Entre
las muchas formas con las cuales ciertos escritores católicos manifiestan su
descontento con el mundo actual, se ha popularizado una, hace ya bastante
tiempo, que consiste en identificar dos polos: en uno está el laicismo, en el
otro, los católicos. Los laicistas consideran al Catolicismo como una secta
perversa que hay que prohibir. Intentan prohibir su libertad de expresión, por
la cual manifestarían posiciones que actualmente se consideran delitos
discriminatorios, intenten prohibir su educación y su salud libre, porque con
ellas los católicos se oponen a la ideología del género, al aborto, al control
de la natalidad, etc.
Los
católicos, por su lado, se defienden diciendo que ellos no hacen más que
ejercer su libertad de expresión, de libre enseñanza y asociación, con las
cuales debería estar garantizado el libre ejercicio de su propia visión en esos
temas.
O
sea que, como vemos, lo que está en juego aquí es, de vuelta, el tema de las
libertades individuales.
Los
“laicistas” pretenden imponer su propia visión desde la coerción del estado, y
por ende el problema de esos fanáticos anticatólicos es algo anterior: se llama
estatismo. ¿Les suena?
Los
católicos que, en cambio, se oponen en bloque al mundo moderno, los que no
distinguen entre iluminismo y modernidad, condenan a las libertades
individuales en forma absoluta, y sostienen que la clave de la cuestión es
volver de algún modo a una autoridad civil “católica” tipo Estados Pontificios.
Los
católicos que, sin embargo, han aceptado la democracia constitucional, y, en
teoría, a los “derechos humanos” son en cambio los que protestan contra el
laicismo. En cierto modo, al hacerlo, dan en la tecla de una gran verdad: los
católicos tienen el derecho a expresarse contra la homosexualidad, a la
ideología del género, etc., a no aceptarla en sus escuelas ni en sus institutos
de salud. Pero con ello rozan tangencialmente algo que obviamente no ven o no
quieren terminar de ver: no es que el católico en tanto católico tiene derecho a su libertad de expresión, de
enseñanza, de religión, etc, sino que el católico en tanto ser humano tiene esos derechos. Ellos me van a decir: por
supuesto que sí. Sí, PERO una cosa es “declamar” esas libertades y otra cosa es
entender qué significan realmente. La libertad de enseñanza consiste en que,
aún en el caso de que haya un sector estatal de educación, los planes y
programas de estudio de los institutos privados, ya católicos o marcianos, deben estar totalmente libres de cualquier
control estatal. La libertad de asociación para instituciones de salud
implica que NO debe haber una seguridad
social obligatoria desde el estado central, que por ende dictamine cuáles son
los contenidos de salud pública que se van a imponer a cualquier organismo “privado”
que quiera proveer en materia de salud.
Pero
entonces…….. Ah no, eso no. Eso es el pérfido “liberalismo”. No, esos son los
extremistas, los “neoliberales”, que además leen a autores malos, no católicos,
como Mises y Hayek, mientras ellos son inmaculados lectores de Chesterton
(que ahora parece que es el gran economista). Ellos piensan que por supuesto que debe
haber control estatal sobre la educación, que debe haber sistemas de seguridad
social obligatorios (como vas a ser un liberal MALO y pensar lo contrario, no?)
pero esos organismos deben ser presididos y legislados por personas buenas,
creyentes, cristianas, que van a respetar la libertad religiosa de todos pero
manejando esos organismos conforme a una ley natural laica que, si no se la comprende, es en el fondo porque se es “malo”.
Estos
mismos católicos alentaron al estatismo en décadas anteriores. Defendieron el “derecho
a la salud” y a toda la intervención estatal consiguiente; defendieron al “derecho
a la educación” y toda la intervención estatal consiguiente; defendieron a la “libertad
de información”, criticaron a la libertad de expresión “liberal” creando con
ello, también, organismos de control. Ellos consintieron y prepararon todos
esos organismos, víctimas de un magisterio que tampoco vio muy bien la
cuestión, excepto en el caso –gracias a Dios- de la libertad religiosa. Luego
esos organismos se llenaron de los “laicistas” y, claro, ya fue tarde. Tenían
todo el aparato de coerción estatal desplegado.
Para
colmo estos católicos tienen este tema como única agenda. EL problema del mundo
es el laicismo. Por lo demás coinciden en general con cuanto estatismo y
redistribución de ingresos pueda proponerse, y, además, odian a los liberales
clásicos y libertarios que siguen defendiendo esas libertades individuales que son sin embargo, para católicos y demás creyentes, su única protección. Y si alguno de esos
libertarios es, además, católico, pobre de él. Allí sí que se acabó la “misericordia”,
“el diálogo”, que siempre están prestos a tener, sin embargo, con cuanto
marxista “humanista” esté en el Vaticano, con saco y corbata, escuchando canto
gregoriano y hablando Latín. No, perdón, qué atrasado estoy: hablando Aymara y vestido como Evo Morales. Perdón mi falta de update.
Vamos
bien, gente, vamos bien. Cuando desparezcan los laicistas y luego “los liberales”, el mundo será por fin el reino de este mundo.
1 comentario:
Bueno, no es que los liberales y/o libertarios ayuden mucho al respecto, hoy muchos libertarios más que hablar de temas de libertad económica y sus ventajas a la sociedad (y de formar partidos políticos para desafiar el status quo izquierdista), parecieran simplemente dedicarse a burlarse de los creyentes y promover por todos los medios el ateísmo o el agnosticismo que practican (no todos, pero si la mayoría), tal parece que antes que dedicarse a detener el avance del Estado en la economía su ateísmo los ciega y reducen toda la agenda "liberal" a mejor llevarle la contraria a los creyentes (católicos o no) con temas como el matrimonio y el registro civil, la educación "laica", la expropiación de bienes eclesiásticos (mal llamado "secularización de bienes" pues en realidad lo que ocurrió en siglos pasados fue que el Estado le quitó sus posesiones a la Iglesia por mera ambición y para gastarlos a su antojo), el aborto, las uniones homosexuales, la legalización de las drogas, a que la Iglesia "no imponga su visión, ideología o moral al resto de la sociedad", etc., temas que a la fuerza ellos encajan siempre en el mismo saco, como si fuesen de igual naturaleza y tratamiento que la libertad económica. Y como si no hubiera otros temas relevantes. De esa manera los "liberales" irónicamente también han ayudado al avance del estatismo, pero en el plano de la moral y la ética (marxismo cultural).
Dicho de otra manera: "Los liberales (y libertarios) están en contra de la intervención del Estado en la economía, pero están ciegos a la intervención del Estado en la moral y ética (porque confunden cosas como el aborto, eutanasia, matrimonio "igualitario", adopción para parejas del mismo sexo, etc., con "libertad" siendo que en realidad están dejando que el Estado decida y defina asuntos de ética, moral y cosas como el inicio y término de la vida, qué se considera familia, matrimonio, orientación sexual, etc.). Creer que la educación pública/estatal no les llegó a afectar de algún grado a ellos también es una ingenuidad, pues a pesar de considerarla falsa y manipulada por el poder político para adoctrinar a la población, aún así se han creído el cuento que maneja de que la Iglesia Católica es "la institución más malvada de la humanidad" y que hubo que "separar Iglesia del Estado" porque "la Iglesia adoctrinaba a la sociedad" (esa más que "leyenda negra del Iluminismo" fue una propaganda del poder político/Estado para engañar a la población, poder quitarle sus bienes a la Iglesia, y asumir él el rol de determinar la moral, lo bueno y malo -cosa que la Iglesia Católica tenía como su responsabilidad en la Edad Media, mientras que el poder político se dedicaba sólo a asuntos civiles y temporales-).
Por otro lado los creyentes (entre ellos el grueso de los católicos) se oponen a que el Estado intervenga en la moral y ética, pero están a favor de la intervención estatal en la economía (porque la propaganda y educación estatista/izquierdista les ha hecho creer que vivimos en un mundo donde impera el "capitalismo salvaje", "el rico explota al pobre", "las trasnacionales roban la riqueza de los países", "los empresarios controlan la economía", "el ánimo de lucro siempre es malo", etc.). La educación pública/estatista realmente ha sido el arma de adoctrinamiento más formidable de la historia.
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