Continuando un poco el tema del Domingo anterior, vamos a cambiar el enfoque hacia “el que está del otro lado” del profesor. Que no necesariamente es el alumno del sistema formal. Puede ser el que asiste a una conferencia, el que va a un debate, etc….
Las cosas han cambiado mucho, y no sólo por internet. Me acuerdo que en Eseade, hace más de 20 años, vino a dar una conferencia Marco Aurelio Risolía. Hacia el final, uno o dos de los investigadores full time –en esa época los había- le hicieron algunas preguntas, cordiales, educadas, pero no precisamente elogios panegíricos de sus palabras. El buen Dr. Risolía contestó cortésmente, pero sorprendido. Unos días después, nuestro Charles de entonces, el Dr. Gallo –qué épocas…..- explicó lo sucedido a los mutantes que habitábamos el Departamento de Investigaciones. Es que las generaciones académicas anteriores, al menos en Argentina, estaban acostumbradas a los grandes discursos en las Academias Nacionales, que una serie de caballeros de saco y corbata seguía con reverencia –o con odios y celos muy bien reprimidos- seguida de los aplausos correspondientes. Y claro, las objeciones académicas de un Departamento de Investigaciones (¿un qué? ) les parecían algo extraño………..
Pero eso no era nada. Ahora el panorama es diferente. Hace unos años estoy notando que cada tanto, en clases o conferencias, aparecen verdaderas enciclopedias vivientes, que no han pasado por el sistema formal. Eso es lo más interesante. No son meros acumuladores de datos: han conformado su propio paradigma, su concepción del mundo, a través de un número ilimitado de horas de vuelo en internet. Han leído lo inimaginable y no van a escuchar precisamente para aplaudir.
Los hay de dos tipos, fundamentalmente. Unos son tranquilos. Escuchan, preguntan, pero no agraden. El expositor no sabe que lo peor que le puede pasar es que no le sigan preguntando. O sea, el profesor, conferenciante, chanta o lo que fuere, no sabe que en general el tranquilito lo bocha en silencio compasivo.
Otros, en cambio, descargan contra el pobre expositor toda su agresividad. Lo peor es que se le puede reclamar su “mala educación”, hasta se puede “llamar a seguridad”, pero lo tragicómico es que el inmisericorde francotirador sabe lo que dice.
En ambos casos, la pregunta típica: ¿de dónde salió “este”? ¡De internet! En ambos casos, el autodidacta internéctico está solo, fuera de las normas del paradigma, fuera de los puzzle solvings habituales, y si los conoce le importan sencillamente muy poco. Para él no existen escalafón docente, ni publish or perish ni fichas para la soviética coneau. Puede ser misericordioso o agresivo, pero está solo, fuera de todo sistema.
Y ese es el punto. El sistema formal no puede absorberlos. No puede ni le interesa, obviamente. Muchos de ellos se adaptan. Otros no. Entre los que no, puede haber varios Einsteins (Einstein habitaba fuera del sistema formal, valga la maliciosa aclaración… Igual que Wittgesntein….. Claro, después el sistema formal los adopta cuando necesita sus glorias….). Pero el mundo se los perderá. ¿Por qué? Porque lo que vale, para el soviet mundial de enseñanza, es el certificado de que hemos pasado por sus reglas, que han llegado a desplazar a los 10 mandamientos de la ley mosaica. ¡Qué diría Feyerabend!
En mi vida me he encontrado con muchos de los del primer grupo. En general me doy cuenta de lo que hablan, pero no les puedo seguir el ritmo. Han sido para mí invaluable fuente de aprendizaje. Porque habitualmente, como los miro, me hablan. Hablan, hablan, hablan y hablan, hasta el cansancio, porque nadie los mira, nadie los escucha. He aprendido de ellos infinidad de cosas y les estoy agradecido de por vida. Pero se me estremece el corazón cada vez que pienso en ellos, porque quedan solos. El soviet, el espantoso soviet, no los logra “curar”, por suerte, pero igual, los convierte en los parias, en los silentes excluidos y marginados del Para-Nada-Sacro-Imperio-Escolar-Inhumánico. Qué horror.
Excluidos del sistema, vagan solos por un mundo indiferente a su existencia. Excepto que se atrevan a poner un pie, donde sus profundos sentimientos –o sea sus pensamientos- serán incinerados por los clérigos del Equilibrium.
domingo, 22 de febrero de 2009
domingo, 15 de febrero de 2009
EL PROFESOR EN TIEMPOS DE INTERNET
Estaba en Eseade, clase de post-grado sobre Mises. Comienzo la clase confundiendo “datos”. Mises nació en Viena………. ¡No!, Eh…….. ¿Dónde era? Bueno, tampoco me acuerdo…. Disculpen….. Pero el año, seguro: 1883. Eh…. No, perdón, tampoco, eh…. ¡Ah!!, 1881, lo que pasa es que me confundo con el fundador del Aikido…………….
Je je. Eran los 1ros 5 minutos de 3 horas, y la primera clase de 8 clases. ¡Buen comienzo! Con otra actitud, hubiera sido como para desaparecer en el sótano de la institución. Pero ni siquiera me planteé el problema. Seguí jugando, haciendo chistes, gastándome a mí mismo con mis desboles y haciendo un show unipersonal al mejor estilo Woody Allen de sus primeros tiempos. Luego seguí con los temas previstos, y además de Max Weber, Menger, la praxeología, La Acción Humana y los fenómenos complejos, comenzó lo más importante: la transferencia psicoanalítica con los alumnos. Y a las 21,30 sólo me alegré de que terminara la clase porque a las 22 pasaban E.R.en WB.
No crean que siempre hay “transferencia”. Con los de pregrado no me es tan fácil. Pero no nos vayamos de tema. Nobleza obligaba confesión. Sigamos.
En el ínterin, en esos primeros desopilantes minutos, donde seguramente algunos alumnos pensaron qué loco tenían delante, uno de ellos buscó en su computadora, wifi mediante, Mises, en Wikipedia. Apareció “todo”, pero, sobre todo, aquellos datos de los que yo, ADD mediante, acto fallido mediante o lo que fuere mediante, me había olvidado, y muy amablemente me los dijo, con sonrisa pícara. “Si si, claro, eso!!!!”, fue la respuesta de su memorioso profesor.
¡Excelente!!!El episodio me dejó pensando. Claro, él –ni nadie- me necesitaba para que le repitiera lo que ya encontraba en internet. Pero con eso vamos al tema de fondo: la clase nunca debió ser lo que luego, lamentablemente, casi siempre fue. Un ridículo lugar donde un señor, con ganas de que el pizarrón se convierta en un armario narniano, repite mecánicamente lo que ya está escrito en un libro y que los alumnos, of course, podrían leer por su cuenta. Luego en la “clase” siguiente “toma lección” y el alumno repite de memoria lo que ya está en el libro y lo que fue repetido por el profesor (texto al cubo). Y si se saca 10 será un “buen” alumno y los “profesores” dirán: ¡”sabe”!!!!
¿Sabe?
Ya “sabemos” que no, pero ya hemos hablado de eso. No in-sistamos. Lo que queremos ahora decir es: en todas las épocas, una “clase” devenida en repetición de datos es una ridiculez, muy costosa en vidas humanas, o sea, en aniquilación de las inteligencias y corrupción de la afectividad, con otro costo enorme en tiempo y dinero, como si sobraran.
Así que, ¿qué es lo nuevo?
Que nunca como en estos tiempos internécticos, esto es tan evidente. Los alumnos no necesitan “datos”: tienen todos los que quieran, al instante. Bueno, en realidad, tienen ahora la mayor apariencia de datos, porque nunca los hubo, ni ahora ni antes. Siempre hubo textos escritos que obviamente necesitaban contextos para ser decodificados, y en ese sentido –como ya hemos dicho- no se trata de que “no sean necesarios” los datos, sino que es imposible que los haya. No hay información: hay conocimiento, hay interpretación, hay creatividad, comentario, y si no hay eso, no hay nada, excepto mensajes escritos, cuya correcta sintaxis y semántica producen la ilusión óptica de que “dicen” algo, cuando el único que puede hablar, conocer, es el ser humano….
Pero nos fuimos de tema. Lo que queremos decir es que los alumnos despiertos, los que anhelan vida, (¿o sea, los alumnos?) siempre supieron dónde encontrar los textos escritos, y siempre buscaron, aunque poco encontraron, ese “algo más” que es nada más ni nada menos que el conocimiento humano, que no es ni carbono, ni silicio, ni Gutenberg ni papiro. Es creación….
Pero ahora, la cosa es, como decíamos, más evidente que nunca. El alumno despierto exigirá ahora –más en un post-grado- precisamente aquello que Wikipedia o Google no le puede dar. Si no, ¿para qué gastar valioso tiempo y dinero?
Ahora, la ridiculez del sistema formal positivista de enseñanza, concebido como una impresora de datos en un pobre alumno denigrado y maltratado como tabula rasa, está llegando a su fin “de hecho” con una increíble rapidez, por más que la burocracia de estados, sindicatos, coneaus, bruselas y diversos soviets se empeñen, con lamentable éxito, en mantener las apariencias, apariencias costosas, lamentables y ridículas. Pero gracias a la tan denigrada internet –qué raro que sus denunciantes sean a veces personas apoltronadas en lo más farisaico de sistema formal- la ridiculez del sistema es más y más visible. El profesor que no sepa hacer sencillamente lo suyo, o sea, comentar el texto, dar el contexto que no puede dar ningún texto, quedará cada vez más al descubierto. Y conste que no decimos esto desde una supuesta superioridad del “profesor creativo” vs. el profesor repetitivo. No, se trata simplemente de enseñar, o no. “Profesor repetitivo” es una contradictio in terminis. Mi oficio es un oficio como cualquier otro, y saberlo hacer no tiene ningún mérito adicional que cualquier oficio bien hecho. La sola diferencia es que quienes no saben el oficio, no saben que no lo saben y sobreviven en una estructura ya caduca, que sólo sirve para la alienación general. Pero sus víctimas serán cada vez menos. Los neos y trinitys son cada vez más, los morfheous y las pastillitas rojas, cada vez más. La matrix se desvanece en una amalgama lamentable de ineficiencia y coacción, y sus agentes smith habitan cada vez más el traje negro del ridículo.
Lectura recomendada: “Nuevas funciones profesionales docentes” (1978), de Luis J. Zanotti, en http://www.luiszanotti.com.ar/artinvedu1.htm#1
Je je. Eran los 1ros 5 minutos de 3 horas, y la primera clase de 8 clases. ¡Buen comienzo! Con otra actitud, hubiera sido como para desaparecer en el sótano de la institución. Pero ni siquiera me planteé el problema. Seguí jugando, haciendo chistes, gastándome a mí mismo con mis desboles y haciendo un show unipersonal al mejor estilo Woody Allen de sus primeros tiempos. Luego seguí con los temas previstos, y además de Max Weber, Menger, la praxeología, La Acción Humana y los fenómenos complejos, comenzó lo más importante: la transferencia psicoanalítica con los alumnos. Y a las 21,30 sólo me alegré de que terminara la clase porque a las 22 pasaban E.R.en WB.
No crean que siempre hay “transferencia”. Con los de pregrado no me es tan fácil. Pero no nos vayamos de tema. Nobleza obligaba confesión. Sigamos.
En el ínterin, en esos primeros desopilantes minutos, donde seguramente algunos alumnos pensaron qué loco tenían delante, uno de ellos buscó en su computadora, wifi mediante, Mises, en Wikipedia. Apareció “todo”, pero, sobre todo, aquellos datos de los que yo, ADD mediante, acto fallido mediante o lo que fuere mediante, me había olvidado, y muy amablemente me los dijo, con sonrisa pícara. “Si si, claro, eso!!!!”, fue la respuesta de su memorioso profesor.
¡Excelente!!!El episodio me dejó pensando. Claro, él –ni nadie- me necesitaba para que le repitiera lo que ya encontraba en internet. Pero con eso vamos al tema de fondo: la clase nunca debió ser lo que luego, lamentablemente, casi siempre fue. Un ridículo lugar donde un señor, con ganas de que el pizarrón se convierta en un armario narniano, repite mecánicamente lo que ya está escrito en un libro y que los alumnos, of course, podrían leer por su cuenta. Luego en la “clase” siguiente “toma lección” y el alumno repite de memoria lo que ya está en el libro y lo que fue repetido por el profesor (texto al cubo). Y si se saca 10 será un “buen” alumno y los “profesores” dirán: ¡”sabe”!!!!
¿Sabe?
Ya “sabemos” que no, pero ya hemos hablado de eso. No in-sistamos. Lo que queremos ahora decir es: en todas las épocas, una “clase” devenida en repetición de datos es una ridiculez, muy costosa en vidas humanas, o sea, en aniquilación de las inteligencias y corrupción de la afectividad, con otro costo enorme en tiempo y dinero, como si sobraran.
Así que, ¿qué es lo nuevo?
Que nunca como en estos tiempos internécticos, esto es tan evidente. Los alumnos no necesitan “datos”: tienen todos los que quieran, al instante. Bueno, en realidad, tienen ahora la mayor apariencia de datos, porque nunca los hubo, ni ahora ni antes. Siempre hubo textos escritos que obviamente necesitaban contextos para ser decodificados, y en ese sentido –como ya hemos dicho- no se trata de que “no sean necesarios” los datos, sino que es imposible que los haya. No hay información: hay conocimiento, hay interpretación, hay creatividad, comentario, y si no hay eso, no hay nada, excepto mensajes escritos, cuya correcta sintaxis y semántica producen la ilusión óptica de que “dicen” algo, cuando el único que puede hablar, conocer, es el ser humano….
Pero nos fuimos de tema. Lo que queremos decir es que los alumnos despiertos, los que anhelan vida, (¿o sea, los alumnos?) siempre supieron dónde encontrar los textos escritos, y siempre buscaron, aunque poco encontraron, ese “algo más” que es nada más ni nada menos que el conocimiento humano, que no es ni carbono, ni silicio, ni Gutenberg ni papiro. Es creación….
Pero ahora, la cosa es, como decíamos, más evidente que nunca. El alumno despierto exigirá ahora –más en un post-grado- precisamente aquello que Wikipedia o Google no le puede dar. Si no, ¿para qué gastar valioso tiempo y dinero?
Ahora, la ridiculez del sistema formal positivista de enseñanza, concebido como una impresora de datos en un pobre alumno denigrado y maltratado como tabula rasa, está llegando a su fin “de hecho” con una increíble rapidez, por más que la burocracia de estados, sindicatos, coneaus, bruselas y diversos soviets se empeñen, con lamentable éxito, en mantener las apariencias, apariencias costosas, lamentables y ridículas. Pero gracias a la tan denigrada internet –qué raro que sus denunciantes sean a veces personas apoltronadas en lo más farisaico de sistema formal- la ridiculez del sistema es más y más visible. El profesor que no sepa hacer sencillamente lo suyo, o sea, comentar el texto, dar el contexto que no puede dar ningún texto, quedará cada vez más al descubierto. Y conste que no decimos esto desde una supuesta superioridad del “profesor creativo” vs. el profesor repetitivo. No, se trata simplemente de enseñar, o no. “Profesor repetitivo” es una contradictio in terminis. Mi oficio es un oficio como cualquier otro, y saberlo hacer no tiene ningún mérito adicional que cualquier oficio bien hecho. La sola diferencia es que quienes no saben el oficio, no saben que no lo saben y sobreviven en una estructura ya caduca, que sólo sirve para la alienación general. Pero sus víctimas serán cada vez menos. Los neos y trinitys son cada vez más, los morfheous y las pastillitas rojas, cada vez más. La matrix se desvanece en una amalgama lamentable de ineficiencia y coacción, y sus agentes smith habitan cada vez más el traje negro del ridículo.
Lectura recomendada: “Nuevas funciones profesionales docentes” (1978), de Luis J. Zanotti, en http://www.luiszanotti.com.ar/artinvedu1.htm#1
domingo, 8 de febrero de 2009
WITH ALL DUE RESPECT MR. PRESIDENT
Hay una escena en la serie commander-in-chief (que no siguió), donde la protagonista, que es la presidente de los EEUU (si, “la” presidente, esa era la originalidad de la serie) era abordada imprudentemente por un empresario que le pedía un subsidio. Ella, la intachable, la que estaba decidida a cambiar Washington, le contesta más o menos que cómo se atreve. Y él le dice, revelando en su respuesta el drama político de las democracias occidentales: “you have the power, don´t you?”
Terrible respuesta.
La historia real nos ha deparado, no una mujer, sino un afroamericano, inteligentísimo y de atractiva personalidad, que ha despertado la admiración de muchos, y me incluyo.
Nuestro presidente está empeñado en obras públicas y subsidios para sacar a la economía de EEUU adelante. Ok, Bastiat no, Keynes si. Lo comprendemos. Pero lo interesante es que hace poco, con esa franqueza que lo caracteriza, ironizó la oposición de algunos republicanos diciendo algo así como “¿van a pregonar de vuelta sus viejas recetas?”
Y si, algo de razón tiene. O casi toda. Pregonando el mercado libre, los republicanos han bajado algunos impuestos, pero han aumentado el déficit y el control gubernamental de la economía por doquier.
Pero qué lástima que nuestro presidente, lleno de vigor y nobles ideales, crea que ese mamarracho es la free market economy, y no parezca tener noticia de otros ideales. Los de Mises, Hayek y varios libertarios norteamericanos, que desean el cambio tanto como él. Porque mientras Obama piensa que se puede cambiar al gobierno, volverlo “bueno”, los libertarios pensamos que el gobierno mismo es el problema. El cambio, la auténtica revolución, consistiría en eliminar totalmente la Reserva Federal, los controles migratorios y aduaneros, todos los subsidios y prebendas, eliminar totalmente el impuesto a la renta, el Welfare State, devolver el manejo de los bienes públicos a los municipios, en eliminar la CIA y todas las comisiones reguladoras de Washington, y luego, en el 2012, luego de la auténtica revolución, estaríamos en condiciones de ver qué hacemos con el Limited Government.
Hasta entonces, nada de fondo cambiará. La historia le estará muy agradecida a este joven héroe, si consigue evitar una 3ra guerra. Igual agradecimiento le debemos a Kennedy. No es poca cosa. Pero por lo demás, la desilusión será grande y lo más triste es que él no entenderá por qué. Cabe esperar, sin embargo, que su juventud e inteligencia (que es mejor que la “experiencia” de los malos hábitos) le de la plasticidad suficiente para “cambiar” su noble utopía en sus propios poderes. Si, es noble soñar en que uno va a utilizar su propio poder para el bien. Es noble soñar con ser superman o el Capitán América. Pero más noble es volver a ser el humilde administrador de una humilde república, antes que dejar el triste recuerdo de todos los imperios.
Terrible respuesta.
La historia real nos ha deparado, no una mujer, sino un afroamericano, inteligentísimo y de atractiva personalidad, que ha despertado la admiración de muchos, y me incluyo.
Nuestro presidente está empeñado en obras públicas y subsidios para sacar a la economía de EEUU adelante. Ok, Bastiat no, Keynes si. Lo comprendemos. Pero lo interesante es que hace poco, con esa franqueza que lo caracteriza, ironizó la oposición de algunos republicanos diciendo algo así como “¿van a pregonar de vuelta sus viejas recetas?”
Y si, algo de razón tiene. O casi toda. Pregonando el mercado libre, los republicanos han bajado algunos impuestos, pero han aumentado el déficit y el control gubernamental de la economía por doquier.
Pero qué lástima que nuestro presidente, lleno de vigor y nobles ideales, crea que ese mamarracho es la free market economy, y no parezca tener noticia de otros ideales. Los de Mises, Hayek y varios libertarios norteamericanos, que desean el cambio tanto como él. Porque mientras Obama piensa que se puede cambiar al gobierno, volverlo “bueno”, los libertarios pensamos que el gobierno mismo es el problema. El cambio, la auténtica revolución, consistiría en eliminar totalmente la Reserva Federal, los controles migratorios y aduaneros, todos los subsidios y prebendas, eliminar totalmente el impuesto a la renta, el Welfare State, devolver el manejo de los bienes públicos a los municipios, en eliminar la CIA y todas las comisiones reguladoras de Washington, y luego, en el 2012, luego de la auténtica revolución, estaríamos en condiciones de ver qué hacemos con el Limited Government.
Hasta entonces, nada de fondo cambiará. La historia le estará muy agradecida a este joven héroe, si consigue evitar una 3ra guerra. Igual agradecimiento le debemos a Kennedy. No es poca cosa. Pero por lo demás, la desilusión será grande y lo más triste es que él no entenderá por qué. Cabe esperar, sin embargo, que su juventud e inteligencia (que es mejor que la “experiencia” de los malos hábitos) le de la plasticidad suficiente para “cambiar” su noble utopía en sus propios poderes. Si, es noble soñar en que uno va a utilizar su propio poder para el bien. Es noble soñar con ser superman o el Capitán América. Pero más noble es volver a ser el humilde administrador de una humilde república, antes que dejar el triste recuerdo de todos los imperios.
domingo, 1 de febrero de 2009
HOMENAJE A JUAN ROBERTO COURREGES
El Domingo pasado, a las 11,15, me encontraba yo en el Cementerio de Morón, despidiendo los restos de Juan Roberto Courréges. La muerte siempre es así de sorpresiva. Ya lo sabemos.
Mientras descendía el cajón a la tierra, no pude dejar de recordar todas las instancias que me hicieron sentir la bondad, la enorme bondad de Courréges. El “fue” la primera clase que escuché en la Unsta, en 1979. Era la clase inaugural. Ese mismo día le hice varias preguntas. El hizo algo que, luego, me fui enterando que no era tan frecuente en “el ambiente”: me contestó. No importa qué. Me miró, me escuchó, me contestó. A mí y a todos.
Sus clases tenían no sólo ciencia: tenían la pasión del que habla del mundo que habita. Sus clases no terminaban. No hay tradición de “clase de consulta” en la Argentina, pero eso no importó para Courréges: su vida entera fue una clase de consulta. Su vida representó esa diaconía de la docencia, ese servicio al prójimo representado en el tono de su voz, y en los infinitos caminos que abría a sus alumnos, desparramando y prodigando citas, bibliografías, artículos y libros, sin nada, sin sencillamente nada más que él mismo.
No trabajó en sobreabundancia de comodidades. Sería innecesario enfatizar la estrechez de sus medios, la escasez de sus recursos……A pesar de todo su admirable trabajo. Un acto de justicia, en este mundo cruel, fue la publicación (gracias a Beltrán, Delbosco, Franck y Roldán) de un libro en su homenaje, en el 2007: Contemplata Aliis Tradere, título que sintetiza el espíritu de la orden dominica que se dio en él a la perfección: transmitir a otros lo contemplado.
Una lágrima muda habitó en mí todo ese Domingo. Me hizo acordar a mi padre, y a varios más: Alberto Moreno, J. C. Colacilli de Muro, Raúl Echauri y tantos otros que prodigaron y brindaron, todo lo suyo, a todos, siempre. No pido para ellos pétreos monumentos ni formales y fríos discursos. Sólo que, alguna vez, aprendamos de ellos, algo; que la bondad de sus corazones roce nuestra existencia y que su recuerdo los haga vivir en nuestras aulas.
Mientras descendía el cajón a la tierra, no pude dejar de recordar todas las instancias que me hicieron sentir la bondad, la enorme bondad de Courréges. El “fue” la primera clase que escuché en la Unsta, en 1979. Era la clase inaugural. Ese mismo día le hice varias preguntas. El hizo algo que, luego, me fui enterando que no era tan frecuente en “el ambiente”: me contestó. No importa qué. Me miró, me escuchó, me contestó. A mí y a todos.
Sus clases tenían no sólo ciencia: tenían la pasión del que habla del mundo que habita. Sus clases no terminaban. No hay tradición de “clase de consulta” en la Argentina, pero eso no importó para Courréges: su vida entera fue una clase de consulta. Su vida representó esa diaconía de la docencia, ese servicio al prójimo representado en el tono de su voz, y en los infinitos caminos que abría a sus alumnos, desparramando y prodigando citas, bibliografías, artículos y libros, sin nada, sin sencillamente nada más que él mismo.
No trabajó en sobreabundancia de comodidades. Sería innecesario enfatizar la estrechez de sus medios, la escasez de sus recursos……A pesar de todo su admirable trabajo. Un acto de justicia, en este mundo cruel, fue la publicación (gracias a Beltrán, Delbosco, Franck y Roldán) de un libro en su homenaje, en el 2007: Contemplata Aliis Tradere, título que sintetiza el espíritu de la orden dominica que se dio en él a la perfección: transmitir a otros lo contemplado.
Una lágrima muda habitó en mí todo ese Domingo. Me hizo acordar a mi padre, y a varios más: Alberto Moreno, J. C. Colacilli de Muro, Raúl Echauri y tantos otros que prodigaron y brindaron, todo lo suyo, a todos, siempre. No pido para ellos pétreos monumentos ni formales y fríos discursos. Sólo que, alguna vez, aprendamos de ellos, algo; que la bondad de sus corazones roce nuestra existencia y que su recuerdo los haga vivir en nuestras aulas.
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