El argumento sobre el problema de los abortos clandestinos es uno de los más importantes a favor del aborto legal. Pero es una lástima que a partir de esa genuina preocupación, haya habido otro tema que se filtró en la clandestinidad.
Primero parecía que el debate era la
des-penalización, esto es, agregar causales de despenalización a las ya
existentes hace muchas décadas. Hasta allí, ninguna sorpresa. Yo estaba en
desacuerdo, pero era esperable.
Luego se agregó el debate de si los
hospitales públicos debían prestar servicios de aborto como solución a la
primera cuestión. Obviamente muchos dijimos que no, pero entendíamos que la
mayor parte de los argentinos estuvieran de acuerdo con que los hospitales públicos prestaran servicios
aparentemente gratuitos. Nada es gratis pero hace varios milenios que los
argentinos piensan que sí.
Hasta allí, toda era “esperable”. Yo
podía estar en desacuerdo, pero no podía asombrarme de nada.
Pero lo que subrepticiamente se
agregó, ante la desinformación y el silencio adrede de muchos, es que la
práctica iba a ser obligatoria para los hospitales privados, con una supuesta
objeción de conciencia tan difícil de firmar como todos los clásicos trámites
de la burocracia argentina, y sin ningún tipo de libertad institucional.
Allí tenemos al totalitarismo
clandestino de la mayor parte de los abortistas, porque todos, o casi todos
ellos, estuvieron de acuerdo con esto último como si no fuera nada, revelando
con ello hábitos de pensamiento totalitarios típicos, lamentablemente, de la
cultura argentina.
Desde luego, ninguna incoherencia hay
que reclamar a la izquierda totalitaria de siempre, marxistas totales en su
modo de pensar, para los cuales las libertades individuales no son más que la
superestructura del pensamiento burgués explotador.
Pero vamos a pasar a examinar tres
grupos, dos de los cuales conozco muy bien.
Muchos católicos, desde luego, están
reaccionando con coherencia. Muchos de ellos son abogados constitucionalistas que
siempre han defendido las libertades individuales clásicas y saben bien lo que
significa la libertad religiosa, de asociación, etc.
Otros, en cambio, han defendido casi
a muerte, como parte del Credo, a los llamados derechos sociales a la salud y
la educación. Desde MUY arriba. Y han acusado permanentemente de herejía a los
liberales católicos que hemos pensado siempre lo contrario.
Inútiles fueron las “heréticas”
advertencias que los católicos liberales hemos hecho contra ese estado de
bienestar. Esos derechos sociales tienen como sujeto pasivo de obligación al
estado. Y si el estado pone los fondos, va a poner los contenidos y las
condiciones.
Eso ya está pasando en educación hace
tiempo en temas de educación sexual, donde hay planes obligatorios para todos
los colegios, privados también, pero la sangre no llegó al río porque la
solución que encontraron fue “a la argentina”: los colegios privados católicos
hacen en el fondo lo que quieren (y está muy bien, se llama derecho a la
resistencia a la opresión). Pero, cuidado, porque los tiempos están cambiando:
ya sus propias alumnitas con pañuelos verdes se encargarán de denunciarlos a
las autoridades correspondientes…
Y en salud, lo mismo. Todos muy
tranquilos de que insólitas y carísimas cuestiones se agregaran al “plan médico
obligatorio”, pero todos haciendo la venia porque todo ello era un “derecho
social”.
Pero claro, ahora, con esto, no.
En fin: ¿no es un poco tarde?
¿Qué suponían que iba a pasar, con
tanto poder otorgado al estado desde los años 30, donde el feliz Pío XI creía
que todo se arreglaba pactando con Mussolini, ante la azorada vista de Mons.
Montini, y Luigi Sturzo echado por el mismo Vaticano fuera de Italia? Igual que
los católicos que pensaban que todo estaba bien con un ministro de educación
“católico”, y por supuesto con Onganía y con Videla en primer lugar. Claro, las
cosas han cambiado. El poder va ahora para otro lado. Con luchar SIEMPRE contra
el poder, como siempre han hecho los “heréticos” católicos liberales –desde Lord
Acton, Rosmini, Montalembert, hasta llegar a M. Novak, Leonad Liggio, Sirico,
Gregg, Chafuén etc.- los católicos hubieran tenido mayor autoridad moral. Pero
no, por supuesto. ¿Ellos son los herejes, no, nacionalistas católicos? ¿No,
revista Cabildo?
¿Y qué decir de la objeción de
conciencia? Cuando los testigos de Jehová se pudrían sistemáticamente en la
cárcel, sólo yo, un irrelevante total, y si mal no recuerdo el gran Germán J.
Bidart Campos, fuimos los únicos que defendimos su objeción de conciencia. ¿Los
católicos? Mm….. Y sobre todo los que creían que los gobiernos militares eran
“el estado católico”. ¿No, revista Cabildo?
¿Qué autoridad moral tienen ahora
para hablar de “libertad”? (Ah me olvidaba: la libertad es sólo para la verdad,
el error no tiene derechos, el liberalismo es pecado, la Quanta cura es ex catedra,
la declaración de Libertad Religiosa del Vaticano II es herética y fuente de
todos los males, etc etc etc……………).
Y por supuesto allí están los grandes
partidarios de las teologías marxistas de la liberación (cuyo fundador es hoy
un santo en vida en el Estado del Vaticano) y los grades teólogos de la
teología del pueblo. Para ellos el aborto es fruto del capitalismo, y el
capitalismo es igual al FMI. En eso piensan igual que los de Cabildo: para los
primeros la nación católica se da en las villas; para los segundos, en las
dictaduras católicas de derecha. Pero para unos y otros, sólo el pueblo
católico, contra el liberalismo y el capitalismo, terminará con el aborto. Por
ende, más poder al estado, por supuesto, pero cuando el estado es Macri, ah,
allí se acuerdan de la liberación los unos, de la libertad los otros.
Pasemos ahora a un grupo más
incoherente: los libertarios pro-aborto. Pero no, no me refiero a los que
pedían la des-penalización y nada más, aunque
cabe confesar que tardaron mucho en aclarar “y nada más”. Me refiero a esa grupo de jovencitos que salieron (y salen) a defender ESTA ley como si se tratara
de los precios libres. Gente que dice estar en contra de toda salud pública, de toda
prestación estatal de servicios de salud, salieron
a defender alegremente un servicio estatal “gratuito” de aborto. ¡Santa
coherencia Batman!!! Mama haceme grande, que cuando llegue el aborto,
incoherente me hago solo. Y siguieron y siguen festejando ESTA ley, que obliga a los privados a hacer lo mismo que el servicio estatal. Gente
que dice defender la propiedad, la “no agresión”, etc.: cuando llega el aborto,
¡avanti con la agresión a los privados! ¿Y de la libertad de conciencia, de la
libertad religiosa? ¡Ni se acordaron!!!! ¿O en el fondo Ayn Rand los convenció de
que mejor desaparezca esa sarta de místicos ridículos? ¿Saben en el fondo
qué es la libertad religiosa, o la defienden sólo para que esos imbéciles
creyentes se dejen de jorobar? ¿Por qué no se sinceran? ¿Cómo pueden no
reconocer la aberrante contradicción en la que han caído, la aberrante falta de
principios al no importarles en absoluto la libertad de conciencia? ¿O tenemos
en todo esto una prueba de que estos jovencitos NO se salvan de la banalidad
del mal y de la liviandad intelectual simplemente porque defiendan la libertad
económica?
Y finalmente pasemos al tercer grupo,
del cual voy a poder decir muy poco. Porque de los otros dos, por lo menos sé
qué les pasa por la cabeza. Pero de Macri y los pro-aborto-pro, ya no puedo
decir lo mismo, porque sencillamente ojalá les pasara algo por la cabeza.
Comenzando por Macri. Si se trata de banalidad del mal, otro que bien baila,
como comenzó a mostrar desde sus inefables globitos amarillos. Cabe reconocer, a
los dos primeros grupos de incoherencia, la mínima seriedad de sus autores,
desde Pío IX, Gustavo Gutiérrez o Murray
Rothbard. Pero en este caso, qué, ¿Durán Barba? OMG……..
¿Qué tenía en la cabeza cuando salió
con “la necesidad del debate”? ¿Acaso en una democracia parlamentaria los
diputados y senadores no pueden debatir lo que quieran, sin tener que esperar
su aliento? Y si ese hubiera sido el caso, ¿ni siquiera su liderazgo
presidencial podía salir en defensa de la no invasión del estado a los
servicios privados? Obviamente, no. Macri no se da cuenta –como de infinitas
cosas- de que al haber permitido, alentado y hasta negociado la ley del último
jueves ha hecho algo tan grave como salir a defender a Maduro, si lo hubiera
hecho. Lo que Macri ha hecho es una estupidez de lesa gravedad institucional y
de lesa gravedad moral. Y de nula capacidad de liderazgo. Un horror. No sé
quién tiene que competir con él en el 19 para que se lo pueda votar como mal
menor –porque así fue votado por muchos-: si Idi Amín Dada, Stalin,
Hitler, Pol Pot, Mao o Ho Chí Minh. No estamos lejos: por ahí Durán Barba se lo
recomienda. Vayamos poniendo las Barbas en remojo.
Mientras tanto se vienen todos los
demás totalitarismos clandestinos. Ya no es posible tener la propia opinión
sobre la sexualidad sin caer en delitos de odio o discriminación, ya no será
posible hablar con “o” sin caer en delitos del lenguaje, ya será delito una
pareja heterosexual, ya será delito NO preguntarle al “ser humano” de qué sexo
quiere ser. Y mientras tanto tenemos a los grandes genios en el “Ministerio de
Economía”, tratando de “controlar al dólar”. ¿Qué harán, ponerle un bozal?
Argentina, un país inviable en medio
de un mundo enloquecido.
1 comentario:
Estimado Profesor Zanotti:
Me parece que un auténtico obstáculo para poder comprender a cabalidad la naturaleza del estado es la doctrina del Magisterio sobre el bien común, en cuanto a que es función primordial del estado procurar el bien común de la sociedad. San Pablo nos desvela que es el Espíritu Santo quien procura el bien común de la humanidad y que lo hace a través de un medio 100% evangélico: la vocación.
El estado sólo puede actuar mediante la violencia y la coerción, medios no evangélicos, y para procurar el bien común tendría que ser omnisciente, omnipresente y omnipotente (el Espíritu Santo sí lo es).
¿Nos podría iluminar con su visión al respecto?
Saludos,
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