domingo, 30 de julio de 2023

EVANGELIZACION, PREDICACIÓN, CONVERSIÓN, PROSELITISMO, ADOCTRINAMIENTO Y DIÁLOGO



Otro de los debates que está sacudiendo hoy a los católicos es que, aparentemente, no hay que enseñar, mostrar, predicar la Fe al prójimo, porque eso sería “proselitismo”, “adoctrinamiento”, “imposición”, etc.

Por ende, debemos hacer algunas clarificaciones.

Gracias a Dios, la filosofía del diálogo del s. XX ha trabajado mucho estos temas.

En Buber y Levinas, queda clara la diferencia entre instrumentalización y diálogo. Lo primero reduce al otro a un instrumento a nuestro servicio. El otro es un insecto dentro de nuestras redes, nosotros somos la araña. En el diálogo, en cambio, el otro es respetado en tanto otro, esto es, alguien cuya dignidad racional no puede ser reducido a un instrumento. Para decirlo en términos de Kant: debo tratar al otro como fin y no como medio. 

Habermas, tomando la herencia de Wittgenstein, ha aclarado que los actos del habla perlocutivos ocultamente estratégicos son precisamente el medio lingüístico para la manipulación del otro. O sea, lo que hacía todo el tiempo el famoso Frank Underwood de House of Cards. Un acto del habla perlocutivo es aquel por el cual quiero convencer a alguien de un pensamiento o una acción. Ningún problema, siempre que el otro lo sepa (ello es un acto del habla perlocutivo abierto) y además sea respetada su distancia crítica, esto es, su derecho al desacuerdo, a la interpelación de lo que estamos diciendo, cosa en la cual Habermas y Popper coincidían, a pesar de las apariencias. Pero si no, hay engaño. Se puede “engañar” lícitamente a un bebé que está gateando, para que deje de ir hacia el enchufe y gire hacia nosotros, pero ello es una excepción. El objeto de la educación es que dejemos de ser bebés. Mala noticia para los autoritarios.

El diálogo implica, también, ponerme en el horizonte del otro (Gadamer) para comprender que, aunque no coincidamos en todo, desde su tradición no es un absurdo lo que dice, y para tratar luego de encontrar algún punto en común que permita una fusión de horizontes.

Todo ello, y mucho más, es dialogar. La manipulación lingüística, en cambio, es una forma no física de coacción; una manera, mediante el lenguaje, de engañar al otro para que no se de cuenta de que está cayendo en nuestro pensamiento sin espacio para el pensamiento crítico, la pregunta, la conversación, su pensamiento.

La diferencia es, por ende, entre diálogo y manipulación lingüística. Diálogo es enseñar, comunicar.

La manipulación es, en cambio, la coacción lingüística, el engaño, el tratar al otro como un mero medio, aunque los fines sean lícitos.

Adoctrinamiento, proselitismo, son otros términos para esa manipulación lingüística.

Y el asunto no es privativo del ámbito religioso. Todo, sencillamente todo, debe ser dialogado, desde la Física hasta la doctrina de la Santísima Trinidad. Ni una cosa ni la otra debe ser coaccionada desde el lenguaje. Claro, el sistema educativo formal es manipulación, y eso lo sufren tanto educadores como educandos que creen que pueden “enseñar” Física o Catequesis desde ese sistema: no pueden. Adoctrinan porque no hay diálogo. Para NO adoctrinar, se debe dialogar.

El contenido es otra cosa. Yo puedo estar hablando de cosas muy buenas, con diversos niveles de certeza, desde la Física de Newton, la metafísica de Sto. Tomás o el Catecismo de la Iglesia, pero si no respeto el derecho del otro a la pregunta, a la crítica, estoy adoctrinando en todos los casos.

Ahora bien, Buber, Levinas, Gadamer, Habermas, todos ellos eran muy bien conocidos por cualquier universitario europeo después de la Segunda Guerra, y por ende también por los teólogos. No de causalidad, no de la nada, Pablo VI escribe Ecclesiam suam, sobre el diálogo, en 1964, un año antes del cierre del Vaticano II que, no de casualidad tampoco, declara documentos sobre el diálogo con los no creyentes, con las religiones no cristianas, con los hermanos separados, y declara el derecho a la libertad religiosa, basado en el derecho a la ausencia de coacción sobre la conciencia, derecho que debe ser respetado sobre todo a nivel espiritual: nunca recurrir a un lenguaje engañoso, manipulador, para invadir la conciencia del otro (y por eso hay tantos “otros” que no quieren saber nada con los “cristianos” que los “educaron”).

Por ende, la Iglesia Católica tiene clara la diferencia entre transmitir la Fe y el adoctrinamiento. La verdad brilla por sí misma, se impone por la sola fuerza de la verdad, por la belleza y calma de la verdad. La predicación, la evangelización, por ende, son diálogo o pasan a ser adoctrinamiento. Pablo VI, los Padres del Vaticano II, y también Juan Pablo II y Benedicto XVI, lo tenían muy claro. Otros católicos no lo tienen claro. Bueno, que se detengan y reflexionen sobre el anti-testimonio que están dando y sobre los no-creyentes que están produciendo en masa.

Pero que también lo tengan en claro todos. Profesores de Física, de Matemática, de Filosofía, de lo que fuere: si no dialogan, esto es, si no respetan el horizonte del otro y su distancia crítica, incurren en proselitismo, adoctrinamiento y autoritarismo, y no educan de ningún modo.

En la novela Las Llaves del Reino, su protagonista, un joven sacerdote escocés misionero en China, el Padre Francisco (el relato se sitúa antes de la Primera Guerra) cura al hijo del mandarín de la zona de una gran infección. Al día siguiente, el mandarín se presenta en los humildes aposentos del P. Francisco. Este le pregunta sobre el motivo de tan honorable visita. “Naturalmente”, responde el mandarín, el Sr. Chia, “para hacerme cristiano”, en retribución a la curación de su hijo. Con lo cual, toda la comarca se haría cristiana.

Pero el P. Francisco le responde que eso no es Fe. La Fe no es un pago por servicios prestados, debe ser una convicción personal, profunda, íntima, libre.

El mandarín emprende el regreso. Pero a mitad de camino, vuelve. Y le dona al P. Francisco varios acres de tierra y todos los materiales y recursos necesarios para levantar un digno edificio para su misión, porque el P. Francisco vivía en las ruinas de una misión anterior.

El sacerdote católico vuelve a rechazar la oferta, pero el mandarín, perspicaz, lo convence de que ese agradecimiento sí es pertinente.

El mandarín no se convierte al Catolicismo, a pesar de mantener una gran amistad con el P. Francisco.

Ya anciano, al sacerdote católico se le ordena regresar a Escocia.

Un día antes de su partida, el mandarín aparece nuevamente por los jardines de su amigo.

Le dice que ha estado pensando en la otra vida.

Pero su estilo oriental le impide ser directo.

Y le dice algo así como que extrañará caminar con su amigo sacerdote por esos bellos jardines. Pero que luego de su muerte, querría encontrarse otra vez con él, en el mismo jardín.

Y pide el bautismo.

Lean esta novela de A.J. Cronin (elogiada por Castellani, amigos tradis) quienes quieran comprender qué es realmente la evangelización y la conversión.

Y mientras tanto, despreocúpense. La Fe, la conversión, no es cálculo, no es planificación, no tiene criterios de calidad, no tiene evaluación. No tiene estrategias. La predicación es sólo el testimonio de vida, aunque no se tenga el don de la palabra. La predicación es sólo la paz de un cafecito hablando de bueyes perdidos, sin estrategias, ni cálculos, ni nada más allá de la amistad.  Lo demás lo hace Dios. 

sábado, 22 de julio de 2023

JAQUE MATE A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

 




El Jueves 21 hubo en el Congreso de los EEUU un importante “hearing” (https://www.youtube.com/watch?v=WRPezfR_jIY&t=302s) nada más ni nada menos que sobre la libertad de expresión, o mejor dicho, el free speech de la Primera Enmienda. La oportunidad para ello fue la “weaponization” del Gobierno Federal contra los que piensen diferente. Y los casos tratados fueron el ocultamiento de la información de la laptop que tenía la información sobre los delitos e inmoralidades de Hunter Biden, cuya publicidad podría haber cambiado el resultado de las elecciones del 2020, y el caso de las vacunas, sobre todo por la posición de Robert F. Kennedy al respecto.

Pero en realidad todo ello fue la posición de Jim Jordan, republicano por Ohio (https://www.congress.gov/member/jim-jordan/J000289). Los demócratas presentes se opusieron tenaz y firmemente a que hubiera algún tipo de censura, o la justificaban de algún modo.

El debate mostró una vez más la profunda fractura de la sociedad norteamericana en este momento. Como hemos explicado una vez (https://puntodevistaeconomico.com/2021/01/25/trump-twitter-la-libertad-de-expression-y-la-importancia-de-los-pactos-politicos-originarios/ ) , en ellos se ha quebrado su Pacto Constitucional, y ello los lleva precisamente a un grave desacuerdo sobre lo que significa en realidad el free speech protegido en la Primera Enmienda.

El Pacto Constitucional originario de los EEUU consistía en un reconocimiento de que “all men” (con las restricciones históricas del caso) tenían derecho a la vida, la libertad, la propiedad. En ello coincidían todos. Por ende el free speech se movía dentro de esos parámetros.

No se plantearon los padres fundadores el problema del partido antisistema, y por ello ya hace décadas que el tema del free speech tiene casos límites como la defensa pública del Ku Klucs Klan o el tema del Partido Comunista en la época de McCarthy. Por ende, el tema no es nuevo en los EEUU.

Lo que es nuevo es la visión neomarxista de la historia norteamericana. En realidad, los EEUU habrían estado concebidos desde la lucha de clases: un heteropatriarcado blanco, explotador, contra minorías explotadas en ese momento, los afroamericans y los indígenas, a lo cual se agrega a partir de los 70 las diversas minorías sexuales como homosexuales, lesbianas, trans y todo el universo LGBT. Esas minorías son concebidas, conforme al colectivismo metodológico del marxismo, como colectivos explotados.

Por ende, es obvio que, en esa visión de la historia de los EEUU, el free speech era una mera defensa de la libertad de los blancos. Un miembro coherente de esos colectivos no va a invocar sus libertades individuales. El derecho que él tiene es a defenderse contra la explotación. Y esa defensa se ha hecho inventando nuevos delitos, como la discriminación y delito de odio, para poner presos a los explotadores blancos. Es obvio entonces que los blancos no pueden invocar el free speech para defender sus odios y discriminaciones: al contrario, deben ser coherentemente censurados y penados por ello.

El hate speech significa por ende cosas diferentes, según el horizonte que tengamos. En nuestra filosofía moral, es obvio que moralmente no hay que hacer manifestaciones públicas de prejuicios raciales o de otro tipo, pero lamentablemente ello no es judiciable, y es el precio que hay que pagar por una bien mayor: que el gobierno no decida quién habla y quien no con la excusa del hate speech.

Pero desde el neomarxismo, el hate speech es intrínseco a la clase explotadora (los blancos heterosexuales y capitalistas) y por ende hay que prohibirlo legalmente, porque hay que defenderse por la violencia contra la clase explotadora, ya sea a través de métodos directos, como los practicados por Black Lives Matter, o indirectos, como llevarlos a la justicia por medio de la acusación de delito de odio.

Por eso no hay acuerdo sobre qué implica el free speech, y si tienen la paciencia de ver las tres horas, aproximadamente, de debate, todo esto es palpable, aunque ninguno de los participantes se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo.

EEUU no tiene salida mientras que la mitad de su población sea neomarxista desde un punto de vista cultural, un logro notable de una estrategia de penetración ideológica desde sus colleges y etc. Tanto que temían al Partido Comunista y sin embargo ya lo tienen en el poder.

Curiosamente, los argumentos manejados por los demócratas presentes fueron parecidos a los esgrimidos por Gregorio XVI o Pío IX cuando, por motivos totalmente diferentes, condenaron la libertad de expresión. Ambos pontífices tenían como modelo social a los Estados Pontificios donde el “pacto” era diferente. No había allí, por principio, libertad religiosa: ciudadanía y bautismo eran equivalentes jurídicamente. Por ello la libertad religiosa y la libertad de expresión fueron condenadas juntamente, por ambos pontífices, de manera coherente. Recién con la Declaración de Libertad Religiosa del Vaticano II la libertad de expresión tiene a su vez su fundamento.

Veamos la coherencia de ambos pontífices. El bien principal es la salvación del alma. Y el príncipe secular no debe ser indiferente ante ello. Por ende, no puede permitir la difusión de “false information” de tipo religioso que lleve a la pérdida del alma.

Coherentemente, cuando la Ilustración une Estado y ciencia, entonces (véase el paralelismo) el bien principal es la salvación del cuerpo. Y el príncipe secular (ahora el Estado Moderno) no debe ser indiferente ante ello.  Por ende, no puede permitir la difusión de “false information” de tipo secular que lleve a la pérdida de la salud del cuerpo. Por ende, los Estados, al custodiar la salud (del cuerpo) coherentemente no pueden permitir el free speech de aquellos que se opongan a lo que el Estado diga que la ciencia diga que son los tratamientos médicos adecuados, y por eso Robert F. Kennedy, que no está de acuerdo con la política del gobierno de Biden sobre las vacunas, no tiene derecho a la libertad de expresión.

La solución, en teoría, como bien explicó Feyerabend, es la separación del estado y la ciencia. La separación (distinción, prefiero yo) entre Iglesia y Estado implica la libertad de expresión en materia religiosa. Y la separación entre Estado y ciencia implica la libertad de expresión en materia científica (cosa que a médicos y científicos en general les cuesta mucho comprender).

Por ello las sociedades occidentales en este momento no conciben al free speech como los padres fundadores de los EEUU lo hicieron. Porque actualmente predomina en Occidente tres creencias cuya mezcla es incoherente pero muy efectiva. Post-modernismo, neomarxismo y positivismo.

Para el post-modernismo cualquier relato es lo mismo, y no puede tener pretensiones de verdad. Si lo tiene, es totalitario. Por ende, hay que prohibir al Catolicismo como JPII y Benedicto XVI lo concibieron, esto es, una religión anclada en la razón con pretensiones de verdad.

Para el neomarxismo, hay que prohibir al heteropatriarcado explotador, del cual las religiones cristianas tradicionales forman parte.

Para el positivismo, la ciencia es la verdad y la ciencia se basa en los hechos. Y como “las opiniones son libres pero los hechos son sagrados” no tienes libertad de expresión sobre los hechos: es misinformation que debe ser prohibida.

Estas tres ideas se combinan como un torniquete que quita todo oxígeno posible a una sociedad libre y al free speech. Si el Estado (a través de sus funcionarios) decide que lo tuyo no corresponde, es misinforation y cometes el delito de difundir información falsa. Si el Estado decide que tu cosmovisión metafísica con pretensiones de verdad es autoritaria, eres un fanático que merece ser vigilado y perseguido. Si el Estado decide que tu cosmovisión metafísica es hate speech, afuera también. Y todos contentos, incluso los liberales que también creen que el Estado debe impedir la “false information” y que además están muy, muy felices cuando unas monjitas van presas por no distribuir preservativos. ¡Cómo se les ocurre!

Este drama cultural no tiene solución rápida. Sin embargo, lo interesante fue que lo que permitió el debate sobre el free speech en los EEUU fueron las normas procedimentales de la Democracia Constitucional, como Habermas habría señalado. Y las cumplieron. Se dijeron de todo, especialmente los demócratas a Robert F. Kennedy, a quien le dijeron repulsivo, peligroso y vergonzoso. Pero se lo dijeron sin levantar la voz y esperando su turno. Y Kennedy tuvo todo el derecho a defenderse.

Ese es el último bastión que queda allí, hasta que alguien se de cuenta de que esas mismas normas procedimentales fueron compiladas y sistematizadas por blancos como Hamilton, Madison y Jay.

No le demos más ideas a Black Lives Matter. Porque en ese caso, it does matter

miércoles, 19 de julio de 2023

LOS SACERDOTES Y LA POLÍTICA, por el Pbro. Gustavo Irrazábal


Pbro. Gustavo Irrazábal*
Julio 2023
Para el Instituto Acton
La politización del clero es un peligro que resurge periódicamente en nuestro país, con consecuencias que afectan negativamente no sólo a la Iglesia sino a la sociedad en general. Por tal razón es importante recordar algunos principios en esta materia. Ante todo, se debe tener presente lo que dice al respecto el Catecismo de la Iglesia Católica (n.2442): “No corresponde a los pastores de la Iglesia intervenir directamente en la actividad política y en la organización de la vida social. Esta tarea forma parte de la vocación de los fieles laicos, que actúan por su propia iniciativa con sus conciudadanos”.
Esto no significa que los ministros de la Iglesia carezcan de toda responsabilidad en el campo político. Como enseña la Doctrina Social de la Iglesia, la política tiene una dimensión ética, referida al respeto de la dignidad de la persona y sus derechos, los valores que deben orientar el ejercicio de la autoridad política, el respeto de la autonomía de la sociedad civil comenzando por la familia, la justicia social que procura la eliminación de los privilegios y la igualdad efectiva de oportunidades, la adecuada garantía de la propiedad y su función social, etc. Los sacerdotes tienen a su cargo la tarea de formar en estos temas la conciencia de los laicos, a quienes corresponde en modo directo la misión de ordenar las realidades sociales a Dios en los distintos campos de su actividad.
En este sentido, recuerda San Juan Pablo II en una catequesis sobre este tema (28 de julio de 1993), que “la posición de los presbíteros respecto a la acción social y política no es idéntica a la del laico”. Como Jesús, el sacerdote debe consagrarse al anuncio del Reino de los Cielos, renunciando a empeñarse en la política activa, sobre todo la partidista. La razón es clara: el sacerdote debe ser “un hombre de todos”, mientras que “las opciones políticas son contingentes por naturaleza y no expresan nunca total, adecuada y perennemente el Evangelio”. Esto no significa que el sacerdote no tenga el derecho a tener una opinión política personal y a ejercer en conciencia su derecho al voto, pero incluso este derecho a manifestar su opción está limitado por las exigencias de su ministerio sacerdotal, por lo cual a veces deberá abstenerse de su ejercicio para poder ser signo válido de unidad y, por tanto, anunciar el Evangelio en su plenitud.
Es cierto que, en circunstancias concretas y excepcionales en las que esté en juego el bien de la comunidad, un presbítero podría ejercitar “una función de ayuda y de suplencia” asumiendo un cargo político con permiso de la autoridad eclesiástica competente. Pero, señala Juan Pablo II: “Providencialmente el desarrollo político, constitucional y doctrinal moderno, va en otra dirección. La sociedad civil ha creado paulatinamente instituciones y medios para desempeñar sus funciones con autonomía”. En todo caso, quienes debidamente autorizados ingresen en la actividad política “deben saber, en todo caso, que para ese empeño de acción y militancia política no tienen ni la misión ni el carisma de lo alto”.
En nuestro país rige el sistema democrático, y los laicos están suficientemente preparados para gestionarlo. Es difícil imaginar una razón por la cual hoy los sacerdotes deban sustituirlos en su función propia, como no sea una mentalidad clerical, paternalista y anacrónica, condenada con tanta insistencia por el Papa Francisco. Por el contrario, concluye Juan Pablo II: los sacerdotes deben cultivar la “inteligencia espiritual” para “comprender y seguir, también en la dimensión política, el camino de la pobreza que Jesús nos enseñó”.
*Miembro del Consejo Consultivo del Instituto Acton.

domingo, 9 de julio de 2023

SOBRE LA LIBRE INMIGRACIÓN

 


Siempre he estado a favor de la libre inmigración y emigración, la libre circulación de capitales y de personas. Es el ideal propuesto por Mises en Liberalismo (1927) luego de soñar con los "Estados unidos" austro-húngaros en 1919 en su libro Nation, Sate and Economy

Pero las políticas migratorias practicadas por la mayoría de los gobiernos europeos, que han llevado a crisis como la de Francia, son otra cosa. 

Dichas políticas piensan que la libre inmigración consiste en que son ciertos "colectivos" los que deben inmigrar, y ser protegidos por el Estado Providencia.

Ese es un pensamiento post-moderno, que se basa en un relativismo cultural total.

Todos deberíamos tener derecho a entrar libremente a un Estado liberal clásico, excepto seamos delincuentes. Pero en ese caso, todas las persons deben respetar el Estado de Derecho. Todos tienen derecho a la vida, libertad y propiedad, y por ende todos tienen el deber de NO cometer delitos de asesinato, secuestro o hurto, independientemente de si su marco cultural anterior sea compatible con ello o no. El Estado de Derecho que ha emergido en Occidente tiene la superioridad moral de basarse en una verdad moral universal, a saber, que todas las personas han sido creadas por Dios con una dignidad natural que debe ser respetada y por ende con inalienables derechos a la propiedad, la libre asociación, la libertad religiosa, de enseñanza y de expresión. Ello lleva a la sana diversidad y pluralismo liberal clásico, donde personas de diferentes naciones y religiones con-viven en un mismo Estado de Derecho y por ende todas tienen la obligación de respetar ese Estado de Derecho que les permite precisamente vivir libremente las costumbres de sus culturas, siempre que no violen derechos de terceros. 

A la vez, y aunque esto sea antipático, esa libre inmigración presupone una economía libre y la inexistencia de subsidios estatales para todos, de tal manera que cada persona que llegue se tenga que poner a trabajar, en igualdad ante la ley y ausencia de privilegios ni subsidios, aumentando con ello la productividad de toda la economía. Si hay situaciones de distribución de bienes públicos, ello debe quedar, como explica Hayek, reservado a los municipios bajo estrictas condiciones (NO monopolio del servicio, financiación local, etc.) que deben estar protegidas en el texto Constitucional federal. 

Eso es libre inmigración, y no este caos post-moderno y asistencialista que conduce a ghettos no integrados, con incentivos al delito, y a reclamar enojados, parta colmo, derechos que NO tienen, pero que una berborragia estatista les ha hecho pensar que sí. 

Todo esto es liberalismo clásico 101, economía de mercado 101. Qué lejos que están los dirigentes europeos de comprenderlo.

domingo, 2 de julio de 2023

AHORA, CORRUPCIÓN DE MENORES ES UN DERECHO Y OPONERSE A ELLO UN DELITO

 

A eso se ha llegado con los llamados delitos de odio y de discriminación. Los drags queens son libres de pasearse desnudos delante de tus hijos, los varones autopercibidos niñas son libres de ir al baño de tus hijas, y si te opones a ello incurres en delito de odio y luego te mandan el FBI y te ponen en la lista de terroristas domésticos.

A eso se ha llegado en los EEUU y en otros lugares del que fuera llamado el mundo libre.

Y todo con el beneplácito y el silencio de miles de liberales (con excepciones, como Karina Mariani) que viven como si todo ello no tuviera importancia.

No hablaremos de vuelta (https://revista.feylibertad.org/index.php/revista/article/view/40 ) sobre que la verdadera libertad consiste en las libertades individuales, y que los llamados delitos de odio y discriminación son el arma totalitaria por excelencia para violarlas, una por una: free seech, libertad religiosa, libertad de asociación, de enseñanza. Todas y cada una de ellas conculcadas en nombre de supuestos derechos de nuevos colectivos explotados según el neomarxismo dominante.

Pero lo que quiero resaltar ahora es la total hipocresía y doble standard de una sociedad que se horroriza por el abuso de menores y luego mira para otro lado ante este terrible abuso de menores. Hace algunos años la corrupción de menores era una forma de abuso, tipificada en el código penal. Hacer participar a menores en espectáculos y prácticas legales pero inmorales, reservadas para adultos, era corrupción de menores. Vuelvo a decir, una forma de abuso, porque el menor no tiene la edad de consentimiento para dichas cosas. En fin, las cosas que hay que aclarar.

Curiosamente, los mismos que están siempre atentos a denunciar que tal obispo, hace 40 años, rozó con su mano en la cola de tal o cual señora, son los mismos que dirigen todas sus energías a defender esta “sociedad inclusiva”, que consiste en la aberración de considerar un derecho al delito de corrupción de menores. Los mismos. Curiosamente.

Las reservas morales de Occidente se están acabando. No es cuestión de si eres liberal, conservador o socialdemócrata. Ahora es cuestión de si tienes tu espíritu anestesiado ante las aberraciones más terribles, o tu cerebro envenenado por esta mezcla incoherente pero eficiente entre marxismo y post-modernismo.

Hace algunas décadas, si un señor se vestía de mujer y se desnudaba delante de tus hijos, hacías la correspondiente denuncia. 

Hoy en cambio no sólo te callas sino que lo llevas a ver el espectáculo.

Eres tú, consumidor de la barbarie, cobarde y silente ante la barbarie, la causa última de la barbarie.