martes, 29 de agosto de 2023

DOCE PUNTOS DE HARTAZGO DE FERNANDO ROMERO MORENO QUE COMPARTO PLENAMENTE

 Mi experiencia profesional en el campo de la educación, la cultura y la política en la Argentina, despues de 40 años. Empiezo "por casa":

1. Mis defectos: desorden, explosiones temperamentales típicas del que que es "secundario" (aguanta, piensa, dialoga, trata de consensuar...y un día explota como un volcán), egoísmo de refugiarse en el cómodo mundo de las ideas, etc...Mea culpa...

2. Es muy difícil trabajar en equipo: ser puntuales, atenerse al orden del día, consensuar objetivos y luego trabajar todos en la misma dirección como si lo resuelto hubiera sido idea propia.

3. Es muy complicado encontrar directivos que confíen en una mínima orientación y luego dejen el resto a la libre iniciativa y responsabilidad de los dirigidos. La mayoría se siente más segura con planificaciones, objetivos, plazos, evaluaciones, organigramas, etc.

4. Casi nadie advierte la malicia de la violencia lingüística, que puede estar justificada como excepción más nunca como norma. Iesus dixit.

5. Pocos distinguen lo dogmático de lo opinable, lo normativo de lo prudencial, la bondad o maldad objetivas de la culpabilidad o no del que la cometió.

6. Casi todos se creen con derecho a juzgar intenciones, injuriar y hasta calumniar. La inocencia procesal o el "no juzgar" evangélico brillan por su ausencia. 

7. Hay cierta tendencia a hipostasiar ideas (el liberalismo, la escuela tradicional, el constructivismo) sin mayores esfuerzos en admitir excepciones, distinguir autores y etapas en la biografía intelectual de los pensadores, matizar tendencias, etc.

8. Casi nadie recuerda que son sofismas las generalizaciones indebidas, la falacia del hombre de paja, los argumentos ad hominem, entre otros. No digamos nada del amarillismo periodístico y del nuevo de las redes sociales.

9. Pocos se esfuerzan en cultivar a la vez algo de idiomas, literatura, arte, ciencia, filosofía y teología. De allí la gran cantidad de racionalistas con mentalidad geométrica y de artistas vulgares y chabacanos. Es imposible trabajar donde abundan los científicistas, los guarangos, los que viven en la parodia continua y los semi-letrados.

10. Exaspera el obediencialismo, la disciplina partidaria, el totalitarismo institucional y el exagerado espíritu de cuerpo.

11. Es asfixiante la matriz cultural autoritaria, mezcla del contrarreformismo barroco/jesuitista y del positivismo iluminista decimononico. 

12. En cualquier momento me declaro anarco-tradicionalista, eso sí, hiper-exigente en el modo de tratar bien a los que piensan distinto. Colmaron mi paciencia los fanáticos de todos los colores, credos y corrientes políticas. Y sobre todo los que carecen de sentido común y sentido del humor. Un grado más de cultura anglosajona y un grado menos del españolismo de "agere contra desordenado" es absolutamente necesario. No es cuestión de esencia sino de grados. Ramiro de Maeztu y Castellani lo entendieron bien, cada uno a su manera. El resto no entendió casi nada al respecto.



Fernando

domingo, 27 de agosto de 2023

ALGUNAS DISTINCIONES EN EL CASO MILEI PARA CALMAR LAS AGUAS.

La Argentina se encuentra en un estado de debate inusitado por la posibilidad de que Milei gane las elecciones. Eso está bien, hay ciertos temas que alguna vez la Argentina tenía que discutir. Pero no de este modo, sumergida en el caos económico y político. Ello genera miedo, ansiedad y no permite debatir con calma. Agreguemos entonces algunas distinciones para colaborar con el caos reinante 😊.

1.       El medio es el mensaje.

El liberalismo no es sólo el principio de no agresión a nivel físico. Comienza por la no agresión lingüística. Ello pasa (aunque no sea judiciable) del respeto al otro. Por ende, no es cuestión de distinguir entre formas y contenido: el no cumplimiento de las formas atenta contra el contenido del liberalismo.

2.       El respeto al poder legislativo y al Derecho Constitucional. Las respuestas del espacio de Milei ante una oposición de sus propuestas en el Congreso no calman la situación. No es cuestión de seguir diciendo que se vayan todos o que la casta tiene miedo. Hay que dialogar y negociar con el Congreso, aunque diálogo y negociación no sean lo mismo. La división de poderes debe ser tenida en cuenta, aunque el Poder Ejecutivo sea liberal y el Congreso sea socialista. Por lo demás, hay que revisar la factibilidad constitucional de ciertas propuestas. La Constitución del 53 no fue libertaria, fue un consenso de empate entre el liberalismo clásico y las tradiciones no liberales de la Argentina hispano-nacionalista. Pero ese consenso salió bastante bien. Los lemas de campana deberían ser los artículos los 14 al 19, recitados permanentemente, como símbolo, como fin, como aspiración, de igual modo que Alfonsín recitaba el Preámbulo en la campaña del 83.

3.       Un programa liberal de gobierno debe comenzar por lo elemental. El respeto a las instituciones y la Justicia independiente, reducción del gasto público, reducción de impuestos, des-regulación de legislaciones (códigos), revisión del sistema de co-participación, independencia del Banco Central, profesionalización en educación y recursos de las fuerzas de seguridad… Todo eso sería un milagro para la argentina sin necesidad de hablar del libre comercio de los pulmones de los ángeles. Y todo eso debería ser consensuado entre los espacios de la Libertad Avanza por un lado, y Bullrich por el otro, y dejarse de insultar.

4.       Hay ciertas propuestas de Milei que lo presentan como si fuera un candidato de una derecha no liberal. No necesariamente. La oposición al aborto puede comenzar por la derogación de la legislación estatal obligatoria por parte del estado, en esa materia, en todas las instituciones de Salud. Y la oposición a la ESI no debe ser presentada como una oposición de la educación sexual en tanto tal, sino como la derogación de la legislación obligatoria por parte del Estado en las instituciones privadas de enseñanza, sin respetar los derechos de los padres. Por último, la oposición de la Agenda 2030 debe ser hecha en nombre de las libertades individuales y las advertencias libertarias a un gobierno mundial. Eso debe quedar muy claro en el discurso.

5.       La salud y la educación no pasan primero por los vouchers. Pasan por la des-regulación y des-monopolización en serio de dichos servicios por parte de los Estados en sus tres niveles. No necesariamente pasa por la eliminación de las prestaciones estatales, que por lo demás ya están des-centralizadas en parte. En educación, por ejemplo, hay que plantear primero la libertad de enseñanza, la NO obligatoriedad de los programas estatales en el sector privado, y en todo caso después plantear el tema de los vouchers. El respeto a los derechos de los padres ya estaba planteado en los consejos escolares reconocidos en las leyes 1420 y de la Provincia de Buenos Aires de 1875, derogadas de hecho por la Ley Federal de Educación. Con revisar esa derogación y volver a esos consejos escolares se vuelve a respetar cierta libertad de enseñanza sin que ningún sindicato dicente estatal pueda decir una palabra pues además no se toca en ese caso el tema de la financiación.

6.       Hay ciertas propuestas que Milei ha colocado en el debate público para las cuales la Argentina, culturalmente, no da, y ese tirar de la cuerda puede ser contraproducente. Está bien instalar debates, pero primero a nivel universitario, luego a nivel comunicacional y por último a nivel político. Intentar que la Argentina, un país corporativo, temeroso de la libertad, pase de golpe al libertarianismo, es un constructivismo que al no respetar las tradiciones puede volverse violento. Con ello se desacreditan cuestiones que, a nivel académico, se están debatiendo hace décadas y son serias, pero se presentan ahora como si fueran nuevas y bajo el calor de sorpresas culturales que generan más miedo que consenso. Las críticas de Hayek al constructivismo no fueron sólo para el socialismo, sino para el ala jacobina de la Revolución Francesa.

7.       La dolarización: puede ser que Ocampo y Cachanosky tengan razón, pero presentar esa opción como “la” opción libertaria es un problema de comunicación. La opción libertaria pasa por la eliminación del curso forzoso (Hayek 1976) combinada por un retorno al mercado libre de oro (Mises 1952). La dolarización podrá ser una medida de emergencia, pero requiere la coacción del Estado, y presentar ello como “liberal” es un grave problema.

Espero haber colaborado a la confusión reinante……. 😊

domingo, 20 de agosto de 2023

MI MIRADA FILOSÓFICA SOBRE JAVIER MIELI, AGAIN

 Algunos me están preguntando mis opiniones sobre Milei. Les agradezco mucho, la verdad no creo que lo que yo piense tenga ninguna importancia, y menos aún luego de las Paso, pero por ustedes les reproduzco dos entradas al respecto que, mutatis mutandis, no creo que hayan perdido actualidad:

 https://gzanotti.blogspot.com/2022/05/una-mirada-filosofica-sobre-javier-milei.html  

VIERNES, 27 DE MAYO DE 2022

UNA MIRADA FILOSÓFICA SOBRE JAVIER MILEI



Javier Milei es ahora un fenómeno político, un futuro candidato, y parece que nada, ni siquiera calmadamente, se puede decir de él sin que entre el tema de si le sumamos o le restamos votos. Puede ser. Pero finalmente he decidido opinar sin que ese tema me condicione.

1.      Rompan la tranquera.

Mi padre, que era pedagogo, tenía una hipótesis general sobre la diferencia entre la palabra escrita y la palabra oral[1]. Como toda hipótesis, es provisoria, falible, apenas un acercamiento a la verdad. Pero como tal, valiosa.

El contexto de su preocupación es el por qué de la falla del racionalismo educativo de la escuela sarmientina. Un pueblo educado no votará nunca a Rosas, dijo el sanjuanino, para escándalo de los rosistas. Pero más allá del ejemplo, la tesis de fondo es la confianza en que la educación formal en las ciencias y en las letras logrará la madurez de los ciudadanos para el ejercicio de sus derechos. Y por eso la acción del Estado en las escuelas primarias.

Esa primera fase de la política educativa, que mi padre llamó la escuela redentora, tenía la fallida, vieja y noble ilusión de suponer que el que conoce el bien, lo practica. Pero no. La naturaleza humana es más compleja. La psicología posterior de las masas (Freud, Fromm) explicó suficientemente lo intrincado de los procesos de alienación y de masificación como para que sigamos con esa noble ilusión, pero como toda noble ilusión, tiene larga vida. Mi padre explicaba luego que en la elección de 1946, la única provincia en la que Perón perdió fue en Corrientes, que ostentaba el índice de analfabetismo más algo. Oh falsación popperiana….

En esa intrincada psicología humana, la palabra oral es frecuentemente más emocional, más pasional, que la letra impresa, que por más calor que tenga el libro, deja siempre un margen mayor para la conciencia crítica. Los grandes discursos, en cambio, dichos con pasión y convencimiento, nos enamoran. No es lo mismo escuchar en vivo a Martin Luther King, haber estado allí, que leerlo luego. No, no es lo mismo.

El ejemplo que daba mi padre fue precisamente Perón. Con mucha ingenuidad, los patrones de estancia de entonces habían amenazado con cerrar la tranquera para que los peones no vayan a votar. Se la dejaron picando al General. “escuchar un mensaje por radiofonía o leerlo impreso en el diario son dos cosas muy distintas. Recordemos el ejemplo de Perón en su último discurso de la campaña electoral del 46: “... salten la tranquera o rompan la tranquera!”. Una cosa era oírlo, otra hubiera sido leerlo, dentro de un amplio texto, en una hoja de papel. Para muchísimos lectores, con seguridad, hubiera sido una frase sin importancia, hubiera pasado quizá inadvertida. Ninguno de sus oyentes, en cambio, la ignoró”[2].

Salten la tranquera. Rompan la tranquera. Tres palabras que muestran que el lenguaje es acción; tres palabras que, escuchadas en su contexto, llegan a la fibra emocional más íntima, menos crítica, del oyente….

Milei es de esos comunicadores intuitivos que se comunicó así con su audiencia. Captó el hartazgo contra los políticos, lo llamó “la casta”, y allí su mensaje se consolidó. Rompan la tranquera, derriben a la casta. La frase, el modo de decirla, la estética, todo encajó. Cuando esos milagrillos suceden los profesionales de la comunicación se quieren matar, pero saben bien que no se necesita ser médico para correr 100 metros en 12 segundos. El que puede, lo hace. Los filósofos lo explicamos después.

2.      La carajeidad.

No sé si Platón estará contento con mi neologismo, pero creo que en su mundo de las ideas habita la idea de un modo de violencia muy especial, una violencia argentina, un horizonte, muy difícil de caracterizar porque es precisamente el aire que respiramos todos.

La violencia a la que me refiero no es la del loco que dispara en una escuela norteamericana, como la que de nuevo hemos sufrido en estos días. No es tampoco la del delincuente, ni tampoco es la violencia más cruelmente racional del psicópata en el poder.

Pulsión de agresión tienen todos, Freud dixit. Pero tal vez los anglosajones, los alemanes y los japoneses la tienen más sublimada en su vida cotidiana. El argentino promedio (me disculparán ese tipo ideal weberiano) tiene menos filtros. Su agresión, su desprecio por el otro en lo cotidiano, la hace pública, sobre todo en su juego de lenguaje, sus juegos de lenguaje, que como sabemos desde Wittgenstein, son los ojos del alma cultural. Che boludo, pelotudo, etc etc etc y demás dulzuras que no estoy acostumbrado a escribir ni a decir, son mini-violencias cotidianas tan habituales que ni las sentimos, pero conforman un tipo cultural de autoritarismo. Son nuestro modo de entendernos. O no. Hace poco funcionario estatal me trató muy mal y yo le respondí “gracias por los consejos y disculpe las molestias”. O sea, fui un b….

Y ese modo de hablar es coherente con nuestro autoritarismo político, sea de izquierda o de derecha. Soñamos con el gran líder, con el gran salvador, soñamos serlo o gozarlo. Somos constructivistas, aunque leamos a Hayek sin entenderlo. El de izquierda piensa: un presidente de izquierda, un ministro de economía de izquierda, y listo. El de derecha, lo mismo: un presidente liberal, un plan económico liberal, y listo. Y ya está. Viva la libertad, carajo.

 

3.      Rápidos y furiosos.

Pero claro, he aquí el gran problema, que, disculpen las molestias, y gracias por los consejos, voy a plantear. Lo planteó Adrián Ravier allá lejos y hace tiempo, lo siguen Roberto Cachanosky, Ricardo Lopez Gottig y, hace poco, Santiago Kovadloff. Nada original de mi parte.

¿Son compatibles la libertad y la carajeidad?

¿Es coherente un liberalismo que llega desde la violencia del lenguaje?

Sí, sé que parece casi necesario ontológicamente que “el único modo de llegar…” sea ese. Pero entonces, ¿tenemos salida?

Si somos todos peronistas culturales, entonces por eso, en el país de los tuertos, Menem fue Rey.

Y si Menem no hubiera cometido los errores que cometió, la pregunta es más difícil aún. ¿Hubiera ganado entonces un tercer mandato? ¿Menem for ever? Todo desregulado, sí, pero, ¿cuál hubiera sido la salida institucional?

 

4.      Milei, Trump, Bolsonaro.

 

Algunos políticólogos lo colocan a Milei en el mismo tipo de líderes populistas de derecha que de liberales no tendrían nada. Son como populistas nacionalistas que se oponen a la globalización en tanto democracia liberal internacional. Pero cuidado, porque, como ya dije una vez, hay dos formas de oponerse a la globalización (https://puntodevistaeconomico.com/2021/01/22/globalizacion-y-globalizacion/) Una es desde cierto nacionalismo local despreocupado, en general, de las libertades individuales. Otra, es recurrir, en estos momentos, a la soberanía nacional como único medio de defenderse contra una globalización que no es más que la globalización del marxismo y del estatismo. En esto último, un liberal clásico podría estar perfectamente.

Trump y Bolsonaro oscilan entre una y otra forma de anti-globalización. Milei, creo, está más formado, es más claro. Ha leído bien a Mises y Rothbard, y su adhesión a la Escuela Austríaca le permite en general diagnosticar bien en materia económica y en materia de libertades. Su problema, como dijimos, es la carajeidad como ideología contradictoria. O sea, un liberalismo violento. Problema, claro, que otros no tienen: los demás son coherentemente violentos.

Pero eso nos lleva al punto que siempre converso con el gran politicólogo Mauricio Vázquez.

¿Por qué los modos de Trump, Bolsonaro y Milei?

¿Por qué no surge un Obama liberal/conservador, un liberal clásico de excelente retórica y buenas formas?

¿Es casualidad o será, como dice Mauricio, que la violencia de izquierda necesita, como legítima defensa, un movimiento que la combata con sus propias armas?

Pero si es así, ¿será capaz la naturaleza humana vestirse de la dictadura de la Antigua Roma y luego dejarla?

 

5.      Sur, Milei y después.

¿Cuáles son entonces los escenarios posibles?

Aquí comienza mi mayor falibilidad.

Uno, que Milei llegue a la presidencia y que comience a “putearse” con todos, incluso con quienes lo votaron cuando descubran lo que realmente votaron. Y que al día siguiente tenga a todos los camiones de Moyano en la Plaza de Mayo.

Dos, que no llegue, que se desinfle, y ya está. Fue una ilusión fugaz.

Esperemos que no.

Tres, que haga alianzas, consensos, que forme equipo, sobre todo con otros liberales y otros anti-kirchneristas no liberales, y que llegue, y que gobierne en un escenario políticamente posible con la tendencia marcada hacia la libertad.

Pero este tercer escenario, ¿es posible en la Argentina?

Como ven he dejado muchas preguntas abiertas. Espero haber llegado un poco a los más tranquilos. Y sobre todo a los tranquilos que rodeen a Milei.



[1] Zanotti, Luis J., Etapas históricas de la políticas educativa, Eudeba, Buenos Aires, 1972, en https://luiszanotti.com.ar/poled.htm


https://gzanotti.blogspot.com/2022/05/javier-milei-y-sus-propuestas.html  


MARTES, 31 DE MAYO DE 2022

JAVIER MILEI Y SUS PROPUESTAS

 


Desde que comenzó el fenómeno Milei, me pregunté siempre si los argentinos en general (perdonen la generalización: me refiero a un horizonte cultural que confía mucho en el Estado) estaban preparados para escuchar sin escándalo posiciones que vienen de un liberalismo libertario.

Al principio, sobre todo antes de las elecciones para diputados, Milei parecía haber llegado al corazón de muchos, con su estilo, su estética, su carajeidad, su denuncia a la casta, que no te roben los políticos, que no roben a los que laburan, etc.

Pero últimamente se nota cierto escándalo, difícil de evaluar y clasificar. Lo de eliminar el Banco Central, bueno, parece haber sido pasable. Pero sus últimas declaraciones a favor de la libre portación de armas o su defensa de los manteros han comenzado a llamar la atención de muchos que no entienden de dónde viene todo eso, y otros que sí lo entienden pero aprovechan para ridiculizarlo.

Con el tema de las drogas y de los planes sociales, Milei parecía haber comenzado a distinguir entre corto, mediano y largo plazo.

Pero últimamente no.

La reacción es obvia. La mayoría de los argentinos no sabe, no entiende o no contesta ante posiciones que vienen del movimiento libertario anglosajón. Es un mundo extraño para ellos. Derechos individuales, Bill of Rigths, Segunda Enmienda, eliminar ministerios, regulaciones, esto es, que el Estado NO te cuide, no es algo que los argentinos en general puedan aceptar o entender.

Por eso muchos comunicadores y politicólogos lo ubican en una “extrema derecha”, hombre de paja construido desde una izquierda ilustrada que no logra distinguir entre un libertario y un fascista en el sentido técnico del término. Confundir a un libertario con Mussolini es un grosero error que sin embargo es comprensible desde una socialdemocracia que ha elevado al estado al lugar de un benévolo Leviatan.

Oponerse al acuerdo de París, denunciar la politización del cambio climático, oponerse al totalitarismo de las cuarentenas obligatorias, etc., son obviedades desde una posición libertaria, pero novedades para los oídos argentinos que, como casi todo el mundo, quieren a la ONU como un Estado Mundial.

El libertario no se opone a ESA globalización debido a un nacionalismo, sino porque esa globalización va en contra de las libertades individuales, cosa que no preocupa tanto a movimientos más nacionalistas de derecha, pero tampoco a ciertos liberales que no terminan de ver el inmenso peligro del tema cultural.

Pero, vuelvo a decir, la Argentina no está preparada, culturalmente, para el surgimiento político exitoso de una posición libertaria. Milei es en ese sentido un experimento “empírico” de apasionante resultado final, si fuéramos científicos sociales fuera de este planeta.

¿Hay que elogiar a este último Milei, dispuesto a decir lo que quiera, con el obvio peligro para su campaña presidencial?

Desde cierto punto de vista, claro que sí. No hay en él demagogia ni dobleces.

Pero, me pregunto, hasta qué punto esa posición hubiera sido más efectiva ANTES de presentarse como candidato. Cualquier libertario académico o exitoso en los medios puede darse el lujo de escribir un blog entusiasta a favor de la Segunda Enmienda de los EEUU. Instalar temas está bien.

Desde otro punto de vista, hay una posición superadora entre la honestidad brutal y la demagogia barata, la mentira y ser un político más del montón.

Si Milei fuera cabeza de una alianza, entonces honestidad más prudencia irían de la mano. Una alianza de centro derecha, con todos los sectores liberales moderados y con los sectores nacionalistas moderados, con una declaración de puntos en común y programa de gobierno, implicaría que sus candidatos deberían concentrarse en esos puntos y, si surgen otros, decir sencillamente que eso no están en las prioridades de la alianza en cuestión.

Una alianza que reivindicara en serio las instituciones de la Constitución de 1853, y que tuviera como programa de gobierno bajar el gasto público, eliminar ciertos ministerios, bajar cierta cantidad de impuestos, respetar la autonomía del Banco Central, respetar las libertades educativas y religiosas de las religiones tradicionales, abrir más al merdado en materia de salud y seguridad social, y salirse de la agenda de la ONU en nombre de la soberanía nacional, ya sería un milagro en la Argentina culturalmente estatista-peronistas. Y si formara parte de esa alianza un grupo que se autodenomine peronista, bienvenido sea un poco de nominalismo.

Pero Milei no viene de allí, viene de él mismo. En él está ir hacia la alianza o hacia él. Victoria Villarruel ya fue una alianza. Por qué no continuarla….



domingo, 13 de agosto de 2023

UNA RE-ORGANIZACIÓN DE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA A PARTIR DE FRANCISCO LEOCATA



Para los lectores de Francisco Leocata, no es novedad su esencial distinción entre Iluminismo y modernidad. El mundo post medieval no es un camino hacia un idealismo primero y un empirismo después, todos haciendo eclosión en un Iluminismo cientificista cerrado a la trascendencia. El mundo moderno no nace en un Descartes idealista que termina en el ateísmo hegeliano, como han dicho Fabro y Gilsón. El mundo post-medieval tiene una riqueza mayor, tal que permite distinguir entre una modernidad católica, abierta a la trascendencia, y dentro de ella, a la ciencia, los derechos de la persona y la sana laicidad, y un Iluminismo positivista y neopositivista cerrado a la trascendencia, con una visión de los derechos del hombre enfrentados a la autoridad de Dios, a una ciencia que barrería con el oscurantismo medieval, a un laicismo que atenta contra la libertad religiosa.

Pero ello, dicho así, es aún muy sencillo. Leyendo La vertiente bifurcada[1], una obra culmen del pensamiento de Laocata, es la habitual organización de la filosofía moderna la que debe ser transformada. Esa visión según la cual hay un racionalismo que nace en Descartes y termina en Leibniz, y en un empirismo que hace en Bacon y termina en Hume, dicotomía que intenta ser superada por un Kant que termina en otro tipo de idealismo, todo ello aparece casi falso ante los planteos historiográficos de Francisco Leocata, paralelos a los de Del Noce[2] y Borguesi[3].

El eje central del corte con la tradición católica se encuentra para Leocata en el libertinismo erudito: Montaigne, Charron, La Mothe Le Vayer[4], que habrían sintetizado en su pensamiento lo peor del epicureísmo y el escepticismo antiguos, produciendo con ello esa visión del hombre donde no hay moral y sólo la construcción arbitraria de sí mismo, que es lo que habitualmente los tradicionalistas (desde las diversas corrientes lefevrianas hasta los sedevacantistas) llaman “liberalismo”. Estoy autores han sido estudiados por Labrousse, Bertelli, Pintard[5] y otros. Esos autores son combatitos en su momento por el agustinismo post-cartesiano: Malebranche, Arnaud, Mersenne, Gerdil,  Pascal, Fenelon[6], estudiados todos ellos por Gilson, Gouhier y Del Noce.

Por ende, la modernidad católica no radica sólo en la Segunda Escolástica (Vitoria, Molina, Suárez), autores muy importantes en el campo político, ni tampoco sólo en Copérnico y Galileo, muy importantes en el campo científico, sino en una línea filosófica que tiene una lectura agustinista de Descartes, donde se destacan autores diversos, no unívocos, pero unidos en su esencial agustinismo, donde se destacan Malebranche, Pascal[7], Gerdil[8], llegando a la fundamental figura de Rosmini.

El Iluminismo, por el contrario, rechaza obviamente toda metafísica, tiene una consiguiente voluntad de inmanencia. Tiene dos ramas principales, una más radical, representada por Diderot, y otra más moderada, en D´Alambert[9], hasta llegar a Kant, autor que también debe ser reconsiderado por sus importantes componentes metafísicos en su ética[10].

Por ende, la Historia de la Filosofía Moderna debería re-organizarse de este modo:

1.      Filosofía post-medieval (s XIV), y a partir de allí,

2.      Modernidad Católica: Suárez, Molina, Vitoria, Cusa, Copérnico, Galileo, Descartes, Malebranche, Arnaud, Merseme, Pascal, Gerdil, Rosmini. La lista no es excluyente.

3.      Iluminismo (rechazo a toda metafísica, voluntad de inmanencia):

3.1., radical: libertinos eruditos y la corriente radical de la Revolución Francesa (Diderot)

3.2., ala moderada: D´Alambert y Kant.

4. Autores intermedios entre 2 y 3, no fácilmente clasificables, con restos de la escolástica del s. XVI: Leibniz, Wolff, por un lado, Locke, Berkeley, Hume, por el otro.

 

Es difícil, pero si Leocata tiene razón, la organización habitual de la filosofía moderna, como idealismo por un lado y empirismo por el otro, todo ello enfrentado al Catolicismo, ya no cuenta. Un modo de pensar la modernidad, además, muy conveniente a un tomismo (que NO es igual a Santo Tomás) alineado con el rechazo total al mundo moderno de Pío IX en la Quanta cura. De esa visión de la filosofía no puede haber salido, por supuesto, el Vaticano II, que en su diálogo con el mundo actual, “actual” implica “moderno”, y para entender esto hay que remitir a J. Ratzinger[11].

Leocata debe estar en estos tiempos más vivo que nunca. Su reconsideración del mundo moderno, junto con Del Noce, constituye la clave para la hermenéutica correcta del Vaticano II, esa hermenéutica de la continuidad en lo esencial, y reforma en lo contingente, que propuso Benedicto XVI al principio de su pontificado[12], en el 2005. Sería bueno despertarse de vuelta en ese momento, como si todo lo posterior hubiera sido una pasadilla….

 



[1] UCA, Buenos Aires, 2013.

[2] Sobre Del Noce, ver Riva Posse, C.: La filosofía hecha mundo, Instituto Acton, Buenos Aires, 2023.

[3] De Borguesi, M., ver Secularización y nihilismo, Encuentro, Madrid, 2007, punto III, A.

[4] Loecata, op.cit., cap. II.

[5] Idem.

[6] Idem.

[7] Sobre Pascal, ver Leocata, op.cit., cap. IV.

[8] Sobre Gerdil, ver Leocata, F.: El problema moral en el siglo de las luces, EDUCA, Buenos Aires, 1995.

[9] Loacata, La vertiente bifurcada, op.cit., cap. VI.

[10] Sobre Kant, ver Leocata, op.cit., cap. IX.

[11] Obras Completas, Bac, Madrid, 2016, Tomos VII/1 y VII/2, donde comenta todos los documentos del Vaticano II.

[12] Discurso a la Curia del 22-12-2005.