domingo, 19 de marzo de 2023

NUNCA LA MENTIRA Y EL ENGAÑO HAN SIDO TAN MONSTRUOSOS

 Las predicciones apocalípticas de una tercera guerra mundial, de tipo atómico, parecen falsarse cotidianamente, a pesar de otras terribles guerras con armas convencionales. 

Si la política era la continuación de la guerra por otros medios, parece que ante la disuación mutua de usar armamento nuclear, la guerra parece continuarse ahora con una intensidad nuclear de otra naturaleza.

Nunca como desde el 2016 en adelante el engaño masivo y la mentira han sido tan atroces. Nunca como antes la propaganda política de los gobiernos y organizaciones privadas en complidad con gobiernos ha sido tan eficiente en presentar a los culpables como inocentes y en acorralar a las voces disidentes con todo tipo de descalificaciones ante la opinión pública (conspiranoides, negacionistas) más, por supuesto, persecuciones judiciales y encarcelamientos, con la complicidad inclusive de instituciones religiosas que parecen también haber comenzado un proceso de autodrestrucción mientras, aparentemente, se creen triunfadoras en su misterio de iniquidad. Y nunca como antes la propaganda maliciosa ha funcionado con filosofías hartamente difundidas, como el positivismo, el marxismo y el postmodernismo, y nunca como antes ha tenido aliados tan poderosos como los atemorizantes dioses de los facts, los hechos y las creencias culturales sobre la explotación capitalista. 

No es casual: ya no funcionan las guerras de invasión. O, mejor dicho, funcionan de otro modo. Se invaden las conciencias y las creencias. 

En tiempos como estos, la justicia humana es casi inexistente.  Todo puede ser fraguado, el arte del engaño ha llegado a niveles que superan la alegoría de la caverna. 

En tiempos como estos, habrá que refugiarse en muy pocas amistades pero muy profundas, en niveles de confianza que lleguen sólo a un puñado de personas, y en convicciones profundas que estén a resguardo de realidades prefabricadas. 

Son tiempos difíciles. Occidente muere lentamente víctima de sus propios delirios. Estamos nuevamente en los momentos donde con cuidado nos reconocíamos dibujando un pez, en un terreno peligroso. 

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