domingo, 29 de noviembre de 2015

KIRCHNERISMO VERSUS LIBERALISMO

Se ha difundido mucho últimamente la idea de que el diálogo, la colaboración con el otro, el respeto al que piensa diferente, es lo que tiene que marcar el tono de la política argentina. Y me parece excelente. Pero, sin embargo, a veces se dice como si el kirchnerismo hubiera hecho todo lo contrario desde la nada, como si hubiera nacido de un repollo político que ahora, por fin, nos lo hemos sacado de encima y volvemos a la normalidad.

Pero tengo otro diagnóstico.

A pesar de que seguiré recibiendo burlas de quienes dicen que veo marxistas en todos lados, lo que yo veo es al marxismo como fenómeno cultural global, como horizonte de pre comprensión. Y no me refiero al marxismo leninismo. Me refiero a la plus valía, a la idea de que la riqueza de unos es la causa de la pobreza de los otros, de que la escasez es sólo un resultado del capitalismo, de que hay un partido de los trabajadores y otro del capital, garrafales errores que Ludwig von Mises dedicó toda su vida a refutar.

En nuestro país, el peronismo histórico asume, siendo un movimiento mussoliniano, esas ideas con toda perfección. Ahora los peronistas no kirchneristas parecen haberse aggiornado; es más, parece que el mismo kirchnerismo les sirvió para dejar, en el fondo, de ser peronistas aunque sigan participando en su liturgia. Pero el peronismo que termina en el marxismo leninismo de los montoneros de los 70 es coherente: el conflicto entre “los trabajadores” y “el capital” no se puede solucionar de manera pacífica luego de que “los intereses del capital” realizan la Revolución Libertadora. Es más, ya el primer peronismo, “combatiendo al capital” necesitaba de la violencia de una dictadura del proletariado a lo criollo, ese Perón que se perpetúa en el poder con las formas fascistas más ortodoxas, que despotrica contra la democracia “burguesa”, de todo lo cual el kirchnerismo, La Cámpora, Carta Abierta, Hebe de Bonafini y etc. no han sido más que coherentes expositores y seguidores históricos.

Por eso no tiene que sorprender que el discurso kirchnerista sea violento. Hay contenidos filosóficos, doctrinarios, ideológicos, que en sí mismos predican la violencia, y por ende en ellos el medio violento es el mensaje violento. La incoherencia sería Gandhi hablando como Cristina o Cristina hablando como Gandhi. Hay contenidos e ideas que pueden tener un mal día; puedo ponerme nervioso y proclamar violentamente la no violencia, pero es una obvia incoherencia. El discurso kirchnerista, en cambio, manifestaba la esencia misma de sus ideas. El modo de expresarse de  Cristina y de sus más coherentes soldados (D`Elía, Hebe de Bonafini, Moreno, etc) era la más coherente expresión de sus ideas. O sea, que el peronismo es la nación, que el peronismo es el partido de los trabajadores “contra” el capital, que el peronismo es el bueno que va a repartir contra los malos que van a explotar, que el peronismo es la inclusión versus la perversidad de la exclusión. Es obvio que desde esa mirada el otro es el enemigo, el que se opone a la revolución, el que se opone a los intereses de “la nación y del pueblo” y por ende es muy malo o está muy confundido, pero en ambos casos no puede ser integrado como parte del juego democrático. Es más, no hay democracia sino aquella que me permite llegar al poder y quedarse. Si ello se acaba, son “golpes”: mediáticos, de mercado, etc. Todo coherente. Por eso el kichnerismo, además, destruye familias y amistades: porque enseña a mirar al otro como enemigo o como confundido muy difìcilmente tolerable.

Que haya una sola república y diversas ideas para administrar la “cosa pública”, que haya una sola Constitución que protege los derechos individuales de todos los ciudadanos, que por ende veamos en el debate y en la alternancia en el poder algo normal de una misma república, son ideas liberales clásicas totalmente incompatibles con el marxismo cultural que hoy forma parte, sin embargo, del horizonte cultural mundial pero sobre todo latinoamericano y sobre todo argentino.

En ese sentido si el kirchnerismo ha tenido algo bueno es que en su total caricatura de sí mismo (que creo que es lo único que nos salvó) ha convertido a todos los anti-kirchneristas en liberales que por ende adquieren un discurso liberal, esto es republicano, incluidos los peronistas no kirchneristas. Pero en una Argentina donde la palabra “liberal” es pecado mortal, no intentemos convencer de ello a nadie. Dejemos que todos se llamen republicanos. Claro que hay peronistas que son republicanos: han dejado, por ende, de ser peronistas, pero no se dan cuenta: que sigan –y lo digo en serio- con su liturgia y sus símbolos, lo importante es su honestidad y su comportamiento. Y todos los demás, también se han vuelto liberales. Apenas se dialoga, se comprende, se respeta, se convive, hay liberalismo. Pero dejemos que esta Argentina enloquecida, que Dios sabrá si alguna vez hace su doloroso aprendizaje de República, NO llame a eso liberalismo. Too much. Que se hable de República ya es un milagro. Scioli y Vidal hablando civilizadamente sobre la transición, eso es República; Cristina sudando, espirando y excretando odio y resentimiento, eso es…. Y no crean que ha terminado. Ahí estará por tiempo indefinido, esperando dar el manotazo para volver, y no hablo de ella, hablo de “eso”. Hay niños que ya han sido formados en “eso” y su diferencia con los terroristas islámicos es sólo de grado. La tarea es vacunar contra “eso”. El diálogo no es sólo una manera de hablar. El diálogo es ya una concepción del mundo, una vacuna contra el totalitarismo, el autoritarismo y la alienación. El diálogo es la esperanza de la Argentina y el mundo.

domingo, 22 de noviembre de 2015

SILENCIO

Soy liberal desde 1973, precisamente el año en el que el FREJULI ganó las elecciones por más del 70 % de los votos. Para ese entonces, nuestra casa ya había sido bombardeada y la cátedra de mi padre arrebatada.  Hoy siento, ya, que he peleado todas las batallas. Hoy devuelvo las palabras al silencio que las crea. Hoy rezo expectante, hoy mi tiempo se detiene. Y mañana sigo como siempre, en el infinito e interminable puesto de la resistencia.

lunes, 16 de noviembre de 2015

DEVALUACIÓN: UNO SE HACE EL TONTO Y EL OTRO SE CONFUNDE

La devaluación "ya está". NO es cuestión de que alguien "la decide". El peso YA ESTÁ devaluado frente al dólar. Macri ya lo sabe pero obviamente se hace el tonto. El otro cree que la devaluación depende de él, y como él es "el bueno" no la va "a decidir". Pero entonces, prolongará la situación como lo intentó hacer De la Rúa y Cavallo. Y terminará igual que ellos. El dolar seguirá subiendo hasta que la situación le explote como la bomba H.
La única manera de evitar que el peso se siga devaluando es frenar la inflación. Para lo cual hay que bajar el gasto (horror) o equilibrar el gasto. Esto se puede hacer con financiamiento externo, pero en ese caso ello implica más deuda pública.
Por ende a Scioli la situación le va a explotar. Macri en cambio tiene mejores asesores, silenciados, claro, hasta el 22.

domingo, 15 de noviembre de 2015

FABRICANTE DE TERRORISMO, QUE DIOS TE PERDONE

Convence a un joven del marxismo clásico 101.

Convéncelo por ende de que la riqueza de unos es fruto de la pobreza de otros.

Convéncelo luego de que EEUU es el principal causante de la pobreza de los pueblos.

Agrégale religión al revés: dile que Dios está de lado de los explotados.

Convéncelo luego de que la guerra contra los explotadores es justa.

Luego muéstrale al judeo-cristianismo como cómplice y aliado del capitalismo explotador.

Convéncelo por ende de que todos los terroristas árabes se defienden legítimamente del “occidente cristiano explotador”.

Conviértelo por ende en fanático islámico.

Ya está. Ya lo has hecho. Ya has fabricado una bomba humana imparable. No importa que el niño en cuestión haya nacido en New York, París o Kabul. Ya tienes fabricado al terrorista islámico.

Y a vos, occidental transmisor de ideologías del odio, a vos, fabricante de violencia, a vos, fabricante de terroristas, que Dios te perdone.

domingo, 8 de noviembre de 2015

SOBRE EL FAMOSO TEMA DE LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR

Había decidido no escribir nada sobre el tema de los divorciados vueltos a casar. El tema me excede y, además, mucho de lo que se escribe sobre el asunto, de modo tan pasional, sólo agrega ruido a la cuestión.

Pero escribo porque, con toda falibilidad, se me ha ocurrido algo.

¿No estamos jugando a Dios en este tema?

Me explico. La Familiaris consortio, de JPII, en 1984, había hablado mucho sobre el tema. Establecía pautas pastorales concretas y tenía una real preocupación por esas parejas. Incluso reconocía que muchas de ellas sabían que su primer matrimonio no había sido nunca válido, tema explícitamente citado por el Sínodo, y daba amplio margen de maniobra a cada obispo y parroquia para el acompañamiento espiritual, caso por caso, de situaciones difíciles. Pero para muchos utra-tradis ya fue suficientemente revolucionario que JPII insistiera en que por favor se los invitara a participar de la Misa, de las actividades parroquiales, etc. Lo sé bien porque un año después, en 1985, en una conferencia, -de esas que yo comenzaba a dar sobre mercado e Iglesia- alguien me preguntó qué hacer con “el problema” de los divorciados vueltos a casar. ¿Qué problema?, contesté yo, realmente preguntando. “Bueno, si se los puede invitar a comer…..”. En mis adentros surgió un WHAT enorme. Yo tenía 25 años y no tenía idea de qué me estaban hablando. Como contestando algo insólito, dije luego de unos vacilantes segundos de silencio: “bueno, si la Familiaris consortio de JPII los invita a la cena del Señor, por qué nosotros no los vamos a invitar a comer”…..

Pero, por supuesto, la exhortación apostólica de JPII también reafirmaba claramente la norma doctrinal y disciplinar de no darles la comunión de vuelta, excepto que vivieran como hermanos. Y ese es el tema que ha tenido preocupado al último Sínodo y a todo el mundo.

Vuelvo a decir que no tengo nada que agregar a los argumentos que se han dado de un lado o de otro, excepto lo siguiente. Si la gracia de Dios sopla donde quiere y cuando quiere, si hay medios extra-ordinarios para la recepción de la Gracia de Dios, si, obviamente, ningún ser humano puede juzgar el fuero interno de la concienciay todo esto que acabo de decir no es ni viejo ni nuevo, ni pre-conciliar ni post-conciliar, ni pre-este-sínodo ni después, ni conservador ni progresista, sino sencillamente obvio en la doctrina de siempre de la Iglesia- entonces, ¿por qué tanta preocupación? Claro que seguramente hay católicos vueltos a casar por civil cuyo primer matrimonio fue nulo y que, por gracias extra-ordinarias, seguro son más santos que muchos de los que se autoproclaman santos; claro que hay muchos que están pensando en su situación y necesitan acompañamiento pastoral; claro que a todos, sencillamente a todos, hay que llamarlos a la vida parroquial…. Pero entonces, ¿por qué esta obsesión por la casuística? ¿Qué vamos a hacer, una lista explícita de lo que se debe hacer caso por caso, que pueden ser infinitos? Y si se mantiene la norma recordada por JPII, por el bien común de los fieles, ¿por qué habría tanto problema? Si una pareja está segura en su interior de la justicia de la segunda unión, ¿cuál es el problema de recibir la comunión espiritual y comenzar a pensar el proceso de nulidad? Y si no, ¿qué? ¿No se les puede dar la comunión espiritual igual y estar-con-ellos-siempre y sencillamente siempre?

Quiero decir, ¿no nos hemos puesto a jugar a Dios sin darnos cuenta? Si Dios conoce el secreto de los corazones, ¿por qué no le dejamos a El la casuística y mientras tanto la Iglesia toda se mantiene sencillamente fiel a una norma general que, lamentablemente para los anti-cartesianos :-)), tiene que ser clara y distinta para la no confusión del mensaje evangélico?

¿Por qué no podemos dejar todo lo demás a Dios, al Dios del perdón, de la misericordia y de la comprensión infinita y perfecta? 


Son sólo preguntas. Perdonen todos si me he equivocado.

domingo, 1 de noviembre de 2015

REVISTAS ACADÉMICAS: HAY OTROS MODOS DE HACER LAS COSAS


NOOOOOO tiene esta entrada NADA que ver con los heroicos, valerosos y casi esclavistas esfuerzos que hacen muchos para lograr que la revista académica en cuestión se adecue a los estándares internacionales actuales, muchos de los cuales son grandes amigos y tienen toda mi admiración. Yo mismo formo parte del referato de algunas y estoy muy agradecido por ese honor.  Pero se alzan voces, aquí y allá, de vez en cuando, sobre cierta exageración en todo esto y creo que hay que pensar más en el asunto, no para cambiar ahora lo que estamos haciendo, pero sí para pensar en algún cambio a mediano y largo plazo.

Que no es lo mismo una revista de difusión que una revista académica es obvio. Que no es lo mismo un artículo de divulgación que un artículo de investigación, es obvio. Que las comunidades científicas conforman paradigmas que tienen sus propios estándares de seriedad, y que en una sociedad libre tienen todo derecho a sostenerlos, obvio también. Que no hay “objetividad” sino, en todo caso, una honestidad y seriedad conformes a ese paradigma, obvio también.

Pero todas esas obviedades –que las recuerdo para que nadie diga que soy un apocalíptico, utópico, inadaptado, etc.- no justifican las exageraciones que, tímidamente, de vez en cuando, se están reconociendo, aunque no en artículos académicos, claro J. El problema del publish or perish ya está reconocido hace rato. Que ello disminuye la calidad de la investigación y aumenta la cantidad, sin calidad, de los artículos, no es ninguna novedad. Pero que además deba hacerse siempre siguiendo las exigencias del doble ciego, triple mudo, el pacto de Bolonia y, si quiero publicar en La Luna, el pacto de Marte, implica ya un “se hace así” que, por Dios, habría en algún momento que repensar. NO es esa la única garantía de seriedad.

Hay otras formas de hacer las cosas. Yo fui testigo de una y protagonista de otra.

Desde 1974 hasta 1991 existió en Argentina la casi única revista de estudios superiores en educación que no estaba ligada al marxismo internacional. Se llamaba “Revista del Instituto de Investigaciones Educativas”, y la dirigió mi padre, Luis J. Zanotti, y no dejó de salir, cada dos meses, casi ni una sola vez hasta el año referido. Tenía un Consejo de Redacción, y listo. Yo fui testigo permanente de ese trabajo. El Consejo de reunía, consideraba los artículos recibidos, publicaba algunos y descartaba otros. A pesar del ambiente ideológico en contra, la revista fue la única revista argentina de educación que estuvo (espero que aún esté) en los anaqueles de la biblioteca de la UNESCO.

Publicar en esa revista era todo un honor.

No había evaluadores anónimos, todos sabían quién era mi padre y su equipo técnico de colaboradores. Y ya está. Las exigencias de redacción y citado eran las mínimas obvias con tal de que el contenido del artículo fuera considerado bueno por el equipo en cuestión. En todo caso, si había un problema específico se hablaba –personalmente o por teléfono, no había otra- con el autor en cuestión. Recuerdo perfectamente con qué sano orgullo mi padre me traía, cada dos meses, el ejemplar de la revista. Fue como cursar una carrera completa desde 1974 hasta 1991. Aún hay artículos que son considerados un clásico. No hubo fondos para la digitalización.

Desde 1985 hasta 1992 formé parte del Departamento de Investigaciones del ESEADE de Buenos Aires, cuyo director era Ezequiel Gallo. De igual modo que en el caso anterior, había un equipo, del cual esta vez yo formaba parte, que pedía artículos, los evaluaba, los seleccionaba. Gran parte de los artículos eran fruto de papers que se presentaban en borrador y se debatían en sesiones del Departamento, cada 15 días. La comunicación con el extranjero, con las universidades y departamentos que estaban en el mismo tema, era por carta y por viajes donde heroicamente se traían fotocopias de papers recién escritos. Gran parte de los ensayos de Israel Kirzner que están hoy editados en The Meaning of The Market Process, yo los leí en fotocopias del mismo paper que meses atrás había escrito el autor. El trabajo del equipo –Juan Carlos Cachanosky, Alberto Benegas Lynch (h), Alfredo Irigoin, Esteban Thomsen, y, en períodos diversos, Roberto Cachanosky, Alejandro Chafuen, Ricardo Rojas, Enrique Aguilar- era permanente. Las reuniones quincenales del departamento, las indicaciones académicas permanentes de Ezequiel Gallo, fueron casi como una carrera adicional, como una “residencia” si hubiéramos sido médicos. Algunos de nosotros terminamos allí nuestras tesis de doctorado. Era como un Conicet privado. Por lo demás, nosotros evaluábamos, todos lo sabían y a nadie le molestaba. En todo caso, los ultramarxistas e izquierdistas que caminaban en la hiel de su odio ni se molestaban en mandarnos artículos, y todo bien. La revista se llamaba LIBERTAS. Era un orgullo publicar allí. Aún debo acordarme de agradecer haber formado parte de esa isla milagrosa en esos momentos de la Argentina.

No había doble ciego, indexación, referato del referato, normas apa o etc –sólo una vez nos costó convencer a un genio suelto de que debía colocar notas al pie-. Y funcionaba. Funcionaba muy bien.

Claro, la objeción que se viene es obvia: puede ser que haya funcionado, pero ya no se puede. Ahora las cosas “se” hacen de otro modo.

Gente, ya lo sé. Se hacen de otro modo, además, porque las universidades llamadas privadas en Europa y Latinoamérica tienen que obedecer sin salida las coacciones impuestas por los estados. Eso en primer lugar.

Pero si estuviéramos en una sociedad libre, sí se puede. En todo caso los riesgos serían enormes: los héroes en cuestión se jugarían sus fondos, su prestigio, todo, pero sólo su seriedad académica, que no depende de ninguna acreditación, los salvaría a mediano y largo plazo, en caso de que el proyecto tuviera continuidad.


Por lo demás, esa sociedad libre, de hecho, ya existe. Los profesores jóvenes saben adecuarse al mundo: publican en journals indexados, se bancan las ideas y venidas de los referatos, publican y finalmente ayudan a su universidad con famoso ranking y etc. Pero al mismo tiempo saben que hay un submundo que, quizás, dentro de no muy poco sea el mundo. O sea, también publican en blogs, en Facebook, en Wikipedia, etc. Cuando dentro de 100 años se advierta, retrospectivamente, que las mejores producciones han sido en un blog y no en el Journal of International Studies of Numeritos Bien Presentados, será tal vez el momento óptimo de replantearse la relación entre seriedad y creatividad intelectual.