UN
HÉROE DE NUESTROS DÍAS
Alberto
Mansueti
Vaklav Klaus ha puesto sus títulos
a todos los episodios de la historia que protagonizó. Es el artífice de la
“Revolución de Terciopelo” de 1989 en su país, entonces República Popular de
Checoslovaquia, cuando sin un tiro ni una gota de sangre, su “Partido Cívico”
acabó la tiranía soviética, a pura fuerza de inteligencia política. Casado con Livia,
su novia eslovaca de los ’70, estudiantes en la Universidad de Economía de
Praga, Klaus negoció en 1992 el “divorcio amistoso” de checos y eslovacos, junto
a su colega Vladimir Meciar, evitando sangrientas guerras tribales como en la
ex Yugoslavia. Aprendieron los liberales una lección clave: la política es el único
sustituto a la sangre y a la muerte.
En 1993, ya como Primer
Ministro de la novel República Checa, y en los 5 años siguientes, dirigió la
“transición completa” desde el comunismo al capitalismo liberal, a base de
privatizaciones populares, con bonos canjeables por acciones, muy diferente de
las “transiciones a medias”, como en Hungría, Polonia y otros países ex
comunistas. El “milagro económico checo” se vio de inmediato en hogares,
calles, fábricas y fincas; y luego en estadísticas de la economía. Pero
enfrentó grandes obstáculos, mayormente legales; y los “transitólogos” liberales
aprendieron otra lección clave: las reformas económicas profundas deben
prepararse y acompañarse de profundos cambios jurídicos.
Desbancado del poder, Klaus
encabezó la oposición a los gobiernos tibios que le sucedieron, mostrando el
camino de salida: ampliar y profundizar las reformas; no revertirlas.
En 2003 fue elegido
Presidente, y reelegido en 2008. Siguió su combate ideológico y político en cuatro
frentes: contra la oposición socialdemócrata y ex comunista; contra el Nuevo
Orden Mundial continentalista y globalista de la Unión Europea, la OTAN y la
ONU; contra los embates del marxismo cultural; y contra los “liberales”
despistados, que se limitan a repetir como loros las sabidas frases de Mises y
Hayek, que son veraces y acertadas, pero el siglo XXI plantea nuevos y
terribles desafíos, que piden respuestas y soluciones que sean liberales clásicas
y creativas a la vez.
En 2013 Klaus dejó la
Presidencia de su país; y se enfocó en esta cuarta brega. Sus discursos a la
Sociedad Mont Pelerin, convertida en “amable Club de Viajes de los
thinktanqueros”, pisaron callos, tan fuerte, que al fin le expulsaron del
Instituto Cato, por “conservador” y peleador. Tres de sus discursos a la
decaída Sociedad MP, resumen su titánico pensamiento; los de Praga en 2012,
Hong Kong en 2014, y Seúl en 2017. (Todos en su Website, ordenados por fechas).
(1) El de Praga en 2012 fue
muy esclarecedor y señero, ya desde el título: “No estamos en el lado ganador”.
Apuntó una larga lista de factores que conspiraron contra las reformas
liberales de los ’90, en la República Checa, y todo el mundo. De ellos, hubo 4
que “no nos tomaron de sorpresa”; pero otros 9 en cambio, “nos agarraron
desprevenidos”.
¿Cuáles estaban previstos? A
saber: la atracción fatal por el socialismo democrático, y su falaz y engañosa
“Economía Social de Mercado”, tan querida por los “socialcristianos”; los rojos
disfrazados de “verdes”; toda la plaga de “intelectuales” socialistas,
escritores y “pensadores” (¿?) amantes de la planificación central y el dominio
sobre la vida y negocios de la gente; y en fin, el “cientismo” y las ilusiones
tecnocráticas, un duro primer golpe a la democracia, que los liberales clásicos
siempre hemos defendido, como límite al ejercicio del poder.
¿Y cuáles “nos tomaron de
sorpresa”? A saber: la contracultura de los hippies sesentayocheros del “Mayo
francés” envejecidos, retocada en el marxismo cultural de Gramsci, Luckacs y la
Escuela de Frankfurt; el atractivo de las “ganancias visibles y concentradas”
para los grupos de intereses, y el escaso conocimiento de los “costos
invisibles y dispersos” para las grandes mayorías. Y por último, el cambio de
“derechos civiles” por “derechos humanos”, a los almuerzos gratis. Esos tres
primeros.
¿Qué más? La repentina judicialización
de la política o “Juristocracia”; y el poder de las ONGs, supuestamente “de la
sociedad civil”, otros dos martillazos contra la democracia. Y siguen: la
prensa basura, manipulada, escandalosa y sensiblera, abusa de la libertad de
expresión; las Nomenklaturas de “los organismos internacionales”, en realidad
“supranacionales”, arrogantes y prepotentes, y fuera de todo control
democrático, a diferencia de las autoridades nacionales al interior de cada
país. Y por último: feroz propaganda en favor de las falacias marxistas; y
débil y defectuosa defensa de “las ideas de la libertad”.
Pero con estos dos últimos
factores, Klaus apunta al cierre de su discurso, los “tanques de pensamiento
liberal” nos fallaron. Callos pisados por doquier. Murmullos en la sala.
(2) En Hong Kong, en 2014, el
ya viejo guerrero volvió a la carga, en defensa de un liberalismo “sanamente
conservador”. “En el siglo pasado”, dijo, el liberalismo tuvo que defender la
libertad contra el nacionalismo; contra la democracia deformada en “tiranía de
la mayoría”; y contra la política pretendiendo atropellar la economía. ¡Muy
bien! Pero en este siglo, las amenazas contra la libertad nos disparan desde
nuevos frentes, y tenemos que defenderla. ¿Cuáles son esos nuevos enemigos de
la libertad? Tres, principalmente: la desnacionalización de los países, con las
migraciones masivas y las Nomenklaturas supranacionales; los burócratas que le
tienen miedo a la democracia; y la ilusión antipolítica de un “mundo
pospolítico”, que a la fuerza pretenden imponernos.
Por consiguiente, los
liberales clásicos y conservadores hemos de asumir sin tibiezas la triple
defensa del Estado nacional, de la democracia, y de los políticos y la
política. Otra vez callos pisados, otra vez murmullos en la sala.
(3) El pasado 2017, en Seúl,
Klaus otra vez estuvo demoledor; y más directo, si cabe. Tituló así: “Nuevas
amenazas que la Mont Pelerin debe tratar”, sin anestesia. E hizo gala de su
capacidad más admirable: combinar sus arengas típicas de experimentado político
práctico, con citas eruditas de los académicos liberales y conservadores rigurosos
y creativos, que no sólo repiten frases de Mises y Hayek; y quizá por eso
mismo, no muy conocidos del público liberal convencional.
Se despachó en dos temas:
primero contra las migraciones masivas, gente que llega de países rotos y atrasados,
buscando “beneficios sociales”; es una amenaza a la cultura y la civilización
occidentales. Son muy diferentes de las antiguas migraciones individuales,
gente que llega buscando simplemente un trabajo, y un futuro, para hacer a
punta de esfuerzo propio. Segundo tema: a favor de la rebelión de las mayorías
silenciosas, que votan por candidatos antisistema; y contra los liberales
despistados, que descalifican a las primeras como “populistas”, y a los
segundos como “fundamentalistas”, “Neo-nazis” y “amigos de Putin”. Esta vez los
callos sangraron; los murmullos subieron de volumen.
Doctor Klaus: si le es
posible acompañarnos, ¡bienvenido a Guatemala!
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