domingo, 18 de junio de 2017

LA ESENCIA DE MI PROYECTO DE CONCILIACIÓN ENTRE EL PSICOANÁLISIS DE FREUD Y UNA ANTROPOLOGÍA CRISTIANA

        Establecido que el psicoanálisis puede ser una ciencia de conjeturas instrospectivas, abierto al diálogo y a la crítica, ¿qué relación guarda con una antropologia filosófica cuyo nivel de certeza sea mayor, abierta también al diálogo?

No necesariamente el psicoanálisis tiene que tener relación con el comprensible iluminismo de su autor. Creo, al contrario, que es mucho más compatible con Víctor Frankl y con la noción de persona de Santo Tomás dentro, a su vez, de la noción de pecado original del judeo-cristianismo. Aún tengo que desarrollar este programa de investigación pero desde ya afirmo que los inmensos esfuerzos de Frankl para alejarse de Freud no ayudaron en absoluto. Al contrario, se apoyan mutuamente. Freud no es la terapia para la pregunta logoterapéutica y filosófica fundamental, a saber, el sentido de la vida y de “mi” vida, pero es en cambio una casi condición para encararla. El yo queda muy debilitado por la cantidad de energía que tiene que consumir para soportar los conflictos derivados del re-direccionamiento necesario de las pulsiones originarias. Las neurosis fóbicas, de angustia, obsesivo-compulsivas, las identificaciones y fijaciones que llevan a la masificación, las melancolías de los duelos no resueltos, los edipos mal resueltos, toda la carga de negación más las transferencias negativas, todo ello produce un estado de dolor sordo que impide a la persona hacerse las preguntas de la existencia más importantes, y son con-causa de las existencias inauténticas y los escapismos que impiden pasar a la madurez de la vida. Muy pocas personas logran por sí solas una suficiente sublimación de sus pulsiones más inconscientes. Por lo tanto, una mayor comprensión y un mejor manejo –no digo “solución”- de nuestros conflictos, y un mejor manejo de nuestras neurosis, es una especie de condición para pasar a la pregunta por el sentido de la vida y una mayor madurez de la propia existencia. Esto es especialmente importante en las vocaciones religiosas que, si son encaradas como negación de conflictos graves, pueden tener resultados catastróficos.

A su vez, una vez distinguido el yo como función psíquica, y ubicado en las dos tópicas correspondientes (ello, yo, super-yo; inconsciente, preconsciente, consciente) se lo puede ubicar bien en una antropología filosófica donde la persona sea un espíritu racional que conforma un cuerpo, donde hay una esencia individual que es el yo, donde no todo es consciente. Pero entonces el yo cuyo sentido hay que descubrir (vocación) no es el yo que está entre el ello y el súper yo, sino que todo ello está en el mismo yo personal cuyas facetas hay que ir descubriendo, y el psicoanálisis es una de los métodos psicológicos para ir des-cubriendo esos aspectos no conscientes del yo, cuyos conflictos no resueltos nos impiden ir hacia la madurez personal y hacia la plenitud de la persona de la cual hablan todas las antropologías sensibles al tema religioso, donde Dios ya no sea el padre como función indispensable de la primera infancia, sino el sentido total de una vida que se entrega en una auto-donación, que para ello tiene que superar la noción de Dios como objeto.



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