martes, 23 de junio de 2020

MUERE OCCIDENTE.



Hay momentos donde escribir sobre una cosa o la otra queda chico.

Podríamos escribir sobre la última resolución de la Corte de EEUU, sobre los salvajes saqueos en EEUU y sobre la destrucción de monumentos históricos, podríamos escribir sobre lo que pasó con FASTA, podríamos escribir una vez más contra los psicópatas como Berni que te muestran lo que significa el poder ilimitado del estado, podríamos advertir una vez más contra la alienación colectiva producida por el pánico causado a su vez por.... (Uy no, cuidado, no seamos "conspiranoides"); podríamos una vez más distinguir entre "caso" y "enfermedad" (uy no, cuidado, no seas negacionista); podríamos una vez más advertir contra la eliminación de las más elementales libertades individuales (uy cuidado, no seas "liberal dogmático"), etc etc etc........................

Pero la verdad todo encaja en un solo diagnóstico: la caída de la Civilización Occidental. 

No digo que ya cayó o que todo está perdido. Esta vez no voy a escribir desde mi pesimismo. Sí, the future is open, mañana todo puede renacer pero..... El presente no es halagueño.

Y podríamos escribir desde el pasado. Un pasado marcado por el escepticismo post-moderno, una de las enfermedades más graves de Occidente, producto del rechazo, incomprensión e ignorancia de la más valiosa tradición metafísica Occidental, donde los extremos archi-enemigos, el positivismo cientificista y muchos intérpretes de Heidegger tienen mucho que ver, y mucha responsabilidad intelectual en lo que está sucediendo. Ambos extremos colaboraron en la creencia de que Occidente no es más que un relato al lado de otros, coherente como mucho, pero incapaz de defender la verdad de sus valores más preciados, entre los cuales está una sociedad libre donde ellos pudieron pensar y escribir. 

Esos "intelectuales" han educado durante décadas a millones de pobres jóvenes cerebros a los cuales les ha quedado más cerebro reptil que materia gris, que ahora como nuevos bárbaros destruyen y agreden todo lo que encuentran a su paso como termitas eficientes y mono-neuronales. A lo cual se suma el siglo y medio de prédica marxista, no precisamente post-moderna, ante la cual casi todos, excepto unos pocos liberales clásicos, han carecido totalmente de vacunas, ahora que se piensa que la muerte está en un virus, y no en ideas que impiden vivir pero que exhortan a sobrevivir indignamente en los Soviets que han sabido construir desde hace ya más de 150 vergonzosos años. 

Un marxismo que hace con el post-modernismo una alianza táctica espantosa con la cual logra convencer a todo el mundo que la defensa de los débiles, de los pobres, de las minorías y del medio ambiente implica la muerte de la única civilización, la Occidental, de la cual nace la única defensa que tuvieron los eternos siervos de la gleba:  el liberalismo clásico, magníficamente caracterizado por Mises: 

"...ese gran movimiento político y económico que desterró los métodos pre-capitalistas de producción, implantando la economía de mercado y de libre empresa; que barrió al absolutismo real y oligárquico, instaurando el gobierno representativo; que liberó a las masas, suprimiendo la esclavitud, las servidumbres personales y demás sistemas opresivos"

Pero no, ¿qué he dicho? ¿Mises? Ah no, pecado mortal, dicen muchos cristianos y sobre todo católicos, que no tienen problema en dialogar con Hegel, con Heidegger, con Marx, por supuesto, pero no vaya a ser que lean una línea de Escuela Austríaca de Economía porque se van al infierno. Pues bien, allí se fueron: crearon la liberación de la Teología, perdón, la Teología marxista de la liberación, pervirtieron a miles de obispos y millones de sacerdotes y laicos, que convirtieron a los firmes muros de la Iglesia en puertas abiertas para el horrible espectáculo de una iglesia humana, demasiado humana, colaborando con la destrucción. Sí, la Iglesia, con mayúsculas, el Cuerpo Místico de Cristo, es otra cosa, es indefectible, pero su último defensor, Benedicto XVI, difamado desde el principio por obispos marxistas en una diabólica venganza, tuvo que renunciar, y ahora más que nunca la barca de Pedro navega en aguas borrascosas pero Cristo no responde, Él sabrá por qué, a los gritos de sus discípulos asustados, lanzados desde el ostracismo, fuera de donde ya sabemos. 

Así las cosas, gente, asistimos a una circunstancia histórica desafiante. Occidente muere bajo la septicemia de una infección que él mismo engendró. Sus monumentos derribados son un símbolo terrible. Sí, puede renacer. Pero mientras tanto la Marabunta avanza, con todos en casa, porque está prohibido ir a trabajar, pero está permitido ir a destruir. 

lunes, 22 de junio de 2020

CORONAVIRUS: A VER SI TOMAMOS CONCIENCIA DE LA GRAVEDAD DE LA TIRANÍA MUNDIAL

IMPORTANTÍSIMA SÍNTESIS DE FERNANDO ROMERO MORENO

Medité y escuché mucho las últimas dos semanas. No les creo más. Desde mitad de abril vienen diciendo que entramos en el pico. En varios lugares del planeta te encierran por fiebre y te etiquetan como enfermo de COVID 19. Así es obvio que las cifras van a ser altas. Ví el documental de Netflix sobre coronavirus hecho en abril. Dicen que vendrán virus peores. También se comenta que la inmunidad cae luego de 3 meses de la recuperación. ¿Nos van a tener en prisión domiciliaria cada dos por tres? Hacen testeos de enfermos en vez de personas inmunes. Censuran o ridiculizan a voces disidentes con la OMS, ya mayoritarias en la comunidad científica, al punto de incluir en la excomunión de dos Premio Nobel: Michael Levitt y Luc Montagnier (quien descubrió el HIV). Internan personas con indicadores que pueden ser de cualquier enfermedad además de COVID. Pero sobre todo: una cosa es limitar las libertades individuales por un asunto de bien público. Otra es anular o restringir las fundamentales convirtiéndonos en bienes públicos y eliminando el control que la sociedad civil debe ejercer sobre el Estado. Sin libertad de trabajo, de reunión, de asociación, de culto publico, de libre iniciativa económica (generando más muertes por agravamiento de la pobreza), de expresión, etc. el gobierno se convierte en una tiranía, en este caso global. El fin no justifica los medios. Así como no se puede torturar inocentes o sospechosos para combatir el terrorismo, no se pueden anular las libertades individuales por un motivo de salud pública. ¿60 días más de cuarentena? Están locos. Están reseteando el sistema económico mundial. Van a quebrar casi todas las PYMES. España (gobernada también por una alianza sociocomunista apoyada por China, Rusia e Irán) y varios otros países similares volverán a FASE 1 en septiembre. Y la gran beneficiaria será la oligarquía financiera internacional. Impondrán en nombre del derecho a la salud lo que vienen buscando hace décadas: un socialismo de mercado global. Capitalismo de millonarios en la producción, socialismo en la distribución, gobierno mundial en lo político y "culto de la Tierra" en lo espiritual. La manipulación de datos, la psicosis de miedo, las amenazas a los que piensen distinto, es todo igual a los totalitarismos del siglo XX. Sólo que ahora es a nivel global y con la excusa de que nos están cuidando. Y es verdad, nos están cuidando, como los amos lo hacen con los esclavos, pero sin siquiera asegurarse que los esclavos se alimenten o produzcan. Y esto recién comienza. Yo me paso a la resistencia. El tiempo dirá quién tenía razón
Xavier De Bouillon

domingo, 21 de junio de 2020

CORONAVIRUS: LAS MISMAS PREGUNTAS, DE VUELTA

VIERNES, 24 DE ABRIL DE 2020


CORONAVIRUS, QUÉ ESTÁ PASANDO, V (y final por ahora).


En las entradas anteriores hemos visto que ningún religioso, filósofo o científico tiene derecho a imponer sus ideas por la fuerza, por más verdaderas parezcan o sean. Y hemos visto también que mucho menos cuando esas ideas están basadas en la ciencia que es esencialmente falible y por eso corregible y evolutiva.

En una democracia republicana, el poder ejecutivo y etc. son empleados del ciudadano. Este los ha elegido y es su obligación pedirles cuentas, discutirles, preguntarles y cuestionarlos, sean quienes fueren, Premios Nobel o Juan Pérez.

Las personas no ejercen ese derecho porque se masifican (lo hemos visto también) pero es nuestro deber hacerlo.

Por lo tanto, coherentemente con la entrada anterior, vamos a plantear una serie de preguntas a un arquetipo imaginario, o sea al virólogo, epidemiólogo, infectólogo o médico que está proponiendo como tratamiento la cuarentena obligatoria. Yo, como paciente, tengo derecho a pedir una segunda opinión y a hacerle preguntas.

Me puedo equivocar, pero él también, y aunque su medicina sea revelada por Dios (que nunca es el caso) tiene la obligación moral de recurrir al diálogo y no a la fuerza.

Van mis preguntas.

1.       ¿Cómo se le pasó por la cabeza? ¿Usted cree que, aunque su tratamiento sea efectivo, usted tiene derecho a violar las libertades individuales básicas y aceptar ser el experto al servicio de un poder ilimitado? ¿No se le pasa por la cabeza que usted está cumpliendo el mismo rol que un inquisidor medieval?

Por las primeras dos entradas, no, no se le pasa por la cabeza, obviamente.

2.       ¿Pensó usted en la cuestión económica? ¿No, porque primero está la vida? Disculpe doctor, pero creo que usted de economía mucho no entiende.  Porque la economía está al servicio de que, precisamente, la gente no se muera de hambre, frío, inanición, falta de higiene, etc. Me parece que usted ignora lo intrincado y complejo que es el proceso de división del trabajo y de conocimiento que está detrás del desarrollo económico que impide, precisamente, que la gente se muera. Usted desconoce lo delicado de la cadena de producción y distribución de todos los bienes y servicios, que usted cree que puede cortar de golpe. Usted parece creer que su tratamiento es un valor superior a la desocupación, quiebre de grandes y pequeñas empresas, etc. Usted parece creer que “no estar infectado” es un valor superior a morirse de hambre y, permítame decirle, usted no puede decidir eso por la fuerza.

3.       A usted parece no importarle las consecuencias psiquiátricas que tiene la medida que toma, parece que minimiza la baja de defensas por la angustia y depresión, parece negar –como usted dice que yo niego el número de muertos- la importancia de los suicidios que ya están ocurriendo. No, es que es “menos” importante. ¿Ah sí? ¿Quién lo dice? En una sociedad de la “diversidad”, del “respeto al pluralismo”, de la “libertad de elegir” lo  importante lo decide usted y el presidente que asesora?

4.       Pasemos ahora al tema del contagio. Me va a decir que nadie tiene derecho a contagiar a otro. Pero eso tiene que ver, doctor, con el tema de los bienes públicos, que usted no ha estudiado nunca. Claro que las calles son bienes públicos (estatales o privados) donde compartimos el aire y otras cosas. Claro, el aire por ahora no puede ser privado como el pañuelo que llevamos en el bolsillo. Pero creo que usted sabe hace mucho tiempo que las sociedades toleran el inevitable contagio de ciertas enfermedades como gripe, neumonía, bronquitis, angina, etc., excepto que cubramos a todos los seres humanos de un traje espacial obligatorio.  Usted me va a decir: esto es más grave. Espere. En principio no se lo niego. Volvamos al contagio. ¿AHORA todos lo han descubierto? ¿Ahora todos se dan cuenta de la cantidad de cosas de las que se pueden enfermar, de las que se enferman, de las que enferman a otros o pueden enfermar a todos? ¿Ahora todos se dan cuenta de en cuántos cumpleaños, navidades y fiestas hemos disparado al infinito miles de gotitas de Flugge llenas de virus y bacterias? ¿Ahora se dan cuenta de con cuántos abuelitos han cometido con ello el asesinato perfecto? ¿Ahora se dan cuenta, todos (usted también, porque hasta Febrero de este año no lo veía tan preocupado) de la importancia de lavarse las manos, usar alcohol, barbijo y no abrazar al otro si estamos algo enfermos, sacarse los zapatos, etc., cosa que los japoneses hacen hace mucho? ¿Ahora se dan cuenta todos de lo que se pueden contagiar con solo VIVIR? Sí, ahora, porque antes, en general, funcionaba el sistema inmunológico (NO en los inmunodeprimidos, que son millones) pero aún así año tras año hay MILLONES de muertes por gripes y neumonías y la vida humana no se suspendía. Me va a decir: esto es más grave. De vuelta lo mismo: aunque usted tenga razón, hay otros criterios diagnósticos y tratamientos. Segundas opiniones, que deben ser escuchadas y consideradas.

5.       Me parece que usted no está explicando bien, doctor, la diferencia entre infectado, enfermo y muerto. Infectados con virus y bacterias patógenas, hay miles de millones, que NO se enferman porque el sistema inmunológico funciona (por eso fue tan terrible la situación en los 80 con los infectados de SIDA). Usted sabe, y por ende es cuestión de que todos tomen conciencia, de que en este mismo momento millones y millones de personas tienen dentro virus de gripes, bacterias de anginas, neumonitis y neumonías, y NO se enferman porque su sistema inmunológico mantiene a raya a tan antipáticos intrusos. Usted sabe que hay millones de personas que tuvieron varicela de niños y NO desarrollan el Herpes Zóster porque el sistema inmunológico mantiene latente al virus. Usted sabe que millones de personas respiran el Bacilo de Koch todos los días y no les pasa nada por el mismo motivo.

Por lo tanto infectado es una cosa, enfermo es otra, y mortalidad es otra, porque de los muchos que se enferman de gripe y neumonía no todos mueren, aunque sabe que anualmente son millones los que se mueren por eso, sobre todo porque tienen otras enfermedades, son mayores o son inmunodeprimidos, fumadores o diabéticos o etc.

Ahora bien. Como dice el estatista (yo de economía no entiendo nada…) yo de números no sé nada pero la buena noticia es que si el virus es tan contagioso como usted dice, millones y millones y miles de millones lo podemos tener en este momento. Yo, usted, y el lector. Y no pasa nada, porque el sistema inmunológico nos protege. Ahora le pido que relacione el número de infectados con el número de enfermos y verá que la probabilidad de enfermedad es baja, y compare el número de muertos con el número potencialmente infinito de infectados y verá que la mortandad es baja. Por lo demás, “estar enfermo o no” no es dicotómico. Puede ser muy leve, y también puede agravarse, sí. Usted me va a decir: pero esto es peor. De vuelta, lo dice porque el nro. de muertos es “muy alto”. ¿Muy alto en relación a qué? ¿Al número de infectados? No, como ve, es muy bajo….

6.       Lo que sí le admito es que el virus es nuevo y por ende el sistema inmunológico se tiene que acostumbrar. Eso sí ha provocado más muertes. Pero entonces, ¿por qué no deja que el sistema inmunológico de los pacientes produzca los anticuerpos contra el virus? Me va a decir: cuidado con los mayores y los inmunodeprimidos. Sí, ¿pero ese cuidado lo tenemos que tener TODOS los años no? Es bueno que lo hayamos descubierto. Nos cuidaremos más de estornudar como bestias delante del abuelo.

7.       Cuando usted dice “número de pacientes muertos”, ¿no hay que distinguir, como siempre, tipos de pacientes? Los que son fumadores, diabéticos, oncológicos, inmunodeprimidos, y un largo etc. que usted conoce. Pero eso sucede todos los años y nadie se entera…. ¿Por qué enterarse este año y otros no? No, no me diga que destacar el nro. de muertos por otras enfermedades es minimizar el coronavirus. Al revés, es darnos cuenta de la importancia de todas las enfermedades, es advertir que tenemos que ser más cuidadosos, y no por ello recurrir a un régimen soviético. Por lo demás, hay un tipo de pacientes, proclives a enfermarse, que a usted parece no importarle: los desocupados, angustiados, deprimidos, hambrientos, los NO vivirán más en una casa digna. Y parece que no le importa porque usted y su presidente los han aumentado.

8.       Por lo demás, los primeros muertos por coronavirus, y los actuales, ¿estuvieron bien diagnosticados y tratados? Muchos colegas suyos piensan que no, pero ustedes los médicos, como casi siempre, siempre piensan que el OTRO médico está equivocado. Muchos colegas suyos, sigo, afirman que en Italia los médicos no estaban preparados para la terapia intensiva de este tipo de enfermedades. Creo que usted tendría que al menos considerarlo, ¿no? Otros están diciendo que en Lombardía existía el mayor número de pacientes oncológicos por el amianto. Pero usted ni lo considera. Dice “muertos por coronavirus” y listo.

9.       Otros colegas suyos dicen, de acuerdo a lo anterior, que hay que distinguir entre muerto CON coronavirus y POR coronavirus. ¿No le importa la distinción? ¿No? ¿Por qué?

10.   Y el diagnóstico, ¿es correcto? Algunos colegas suyos sostienen que la complicación no es la neumonía, sino una inflamación alveolar que no se trata con respiradores sino con antibióticos y antiinflamatorios. ¿No le importa? Porque si fuera así, entonces ustedes nos están matando….

11.   Otra cosa importante. Usted estuvo de acuerdo con la suspensión lisa y llana de toda la atención médica excepto guardias. De vuelta, porque “al lado de esto NO eran importantes”. O por el contagio. Señor, deje esa opción a los pacientes, a los sanatorios y a otros colegas. ¿Hizo usted el número de personas que se van a morir o enfermar porque hace ya meses que hay enfermedades NO diagnosticadas a tiempo y tratamientos NO comenzados o interrumpidos? ¿No pensó en ello? ¿Qué NO es importante? ¿Usted? ¿Y usted quién se cree que es? ¿Dios? Por lo demás, el contagio. Señor mío, si me tengo que hacer una biopsia que decide si el quiste es maligno o benigno, le acepto que me cubra con un látex gigante, pero que la biopsia se haya igual. Si nadie me la quiere hacer es otro problema, pero usted respete la libertad de opciones.

12.   Otra pregunta (perdone doctor, pero soy paciente y tengo derecho a hacer preguntas aunque sé que habitualmente le molesta). ¿Qué va a suceder con los que se van a enfermar de dolencias habituales como anginas, otras gripes, catarros, etc.? ¿Van a estar aterrados de ser enviados a la isla de los leprosos? ¿Van a reprimir sus estornudos incluso en su casa, porque ahora TODO es coronavirus? ¿No los van a atender? ¿Ya se enteró del número de muertos por NO haber sido atendidos? Ah, “eso no es importante…”.

13.   ¿Y la crisis hospitalaria? Nadie la niega, pero usted no considera que hay sistemas de salud pública que en todo el mundo YA están en crisis hace mucho por la ineficiencia de la estatización del sistema de salud. Ah, cerdo capitalista, me dirá… Pero con eso no me responde. ¿No hay una corrida hospitalaria por el pánico que usted, entre otros, ha producido? La corrida hospitalaria, ¿quién la produce? ¿El pánico o el virus?

14.   En fin, doctor, me puedo haber equivocado, me puedo haber olvidado de muchas cosas. Pero usted también. No, yo no, me va a decir. Claro, usted no se equivoca. Mire doctor, su fatal arrogancia no me preocuparía tanto si no fuera que usted cree que su supuesto saber lo habilita a ser el nuevo dueño de la nueva granja de esclavos en la que usted, la OMS y casi todos los gobiernos del mundo han producido.


Que Dios lo perdone.

Dr. Zanotti (como Ross J).

lunes, 15 de junio de 2020

RESPUESTA A FERNANDO ROMERO MORENO





Mi buen amigo Fernando acaba de escribir un artículo sobre el Liberalismo clásico y el tradicionalismo (http://debatime.com.ar/acerca-del-liberalismo-clasico-y-el-tradicionalismo-un-debate-aun-confuso-entre-catolicos/?fbclid=IwAR2lmsKalZ71mRDcKhCGSeQky-Ke2Mmggm7Og4KxntdPq2IoZUELO-n8hJo). En un momento me cita y dice:

“…Por caso, nuestro buen amigo Gabriel Zanotti destaca los (supuestos) antecedentes del liberalismo en la Escuela de Salamanca por sus enseñanzas acerca de la limitación del poder político y del mercado, frente a un catolicismo tradicionalista que se habría refugiado en el absolutismo monárquico, en el fascismo o en el falangismo para defenderse de la “modernidad iluminista” [4]. Ante lo cual es legítimo preguntarse: ¿sabe algo Gabriel Zanotti sobre la limitación del poder en la Monarquía tradicional española, con sus Cortes, Fueros, procuradores, mandato imperativo y libertades concretas reconocidas antes incluso que en Inglaterra?; ¿conoce el pensamiento de autores tradicionalistas anti-estatistas como Aparisi y Guijarro, Gil y Robles, Vázquez de Mella, Victor Pradera, Elías de Tejada, Rafael Gambra, Francisco Puy o Vallet de Goytisolo? Así, el primero de los nombrados, en la segunda mitad del siglo XIX, enseñaba que según las antiguas leyes de España y sus fueros y costumbres “un hombre no puede ser privado de su libertad, ni allanada su casa, sino en los casos y formalidades fijadas en la ley; ni procesado y sentenciado sino por tribunal que corresponda en virtud de leyes anteriores al delito, y en la forma prescripta; ni desposeído de su propiedad, sino por causa de necesidad pública, y previa indemnización. Debe serle además administrada gratuitamente justicia si es pobre, ‘por amor de Dios’, según reza una ley de partida; y según de varias se desprende, no se le debe impedir que se reúna o se asocie con otros hombres para fines que la moral cristiana y el bien público no reprueben” [5]. ¿Este es el tradicionalismo católico que poco o nada sabía acerca de las limitaciones al poder político? Por otra parte, Zanotti no deja de poner como máximo ejemplo a las instituciones anglosajonas, considerando su evolución desde el medioevo católico y señalando la importancia del common law en lo que se refiere al reconocimiento de los derechos naturales de la persona humana (siguiendo en esto a Hayek) [6]. ¿Y por qué no dice nada de dicho reconocimiento en el derecho foral hispánico, que fue precisamente una de las fuentes “institucionales” a partir de la cual los teólogos y juristas de la Escolástica española pudieron reflexionar sobre la limitación del poder?. Gabriel Zanotti podría decir: bueno, pero ustedes, los tradicionalistas y nacionalistas católicos nunca dijeron nada sobre esta cuestión en España, Hispanoamérica o la Argentina. ¿En serio? Nada menos que el Padre Castellani en su libro Esencia del liberalismo se hacía eco de la famosa carta de la Princesa de Beira de 1861, documento fundamental en la historia del tradicionalismo carlista. Allí se afirmaba con claridad lo siguiente: “En la monarquía española, según sus venerandas e imprescriptibles tradiciones, el rey no puede lo que quiere, debiéndose atener a lo que de él exijan, antes de entrar en la posesión del trono, las leyes fundamentales de la monarquía. La fiel observancia de las veneradas costumbres, fueros, usos y privilegios de los diferentes pueblos de la monarquía fueron siempre objeto de altos compromisos reales y nacionales, jurados recíprocamente por los reyes y por las altas representaciones del pueblo, ya en Cortes por estamentos, ya en Juntas representativas, o explícitamente contenidos en los nuevos códigos, incluidos todos, implícita o explícitamente, en el código universal vigente de la Novísima Recopilación (…) La observancia fiel de todo aquello fue siempre una condición sine qua non para tomar posesión de la corona. Porque el monarca, en España, no tiene derecho a mandar sino según Religión, Ley y Fuero. En consecuencia, cuando el que es llamado a la corona no puede, o no quiere, sujetarse a estas condiciones, no puede ser puesto en posesión del trono, debiendo pasar la corona al más inmediato sucesor que pueda y quiera regir el reino, según las leyes y según las cláusulas del juramento” [7]. ¿Qué tiene que ver esta concepción del poder político con el absolutismo o el fascismo? Pues bien: así pensaban, dentro del Nacionalismo argentino, nada menos que Julio y Rodolfo Irazusta, Tomás Casares, Alberto Ezcurra Medrano, Vicente Sierra, Guillermo Furlong, Carlos A. Sacheri, entre otros. Y no sólo pensadores tradicionalistas reconocieron esta naturaleza limitada de la Monarquía Tradicional (aplicable también a un republicanismo clásico y católico), sino también historiadores del derecho más cercanos al liberalismo conservador argentino como Zorraquín Becú o libertarios norteamericanos como Rothbard, que Zanotti bien conoce. El primero, importante para conocer la limitación del poder en la América anterior a las independencias, enseñaba: “En la legislación vigente (existían) garantías directamente vinculadas con los derechos particulares. Así por ejemplo no debían cumplirse las cartas reales para desapoderar a alguno de sus bienes sin haber sido antes oído y vencido. Lo mismo ocurría si se trataba de encomiendas de indios. La legislación reconocía la garantía del juicio previo, y la real cédula de febrero del 19 de febrero de 1775 insistió en que los tribunales ‘se arreglen a las Leyes en la formación de Procesos criminales y no se cometan atentados de prender y Sentenciar a ningún Basallo (sic) sin formar autos ni oírle’. Cuando ésta fue presentada al Cabildo de Buenos Aires, su alcalde de primer voto dijo que era muy ‘útil a los Básalos (sic) por ponerlos a cubierto de Tropelías y opresiones (sic)’”[8]. En igual sentido sostenía que “el dominio legítimo quedaba amparado (…) y la misma ley exigía que en caso de expropiación por causa de utilidad pública, se diera al dueño otra cosa en cambio o se le comprara por lo que valiera” [9].”

Bien, he citado ampliamente. Para mayor contexto, el lector tiene el artículo.

La respuesta más sencilla es: el liberalismo clásico tiene un ideal regulativo, las libertades individuales. Lo demás es una cuestión histórica y prudencial. Hayek aclaró muy bien que la cuestión no es el régimen político, sino el limite al poder. Por ende, si Fernando cree que Aparisi y Guijarro, Gil y Robles, Vázquez de Mella, Victor Pradera, Elías de Tejada, Rafael Gambra, Francisco Puy o Vallet de Goytisolo son mejores autores para limitar el poder y defender las libertades individuales, avanti. Es un buen programa de investigación. Como el mismo sugiere, yo de esos autores no sé nada. No se puede saber todo. Y listo. Esa es mi principal respuesta.

No obstante, quisiera comentar algunas cuestiones adicionales.

Primero, no soy un fan de la Segunda Escolástica. Simplemente fueron un avance en su momento para la defensa de las libertades. Pero el régimen político me es indiferente. Vano es debatir sobre la teoría de la designación o traslación del poder. La cuestión es que sea quien fuere el que tenga el poder, el poder debe ser limitado, y listo.

Segundo, sí, algo supe en su momento de las instituciones políticas del gobierno colonial. Que el Rey, que el Consejo de Indias, los Virreyes, las Capitanías, los Gobernadores, los Cabildos, etc etc etc, las Leyes de Indias, etc. Pero me pareció siempre un caos de atribuciones, legislaciones y poderes. Si Fernando me demuestra que no fue así, avanti. Pero la claridad y distinción de la Declaración de Independencia, el Bill of Rights y la Constitución norteamericana, no tiene parangón. Fernando me va a decir que eso tampoco funcionó, y que los anti-federalistas así lo piensan. Puede ser, pero el debate entre Hayek y Buchanan por un lado, y Rothbard por el otro, sobre la Constitución Norteamericana, no creo que se solucione claramente a favor de Rothbard. Habrá muchas cosas que corregir, y para eso Hayek escribió el libro III de Derecho, Legislación y Libertad, pero el punto analítico de Nozick, sobre un gobierno central para minimizar los costos del free rider, no creo que haya sido bien refutado por Rothbard.  

Por lo demás, ¿estaban bien garantizadas las libertades religiosas, de expresión, de enseñanza, por las Leyes de Indias? Por la Primera y Segunda Enmienda del Bill of Rights, sí. ¿Pero por las leyes de Indias? Bueno, un punto a demostrar. Sospecho que a los autores que cita Fernando esas libertades no preocupaban mucho. Fernando me dirá: tampoco a la Generación del 80, tampoco a los conservadores, tampoco a los civiles y militares de la Revolución Libertadora, y menos aún a los liberales que apoyaron a Videla. Tiene razón. Pero a Alberdi sí le interesaba. Y a los redactores del Bill of Rights, también. Fernando me dirá: ¿pero entonces dónde te ubicas en le Historia Argentina? Más bien en los ideales de los demócratas cristianos como Romero Carranza, García Venturini, Manuel Río. Sí, algunos de ellos pudieron haber defendido a gobiernos autoritarios (como el de la Revolución Libertadora) pero recurriendo a una distinción que Fernando maneja muy bien: en hipótesis, no en tesis. Hay que diferenciar las doctrinas de las reacciones. El barro de la Historia es complejo. Fernando sabe bien que yo creo que fue un error cuasi diabólico no haber seguido los consejos de Patton y avanzar hacia Moscú. Pero Fernando va a tener que hacer más distinciones para probarme que muchos de sus autores -como Menvielle- NO apoyaron a Mussolini y Franco EN TESIS, no en hipótesis. ¿Qué se puede esperar de católicos que consideraban que Maritain era un hereje? ¿Ellos son ahora los “defensores de la limitación del poder y de las libertades individuales? ¿Ellos? ¿Los adoradores de la Quanta cura y los odiadores seriales de la Dignitatis humanae?

Pero volvamos al principio. Que sabe Zanotti de…. Nada ni lo sabré. Tengo 60 años y una foja de servicios, de la cual no me arrepiento, donde Mises, Hayek y los Constitucionalistas norteamericanos han sido el norte de mi existencia. Ya está. Si Fernando quiere ahora descubrir al liberalismo clásico en la tradición histórica y filosófica de las colonias españolas, ok, pero no creo que sea eso lo que quiere descubrir. A lo sumo, las fuentes de una república conservadora -un ideal práctico en el que podemos coincidir- de la mano de un Alberdi tolerado a regañadientes.

Entonces, perdón por no leer a…. ¿Quiénes? ¿Aparisi y Guijarro, Gil y Robles, Vázquez de Mella, Victor Pradera, Elías de Tejada, Rafael Gambra, Francisco Puy o Vallet de Goytisolo? No, gracias, me deben quedar unos 20 años de lucidez y quiero seguir e profundizando el pensamiento de Leocata, Artigas, Freud, Husserl, Gadamer, Wittgenstein y además quiero estudiar Japonés y terminar mis días si Dios quiere en Kyoto, (aunque por mi esposa creo que terminaré en Táranto) lo más alejado posible de los argentinos, de todos, liberales, nacionalistas y de toda la flora y fauna de este desaprovechado lugar de La Tierra, que debería ser donado en bloque a japoneses y malvinenses. Como mucho extrañaré a buenos amigos, entre ellos Fernando, que puede ser que para esa época me haya convencido de que Menvielle era igual que Fr. Martín de Porres.


domingo, 14 de junio de 2020

Ron Paul: Coronavirus Shows Why We Need Separation of Medicine and State!

Coronavirus Shows Why We Need Separation of Medicine and State!
By Dr. Ron Paul, M.D., C4L Chairman
June 08, 2020
It seems like only yesterday. Americans were denied the right to go to their churches. They were denied the right to visit their loved ones in the hospital. They were denied the right to open their businesses and go to work to provide for themselves and their families. They were denied the right to go to restaurants, to bars, to hair salons.
No laws were passed denying these rights. Even that would be illegal and immoral. But what happened was worse. They were denied these basic rights by governors, county judges, and even local mayors who used the coronavirus outbreak as an excuse to rule by decree. They stole power that was not theirs to take and wielded it at all levels to force America into three months of house arrest.
Then, in the midst of stay-at-home orders across the country, the same governors and local officials who locked Americans in their homes suddenly came around with their keys and threw open the doors. Suddenly not only was it OK to go out into the street, it was required to go out into the street!
What happened? A cure? A miraculous vaccine? No. The officials who locked Americans up found a cause they felt required Americans in the streets to protest. Police had killed a black man, George Floyd, in their custody in Minneapolis and suddenly the need to protest trumped the need to “stay home, save lives.”
Suddenly the same health “experts” who told us we must not gather in crowds or there will be death in the millions from coronavirus issued statements supporting gathering in crowds. An open letter on the George Floyd protests signed by more than 1,200 doctors and other health professionals clarified that they “do not condemn these gatherings as risky for Covid-19 transmission.” However, they wrote, “this should not be confused with a permissive stance on all gatherings, particularly protests against stay-at-home orders.”
Did the coronavirus develop some kind of superior intelligence enabling it to distinguish between those who were congregating for a “good cause” and those who were congregating for a “bad cause”? Of course not. What has happened from the beginning of this shameful coronavirus episode is the politicization of public health at the hands of authoritarians.
Two prestigious medical journals, The Lancet and the New England Journal of Medicine, were forced to retract studies they had published concluding that Hydroxychloroquine was harmful to Covid patients. The rush to print the studies looks very much like a political move rather than one based on scientific principles. Once President Trump revealed that he was taking hydroxychloroquine the mainstream media and even “expert” journals began attacking the drug. This is what happens when medicine merges with the state. We get the worst of both. We get career bureaucrat Dr. Fauci telling us we can never shake hands again and that we must stay home until a vaccine is found. Meanwhile, doctors across the globe are reporting that this variation of the coronavirus is disappearing on its own.
We have a tradition of separation of church and state in the United States for good reason. The merger of state and church invites oppression and corruption. We need to adopt this same approach to medicine and the state. We now see how this merger has produced the same kind of widespread tyranny and corruption.

LA NUEVA NORMALIDAD DEL CRUCERO ESPACIAL DE WALL-E





Casi todos se acordarán de la enternecedora película WALL-E. La Tierra había sido devastada y sus sobrevivientes huyeron al espacio en una especie de crucero espacial con todas las comodidades.

Allí, se habituaron a una nueva normalidad. La técnica robótica del crucero les proporcionaba todo, no padecían escasez ni tenían que hacerse problema por nada. Nacían y estaban todo el día sentados y entretenidos por cientos de juegos y distracciones perfectamente atendidas por los robots. Tanta era su comodidad que ni siguiera tenían que caminar. Fueron engordando y perdiendo fuerza muscular. Estaban encerrados, no podían salir, no tenían proyectos propios pero estaban tan atendidos, tan entretenidos y tan sumergidos en sus cientos de distracciones cotidianas que ni se daban cuenta. Incluso sus maestros eran robots, que es precisamente lo que sucede con los humanos en el sistema educativo formal. Por ende el crucero era un total sinceramiento de la razón instrumental, de la colonización del mundo de la vida.  Pasaron casi 700 años y su nueva normalidad se hizo una normalidad de centurias.





Finalmente llega Eva anunciando la buena noticia de que la Tierra era habitable de vuelta. Llegó con su nuevo amigo WALL-E, un robotito tan niño como enternecedor. Eva y WALL-E se amaban, se protegían y jugaban. Y se abrazaban con sus partecitas metálicas.

Mientras tanto los humanos vivían en un mundo orwelliano feliz, tan feliz que ni siquiera tenían conciencia real del otro. Una de las primeras cosas extrañas que sucede en la nave cuando llegan los enternecedores robotitos es que uno de ellos se cae de su silla volante y nadie atina a ayudarlo en absoluto. Sólo WALL-E lo hace.





Parece que, al estilo de HALL, la compu de la nace había recibido órdenes de no volver nunca a La Tierra. Pero nadie lo sabía. El capitán, apoltronado y aburrido en su puesto de comando, se sorprendió enormemente cuando recibió a Eva pensando que había que activar el plan de regreso. No recordaba nada, pero leyó los manuales y recordó grabaciones de cómo era La Tierra y las costumbres tan peligrosas e insalubres de los humanos, como bailar, caminar, abrazarse, emocionarse, llorar, darse besos, enojarse, sufrir,  fracasar, enfermar.  Qué horror.

Pero el capitán, cual héroe que descubre su camino, se entusiasma con su misión de retorno, tal vez porque se sintió vivo y humano por primera vez. Lucha con su robot supuestamente a su mando, que no lo deja hacer nada, y le espeta una herética frase: yo no quiero sobrevivir, yo quiero una vida. Impresionante. Cómo se atreve. Quiere vivir. No quiere estar seguro, no quiere sobrevivir protegido de todo. Quiere vivir. Mm. Un negacionista del peligro.




El desenlace es interesante, porque el robot que luchaba contra el capitán no era difícil de vencer. Lo que ocurre es que el capitán no podía caminar. Pero casi como Lázaro, se dice a sí mismo; levántate y anda. Y con un esfuerzo supremo usa esos humanos músculos casi anulados por tan segura cuarentena, se levanta, camina, lucha, triunfa, retoma el control de la nave, de su vida.



Y con tanto bamboleo, los sistemas automáticos se descomponen. Todos caen de sus seguras sillas, todos tienen que luchar, comenzar a usar sus brazos, piernas y mentes, hasta que finalmente aterrizan en La Tierra nuevamente y salen todos cansados, pero asombrados, a ver el verde, el sol, el cielo y los riesgos de una vida que valía la pena ser vivida.



Sin embargo, una cosa. Cuando el crucero estaba aún en el espacio, en ese abdomen infinito donde la nave era el útero total, dos humanos habían visto a Eva y WALL-E jugar en el espacio, cuando bailaban, se reían y se abrazaban. No aparece en la peli, pero los dos humanos se miraron y se dijeron: ¿pero qué están haciendo esos dos? No sé, dijo uno de ellos. No sé, no te preocupes, son robots.



jueves, 11 de junio de 2020

ABAJO SAN FRANCISCO DE ASIS: ERA BLANCO Y CATÓLICO. Sobre la absoluta locura en los EEUU.




Que el mundo se ha vuelto más loco que nunca, no cabe duda. Estatuas dañadas o derribadas por doquier. Películas y libros auto-censurados. Peticiones a Trump para que “re-name” todas las bases militares con nombres confederados. Poco falta para que pidan eliminar la Declaración de Independencia porque fue escrita por Jefferson; poco falta para que pidan reemplazar el Inglés por el idioma Hopi. Poco falta en serio, porque saben perfectamente dónde van.

Pero dejemos a un lado, por ahora, a las masas alienadas, carentes de todo pensamiento crítico, con su pulsión de agresión desatada; dejemos por un lado a los ideólogos cuyas ideas son sólo racionalizaciones de su psicosis, dejemos por ahora el caso de los políticos cínicos e inmorales que aprovechan el río revuelto para acumular más poder. Todo eso forma parte de una lamentable realidad psíquica que no es nueva: fue diagnosticada por Freud, Fromm, Ortega, se renueva en todas las etapas de la Historia y este caso, aunque horrible, es uno más.

Este artículo está dirigido en cambio a la persona de buena voluntad que piense si no es correcto cambiar un nombre o remover (pacíficamente) una estatua como “enseñanza” para un tema grave y delicado.

Para responder esta cuestión debemos distinguir tres aspectos morales e históricos: lo totalmente inmaculado, lo más o menos y el mal cuasi-absoluto.

El ideólogo concibe una sociedad perfecta, inmaculada, ante la cual lo más o menos le resulta lo diabólico e intolerable. Por eso, sin paradojas, detrás de su pasión por la santidad social, está su violencia, porque una sociedad más o menos es una agresión intolerable ante la cual la resistencia armada está justificada. Por eso el ideólogo es siempre revolucionario, ya sea de izquierda o de derecha.

Por eso tampoco tolera la historia. Porque la historia de las civilizaciones no es santa ni diabólica. Es gris. Es una evolución.

EEUU, precisamente, es el caso. No nació en la santidad. Como dijo Maritain, tenía el drama de la esclavitud como una espina clavada en su historia. Pero era una situación gris: la Declaración de Independencia había dado las bases de una igualdad racial que coherentemente reclamará Martin Luther King muchos años después.

Y esa peculiar nación evolucionó. Tuvo una guerra civil por ese tema, tuvo el movimiento de derechos civiles de los 60, tuvo su Martin Luther King, y pudo elegir finalmente como presidente a un afroamericano.

Pero los ideólogos neo-marxistas, ahora en los dirigentes del partido demócrata, en sus irresponsables e indolentes Biden y Pelosi, y en AOC, que sabe perfectamente dónde va, y en ANTIFA, que también sabe perfectamente dónde va…. Esos dirigentes, que en ANTIFA pasan de la idea al crimen, no pueden tolerar la historia. No pueden tolerar la evolución. Quieren que la historia sea una santidad absoluta creada a imagen y semejanza de su idea. Y como la historia nunca es eso, la borran. Exactamente como Stalin, como Mao. Ya estaba pasando. No es ahora que la guionista de Friends (Friends, justamente, como si hubiera sido guionada por Mons. Burke) se siente obligada a pedir perdón (porque cuando suba Biden irá presa): ya pasó casi lo mismo con el lobby LGBT, que son iguales pero hasta ahora no habían salido a incendiar todo EEUU de golpe.

Eso pasa siempre. Podemos remontarnos hasta el Big Bang. ¿Quién es perfecto? Para esta gente, ni siquiera San Francisco de Asís, que era blanco y católico. Borremos todo, comencemos de cero. Esa es la unión de Robespierre con el marxismo leninismo. Revolución cultural, Mao. Pero a falta de Mao buenas son Antifas.

Si no estamos atravesados por el pensamiento ideológico, que es una psicosis racionalizada, entonces el criterio de realidad nos hace ver la historia precisamente como lo que es: un más o menos. Todos los documentos, los héroes, las declaraciones, son siempre más o menos. Santos, casi nadie. Se convierten en santos o demonios si los miramos bajo la perspectiva de la ideología, que no admite la realidad humana, que siempre está en el medio.

Pero lo más importante: ese pasado, ese pasado lleno de personas más o menos, nos constituye. Ese pasado es el hoy. Algunas de esas personas permitieron evolucionar para más, otras para menos, y el diagnóstico implica salir del relativismo cultural. La Declaración de Independencia de los EEUU es moralmente buena. NO es perfecta, dijo “men” y no aclaró, pero es moralmente buena. No hay por qué tirarla a la basura. Y lo mismo con generales confederados que seguramente no lucharon por la esclavitud, sino contra lo que consideraban una indebida intromisión del norte. Pero eso no lo saben las masas ignorantes que saquean y destruyen. Sí lo sabe Joe Biden, sí lo sabe Obama, y por ello, Dios les pedirá más en el inevitable Juicio Final. Yo espero que los perdone, claro. Pero se pegarán un buen susto.

¿Es todo lo mismo? No, claro que no. En Stalin, en Hitler, en Mao, no hay ninguna, sencillamente ninguna, autoridad moral. Por ende si en Alemania no hubo, después del 45, estatuas de Hitler, ok. Pero Jefferson no es lo mismo que Hitler. El que lo diga o es un postmoderno escéptico o un ideólogo fanático. Que no sé si se relacionan.

Mientras tanto, sigan, grandes genios del universo. Comiencen por las estatuas de los confederados, borren la serie Friends, borren toda película que no tenga un afro, eliminen la Constitución, la Declaración de Independencia, sigan para atrás, sigan con el Monumento a Napoleón, borren los libros de Historia, que no se hable más de Marco Aurelio o de Alejandro Magno. Borren todo Occidente. Es lo que quieren. Y lo están logrando, bajo la mirada indiferente, abúlica, pero también cínica e indolente, de casi todos.

ARTÍCULO DE MONS. HÉCTOR AGUER: PANDEMIA, CUARENTENA, FUNCIONARIOS, PASTORES: UNA REFLEXIÓN INCÓMODA




La palabra pandemia, como tantas otras de nuestra lengua, procede del griego. Platón y Aristóteles utilizan pandēmía, con el significado de "el pueblo entero"; el adjetivo pandēmios designa lo que es común a todo el pueblo, lo mismo que pándēmos. El Diccionario de la Real Academia Española define el sustantivo: enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región. En este lejano sur estamos sufriendo lo mismo que padecen otros países de diferentes latitudes, pero la limitativa cuarentena, que cercena libertades y derechos, es impuesta diversamente en ellas. Los argentinos tenemos que hacer valer nuestra originalidad, ¡faltaría más!. ¡Somos los mejores...!. En otras oportunidades he dicho y escrito que el Estado Argentino se caracteriza por una genética inclinación al autoritarismo, que con facilidad puede encaminarse al totalitarismo. El partido gobernante puede exhibir antecedentes históricos que apenas se recata en disimular. En los días que corren, según aseguran expertos indiscutibles, estamos viviendo al margen de la Constitución Nacional, que consagra un régimen republicano basado en la división de los poderes del Estado. Somos gobernados autoritativamente por el Ejecutivo mediante "Decretos de necesidad y urgencia" (DNU), ni el Congreso de la Nación ni la Justicia funcionan normalmente; están en cuarentena. Un detalle sintomático de la falta elemental de circunspección y cautela: los documentos y comunicaciones oficiales han reemplazado el título República Argentina, por Argentina Presidencia. ¿Continuará todo así cuando la temible pandemia sea un terror felizmente pasado, o se impondrán los métodos expeditivos de la "justicia revolucionaria", el Terror, con mayúscula?. La distracción democrática de nuestro pueblo puede hacernos caer nuevamente en la trampa. Pisar el palito, se dice en nuestro argot. El académico José Gobello apunta en su Nuevo Diccionario Lunfardo, que la expresión alude a cierta técnica de los ladrones de gallinas que, detenidos a alguna distancia del gallinero, tocan suavemente con un palo al animal dormido, al par que silban de un modo especial: la gallina, al despertar, se posa sobre el palo con que ha sido tocada, y el ladrón se retira. Con la presa, claro está. ¡Técnica de ladrones de gallinas!. En los comentarios que anteceden no he hecho más que recoger la opinión de muchísima gente; yo carezco de autoridad en estos temas, lo expongo en mi condición de simple ciudadano. En cambio, en cuanto sigue, me permito hablar como obispo, aunque emérito (o, más bien, demérito), para lamentar las limitaciones que se han impuesto a la libertad de culto. ¿Con qué autoridad el Estado coarta la vida religiosa del pueblo, y decide si se pueden abrir o no los templos, celebrar o no el culto divino?. Ya me he dedicado a la cuestión en mi artículo Cuarentena eclesial. Debo referirme, también, a algunos disparates que he oído, pronunciados impunemente por pastores de la Iglesia. Son expresiones que le dejan a uno helado; que puedan difundirse ponen de manifiesto el grado de decadencia al que hemos llegado, para confusión y desgracia del pueblo de Dios. Lo afirmo con dolor, con pena. 1. Un obispo argentino ha dicho que no se puede recibir la Sagrada Comunión fuera de la Misa, ya que la hostia consagrada "no es una pastilla de Redoxón, que se toma cuando uno quiere" ("Redoxón" es una marca de vitamina C, tradicional entre nosotros). Detrás de esta aventurada declaración se encuentra el error de que el valor de la celebración eucarística reside más en el hecho de la reunión y congregación de los fieles, que en la representación sacramental, objetiva, del misterio pascual, la muerte y resurrección del Señor. Si no me equivoco en esta interpretación, tampoco podría el sacerdote celebrar en privado el Santo Sacrificio; sin pueblo, el "pueblo populista", no habría Misa. No sería exagerado pensar que el autor de la sentencia que critico no ha entendido la doctrina católica sobre la Eucaristía. Quizá cursó ligeramente el tratado siendo seminarista, y aunque haya aprobado el examen, durante su ministerio como presbítero olvidó lo aprendido. Digo esto con respeto y amor hacia un hermano en el episcopado, pero... magis amica veritas. Otra carencia de conocimiento elemental: el Ritual de los Sacramentos, vigente en la Iglesia universal, incluye un formulario para la celebración de la Comunión fuera de la Misa, y allí se indica que ha de emplearse ese rito para la distribución de la Santísima Eucaristía a los enfermos, todos los días si es posible. 2. Otra afirmación episcopal inaceptable: en estos tiempos de pandemia y cuarentena, la piedad cristiana, la devoción, no es la Misa, sino el servicio social. Plena coherencia con los abusos del Estado autoritario; de hecho, aquí los templos no pueden abrirse para el culto de Dios, para la adoración, pero sí para repartir alimentos y vacunar. Algunas iglesias se abren algún rato del día, para que, si quieren, los fieles recen desde la puerta. Considero que en este caso el error consiste en oponer culto divino y servicio social, cuando en verdad el segundo debe hallar en el primero inspiración y fuerza, la de la caridad, bebida en su fuente. El Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en su libro Le soir approche et déjà le jour baisse (Se acerca la tarde y el día casi ha terminado), realizado en colaboración con Nicolas Diat, formula una hipótesis explicativa de casos como el que señalo: Centrados sobre ellos mismos, y sus actividades, preocupados por los resultados humanos de su ministerio, no es raro que obispos y sacerdotes descuiden la adoración. No encuentran tiempo para Dios porque han perdido el sentido de Dios. Dios ya no tiene mucho lugar en su vida. Unos párrafos más adelante, apunta: Muy a menudo, trabajamos al servicio exclusivo del bienestar humano. En estas palabras se alude a una falla teológica, es el archiconocido y funesto desliz del progresismo cristiano. La crisis de la Iglesia está instalada en su interior; desde hace varias décadas, el "mundo" -en el sentido reprobado por el Evangelio- ha penetrado en ella, y se enseñorea sobre las mentes y los corazones. Cristo ya no es el centro, el antropocentrismo lo ha desplazado, el hombre se siente cómodo usurpando el lugar de Dios. En esto consiste la esencia del "mundo moderno", de una cultura digitada por el Padre de la mentira (cf. Jn 8, 44). Pecados ha habido siempre, pero el que he señalado es el peor. 3. Un tercer error en labios episcopales: la desvalorización del precepto de la Misa dominical, que sería algo secundario. No se advierte que es la forma indicada desde siempre por la Iglesia para cumplir con el culto debido a Dios. El mandamiento de la Torá hebrea: Observa el día sábado para santificarlo (Dt 5, 12) ha pasado a ser en la Nueva Alianza la celebración del Domingo, el día del Señor, el de su Pascua semanal. Sin el Domingo no podemos vivir, reza la fórmula de la antigüedad cristiana. No se puede dispensar arbitrariamente y por principio. En nuestro país se verifica en términos agravados lo que también afecta a otros: es ínfimo el porcentaje de católicos fieles al culto dominical. Yo suelo decir que la Argentina es un país donde los católicos no van a Misa. El problema tiene raíces históricas: diócesis y parroquias de enormes dimensiones geográficas; crónica escasez de sacerdotes, y falta de una tradición religiosa que se transmita en la familia. En la actualidad, los niños que concluyen su catequesis para completar la iniciación cristiana se dan por bien cumplidos con su única Comunión; los colegios católicos son elegidos por la mayoría de las familias no porque desean para sus hijos una educación católica, sino porque nuestras instituciones aseguran una calidad de la que carecen las oficiales; que son un verdadero desastre. Los frutos religiosos son mínimos en los jóvenes alumnos. En el contexto que he descrito brevemente, resulta una desubicación pastoral desvalorizar como algo secundario el precepto dominical. Aunque arrecien todas las pandemias posibles. Como complemento de los casos reseñados sumo otro, también de antología. Hace unos días, recibí el llamado telefónico de un joven que, según me dijo, sigue todos los sábados una breve columna que desde hace 22 años conservo en un canal de televisión abierta; yo no lo conocía. Me contó que en su barrio -vive en una localidad del Gran Buenos Aires-, la iglesia estuvo cerrada el comienzo de la cuarentena; recientemente comenzó a abrir un rato cada día, aunque sin celebración alguna. Consiguió encontrar al sacerdote, y le pidió confesarse, pero el presbítero no quiso atenderlo, porque estamos en cuarentena... El muchacho, azorado, se preguntaba si tal sacerdote tendría fe. Le sugerí que escribiera al obispo diocesano para referirle el penoso hecho, y solicitarle le indicara dónde podría recibir el sacramento. Cosas veredes, Sancho... Todo esto ocurre en un país de cierta mayoría católica (¿qué significará este título?). Algo muy diferente se vive en un país de mayoría protestante. El presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, con ocasión del Día de la oración, que allí se celebra, hizo una exhortación pública muy sentida y teológicamente impecable: hay que rezar, y mucho, pidiéndole a Dios que nos salve del flagelo que estamos sufriendo. Esta circunstancia me hizo recordar el castigo que recibió David por la presunción que lo llevó a decidir el censo del pueblo de Israel: el Ángel exterminaba al pueblo mediante la peste; murieron 70 mil hombres. Pero Dios detuvo el exterminio; dijo al Ángel: ¡Basta ya!. ¡Retira tu mano! (2 Sam 24, 16; cf. 1 Cr 21, 15). Una expresión muy bella de la misericordia divina, independientemente de los hechos históricos. También nosotros debemos rogar que el Ángel detenga su espada. Que la fe y la esperanza inspiren la plegaria.

+ Mons. Héctor Aguer Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Académico Correspondiente de la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro. Académico Honorario de la Pontificia Academia Santo Tomás de Aquino (Roma).

lunes, 8 de junio de 2020

EEUU: NO HAY MOTIVOS PARA EL OPTIMISMO



Las masas, esas masas rebeldes de las que habla Ortega, se han rebelado una vez más. La Declaración de la Independencia (que citó M. Luther King en su famoso discurso) no significa nada para ellas. Tampoco la enmiendas o la Constitución. Tampoco significan nada para los líderes del partido demócrata, los cuales, creo, son peores que los kirchneristas, lo cual es mucho decir. 

Eso nos da una pena profundísima (http://gzanotti.blogspot.com/2019/03/estados-unidos-una-pena-profunda.html); (http://gzanotti.blogspot.com/2020/06/eeuu-una-pena-profundisima.html) pero..... No debe sorprendernos. Es exactamente la pulsión de agresión irracional, alienada, desatada, que explicó Freud, no sin preocupación, en su El Malestar en la Cultura, en cuyo final advierte sobre la posibilidad de supervivencia de la civilización. Era 1930.

Ante ello, es menester recordar una vez que la democracia, a secas, siempre tuvo un peligro intrínseco de masificación, como muy bien recuerda Pío XII en su olvidada Benignitas et humanistas (http://www.vatican.va/content/pius-xii/es/speeches/1944/documents/hf_p-xii_spe_19441224_natale.html)  Y por ello las instituciones de una República Constitucional deben ser sanamente aristocráticas: no sólo la Suprema Corte, sino el Senate y el colegio electoral, que los demócratas quieren muy coherentemente tirar a la basura.

Pero a su vez siempre es necesario el liderazgo no alienante, sino curativo, de un Kennedy, un Martin Luther King, llamando a la paz a las masas confundidas. Pero el asesinato de ambos, planificado seguramente por gente diabólica pero nada confundida, nos muestra la terrible fuerza de la Historia de Caín (https://eseade.wordpress.com/2017/10/27/la-historia-humana-es-casi-la-historia-de-cain/

Frente a esto, un Obama tenía la oportunidad histórica de quedar como el estadista que él pensaba que era, pero ha demostrado la poltiquería infame que lo rige. Qué oportunidad para aclarar, él, a las masas para las cuales significa algo, obviedades tales como que nada justifica la violencia, pero no, con tal de hundirlo a Trump, todo vale. 

EEUU es ya un estado fallido. Aunque Trump gane un segundo período, ignoramos cómo se podrá revertir esa tendencia. El futuro está siempre abierto pero, una vez más, no sobran los motivos para el optimismo.

domingo, 7 de junio de 2020

EEUU: UNA PENA PROFUNDÍSIMA

Era Marzo del año pasado cuando llorábamos, través de la palabra, nuestra pena profunda (http://gzanotti.blogspot.com/2019/03/estados-unidos-una-pena-profunda.html) por los EEUU, al borde del quiebre de su pacto político por la desesperación violenta -violenta en serio- de los dirigentes marxistas del Partido Demócrata norteamericano dispuestos a hacer cualquier cosa -cualquier cosa en serio- para voltear a Trump.

Ayer vi con estupor a un afroamerican frenar a una mujer blanca en la calle y exigirle que se arrodillara a pedir perdón, delante de él, por sus "white privileges". La pobre mujer obedeció, sabiendo seguramente lo que le esperaba si no lo hacía.

¿De dónde han salido estas masas, que roban, saquean y si es necesario asesinan sin parar por todos los EEUU?

¿De Antifa, que de anti-fascita no tiene nada? Sí.

¿De la irresponsabilidad, limítrofe con el homicidio culposo, de los demócratas que los alientan? Sí.

¿De Obana, que ha mostrado totalmente su cinismo? Sí.

¿Del "dejar hacer", no al libre mercado, sino a la libre criminalidad, por parte de alcaldes y gobernadores demócratas que hace apenas unos 15 días no dejaban salir ni a los pájaros con la excusa del coronavirus? Sí.

¿De la rebelión de las masas? Sobre todo.

Sí. Masas y masas de gentes que han nacido en la tierra de la Libertad y no tienen la más mínima idea de la historia, ni de los valores, ni del pacto político originario de los EEUU.

Una situación que acerca a los EEUU a un estado fallido, con la gran alegría de toda el ala dirigente del Partido Demócrata.

¿Sobrevivirá la única nación que emergió de un pacto de libertad?

¿Sobrevivirá en tiempos donde lo único que vive es la ONU, la OMS, China y todos los imbéciles y otros no tan imbéciles que obedecen a todo ello como esclavos?

¿O como fieles oficiales de un nuevo partido invisible, sin esvástica?

¿O ya murió?

martes, 2 de junio de 2020

LA BEATIFICACIÓN DE FRANZ JAGERSTATTER





(Artículo publicado en el Instituto Acton en Diciembre del 2007).


Una vez más, en medio del ruido, el bien, que no hace ruido, ha pasado casi inadvertido. El 26 de Octubre de este año ha sido beatificado Franz Jagerstatter, laico, padre de familia, quien se negó a participar del ejército nazi por sus convicciones católicas y fue consiguientemente asesinado por el régimen en 1943.

La fuerza de la santidad radica en un sí absoluto a Cristo, de lo cual surge un pacífico “no” a todo lo que sea contradictorio con ello. Muchos santos, como Santo Domingo, nunca tuvieron que dar testimonio con el martirio. Pero el martirio, morir por decir “no” a los poderes humanos, es siempre una posibilidad de la santidad. Y, por supuesto, no será la primera vez en la historia de la Iglesia –desde los mártires de los primeros siglos de la Iglesia hasta la actualidad- que un católico dice sencillamente “no” a la prepotencia y soberbia de los autoritarios de todo signo y color. Qué fuerza, qué paradójica potestad, qué “auctoritas” con todo su sentido latino, tiene ese “no” de los santos, frente a la ridícula y trágica fuerza bruta de las armas y los ejércitos humanos. Un “no” que no pueden entender quienes están parados sobre su prepotencia. “Vamos a morir por nuestro pueblo” dijo Edith Stein, tomando la mano de su hermana Rosa, cuando los oficiales nazis la vinieron a buscar. Y no hubo fotos, grabadoras ni conferencias de prensa. Sólo unas monjas carmelitas espantadas y atónitas que grabaron a fuego en su santa memoria esas palabras, que hoy resuenan y hablarán para siempre ante los oídos (sordos a veces) de la conciencia occidental.

Pero este caso, el de Franz Jagerstatter, tiene algo singular. Un laico como cualquier de nosotros, preocupado en sacar adelante su familia, un honesto y sencillo ciudadano alemán, que se había tomado en serio su fe y sabía de las advertencias de Pío XI y Pío XII contra el régimen nazi. Reitero, se las había tomado en serio. Y cuando los jerarcas del ejército totalitario lo vinieron a buscar, dijo, sencillamente, no.

Reparemos un momento en esta cuestión.

¿Cuántas guerras ha habido en la historia humana? ¿Muchas, no es así?

¿Cuántas de ellas fueron “justas”?

Dejo al lector la respuesta.

¿Y cuántos hombres formaron sus ejércitos? Esa pregunta es clave, porque las guerras son decididas por unos pocos, pero los ejércitos, ese disciplinado conjunto de seres humanos que dicen “si” a la orden de matar a otros –porque de eso se trata, ¿o no?- son muchos.

¿Y cuántos de esos muchos dijeron “no”?

Seguramente muchos, pero lo que pregunto es, la historia de las guerras, ¿no sería otra si los que dicen “no” fueran más que los que dicen “si”?

¿Por qué obedecer a la orden de ir al frente de batalla? La respuesta en simple: no se puede pedir tanto a los seres humanos que formamos parte de una historicidad, de un horizonte donde es muy difícil llegar a la distancia crítica del propio territorio existencial. Conjeturo que, en plena batalla, más de uno se habrá preguntado qué hacía allí, matando a otro. Por qué era parte de eso. Pero ya era tarde. Incluso, cuando la más mínima duda implicaba la muerte.

La cuestión es el “antes”. Franz no es sólo un ejemplo para los creyentes: es un ejemplo para todos aquellos que se sientan impotentes ante las ridiculeces de los autoritarios de cualquier signo. Hay algo que sí podemos hacer: decirles, finalmente, no. Los autoritarismos viven del sí no pensado. Morirían ipso facto con millones de no pensados, comenzando con los oficiales de los ejércitos sin los cuales serían sólo el conjunto de su decadencia moral.

Un detalle final. En medio de un momento donde arrecian las críticas “a la Iglesia” Franz Jagerstatter nos muestra lo que es la Iglesia. No la diplomacia del estado del Vaticano. No las decisiones políticas de tal o cual conferencia episcopal. No el pecado de sus miembros. No el clericalismo de jerarquía y laicos. No el fariseísmo de los creyentes que odian a los que ellos dictaminan publicanos. Y, menos aún, esa sola institución humana que muchos creen que es la Iglesia. La Iglesia es Espíritu. Es el Cuerpo Místico de Cristo y vive en cada acto de la gracia de Dios. Los santos y los mártires son los cardenales espirituales de la Iglesia. Ellos son el adelanto de la Parusía, ellos nos muestran la más profunda libertad.