Hace poco, gracias a la
invitación de una ex alumna (Nani Sánchez) fui al colegio donde ella da clase
para hablar de educación. Entonces hice el siguiente experimento.
Supongamos que quieren estudiar
filosofía pero NO hay carreras de filosofía formales como las organizadas
actualmente.
¿Qué harían?
De manera dialógica fueron
saliendo las primeras respuestas.
Una, estudiarían por su cuenta.
Ok.
¿Con qué?
Con libros, ya sea en papel o
internet.
¿Qué libros? Y, correr el riesgo.
Tal vez preguntar a alguien, tal vez preguntar a algún profesor que daba clases
de filosofía.
¿Cómo seguir? Depende del
objetivo. Supongamos que el objetivo es dar clases de filosofía en el terciario
que ahora están estudiando.
Bueno, habría que seguir leyendo
y ver qué vamos aprendiendo.
¿Cómo lo haríamos?
Bueno, de vuelta, anotaríamos
todas nuestras dudas y las iríamos consultando, cada 10 días más o menos, a
gente que dice saber filosofía o que daba clases de filosofía o a personas que
digan que son filósofos. Habría que ver si nos cobran o no, si son confiables……
Iríamos probando.
Si nos gusta cómo nos tratan,
volveríamos, en 10 días o 15, con más preguntas, con más textos leídos, con más
cosas vistas en papel, on line, en youtube, etc.
Y así, ¿durante cuánto tiempo? Y,
deberíamos ir practicando. Tal vez organizamos un grupo para darnos clase
mutuamente, para ver cómo podemos responder, tal vez pedimos asesoramiento a
alguien que diga que sabe de esas cosas.
Cada tanto, a su vez, podríamos
ir escribiendo, en nuestros blogs, nuestras ideas filosóficas, compartirlas con
los demás, recibir críticas, ver cómo nos ponemos ante el debate, ver si
dialogamos o nos peleamos, etc.
¿Cuánto tiempo? No sabemos. En
última instancia, alguna vez hay que comenzar. Suponiendo que no tengamos
pánico escénico, un día podríamos ir a ver a una de las autoridades del
instituto y decirle que queremos dar clases de filosofía a los alumnos que
quieran escucharnos, y organizar un seminario, un taller, lo que fuere.
Alguien del instituto debería
hablar con nosotros y considerar si estamos en condiciones o no. Puede
equivocarse, pero él tiene que decidir.
Si nos dice que sí, hay que ver
cómo nos llevamos con nuestros alumnos voluntarios: en qué medida somos
nosotros ahora los que intentamos mover al entusiasmo por el camino recorrido.
Si nos dicen que no, podemos dar
clase en nuestra casa a los que quieran escucharnos.
Si nadie quiere escuchar nuestras
clases, entonces…… Nadie quiere escuchar nuestras clases.
Y si alguien quiere escucharnos,
pues………….. Correrá el riesgo.
Y así, lentamente, habrá de
vuelta lugares donde se estudia filosofía. Bien, mal, regular, Dios sabrá.
Dios sabrá: eso es lo importante.
Porque el problema se produce
cuando alguien, que no es Dios, dice “yo
soy el que sé” y llama a la coacción del estado para que lo certifique.
Entonces me nombra Secretario de
Humanidades de La Nación.
Y entonces organizo las carreras
de filosofía. Y todo el que quiera enseñar filosofía deberá pasar por las
carreras así organizadas, y nadie podrá estudiar o enseñar filosofía si no pasa
por MI sistema que ahora se ha convertido en EL sistema aprobado por el estado
y exigido a todos los que quieran estudiar filosofía.
Porque el otro sistema, claro, era
caótico. Mucha gente se podía equivocar.
Ahora, claro, ya no.
1 comentario:
Gracias por compartirlo doctor.
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