Nicolás Cachanosky y yo
hemos dicho que Rothbard es inconsistente sobre el tema de su extremo
apriorismo y las hipótesis auxiliares. Por un lado critica a Machlup por la
importancia que este último les da, pero por el otro lado él mismo las acepta[1].
¿Entonces?
El punto central de esta
pequeña aclaración o in-sistencia en nuestro punto es justificar nuestra
“acusación de inconsistencia”. ¿Acaso no hemos “perdonado” las inconsistencias
o “tensiones” en tantos autores? Yo mismo he dicho que Mises y Popper presentan
ambivalencias en sus escritos[2] y sin
embargo he defendido el núcleo central de su pensamiento (la praxeología en el
primero y el método conjetural en el segundo). Entonces, ¿por qué no puedo
pasar por alto este tema en Rothbard?
Precisamente, porque
esta inconsistencia es el núcleo central de su extremo apriorismo. Este último,
según el mismo Rothbard, tiene las siguientes cuatro características: 1) el
axioma fundamental y las premisas de la economía son absolutamente verdaderos;
2) los teoremas y conclusiones deducidos por las leyes de la lógica a partir de
esos postulados son por tanto absolutamente verdaderos; 3) en consecuencia, no
hay necesidad de testeo empírico, ni de las premisas ni de las conclusiones; 4)
los teoremas deducidos no podrían ser testeados, aun cuando ello fuera
deseable.
Por un lado Rothbard
tiene razón en varias cosas. Es verdad que el axioma praxeológico central es
verdadero en el sentido de “no hipotético”, a pesar de que el Lunes pasado
aclaré en Rosario que la palabra “absoluta” es innecesaria y confusa. Pero no
insistiré en eso, remito a la ponencia[3].
Segundo, es verdad que
lo deducido lógicamente a partir de un axioma verdadero es verdadero también
(si no hay un error lógico). Es verdad por ende que no hay necesidad de testeo
empírico, y es verdad que los teoremas deducidos no pueden ser testeados, pero
no por lo que Rothbard cree.
El punto en debate ya
no es reconocer que el mismo Mises afirma claramente que para pasar de la
praxeología a la cataláctica son necesarias una serie de “condiciones del mundo
real”, que no son per se deducibles de la praxeología. O sea, el paso de 1 a 2
no es tan fácil. Rothbard enumera esas “XX” (por “XX” entendemos: NO deducibles de la praxeología)
auxiliares. Como enumerábamos ya en 1989[4], son:
a) la variedad de recursos y,
entonces, cuestiones tales como 1a división del trabajo, el mercado, etc.; c)
que se practique cambio indirecto (lo cual implica, reconoce Rothbard, la aplicación del análisis para casos en
los que este postulado esté presente) y d)
el deseo de maximización de beneficios monetarios.
Pero si para pasar de
1 a 2 se necesitan a, b, c y d, ¿de dónde saca Rothbard que los teoremas de la
economía son “absolutamente” verdaderos? Esa verdad está mediada por la verdad de las 4 XX auxiliares. En la lógica
axiomática-deductiva, los teoremas no son derivados “absolutamente” de los
axiomas SI en el medio de axiomas y teoremas debemos colocar XX “auxiliares” NO
deducibles de los axiomas. Luego el “absolutamente” cae. ¿Por qué llamar a esta
apriorismo “extremo”? ¿Por qué fustigar a Machlup por haber afirmado lo mismo?
¿Por qué colocar a Mises en esa posición? ¿Por qué los Rothbard-boy se pasan la
vida criticando a Hayek cuando este último no hizo más que especificar
claramente que hay XX auxiliares y que una de ellas es la capacidad de
aprendizaje? ¿Por qué seguir ignorando que en el cap. 15 de La Acción
Humana, cuando Mises habla de competencia, cita Individualism and Economic Order de Hayek[5]?
En consecuencia, mal
que le pese a Rothbard, tal vez no haya necesidad o posibilidad de testeo
empírico (ahora veremos esa cuestión) pero es obvio que los teoremas de la
cataláctica arrastran el carácter “NO necesario” de los XX auxiliares y por ende
son NO necesarios y por lo tanto lejos están de ser “absolutos”. Ello no quiere
decir que sean falsos, si, como dijimos en Rosario[6],
adoptamos una fundamentación filosófica adecuada de la capacidad de alertness empresarial, sin por ello dar
“necesidad ontológica” a la cuestión.
Y con respecto al
testeo empírico, Rothbard hereda un problema misiano: dejarle el tema al neopositivismo
y al inductivismo. Claro que, después de
Popper, el “testeo empírico” como “hechos sin teoría” es IMPOSIBLE, tanto
en ciencias naturales como en sociales. La “base empírica” está cargada de
teoría; luego se interpreta a través de la teoría (Cap. V de la Lógica de la Investigación Científica,
1934: han pasado años…………….) igual
que una situación histórica compleja se interpreta a partir de la teoría
(Mises, La Acción Humana, cap, 2, como P. Boettke explícitamente recuerda[7]). Por
ende, ambas ciencias ni falsean ni verifican necesariamente; sólo “ilustran” la
teoría con casos concretos, casos concretos que no pueden falsar absolutamente
por la tesis Duhem. Y eso es precisamente lo que Machlup dice.
Por eso decimos que
hay inconsistencias e inconsistencias. Esta inconsistencia de Rothbard es el
eje central de su extremo apriorismo, y en ella se han formado generaciones de
austríacos que han alejado a la Escuela Austríaca ya no sólo del mainstream, sino de cualquiera que esté
al tanto de la epistemología actual. Es una lástima la falta de formación
epistemológica de algunos (por suerte no todos, especialmente los formados en
Lavoie) economistas y pensadores austríacos. Guiados por lamentables prejuicios
negativos, dejan de lado a Popper, Lakatos, Kuhn y Feyerabend, con lo cual NO
se dan cuenta de que siguen hablando –como muchos otros- de temas como testeo
empírico y etc. como si estuvieran en 1920 o, peor, como si aún el problema
fuera la comprensión versus las ciencias naturales; como si la historia de la
epistemología no existiera después de Dilthey. Luego, por esta ignorancia,
vienen las acusaciones de “escuela austríaca heterodoxa” si uno ha tenido el
pecado de comer la manzanita y leer a Hayek, Machlup o Lachmann.
Esta situación, si no cambia, es un grave impedimento para la supervivencia académica de la Escuela Austríaca.
[2] Conocimiento e información, Unión Editorial,
Madrid, 2011.
[4] En
la primera versión de “Caminos Abiertos”, de 1989, publicada ahora como Caminos
abiertos, un análisis filosófico de la historia de la epistemología de la economía,
desde fines del s. XIX hasta 1982. Unión Editorial, Madrid, 2013.
[5] La nota es la nro. 15.
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