Establecido que el psicoanálisis puede ser
una ciencia de conjeturas instrospectivas, abierto al diálogo y a la crítica,
¿qué relación guarda con una antropologia filosófica cuyo nivel de certeza sea
mayor, abierta también al diálogo?
No necesariamente el psicoanálisis tiene que tener
relación con el comprensible iluminismo de su autor. Creo, al contrario, que es
mucho más compatible con Víctor Frankl y con la noción de persona de Santo
Tomás dentro, a su vez, de la noción de pecado original del judeo-cristianismo.
Aún tengo que desarrollar este programa de investigación pero desde ya afirmo
que los inmensos esfuerzos de Frankl para alejarse de Freud
no ayudaron en absoluto. Al contrario, se apoyan mutuamente. Freud no es la
terapia para la pregunta logoterapéutica y filosófica fundamental, a saber, el
sentido de la vida y de “mi” vida, pero es en cambio una casi condición
para encararla. El yo queda muy debilitado por la cantidad de energía
que tiene que consumir para soportar los conflictos derivados del
re-direccionamiento necesario de las pulsiones originarias. Las neurosis
fóbicas, de angustia, obsesivo-compulsivas, las identificaciones y fijaciones
que llevan a la masificación, las melancolías de los duelos no resueltos, los
edipos mal resueltos, toda la carga de negación más las transferencias
negativas, todo ello produce un estado de dolor sordo que impide a la persona
hacerse las preguntas de la existencia más importantes, y son con-causa de las
existencias inauténticas y los escapismos que impiden pasar a la madurez de la
vida. Muy pocas personas logran por sí solas una suficiente sublimación de sus
pulsiones más inconscientes. Por lo tanto, una mayor comprensión y un mejor
manejo –no digo “solución”- de nuestros conflictos, y un mejor manejo de
nuestras neurosis, es una especie de condición para pasar a la pregunta por el
sentido de la vida y una mayor madurez de la propia existencia. Esto es
especialmente importante en las vocaciones religiosas que, si son encaradas
como negación de conflictos graves, pueden tener resultados catastróficos.
A su vez, una vez distinguido el yo como función
psíquica, y ubicado en las dos tópicas correspondientes (ello, yo, super-yo;
inconsciente, preconsciente, consciente) se lo puede ubicar bien en una
antropología filosófica donde la persona sea un espíritu racional que conforma
un cuerpo, donde hay una esencia individual que es el yo, donde no todo
es consciente. Pero entonces el yo cuyo sentido hay que descubrir
(vocación) no es el yo que está entre el ello y el súper yo, sino que todo
ello está en el mismo yo personal cuyas facetas hay que ir descubriendo, y
el psicoanálisis es una de los métodos psicológicos para ir des-cubriendo esos
aspectos no conscientes del yo, cuyos conflictos no resueltos nos impiden ir
hacia la madurez personal y hacia la plenitud de la persona de la cual hablan
todas las antropologías sensibles al tema religioso, donde Dios ya no sea el
padre como función indispensable de la primera infancia, sino el sentido total
de una vida que se entrega en una auto-donación, que para ello tiene que superar
la noción de Dios como objeto.
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