Que el hijo invite a la presentación de un libro sobre la obra de su padre (1) puede parecer tan filial como cargado de una impronta personal inevitable, y ambas cosas son verdad. Pero las improntas personales no tienen por qué ser subjetivas en el sentido de "arbitrarias": es un horizonte personal que puede ser compartido con todos los que tengan inquietudes por el tema educativo.
Mi padre, nacido en Buenos Aires en 1928, hizo sus estudios primarios en la escuela estatal de su barrio en Caballito y luego estudió la escuela normal en el Mariano Acosta. Estudió luego la carrera de Pedagogía (hoy desaparecida) en la UBA, mientras ejercía como maestro normal nacional, durante 10 años.
Por lo tanto, su formación fue en el más estricto positivismo pedagógico argentino, por figuras ilustres como José María Torres y Víctor Mercante, y en la escuela estatal sarmientina con su ideal iluminista de formación del ciudadano según los dictados de la razón. Tomó su misión docente como un sacerdocio laical que nunca abandonó.
Pero entre los años 50 y 60 su mente comienza a dar un giro copernicano dentro del paradigma en el que se había formado. Paradigma al que siempre respetó con mucho afecto, como la vieja casa de un abuelo que sin embargo necesita reciclarse urgentemente ante las nuevas transformaciones sociales de su tiempo.
Escribió desde entonces una serie de replanteos teóricos seguidos de propuestas prácticas de reforma al sistema educativo nacional.
Su primer gran preocupación fue el reglamentarismo didáctico y el descuido de la libertad de enseñanza. Para gran sombro de muchos, insistía en que las leyes 1420 y 1875 de la Provincia de Buenos Aires establecían una clara distinción entre objetivos y programas, entre escolaridad e instrucción, y disponían consejos de padres, para cada establecimiento, donde los padres podían intervenir activamente en el nombramiento de docentes y planes de estudios.
Nunca se cumplió. Los objetivos fueron sustituídos por un barroquismo reglamentarista en materia de planes de estudio y métodos de enseñanza; no se advirtió que la instrucción, como decía la ley, no significaba escolaridad obligatoria, y las facultades otorgadas a los padres nunca fueron asumidas por nadie. Mi padre proponía volver a todo ello, al mismo tiempo que reclamaba a los padres que fueran coherentes con el derecho a elegir la educación para sus hijos y no los abadonaran a la total discrecionalidad de los directivos de los institutos privados o estatales.
Comprendió históricamente la primera etapa de la política educativa, pero la criticó por su racionalismo. Aceptó por ende las nuevas propuestas pedagógicas de Lombardo Rádice, Gentile, Dewey, Ferriere, etc., pero las criticó por pretender aplicarlas a la estructura de la escuela racionalista. Comenzó a la hablar de la tercera etapa de la política educativa: el rol esencial, y no accidental, de las nuevas tecnologías de la comunicación, cosa que había aprendido en Italia estudiando de la mano de Luigi Volpocelli y luego por su amistad con Giovanni Gozzer. Diagnosticó por ende la des-vinculación de la escuela de una sociedad atravesada por los nuevos medios, aún antes de internet, y propuso por ende nuevas funciones profesionales docentes que obviamente nadie aceptó.
Propuso una reforma integral del sistema secundario, primero en 1965, donde proponía una escuela intermedia que pudiera ser el puente entre la formación humanística y a la vez profesional de la escuela media, y lo volvió a proponer en 1976 en otro libro donde desarrollaba un nuevo plan de estudios, con materias electivas y un sistema pedagógico más adaptado a la etapa adoslescente de los estudiantes. Propuso además integrar los estudios secundarios al mundo del trabajo y no como meras visitas sino como parte esencial del plan educativo.
Siguió criticando al "barroquismo reglamentarista" y al monopolio estatal que niega toda libertad de enseñanza. Se dio cuenta de que la clave del monpolio estatal consistía en la fiscalización de los títulos habilitantes por parte del Estado Nacional, y por ello propuso en 1980 la separación entre titulación y habilitación profesional, donde la libertad de enseñanza por parte del sector privado iba a ser plena.
Advirtió como ya dijimos los límites del positivismo pedagógico pero no sumó su voz a la crítica de la izquierda al sistema pedagógico argentino como emergente de un capitalismo explotador. Salió por ende él solo de los límites del paradigma positivista, pero sin aceptar por ello las críticas marxistas al sistema: él tenía las suyas propias, que podían ser aplicadas en una sociedad democrática liberal. Quedó por ende totalmente solo entre conservadorismo y revolución en el tema educativo.
Se opuso por ende a toda legislación federal en materia educativa, que prevenía venir, preocupado, ya antes de su muerte en 1991.
Por lo tanto, creo que las propuestas educativas de mi padre son importantes para la Argentina de hoy en sí mismas y no porque lo diga yo. En una Argentina que involucionó a la planificación central total de la educación, él propuso la total libertad de enseñanza para el sector privado y la vuelta de la des-centralización originariamente prevista para la educación estatal. En una Argentina donde el colegio secunario ha devenido en una decadencia cultural total, él propuso dos veces reformas totales al sistema. En una argentina que aún no sabe cómo integrar el aula tradicional a las nuevas tecnologías, él propusto la tercera etapa de la política educativa donde lo esencial son las nuevas tecnologías de la comunicación. En una Argentina apresada por sindicatos docentes totalitarios, él propuso nuevas funciones profesionales docentes adaptadas a las nuevas circunstancias tecnológicas. En una Argentina atrapada aún en el debate entre Civilización o Barbarie, él propuso la integración de todas las tradiciones argentinas en sus propias reformas educativas. En una Argentina que cree que la educación privada consiste en institutos, llamados privados, que deben ser fiscalizados por el Estado, él propuso la total des-monopolización del sector privado de los plantes y programas estatales, y la coherente libertad de métodos distintos para lograr objetivos de ingreso al ámbito universitario que a su vez debe responder con libertad ante las demandas de una nueva sociedad tecnológica, con nuevas habilidades y competencias.
No es el objetivo de esta entrada resumir el pensamiento de mi padre, porque ese resumen es el libro que voy a presentar. Pero sí convencerlos de que el pensamiento de mi padre no es mío sino para todos, y es más actual que nunca.
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(1): Mañana Lunes 14 a las 18,30 en Córdoba 374, UCEMA.
Post-datas: la presentación va a ser presencial en https://ucema.edu.ar/evento/presentacion-de-libro-luis-jorge-zanotti-sus-ideas-educativas-fundamentales-y-su-importancia
También, desde el Instituto Acton: https://institutoacton.org/event/presentacion-del-libro-luis-zanotti-sus-ideas-educativas-fundamentales-y-su-importancia-para-nuestro-tiempo-de-gabriel-zanotti/
El libro se puede conseguir en papel escribiendo a info@institutoacton.com.ar (NO se vende en la presentación) o en su versión kindle en https://www.amazon.es/Luis-Jorge-Zanotti-fundamentales-importancia-ebook/dp/B0BC45843Y
La obra completa de Luis Jorge Zanotti está on line en www.luiszanotti.com.ar
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