El problema NO es la educación
sexual, sino que el estado imponga coactivamente una única educación sexual, so
pena de criminalizar su no cumplimiento.
Pero en general a los argentinos
les cuesta hacer esa distinción.
Porque la Argentina, junto con
Francia, Italia, México y Uruguay, es uno de los cinco países que a fines del
siglo XIX fueron un modelo de la intervención estatal en la educación con la
intención de formar al ciudadano.
El modelo es la famosa educación formal
estatal positivista, derivada del Iluminismo, cuando los estados, con la intención
de “educar al ciudadano” asumieron la función de educar en las ciencias y en
las letras, no en lo religioso, para que el ciudadano pudiera ser ese ser
humano maduro con que el Kant soñaba, y el verdadero protagonista de las
repúblicas secularizadas. Las escuelas sarmientinas fueron eso. Muy comprensibles,
como todas ellas, en la época.
La educación privada existente
tenía que “adscribirse al sistema oficial”, de algún modo.
El sistema no funcionó, claro. Un
hombre educado no votará nunca a un tirano, decía Sarmiento. Pero en 1945, la
única provincia argentina donde Perón NO ganó, fue Corrientes, donde el índice
de analfabetismo era MAYOR.
Algo, evidentemente, no
funcionaba en ese ingenuo racionalismo pedagógico.
Pero ingenuo al fin. Finalmente,
era un socratismo moral pasado por el Iluminismo del s. XVIII. La escuela
pública enseñará a los niños ciencia, matemáticas, letras, y con eso serán
buenos ciudadanos. No lo fueron. Pero el contenido era ingenuo.
Des-ideologizado. Leer y escribir, algo de Literatura, algo de ciencias, algo
de Historia argentina, no mucho más.
Una primera advertencia fue el
fascismo de Perón. El famoso dictadorzuelo usó el sistema educativo estatal
para imponer la santa doctrina peronista y Miguel Cané fue sustituido por la
gran escritora Eva Perón y su obra clásica de Literatura, La razón de mi vida. Algunos, entonces, se dieron cuenta. ¡Uy! ¿El
santo sistema sarmientino utilizado para eso? ¡Qué horror!
Luego, claro, todos creyeron por
un tiempo que “the end” y los “buenos”
libros de lectura volvieron a las aulas.
Pero nadie, en este país
estatista, advirtió el problema: la
educación pública deja las herramientas legales a libre disposición para que
sean usadas coactivamente para lo que fuere.
Ayer fue Miguel Cané, luego Eva
Perón, ahora la ideología del género y cómo masturbarte bien. No importa que
mañana el libro de lectura sea Mises me
mima. El asunto es el mismo: diversos funcionarios, con formas de pensar
diferentes, unas más ingenuas, otras más ideológicas, otras más horrorosas,
utilizarán siempre las herramientas legales del sistema para imponer
coactivamente sus ideas.
En la Argentina, por ende, nunca
hubo libertad de enseñanza. La que hubo, si se puede llamar así, fue un empate,
un compromiso, logrado por muchos católicos, para que pueda haber colegios “no
estatales”, adscriptos al sistema, y en
ese sentido estatales, claro, donde se tenía que seguir todo el plan
estatal “más” religión. Y de 1955 al 60 lograron que hubiera universidades
privadas que, por supuesto, son vigiladas, hoy más que nunca, totalmente por el
soviet estatal. Y para colmo protestaban porque no tenían subsidio….
Pero libertad de enseñanza, esto es, que los institutos privados tengan
derecho, como corresponde, a sus propios planes y programas de estudio, ah no,
eso es “de los liberales”, malos, sucios y feos. La gente buena no dice esas
cosas.
Fue inútil, por ende, que nosotros,
la gente mala, advirtiera siempre contra la bomba de tiempo, ineficiente en
acto, corrupta moralmente en potencia, que es la educación estatal. AHORA
algunos se dan cuenta. AHORA algunos (muy pocos), aquellos que pueden comprender que el delicado tema sexual debe ser tratado por los
padres con sus hijos, AHORA, reaccionan. Pero, gente, ya es tarde. Si en
Argentina se hubiera respetado siempre la libertad de enseñanza, el Lobby LGBT,
totalitario de pura cepa, hubiera tenido más dificultades. Macri y su gente, en esto (y en muchas otras
cosas), siguen estando gravemente equivocados, pero la ley, gente, es del 2006,
cuando todo estaban muy entretenidos en las demagogias estatistas variadas de
Néstor Kirchner.
Tarde, gente, tarde. Igual que
con el gasto público. Los liberales –que en la década del 50 eran sólo dos o
tres, exactamente- siempre lo dijimos. Pero es inútil. Somos los malos.
Los buenos, los que quieren que
el estado cumpla con el “derecho a la educación”, han triunfado. Antes fue el
derecho a ser educado en ciencias. Luego, en La razón de mi vida. Ahora, en la ideología de género. Mañana,
mejor no digo más, para no dar malas ideas.
Y no sólo es la Argentina. Es
todo el mundo.
1 comentario:
Muy bueno!!! Y ahora que hacemos?
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