS

 Iba a escribir algo sobre este asunto pero creo que lo mejor es remitirme a este largo comentario del Cardenal Muller, lo mejor que he leído hasta el momento:


Cardenal Müller sobre «Fiducia supplicans»: «La única bendición de la Madre Iglesia es la verdad que nos hará libres»

«¿No está esta afirmación en directa contradicción con la doctrina católica? ¿Está obligado el fiel a aceptar esta nueva enseñanza? ¿Está permitido al sacerdote cumplir este tipo de bendiciones privadas recién inventadas? ¿Y puede prohibirlas el obispo diocesano en caso de que se dieran en su diócesis?»

(InfoCatólica) El que fuera Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (hoy Dicasterio), el Cardenal Müller, ha compartido con varios medios de comunicación su autorizado análisis sobre la Declaración Fiducia supplicans, que reproducimos en su totalidad.

La única bendición de la Madre Iglesia es la verdad que nos hará libres.

Nota sobre la Declaración Fiducia supplicans

El Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la fe (DDF), con la declaración Fiducia supplicans (FS) sobre el sentido pastoral de las bendiciones, ha realizado una afirmación inaudita en la enseñanza de la Iglesia católica. Pues este documento afirma que es posible a un sacerdote bendecir, no litúrgicamente sino privadamente, parejas que viven la sexualidad fuera del matrimonio, incluidas parejas del mismo sexo. Las múltiples preguntas de obispos, sacerdotes y fieles laicos que han surgido ante estas afirmaciones merecen una respuesta clara y distinta.

¿No está esta afirmación en directa contradicción con la doctrina católica? ¿Está obligado el fiel a aceptar esta nueva enseñanza? ¿Está permitido al sacerdote cumplir este tipo de bendiciones privadas recién inventadas? ¿Y puede prohibirlas el obispo diocesano en caso de que se dieran en su diócesis? Para responder, veamos qué enseña exactamente este documento quisiera que creyéramos y en qué argumentos se apoya.

El documento en cuestión, que la asamblea general de cardenales y obispos de este Dicasterio no discutió ni aprobó, reconoce que la hipótesis (¿o enseñanza?) que propone es completamente nueva, y que se basa sobre todo en el magisterio pastoral del Papa Francisco. Según la fe católica, el Papa y los obispos pueden poner ciertos acentos pastorales y relacionar de forma creativa la verdad de la revelación con los nuevos desafíos de cada época, por ejemplo en el campo de la doctrina social o de la bioética, respetando los principios fundamentales de la antropología cristiana. Pero estas innovaciones no pueden ir más allá de lo que les ha sido revelado de una vez por todas por los Apóstoles como Palabra de Dios (Dei verbum 8). De hecho, no se encuentran textos bíblicos o textos de los padres o doctores de la iglesia ni documentos anteriores del Magisterio que apoyen las conclusiones de FS. Además, se trata de un salto doctrinal. Pues sólo se puede hablar de desarrollo de la doctrina si la nueva explicación está contenida, al menos implícitamente, en la revelación y, ante todo, no contradice las definiciones dogmáticas. Y un desarrollo doctrinal que alcanza un sentido más profundo de la enseñanza tiene que haberse producido gradualmente, a través de un tiempo largo de maduración (cf. Dei verbum 8). Ahora bien, el último pronunciamiento magisterial sobre este tema lo dio la misma Congregación para la Doctrina de la Fe en marzo de 2021, hace menos de tres años, negando categóricamente la posibilidad de bendecir estas uniones. Esto se aplica tanto a las bendiciones públicas como a las bendiciones privadas sobre personas en condiciones de vida pecaminosas.

¿Cómo justifica FS que, aun proponiendo una doctrina nueva, no se niega con ella cuanto afirmaba el anterior documento de 2021?

FS reconoce, en primer lugar, que tanto el Responsum como la doctrina valida y vinculante tradicional sobre las bendiciones no permiten que se bendigan situaciones que son contrarias a la ley de Dios y el Evangelio de Cristo, como es el caso de las uniones sexuales fuera del matrimonio. Esto es claro para los sacramentos, pero también para otras bendiciones que Fiducia supplicans llama “litúrgicas” y que se encuentran entre los ritos que la Iglesia ha llamado “sacramentales”, como se describen en el Ritual Romano posterior al Vaticano II. En estos dos tipos de bendiciones tiene que darse consonancia entre la bendición y la enseñanza de la Iglesia (FS 9-11).

Por eso, para poder aceptar la bendición de situaciones que son contrarias al Evangelio, el DDF propone una solución original: ampliar el concepto de bendición (FS 7,12). Esto se justifica de la siguiente forma: “Se debe también evitar el riesgo de reducir el sentido de las bendiciones solo a este punto de vista [las bendiciones “litúrgicas” de los sacramentos y de los sacramentales], porque nos llevaría a pretender, para una simple bendición, las mismas condiciones morales que se piden para la recepción de los sacramentos” (FS 12). Es decir, es necesario un nuevo concepto de bendición, que llegue más allá de los sacramentos, para poder acompañar también el camino de quien vive en pecado.

Ahora bien, esta expansión más allá de los sacramentos ya se daba, de hecho, a través de los sacramentales. La Iglesia no ha pedido las mismas condiciones morales para una bendición que para recibir un sacramento. Esto ocurre, por ejemplo, ante un penitente que no quiere abandonar su situación de pecado, pero que puede humildemente pedir una bendición personal para que el Señor le de luz y fuerza para llegar un día a entender y seguir las enseñanzas evangélicas. Para esto no haría falta un nuevo tipo de bendición.

¿Para qué es necesario entonces ampliar el sentido de una bendición, si ya las bendiciones como las entiende el ritual romano van más allá de los sacramentos?

Es que la bendición entendida en forma tradicional, aunque va más allá de los sacramentos, solo permite bendiciones de “cosas, lugares o circunstancias que no contradigan la norma o el espíritu del Evangelio” (FS 10, citando el ritual romano). Y este es el punto que se quiere superar, pues se quieren bendecir circunstancias, como una relación estable entre personas del mismo sexo, que contradicen la norma y el espíritu del Evangelio. Es verdad que la Iglesia puede añadir „nuevos sacramentales “a los ya existentes (Vaticano II: Sacrosanctum Concilium 79), pero no cambiar su significado de tal manera que trivialicen el pecado, sobre todo en una situación cultural cargada ideológicamente que además induce a error a los fieles. Y este cambio de significado es precisamente lo que sucede en FS, que inventa una nueva categoría de bendición más allá de la que está ligada a un sacramento o a los sacramentales como los había entendido hasta ahora la Iglesia. FS dice que se trata de bendiciones no litúrgicas, propias de la piedad popular. Tendríamos así estos tres niveles:

  1. Oraciones ligadas a sacramentos, que piden que la persona esté en gracia para recibirlas, o que se quiera apartar del pecado.
  2. Bendiciones como las que recoge el Ritual Romano y como las ha entendido siempre la doctrina católica, que se pueden dirigir a personas, incluso cuando viven en pecado, pero no a “cosas, lugares o circunstancias contrarias a la norma o al espíritu del evangelio” (FS 10, citando el Ritual Romano). Así, por ejemplo, podría bendecirse a una mujer que ha abortado, pero no una clínica abortista.
  3. Las nuevas bendiciones que propone FS serían bendiciones pastorales, no litúrgicas ni rituales. Por tanto, ya no tendrían tampoco la limitación de las bendiciones descritas en el Ritual Romano (tipo “b”). No sólo podrían aplicarse, como en las bendiciones del Ritual Romano, a personas en pecado, sino también a cosas, lugares o circunstancias contrarias al Evangelio.

La novedad está en estas bendiciones de tipo “c”, o “bendiciones pastorales”, que por no ser litúrgicas sino más bien de “piedad popular”, no comprometerían, según FS, la doctrina evangélica, y no tendrían que guardar coherencia ni con las normas morales ni con la doctrina católica. ¿Qué decir de esta nueva categoría de bendiciones?

Una primera observación es que no se encuentra base para este nuevo uso en los textos bíblicos que se aducen, ni tampoco en ninguna declaración anterior del Magisterio. Incluso los textos que se ofrecen del Papa Francisco tampoco ofrecen pie a este nuevo tipo de bendiciones. Pues ya las bendiciones de acuerdo con el Ritual Romano (tipo “b”) permiten bendecir a alguien que vive en pecado. Y este tipo de bendiciones puede aplicarse sin problema a quien está en la cárcel o en una casa de rehabilitación, como dice Francisco (citado en FS 27). Las nuevas bendiciones pastorales (tipo “c”) van más allá de lo dicho por Francisco, pues con estas bendiciones se podría bendecir también una realidad contraria a la Ley de Dios, como la relación extramatrimonial. De hecho, según el criterio de estas bendiciones pastorales se llegaría al absurdo de poder bendecir, por ejemplo, una clínica abortista o un grupo mafioso.

A partir de aquí surge una segunda observación: es siempre arriesgado inventar nuevos términos contrarios al uso corriente del lenguaje. Pues este modo de proceder da lugar a ejercicios arbitrarios del poder. En nuestro caso, la bendición tiene una objetividad propia, y no puede ser redefinida para que se amolde a una intención subjetiva contraria a la esencia de una bendición, pues se caería en la arbitrariedad. Viene a la mente la famosa frase de Humpty Dumpty en Alicia en el País de las Maravillas: “Cuando yo uso una palabra significa lo que yo elijo que signifique, ni más ni menos”. Alicia responde: “la cuestión es si puedes hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes”. Y Humpty Dumpty sentencia: “la cuestión es quién es el que manda aquí; eso es todo”.

La tercera observación se refiere al concepto mismo de “bendición no litúrgica”, con la que no se pretende sancionar nada (FS 34), y que sería la bendición pastoral (tipo “c”). ¿En qué se diferencia de la bendición contemplada en el Ritual Romano (tipo “b”)? La diferencia no es la espontaneidad, que ya es posible en bendiciones de tipo “b”, pues no es imprescindible que estén regladas o aprobadas en el Ritual. Tampoco está la diferencia en la piedad popular, pues las bendiciones de acuerdo con el Ritual Romano son ya aptas para tal piedad popular, que necesita la bendición de objetos, lugares y personas diversas. Parece que esta bendición pastoral (tipo “c”) está creada ad hoc para poder bendecir situaciones contrarias a la norma o espíritu del Evangelio.

Esto nos lleva a una cuarta observaciónque se refiere al objeto de esta bendición pastoral, que la diferencia de la bendición de acuerdo con el Ritual Romano, pues la bendición pastoral se imparte sobre situaciones contrarias al Evangelio. Nótese que aquí no se bendicen solo a personas pecadoras, sino que, al bendecirse a la pareja, se bendice a la relación pecaminosa en sí misma. Ahora bien, Dios no puede enviar su gracia sobre una relación que se opone directamente a Él, y que no puede ordenarse en un camino hacia Él. La relación sexual extraña al matrimonio, qua relación sexual, no puede acercar a los hombres a Dios, y no puede por tanto abrirse a la bendición de Dios. Por eso, aun cuando se realizara esta bendición, su único efecto sería confundir a las personas que la reciben o que asisten a la bendición, que pensarían que Dios ha bendecido lo que Él no puede bendecir. Es verdad que el cardenal Fernández, en declaraciones al medio Infovaticana, ha aclarado que no se está permitiendo bendecir a la unión, sino a la pareja, pero esto es jugar con los conceptos, pues la pareja se define precisamente por su unión.

La dificultad de bendecir la unión es especialmente clara en el caso de la homosexualidad. Pues la bendición, en la Biblia, tiene que ver con el orden creado por Dios, que Él vio que era bueno. Este orden se apoya en la diferencia sexual de hombre y mujer, llamados a ser una sola carne. La bendición de una realidad que se opone a la creación, no solo no es posible, sino que constituye una blasfemia. Pues, de nuevo, la cuestión no es bendecir a personas que “estén en una unión que en modo alguno puede parangonarse al matrimonio” (FS n.30), sino bendecir esa misma unión que no puede paragonarse al matrimonio. Para eso precisamente FS quiere crear un nuevo tipo de bendición (FS 7; FS 12).

Algunos argumentos aparecen en FS para intentar justificar estas bendiciones. En primer lugar, la posibilidad de condiciones que eximen de la culpabilidad moral. Pero estas condiciones se refieren a la persona, no a la relación misma. Se habla también de que solicitar la bendición es el bien posible que estas personas pueden realizar en sus condicionamientos, como si pedir la bendición constituyese ya una apertura a Dios y a la conversión. Pero eso puede ser verdad de la persona que pide la bendición para sí, no de la que pide que se bendiga su relación o su pareja, pues esta persona quiere entonces justificar ante Dios la relación misma, sin percibir que, como tal relación, aleja a la persona de Dios. Finalmente, se alega que en la relación hay elementos positivos, y que estos pueden bendecirse, pero estos elementos positivos (por ejemplo, que se ayude a la otra persona en una enfermedad) son accidentales a la relación misma, cuya naturaleza es compartir la sexualidad, y no cambian la naturaleza de esta relación, que en ningún caso puede dirigirse hacia Dios, como ya indicaba el Responsum de la Congregación para la Doctrina de la fe de 2021. También en una clínica abortista hay elementos positivos, desde los anestesistas que evitan el dolor físico de la persona, hasta el deseo de los médicos de proteger el proyecto de vida de la mujer que aborta.

Una quinta observación toca la coherencia interna de esta misma bendición pastoral (tipo “c”). ¿Puede darse una bendición no litúrgica? ¿O una bendición que no represente oficialmente la doctrina de Cristo y de la Iglesia? La clave para responder no está en saber si los ritos han sido aprobados oficialmente o, por el contrario, se improvisan espontáneamente. La cuestión es que quien realiza la bendición es un sacerdote, representante de Cristo y de la Iglesia. FS afirma que no hay problema en que el sacerdote se una a la oración de las personas que se encuentran en esta situación contraria al Evangelio (FS 30), pero en esta bendición pastoral el sacerdote no se une a la oración de ellos, sino que invoca el descenso de los dones de Dios sobre la relación misma. En cuanto que el sacerdote obra en nombre de Cristo y de la Iglesia, pretender separar esta bendición de la doctrina es postular un dualismo entre lo que la Iglesia hace y lo que la Iglesia dice. Pero la revelación, como enseña el concilio Vaticano II, se da con signos y palabras intrínsecamente unidos entre sí (Dei Verbum 2), y la predicación de la Iglesia no puede tampoco separar signos y palabras. Precisamente la gente sencilla, a la que el documento quiere favorecer fomentando la piedad popular, es la más vulnerable a ser engañada por un signo que contradice la doctrina, pues capta intuitivamente el contenido doctrinal del signo.

A la vista de esto, ¿puede un fiel católico aceptar la enseñanza de FS? Dada la unidad entre signo y palabra en la fe cristiana, la única forma en que se puede aceptar que sea bueno bendecir, en cualquier modo, estas uniones, es porque se piensa que tales uniones no son objetivamente contrarias a la Ley de Dios. De aquí se sigue que mientras el Papa Francisco siga afirmando que las uniones homosexuales son siempre contrarias a la Ley de Dios, está afirmando implícitamente que tales bendiciones no se pueden dar. La enseñanza de FS se encuentra, por tanto, en contradicción consigo misma, lo cual pide una clarificación ulterior. La Iglesia no puede celebrar una cosa y enseñar otra, porque, como escribió san Ignacio de Antioquía, Cristo fue el Maestro “que dijo y se hizo” (Efesios 15,1), y no se puede separar su carne de su palabra.

La otra pregunta que nos hacíamos era si un sacerdote puede aceptar bendecir estas uniones, algunas de las cuales coexisten con el matrimonio legítimo o en las que no es infrecuente cambiar de pareja. Lo podría hacer, según FS, con una bendición pastoral, no litúrgica ni oficial (tipo “c”). Esto significaría que el sacerdote tendría que dar estas bendiciones sin actuar en nombre de Cristo y de la Iglesia. Pero esto implicaría no actuar como sacerdote. De hecho, estas bendiciones tendría que hacerlas, no como sacerdote de Cristo, sino como quien ha renegado de Cristo. Pues el sacerdote que bendice estas uniones está presentándoles, con sus gestos, como un camino hacia el Creador. Por tanto, comete un acto sacrílego y blasfemo contra el designio del Creador y contra la muerte de Cristo por nosotros para llevar a plenitud el designio del Creador. Esto implica también al obispo diocesano. Éste, como pastor de su Iglesia local, está obligado a impedir que estos actos sacrílegos sucedan, o se haría él partícipe de ellos y renegaría del mandato que le dio Cristo de confirmar en la fe a sus hermanos.

Los sacerdotes deben proclamar el amor y la bondad de Dios a todas las personas y también apoyar con consejos y oraciones a los pecadores y a los débiles que tienen dificultades para convertirse. Esto es muy distinto que señalarles con signos y palabras autoinventados pero engañosos que Dios no es tan exigente con el pecado, ocultando así que el pecado de pensamiento, palabra y obra nos aleja de Dios. No hay bendición no sólo en lo público, sino tampoco en lo privado, para condiciones de vida pecaminosas que contradicen objetivamente la santa voluntad de Dios. Y no es prueba de una sana hermenéutica que los defensores valientes de la doctrina cristiana sean tachados de rigoristas, más interesados en el cumplimiento legalista de sus normas morales que en la salvación de personas concretas. Porque esto es lo que dice Jesús a la gente corriente: „Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera“ (Mt 11,28-30). Y el Apóstol lo explica así: « Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?». (1 Jn 5,4-5). En un tiempo en que una falsa antropología está socavando la institución divina del matrimonio del hombre y la mujer con la familia y sus hijos, la Iglesia debería recordar las palabras de su Señor y Cabeza: „Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos“ (Mt 7,13-14).

domingo, 17 de diciembre de 2023

EL LIBERALISMO ECONÓMICO DE LAS PARROQUIAS CATÓLICAS





 Hace mucho tiempo, podríamos decir desde siempre, observo en las parroquias católicas todo tipo de emprendimientos. Desde enseñanza de oficios y ejercicio de oficios que se transforman en mini pymes, hasta la venta de casi todo lo vendible para recaudar fondos para misiones, grupos parroquiales, etc.

Ahora bien, todo ello es absolutamente en negro.

Y está bien.

Pero según ciertos párrafos del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, y según ciertas interpretaciones habituales de la ética social católica, estaría mal.

Veamos por ejemplo las comidas que se venden a la salida de las misas. ¿Dónde está el control bromatológico? ¿Quiénes prepararon y venden los alimentos? ¿Empleados o emprendedores? Si lo primero, ¿están contratados en blanco? Si lo segundo, ¿han hecho todos los trámites correspondientes para ser una mini pyme que pague los impuestos correspondientes? ¿Y no es que, según la DSI, los impuestos hay que pagarlos?

¿No están ejerciendo, párrocos y feligreses, el más absoluto libre mercado, “condenado” en principio por varios documentos eclesiales y por ellos mismos cuando hablan en teoría?

Y esto, de mi parte, no es una crítica. Bienvenida sea toda esa economía informal que, abrogadas las regulaciones, se convertiría ipso facto en formal.

Pero ellos, ¿advierten la contradicción? Y ni que hablar cuando los empresarios de todos estos emprendimientos son los autollamados curas villeros. 

Y ante cualquier justificación que intenten dar……… (“bueno pero nosotros…… Es que no podemos asumir los costos….. Es que no hacemos mal a nadie…… Es para sostener a la parroquia………………..), bueno, ¿por qué no puede darla cualquier otro? ¿No advierten que lo que están justificando es el total y completo libre mercado que luego condenan apenas dejan de vender la rica torta hecha por Doña Serefina?

Párrocos, feligreses, no se sientan mal. Esto no es una crítica. Es un llamado a que reconozcan las ventajas del libre mercado y los límites de ciertos documentos que han elevado al nivel de Sagradas Escrituras. 

miércoles, 13 de diciembre de 2023

REFLEXIONES FILOSÓFICAS SOBRE CAPUTO LAND

 Pasó lo que tenía que pasar. Milei está haciendo menos de lo que prometió. Para unos es mucho. Para otros es poco. 

Obvio, porque todo depende del contexto ideológico desde el cual se mire el panorama. Para un Grabois (lo más serio de la izquierda argentina) es mucho. El, y en general el peronismo de izquierda, sabe que no hay que emitir más, pero la solución son más impuestos confiscatorios para los que más tienen. Para nosotros los libertarios, que no haya libertad cambiaria, que no haya liberación del curso forzoso, y toda esa ingeniería constructivista de impuestos, es poco. Muy poco aunque el diagnóstico esté bien, y hasta allí, porquen como dijo Roberto Cachanosky, el problema no es el déficit sino el gasto publico. 

Ahora bien, este "sabor a poco" (https://www.infobae.com/opinion/2023/12/13/anuncios-con-sabor-a-poco/) no es fruto de la ignorancia de que sea necesario una transición, donde la gradualidad es inevitable. Claro que hay que diferenciar entre el corto, mediano y largo plazo, y más en una situación como en la Argentina. El asunto es cuáles son las políticas inmediatas de corto plazo. Esa es la pregunta del millón y de eso depende que se pueda pasar o no al mediano o largo plazo o que todo fracase nuevamente

El problema no radica es una alianza con lo mejor del Pro. El problema radica en que esa alianza fue hecha a las apuradas. Una alianza que dejó afuera, obviamente, a lo mejor de los economistas liberales argentinos, ante los cuales Caputo era totalmente prescindible. 

El problema no radica en una alianza con los sectores conservadores y-o nacionalistas católicos. El problema radica en el grado de conocimiento que Milei tiene de esos sectores y en la sinceridad con la cual esos sectores se acercaron a Milei. Que no creo que sea mucha. 

Ahora, aguantar la respiración y esperar. Milei está a tiempo de profundizar sus reformas e ir más adelante. Pero también puede ser que nunca lo haga.

En ese caso, Macri 2018, (https://gzanotti.blogspot.com/2023/12/cuidado-con-macri-2018.html ) pero esta vez con el liberalismo y la escuela Austríaca como agentes del fracaso. El peor panorama posible. Y Kicillof presidente. 

Por supuesto, si me equivoco, el primer aliviado por mi error seré yo. 

domingo, 10 de diciembre de 2023

CUIDADO CON MACRI 2018



Sé que son momentos de festejo para muchos. Parece que la Escuela Austríaca llegó al poder. No voy a pinchar el globo de nadie y, además, no puedo aunque quisiera, soy irrelevante.

Pero las ideas no son las que llegan al poder. Son personas y equipos concretos las que llegan, con el dificil puente entre las ideas y lo que la situación concreta permite hacer.

Nunca he criticado los intentos de esos diversos puentes. Son temas prudenciales y admiro a la gente que se juega. Mises en 1943 propuso una reforma económica para México totalmente gradualista. Y para dar otro ejemplo, en 1921 propuso que el Banco Central Austríaco se uniera al alemán. Y todos sabemos lo que pasó en 1923. Y esa Mises. 

Así que todo bien. Que Milei y su equipo hagan lo que puedan. Pero ellos no son, ni pueden serlo, ni yo tampoco, ni nadie, la Escuela Austríaca, que es mundo 3 (Popper).

Entiendo el problema de las Lelics, creo, o al menos entiendo lo que Rallo o Ravier han explicado sobre el tema. Entiendo que tomar deuda ahora y pagarla después puede ser una salida, pero si la primera medida es tomar deuda y luego lo que debe seguir no se puede hacer (bajar el gasto, bajar impuestos, desregular, privatizar, etc) y por lo tanto no se puede pagar la deuda, lo que tendremos es otro escenario parecido a Macri 2018, pero ahora "en nombre de" la Escuela Austríaca.

Por supuesto, quién soy yo para decirlo, etc. Nadie, pero de los que no son nadie, nadie es infalible. Lo importante es el razonamiento. Si alguien me convence de que tomar deuda y luego no poder pagarla NO es un juego peligroso, cambio mi irrelevante opinión inmediátamente. 

Mientras tanto estamos en un juego peligroso, muy peligroso. 

Que alguien me convenza, a su vez, de que era la única manera de empezar. 


martes, 5 de diciembre de 2023

REFLEXIONES PARA UNA IGLESIA CATÓLICA PROFUNDAMENTE DIVIDIDA

Las recientes medidas de Francisco contra Mons. Burke tendrán el obvio efecto de profundizar la grieta entre el actual pontificado y el Catolicismo conservador norteamericano.
Pero lo mismo sucedió con las medidas de JPII contra los obispos que estaban en la teología marxista de la liberación. No los convenció de nada, sólo los dejó murmurando bajo y con odio para luego vengarse, como lo hicieron con su sucesor Benedicto XVI, para ellos más odioso aún que JPII. 
Me imgino que si Francisco muriera y eligieran (que no creo) a un norteamericano conservador como Pontífice, sucedería lo mismo. Vendría la venganza del otro lado.
Y así sucesivamente, con un corsi e ricorsi casi ridículo donde la Iglesia Católica seguirá dividida en facciones, aunque sin cisma oficial, cada una con su propia liturgia, magisterio y doctrina. 
¿Tiene solución esto?
Si, claro, por la indefectibilidad de la Iglesia, pero humanamente no la vemos. 
El Magisterio ha dejado de tener autoridad en los católicos. Ya hemos comentado por qué, en cierta medida, (https://institutoacton.org/2016/04/12/la-devaluacion-del-magisterio-pontificio-gabriel-zanotti/ ) pero el problema comenzó con Pío IX, cuando en pleno debate por la infalibilidad, dijo "la tradición soy yo". Si nos pudiéramos enterar de los pensamientos secretos de muchos obispos, en ese tiempo, ante semejante cosa, nos llevaríamos buenas sorpresas. Pero como los pontífices hablan y hablan en temas opinables, no sólo en temas sociales, sino en cuestiones que hoy, retrospectivamente, son cuestiones libres entre teólogos (caso Rosmini, caso Henri De Lubac), en las cuales el tiempo los ha desautorizado, ¿con qué autoridad hoy un pontífice dice que no a ciertas cosas cuado los que las sostienen pensarán que el futuro es de ellos?
Los partidarios de los cambios en materia de moral sexual remiten a otros cambios que ya hubo, pero no es el mismo caso. Claro que hubo cambios en temas como la tasa de interés, las relaciones entre Iglesia y estado, la guerra y diversas cuestiones sociales, temas todos harto opinables, pero en materia de moral sexual, que tienen que ver con los preceptos primarios de la Ley Natural, todo lo que hubo en 2000 años han sido cambios en la pastoral, pero no en la doctrina. Lo mismo con respecto a las NO excepciones en mandamientos morales negativos, porque se trata de la permanencia de los 10 mandamientos. 
Por ende esta situación cismática de hecho no me conduce a un escepticismo de derecho. El magisterio de JPII y de Benedicto XVI en materia de dogma y costumbres ha remitido siempre a la doctrina bi-milenaria de la Iglesia e incluso Benedicto XVI llamó a interpretar al Vaticano II desde una hermenéutica de la continuidad, aunque admitiendo reformas en temas contingentes que, por el referido problema en cierto magisterio, los lefevbrianos ven como esenciales. 
El asunto es, sin embargo, que un futuro Papa que sea ortodoxo, o sea católico en materia doctrinal, deberá saber que no podrá, de hecho, recurrir a su autoridad pontificia para "imponer" la sana doctrina. No lo obedecerán en absoluto. Deberá recurrir al diálogo, a conversaciones directas NO disciplinarias. Tendrá que cumplir, por supuesto, con su función magisterial, sobre todo para proteger la fe de los más sencillos, pero con los demás deberá recurrir a peticiones, exhortaciones, almuerzos, cenas, pero los "mandatos" serán inútiles. Deberá nombrar, sí, a obispos y cardenales buenos, pero será inútil que intente echar a los que piensen diferente y cuenten con el apoyo de su feligresía. Tendrá que tener cierta autoridad moral para poder hablar con ellos sin imponer. 
Dificil, porque habitualmente los más dialogantes son más elásticos en materia doctrinal y al revés. Pero será necesario. Lo digo de vuelta: quiera la Providencia que un nuevo Santo Domingo sea pontífice.
 Más que una opinión, es una oración. 

domingo, 26 de noviembre de 2023

SI, EL CELULAR TRIUNFÓ, PERO NO RENUNCIES

(Punto 4 del cap. 7 del libro sobre mi padre, https://www.amazon.com/Luis-Jorge-Zanotti-fundamentales-importancia-ebook/dp/B0BC45843Y/ref=sr_1_1?crid=1EQGVXBBQOUQ8&keywords=Luis+Jorge+Zanotti&qid=1700944051&sprefix=luis+jorge+zanotti%2Caps%2C209&sr=8-1) 

No, no es el título del capítulo III donde mi padre trata este tema. Su título es “el sistema escolar de masas”. Pero no creo que mi padre se hubiera opuesto a esa re-interpretación. Alude al simbolismo de un episodio importantísimo: el docente que renunció porque no podía luchar con el celular en el aula. Ello resume perfectamente la esencia de la cuestión.

1.      Las novedades del s. XX.

El primer punto de este capítulo lo dedica mi padre a “los nuevos medios de comunicación del pensamiento”. Interesante cómo los describe: no como tecnologías de la información, sino comunicación, y no de datos, sino de pensamiento. Un gran diferencia[1].

Primero hace un paneo de todos los “juegos de lenguaje” (él no usaba esa expresión de Wittgenstein pero la suponía) por medio de los cuales los seres humanos se comunican. Lo hace con profundas referencias históricas y referencias al problema educativo. Resumiremos estos últimos aspectos.

Realiza entonces un análisis histórico de la palabra oral[2], la escrita y una primera gran revolución tecnológica: la imprenta. De allí pasa a la prensa escrita periodística del s. XIX, que acompañó en gran medida al ideal de la escuela redentora de fines del s. XIX. Pero ya con la prensa actual de diarios y revistas comienza a darse un cambio en ese panorama. Comienzan formas de comunicación, estilos, contenidos y juegos de lenguaje que comienzan a superar lo que “la escuela” (la escolaridad en si misma) puede hacer. “…Porque ha ocurrido que estamos en presencia de otra institución de tipo escolar, no organizada como la escuela tradicional ni en forma de sistema escolar, ni obligatoria, ni guiada o controlada por el Estado, pero que es, al fin, otra escuela, de carácter permanente y de inmensos recursos materiales y didácticos”. (Las negritas son nuestras). Otra escuela, estirando el término, esto es, la ciudad educativa.

Pero este fenómeno educativo pasó inadvertido para quienes siguen aferrados a la “educación” como escolaridad formal: “…El movimiento de la escuela nueva no captó la importancia de la prensa, en este siglo, como fenómeno educativo, como transmisor de un mensaje y como proceso de culturalización por medio de la cultura letrada. Siguió aferrado a la concepción anterior y continuó suponiendo que la escuela era el ‘hogar único’ de esa cultura letrada, de todo proceso de culturalización”. Y esto, de modo generalizado: “…Tampoco comprendieron la significación de este fenómeno, los diferentes sectores de la sociedad y sus instituciones, que mantuvieron sus disputas o batallas por el dominio de la escuela más o menos en los términos anteriores, sin advertir que estos nuevos medios de comunicación de masas eran mucho más importantes para el proceso formativo integral que la misma escuela, porque actuaban sobre los adultos y sobre los jóvenes, en forma permanente y con posibilidades materiales infinitamente más amplias que las de la escuela” (Las itálicas son nuestras). Volvemos a aclarar: cuando mi padre dice que estos nuevos medios son superiores, en sus alcances educativos, “a la escuela”, no se refiere a una escuela deficiente, sino a la escolaridad en sí misma, por mejor que esté implementada.

La radiofonía también da un salto importante: porque la palabra oral, con toda su emocionalidad, llega ahora de modo masivo, rápido y simultáneo a sectores que antes dependían de medios no tan veloces del mundo de la vida. Pero, de vuelta, tampoco fue advertido: “… Casi nadie se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Mientras las multitudes de todos los países –las masas– se incorporaban en un santiamén a esta nueva forma de comunicación del pensamiento, y millones de hombres ‘escuchaban’ radio, durante una cantidad de tiempo infinitamente mayor que el que destinaban a la lectura de libros o de periódicos, las concepciones político-educativas siguieron inamovibles, desatendieron el nuevo fenómeno y prosiguieron en la búsqueda de sus viejos objetivos sin advertir que, a su alrededor, el mundo era otro” (Las itálicas son nuestras). Siempre el mundo de la vida espontáneo había sido otro que el mundo de los métodos pedagógicos, pero ahora el mundo es otro porque ese mundo de vida espontáneo tenía consecuencias educativas antes nunca vistas. Por eso mi padre vuelve a recordar, para desesperación de todos los antiperonistas (él incluido) el famoso ejemplo del mensaje radiofónico de Perón: “…Recordemos el ejemplo de Perón en su último discurso de la campaña electoral del 46: “... salten la tranquera o rompan la tranquera!”. Una cosa era oírlo, otra hubiera sido leerlo, dentro de un amplio texto, en una hoja de papel. Para muchísimos lectores, con seguridad, hubiera sido una frase sin importancia, hubiera pasado quizá inadvertida. Ninguno de sus oyentes, en cambio, la ignoró”.

Otro paso decisivo, esencial, en toda esta transformación, es el cine. Tan crucial, que mi padre resume toda la situación: “…El círculo de la reconstrucción de la integralidad del mensaje se va completando. El problema crucial que el hombre había afrontado era que la palabra oral no perduraba en el tiempo ni se podía difundir más allá de un cortísimo espacio (1). La escritura supera ambas barreras pero a costa de una enorme pérdida, pues sólo deja el concepto, la racionalidad del mensaje (2). La radiofonía permite dar un paso notable, como hemos visto. Sin embargo, la imagen humana quedaba siempre ausente. La cinematografía es el otro paso (3): a partir de ese momento, y sobre todo con la aparición del cine hablado, imagen y voz pueden ser conservadas a través del tiempo. Aparece, en la historia de la humanidad, al lado de la cultura oral y de la cultura letrada, la cultura de la imagen” (la numeración es nuestra).

Luego una importante pregunta: “...¿Qué extraño fenómeno determina que los pedagogos y los educadores están siempre ausentes de estas novedades decisivas para la marcha de la humanidad?”

Y una muy interesante respuesta: “…Nuevamente, la escuela, la política educativa, los docentes y los pedagogos ignoraron el fenómeno. No comprendieron lo que significaba el cine como factor educativo, no advirtieron el maravilloso instrumento didáctico que había aparecido y la escuela siguió, impertérrita, igual a sí misma”.

El impacto cultural rompe esquemas habituales: “…Y sin embargo, a partir de la difusión del cinematógrafo, en todos los grupos sociales, en los cuales se introducía con cierta frecuencia –es decir, en todos los ámbitos urbanos de dimensiones mínimas– comenzaba una diferencia capital, desde los procesos de culturalización, la transmisión de los modos de vida, las costumbres, ideales, formas de conducta, pautas morales, estilos de vida familiares y criterios políticos, religiosos y sociales, en general, son el resultado de las producciones cinematográficas, más que de las tradicionales formas de comunicación que hasta entonces se manejaban, por ejemplo, la ‘convivencia’ tradicional”. (Las itálicas son nuestras).

Y luego de una breve referencia al disco (mi padre escribe eso cuando los discos son de 33 y el reproductor portátil más avanzado tenía el mismo tamaño que un CPU de las computadoras de escritorio), llega a la “…gran revolución de todos los tiempos, en materia de comunicación del pensamiento”. O sea, la televisión. “…el gran debate del siglo XX, la gran conquista para unos, la bestia negra de la cultura para otros, el avance maravilloso para algunos, el tremendo retroceso de altísimos valores para muchos”. Pero no entrará mi padre en el debate, sino que seguirá el hilo conductor de su argumentación:  “…No entraremos, en modo alguno, en el debate. No interesa para seguir el hilo del razonamiento que venimos rastreando desde el primer capítulo. Sólo necesitamos señalar el hecho de su aparición y de su arrollador e incontenible avance. Allí donde aparece, penetra con la velocidad del rayo.”

La televisión es como el sumun de lo que se venía anunciando en las tecnologías anteriores: “…La palabra oral, el mensaje de la voz humana, ha conquistado posibilidades inmensas, insospechadas durante toda la historia de la humanidad hasta bien entrado este, nuestro siglo”. Y por lo tanto, al combinar la imagen con la voz, aumenta exponencialmente los rasgos emocionales de la recepción del mensaje: “…Por eso, es natural, es comprensible, es nada más que un retorno a las formas de la democracia ateniense o a las modalidades políticas de la ciudad-Estado, que hoy, la televisión sea el instrumento decisivo de las campañas electorales; que gane el candidato más simpático, más elegante en sus presentaciones televisivas, es un escándalo para los racionalistas de la democracia que siguen exigiendo al ciudadano que decida su voto, exclusivamente, sobre la base de elementos racionales de juicio, con los que nada tiene que ver el tono, la voz y el gesto del candidato” (Las itálicas son nuestras). Y concluye: “… La pantalla de la televisión lleva a todos el mensaje envuelto en el ropaje de la pasión, sin necesidad de que quien lo escuche sepa leer y escribir. La inutilidad del alfabeto para las masas puede ser, quizá, algo más que un aterrador fantasma de las obras de ciencia ficción”. Sí, la insistencia de mi padre en la pantalla de la época no previó las formas de lectura actuales con internet, pero cuidado, la televisión con los típicos programas periodísticos y de entretenimiento masivo en horario central no han desaparecido.

2.      De la escolaridad al mundo de la vida, de vuelta pero distinto.

Por lo tanto, la ilusión de que la escuela, con sus métodos, positivistas o no, pueda ser el centro de la educación de la persona, ha terminado. “La ciudad educativa” (expresión con la cual mi padre designó a los mundos de la vida informales atravesados por las nuevas tecnologías) ocupan ahora un lugar central. Siempre lo habían ocupado, pero ahora, por las nuevas tecnologías, con ciertas diferencias específicas.

Uno, se pierde el cara a cara, con sus ventajas e inconvenientes. Tal vez en su tiempo mi padre vio más ventajas que inconvenientes. No pudo imaginar que se intentaría hablar de cosas íntimas por whatsapp o las locuras u obsesiones actuales con el famoso zoom.

Dos, esta educación informal se hace masiva.

Tres, pierde la prioridad el mundo de vida local. Estos nuevos medios vencen las fronteras e internacionalizan el mundo cotidiano.

Cuatro, estos medios parecen concomitantes a la aceleración de la Historia. Las nuevas técnicas no sólo inundan los mundos de la vida, los cambian rápido, sino que se comunican rápido. Como ya dije, a mi padre lo asombró más que el descenso en la Luna tuviera transmisión televisiva instantánea que el viaje en sí mismo.

Pero cuidado, no era sólo enterarse de la carrera espacial o del discurso de un presidente en Marte. Había otra cosa: “… Hay cosas más graves: las pautas morales pueden cambiar con facilidad sorprendente. No será lo mismo que para aceptar una nueva bebida o un nuevo artefacto hogareño, pero habida cuenta de la diferencia de categoría axiológica que una y otra cosa representan, la velocidad con que se puede imponer el nuevo criterio moral, resulta aterrador.” Allí mi padre agregaba a pie de página: “…Lo cual no implica un juicio de valor sobre esa rapidez porque en última instancia ese juicio siempre dependerá de lo que pensemos acerca del nuevo criterio que se haya impuesto. En una ocasión nos parecerá formidable esa rapidez; en otra, espantosa”.

Lo que sigue es de una actualidad asombrosa. Dice mi padre: “…Por último, queda por mencionar otro carácter que asume este tipo de culturalización, basado en los modernos medios de comunicación de masas. Es la necesidad insuperable de que tales medios sean manejados de manera colectiva por los grupos políticos o económicos que detentan el poder. Porque la utilización de esos medios, exige, o un gran poder económico o un gran poder político. Y esto no ha hecho sino intensificarse y no hará sino ir en aumento en el futuro”. Impresionante: ¿no es lo que está sucediendo actualmente con las big tech y la cultura de la cancelación? Miren el ejemplo: “…Jesús, efectivamente, hubiera dispuesto de un extraordinario aliado si hubiera tenido la televisión a su disposición, o la radiofonía. Pero, ¿se la hubieran dejado usar los poderosos de entonces? Porque no se trata de recursos al alcance del hombre individual, solo, aislado y ni siquiera, a disposición de pequeños grupos o de minorías armadas tan sólo con la fuerza de sus ideas. Estos medios de comunicación, tan poderosos, de tan notables efectos, exigen una gran concentración de poder económico o político para ser puestos en funcionamiento” (las itálicas son nuestras). Obviamente, en 1972 nadie podía prever la magnitud y tragedia actual de esta predicción. Incluso mi padre tiraba una esperanza: “… La transmisión del mensaje cara a cara, en pequeños grupos, lleva mucho más tiempo, pero puede alcanzar éxito al margen y aún en abierta oposición a los designios de los grupos políticos o económicos que detentan el poder en cada circunstancia histórica”. ¿Será así? Ojalá que sí. Creo que ahora, en el 2021, no podemos saberlo….

Concluye: “…Por todo lo expuesto, se advierte que estamos, efectivamente, frente a un retorno de la cultura oral y de la imagen, pero no ante un simple resurgimiento del ayer, sino frente a una situación radicalmente nueva que coloca a la escuela ante un problema crítico”.

3.      Adiós escuela adiós.

El siguiente punto es descripto por mi padre sin miramientos: “…Desplazamiento de la escuela como eje del proceso educativo”. Y lo resume en un párrafo que a su vez resume lo ya dicho en Desdén y mito de la escuela, La misión de la pedagogía y La escuela y la sociedad en el s. XX: “…Hasta mediados del siglo XIX, para la gran masa de la población, el proceso de culturalización y de formación general era un fenómeno ‘vital’, que se daba en los ámbitos familiares y sociales (1). A partir de ese momento –es todo el desarrollo del capítulo II de este trabajo– surge la idea de que ser ‘iletrado’ significa ser ‘inculto’, quedar al margen del proceso de culturalización. La escuela pasa a ser, para la concepción político-educativa de ese momento histórico, el eje del proceso educativo (2)”. En punto y a parte, sigue: “…El movimiento de la escuela nueva (3) no altera esa concepción. Allí está el error que le achacamos. Ese movimiento comprendió que no se habían logrado satisfactoriamente los ideales redentores asignados a la escuela por la política educativa del siglo anterior, pero en cambio se entendió que esos ideales debían ser logrados por otros medios, se dispuso introducirlos en la escuela y a mejorar la escuela para poder alcanzarlos”. “…Pero ahora –concluye-, ya entrada la segunda mitad del siglo XX, nos encontramos con una situación radicalmente nueva (4), como hemos dicho: se trata de la aparición de los medios de comunicaciones de masas, y en particular los que se basan en la palabra oral y la imagen, que de hecho, y aunque la escuela y la política educativa lo adviertan o no, lo acepten o no, lo han despojado de su papel de eje del sistema educativo. Ese eje se ha desplazado nuevamente hacia la sociedad, como antes, pero con una diferencia: ahora la sociedad no actúa directamente, sino por obra de unos intermediarios que son los medios de comunicaciones de masas”. (Las itálicas y la numeración son nuestras).

Despejemos una duda para el lector: ¿está simplemente describiendo algo de lo cual habría que quejarse o en el fondo está de acuerdo con que sí sea? En el fondo y no en el fondo, mi padre era un entusiasta de estos cambios. Nunca tuvo la visión apocalíptica de los grandes cambios tecnológicos ni de la educación informal, a pesar de que reconocía sus peligros. Prefería correr los riesgos de la libertad. Era otro espíritu. Por eso no encajó nunca en un país que era y es la expresión vívida del “miedo a la libertad” del que hablaba Fromm.

4.      Las tres etapas.

Finalmente, entonces, ¿cuáles son las tres etapas de la política educativa?

Las dos primeras son la escuela redentora y le escuela nueva, respectivamente. A pesar de que se siguen practicando, para mi padre ya eran Historia.

La tercera es en la que aún estamos y ya era difícil de caracterizar en su momento. “…. No se ha perfilado todavía de manera clara”, dice mi padre. Es una etapa donde se comprende ya no puede cumplir, no por deficiencia sino por su misma naturaleza, los fines que la escuela redentora y la escuela nívea le habían encargado. Esta tercera etapa será más bien una política cultural donde la escuela sea una parte de un todo más amplio, un todo donde las nuevas tecnologías de la comunicación del pensamiento jugarán un papel esencial.

Mi padre advierte la incertidumbre de ese momento (1972) pero tenía sus esperanzas en la última década del XX: “…Cómo se desarrollará concretamente esta nueva etapa, cuáles serán sus manifestaciones legales o institucionales, y qué modalidades presentarán los conflictos que, sin duda, habrán de suscitar, habremos de verlo en las décadas que faltan hasta concluir el siglo XX. Es probable que sólo alrededor de la última década del siglo se perfile definitivamente y logre montar mecanismos de acción propios, que tendrán muy poco que ver con las modalidades educativas y de culturalización que hasta este instante estamos habituados a conocer”. Esta predicción no se cumplió, tal vez porque cierta paradoja, a la cual haremos alusión de inmediato, se fue de las manos de ese optimismo moderado.

5.      ¿Qué paradoja?

La paradoja es la siguiente: “… mientras las instituciones escolares son definitivamente desplazadas en muchas de sus tareas y se desvanece la esperanza en una escuela mesiánica, redentora de la humanidad, enfrentamos el problema de la 'explosión escolar', y los sistemas educativos escolares no hacen sino crecer de manera impresionante”.

¿Y por qué?

En primer lugar, las generaciones van creciendo en sus aspiraciones y posibilidades escolares: los abuelos la primera, sus hijos la secundaria, los nietos la universidad.

En segundo lugar, las nuevas tecnologías demandan una nueva formación científica para la cual, a su vez, son necesarios nuevos sistemas escolares.

Tres, el desarrollo económico reduce las jornadas laborales dejando más tiempo para la escolaridad.

Pero la paradoja es aparente: “…Y sin embargo, el proceso de culturalización total del ser humano, los fenómenos educativos en su sentido integral, dependen cada vez menos de la escuela. La sociedad, por medio de los fabulosos medios de comunicaciones de masas que ha descubierto, ha recobrado su papel tradicionalmente decisivo en ese sentido. Han caído las esperanzas de hacer sociedades perfectas –o casi– por la obra del alfabeto y del maestro de escuela. Ahora sabemos que esta institución y este trabajador pueden colaborar en la gran obra, pero nada más que colaborar”.

Pero entonces el papel de la política educativa es re-ubicar a la escuela en este proceso cultural en el cual ya no tiene el papel redentor de antaño.

6.      Visión retrospectiva.

Sin embargo, mi padre no da en este texto las soluciones para ello. Como veremos más adelante, esas soluciones tienen que ver con un nuevo giro en la libertad de enseñanza y en el planteo de nuevas funciones profesionales docentes. Ello es lo que lograría que esta tercera etapa logre el dinamismo adecuado. Pero hemos usado el potencial porque a pesar de esos escritos posteriores de mi padre, de hecho poco cambió. La escuela como mito sigue habitando en lo profundo del simbolismo colectivo. El lo advirtió, y por eso el próximo libro que veremos fue su último intento de cambiar algo. Luego se dedicó al diario La Nación y se resignó a que la sociedad no estaba preparada para sus propuestas o que él había estado equivocado. En cualquiera de los dos casos, comenzó un proceso de silencio, que su temprana muerte habría ratificado de modo definitivo. Este libro es el intento de cortar ese silencio, hacerlo hablar de vuelta, porque esa escolaridad elevada a tótem intocable se está convirtiendo en una grave crisis de paradigma, en términos de Kuhn, que parece extenderse sine die[3]. En términos del mismo autor, mi padre, formado en el paradigma dominante, tuvo la tensión esencial suficiente como para proponer el paradigma alternativo[4].


 



[1] Como educador, mi padre daba por descontada la diferencia entre información y conocimiento, porque él (como periodista también) nunca había sido informador, sino formador. Sobre este tema, ver Zanotti, Gabriel J: Conocimiento vs. Información, Unión Editorial, Madrid, 2011.

[2] Las observaciones culturales vertidas en estos apartados tienen una gran riqueza que no podemos resumir en este momento. Sólo me permito una cita con respecto al estilo oral: “…Es una experiencia común para las personas habituadas a pronunciar discursos o conferencias, sin escribir previamente el texto que si graban su exposición y la vuelcan por escrito, fielmente, se obtiene un resultado horroroso desde el punto de vista del estilo y de la corrección gramatical y que cuesta muchísimo quitar, a posteriori, ese “sabor oral”. Y aquí mi padre hace una cita que sorprenderá a algunos: “…Es imposible extenderse más en este tema que resulta apasionante. Son abundantes los estudios realizados al respecto aunque los escritos originalmente en castellano no abundan en nuestro país –por motivos que no queremos tampoco entrar a analizar ahora– parece volcarse con mucho más entusiasmo hacia los aspectos gramaticales y puristas del idioma. Me permitiría citar, como consulta muy conveniente para este punto, el prólogo que el P. Leonardo Castellani ha puesto a sus comentarios de los Evangelios. (El Evangelio de Jesucristo, Editorial Itinerarium, Buenos Aires, 1957)”.

[3] Contrariamente a lo que pueda parecer, la crisis sanitaria del 2020 (que la Historia dirá si fue pandemia o no) no ha hecho más que retrasar las reformas. Porque el famoso zoom, visto al principio como una aceleración del gran cambio que iba a venir (al respecto, ver mi blog: https://www.libertadyprogreso.org/2020/06/18/educadores-el-zoom-no-es-el-futuro/) no ha hecho sino entronizar aún más al aula presencial, a la cual se demanda volver. Y está bien, porque ese zoom forzado está lejos de ser lo que mi padre preveía en esta tercera etapa: no es más que llevar a la computadora los vicios de la escolaridad formal, con lo cual las cosas se agravan.

[4] Esto ya lo habíamos dicho cuando comentamos su primer libro: “…Y aquí hay algo clave para todo el análisis de todas sus obras: ya desde 1960 (y tal vez desde hacía mucho tiempo antes) mi padre comenzó a ver los límites, las dificultades, del paradigma en el que se había formado. Se podría describir toda la obra de mi padre como un largo y paulatino desprendimiento de ese positivismo pedagógico, tanto en lo didáctico como en la acción educativa del Estado. En términos epistemológicos, fue el típico miembro del paradigma dominante que, merced a tu tensión esencial (Kuhn) hace entrar al paradigma a ciertos elementos del paradigma alternativo que terminan rompiéndolo como efecto dominó”.