Los que murieron después por haber sido anulados los estudios preventivos de enfermedades mortales.
Los que fueron arrastrados de su casa y asesinados en total soledad en hospitales, entubados y boca abjo.
Los que fueron perseguidos, insultados, denunciados, censurados, por oponerse.
Los que murieron por no contar con los tratamientos alternativos que estaban prohibidos.
Los que aún padecen graves secuelas psiquiátricas por los encierros obligatorios.
Los niños y adolescentes que fueron privados de su educación y encerrados en soledad.
Los que fueron echados de sus trabajos por negarse a ser vacunados.
Los que siguen padeciendo los efectos secundarios de las llamadas vacunas cuyas empresas actuaron fuera de toda responsabilidad penal.
Los que perdieron a seres queridos sin poder atenderlos ni despedirse.
Los que hubieran sobrevivido perfectamente si NO hubieran seguido los mortales protocolos de la OMS.
Y la lista es larga.
Recordemos hoy. Recemos por todos ellos y no los olvidemos.
1 comentario:
Muy cierto....yo casi no recuerdo nada de ese funesto período
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