".... “Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?”
San Agustin.
Había estado en Chile varias veces, por diversas actividades académicas, pero mi última visita, del 15 al 18 de este mes, fue distinta.
Fui invitado por el presidente del Partido Libertario de Chile, Italo Omegna Vergara, y durante esos cuatro días puede ver diversas manifestaciones de la derecha chilena, desde tradicionalistas hispanistas católicos hasta anarco-capitalistas, liberales clásicos y libertarios e incluso libertarios trabajando en barrios de emergencia. Al principio me sorprendió la sana convivencia entre todos ellos, pero conversando con Italo -a quien debo agradecer enormemente su cordialidad, su lucidez, su rapidez- pude entender un poco más una de las razones principales de ese panorama, tan diferente al nuestro. La izquierda chilena es tremendamente castrochavista y violenta. Al lado de ellos, los kirchneristas son nenes de mamá, acostumbrados a sus corruptelas y a su capitalismo de amigos. La izquierda chilena no quiere una décima de capitalismo, ni de amigos ni de marcianos, y está dispuesta a matarte por ello todas las veces que sea necesario.
Entre varias de sus valientes acciones, Italo es el autor del prólogo al libro de Ronald Ojeda, Notas póstumas sobre su secuestro y asesinato (Editorial Entre Zorros y Erizos, 2024). Ronald Ojeda fue un disidente de la dictadura castrochavista dirigida ahora por el pérfido y ultracorrupto tiranuelo Nicolás Maduro, al cual, seguramente, la HAYA NO le dictará la orden de captura internacional que merece. Ojeda, guiado sólo por su sentido del deber y su conciencia moral, pero no por una formación ideológica previa, se enfrentó solo contra el cruel tiranuelo y se vio obligado a abandonar Venezuela con su familia en 2018, luego de ser secuestrado y torturado por el infame régimen en el 2017. Pasó por Colombia y Perú, hasta llegar a Chile, donde pidió asilo político, que le fuera otorgado recién en el 2023. Pero el régimen no perdona: el 21 de Febrero de 2024 lo secuestraron de vuelta, en una rápida operación comando (40 segundos: no precisamente unos improvisados) delante de su esposa y su pequeño hijo. Once días después se encontró su cuerpo, con signos de tortura, en una maleta a 4 m de profundidad, cubierta de cemento, etc.
La mayoría de los partidos de la socialdemocracia chilena pidieron el esclarecimiento del hecho, pero el presidente Gabriel Boric, en su cuenta de X, el 4 de Marzo, luego de un prolongado silencio, descalificó a esos pedidos como prejuicios anticomunistas y mentiras.
Iván Simonovis, otro disidente venezolano, preso durante 15 años, denunció este nuevo crimen del régimen pero Diosdado Cabello (qué nombre de pila paradójico) intentó ridiculizar la denuncia como un invento hollywoodense. Me sorprendió su frase final: “si nosotros podemos hacer eso, ¿quién nos para en este mundo?”
Quisiera que los lectores mediten sobre esa frase. Porque tiene razón. ¿Quién para a la narcodictadura chavista? Si el régimen puede penetrar en otro país y asesinar disidentes con asilo político, efectivamente, ¿qué es lo que no pueden hacer?
¿Están los países de América Latina exentas de las garras de los tiranuelos narcochavistas? No digamos, los argentinos, “acá no”: ¿están preparadas nuestras fuerzas de seguridad para detener a esas rápidas y eficientes máquinas de matar, entrenadas seguramente en esa Cuba que admiran los investigadores kirchneristas del CONICET?
Creo que los argentinos no tenemos conciencia aún de quiénes son las bestias narcochavistas. Con el aliento del Foro de San Pablo, siguen siendo, junto con Cuba y la complicidad de los gobiernos de izquierda de la región, los principales ejecutores de un plan sistemático para convertir a toda América Latina, si ellos pudieran, en la dictadura comunista que ERP y Montoneros quisieron para Argentina en la década del 70.
Los argentinos debemos conocer este terrible caso y tomar conciencia de la amenaza en ciernes para nuestra soberanía y nuestros aún inciertos proyectos de libertad. Lo que hizo el infame régimen de Maduro en Chile fue una invasión, un atentado a su soberanía, un acto de guerra, que no pareció preocupar en nada a Gabriel Boric.
Creo que el gobierno de Javier Milei debería tomar cuidadosa nota de este caso y tomar medidas importantes, tales como la ciudadanía argentina inmediata a todo disidente venezolano que requiera asilo político en nuestro país, facilitándole su ubicación laboral; debería facilitar y agilizar los trámites de ciudadanía a los inmigrantes venezolanos que han huido del infierno, y debería dejar muy claro ante la OEA que denunciará como una violación a nuestra soberanía nacional a cualquier persecución e intento de secuestro que sufra cualquier disidente venezolano en nuestro país.
El régimen venezolano no se anda con chiquitas. Son bestias totalitarias cuya crueldad y eficiencia asesina no tiene nada que envidiar a Stalin y otros desalmados por el estilo. No cortan calles ni demandan planes sociales. Es un ejército de termitas eficientes que secuestran, asesinan, violan y torturan, donde puedan y cuando puedan. Y NO se detendrán.
Tomen nota.
1 comentario:
Excelente nota, claro en pluma y relato.
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