lunes, 29 de mayo de 2023

EL PROBLEMA DEL LIBERALISMO ARGENTINO

Si bien la expresión “liberalismo argentino” es equívoca y puede dar lugar a confusiones, en este ensayo trataremos faliblemente de caracterizar algunas de sus peculiares características.

Alberdi fue “el” liberal cuidadoso de las tradiciones existentes. Tal vez, en ese sentido, el más hayekiano. Pero luego se podría decir que la mayor parte de corrientes liberales adhirieron a los que precisamente Hayek llama liberalismo constructivista (que él llamaba “francés”, tal vez injustamente). La Generación del 80 “construyó” el país, sin duda, pero el precio fue su enfrentamiento con ciertas tradiciones anteriores llamadas “barbarie”. Se sancionaron los principales códigos, se organizó el sistema de correos y de transportes, se instauró un sistema de planificación central en la educación, se legisló sobre matrimonio, etc. Las circunstancias históricas permiten comprenderlo, pero hay que tener en cuenta que el precio fue un Estado Central NO elefantiásico como el actual, pero sí totalmente indispensable para todo, excepto en cierto libre comercio interior y exterior.

La evolución histórica posterior implicó que, frente al surgimiento de otras corrientes, lo que podríamos llamar el liberalismo constructivista de la Generación del 80 se considerara “conservadurismo”. Esas otras corrientes fueron el radicalismo, con sus divisiones internas (alguna de ellas muy liberal, pero no prosperó) el nacionalismo, muy importante en el golpe del 30, y luego, por supuesto, el peronismo. Ante todo ello, la diferencia entre liberalismo y conservadurismo se perdió en la opinión pública y en los partidos políticos.

Pero si hay algo que unifica a la tradición conservadora es esa confianza en el Estado Central, cierto unitarismo porteño ante el cual las tradiciones federales quedaban ensombrecidas. De ese modo surge algo clave: la importancia esencial de Poder Ejecutivo, importancia que comparten las otras corrientes mencionadas.

Lo que sigue es histórica conocida. Los conservadores, por supuesto, se alinean con el antiperonismo (que tenía y tiene variadas corrientes) a partir del 55. Surgen a partir de allí dos corrientes que toman del extranjero escuelas de pensamiento más “liberales”: el ordo-liberalismo, por un lado, y elementos de Escuela Austríaca por el otro, pero dentro de un espíritu conservador. Lo mismo sucede con algunos (muy poco) católicos liberales que militaban en la Democracia Cristiana anti-peronista, hasta que fue asimilada por la izquierda.

Ahora bien, en el interregno de gobiernos militares versus civiles, inestabilidad institucional que se hizo habitual hasta 1983, los liberales argentinos de dichas corrientes, cuya diferencia con los conservadores era muy débil (hasta hoy, la Generación del 80 sigue siendo considerada “liberal” SIN identificarla con el constructivismo) no tenían problemas en presentar sus programas y propuestas a los gobiernos militares, que por supuesto no las consideraban ni aplicaban. Todo muy comprensible históricamente. En el 76 muchos de ellos pensaban que Videla era “el liberal” que iba a re-construir el país (el período previo a la re-construcción había sido 1853).

Con todo ello lo que se acentúa es lo mismo: la importancia capital del Poder Ejecutivo.

Esa importancia es totalmente coherencia con cualquier corriente NO liberal de acción política, pero el problema es que no es coherente con un liberalismo político clásico.

Así las cosas, a partir de 1983 la historia es conocida. Algunos liberales ordo-liberales, austríacos o chicaguenses tratan de colaborar con el poder ejecutivo fuerte de Menem, sin reformas institucionales de fondo, y el fracaso fue obvio.

Lo que ahora tenemos que preguntarnos es: en los actuales momentos donde parece haber un resurgimiento “liberal” en la opinión pública y en la acción política, el “liberalismo argentino”, ¿no sigue siendo en el fondo un proyecto constructivista donde todo se concentra en el poder ejecutivo?

Creemos que los que provenimos del liberalismo clásico y mucho más de posiciones libertarias debemos bajar un cambio, concentrarnos en esa pregunta y tomar distancia. Cada uno, por supuesto, tiene el total derecho de prestar su apoyo técnico a quien fuere. Pero una cosa es eso y otra cosa es politizarse absolutamente. Debemos tener cuidado porque más que una larga Historia por delante, tenemos una larga Historia por detrás, y no de aciertos políticos precisamente. 

EN DEFENSA DE VIOLET Y LA ARISTOCRACIA INGLESA EN DOWTON ABBY: magnífico artículo de Jeffrey A. Tucker

 https://brownstone.org/articles/downton-abbey-corruption-of-great-families-future-of-freedom/?utm_medium=onesignal&utm_source=push 

domingo, 28 de mayo de 2023

METER BALA NO. METER ESTADO DE DERECHO, SI.




 Se ha hablado mucho en estos días del caso del policía que mató al delincuente que se había robado su moto. Cuando el delincuente se estaba yendo con lo robado, le pegó un tipo por la espalda, cuando claramente la vida del policía no corría peligro.

El derecho a la legítima defensa no es una excepción al precepto de no asesinar. Al contrario, se basa en la doctrina del voluntario indirecto de Santo Tomás, aceptada incluso por no creyentes. La teoría en cuestión afirma que se puede hacer todo lo posible para evitar la propia muerte sin la intención directa de causar la muerte al agresor. Si como consecuencia indirecta, no intentada, se produce la muerte del agresor, entonces el que se defiende no ha buscado directamente su muerte. Ha buscado defender su vida, y como consecuencia inevitable, la vida del agresor se perdió.

Por eso existe la figura de “exceso” en la legítima defensa: por si el atacado buscara directamente la muerte del agresor de manera desproporcionada, esto es, matándolo sin que ello guardara proporción con el mantenimiento de la propia vida.

Esto no quiere decir que un juez no pueda eximir al que se haya defendido por emoción violenta, o por no haber podido mantener su racionalidad en ese momento de peligro. Pero una cosa es eximir de pena y otra cosa es que el delito no exista. El exceso en la legítima defensa es delito.

Mucho más, cuando se trata de agentes del orden público instruidos profesionalmente para ejercer su oficio, a diferencia del ciudadano común. Esas personas tienen ciertas obligaciones profesionales que son un agravante a su exceso a la legítima defensa.

Que este punto no lo logren entender conservadores de tendencia autoritaria, es comprensible, pero que a esto se sumen sectores liberales es preocupante. El derecho penal liberal ha sido uno de los principales avances de los valores de la Civilización Occidental. Ha impedido la guerra de todos contra todos y ha colocado la defensa del derecho a la vida en la racionalidad de un Estado de Derecho cuya custodia corresponde al Poder Judicial.

“Meter bala al delincuente”, como un lema de campaña, puede ser como mucho un comprensible intento desesperado ante una justicia y policías ineficientes, o un exceso de garantismo, o la corrupción del Poder Judicial, pero la solución no pasa porque las fuerzas uniformadas ejerzan discrecionalmente la pena de muerte. Un liberal lo debería saber. El liberalismo clásico no es solamente economía de mercado. Es ante todo el Estado de Derecho liberal clásico.

Los problemas de inseguridad se resuelven con la profesionalización y mejores salarios de las fuerzas policiales, al mismo tiempo que modificando códigos penales garantistas y luchando contra la corrupción de poder judicial.

Pero la justicia por propia mano, ya sea del ciudadano corriente o del policía, no es más que una triste derrota de una sociedad cuyo Estado elefantiásico ha derivado en un Estado inexistente en lo que sí le corresponde. 

domingo, 21 de mayo de 2023

HABERMAS Y EL PRINCIPIO LINGUÍSTICO DE NO AGRESIÓN

 



En la última clase/debate que tuvimos en la Escuela de Líderes del Centro Friedman-Hayek estuvimos hablando de Habermas. Les había prometido a los alumnos que ya lo íbamos a ver más. Pero, además de eso, no es común en ambientes liberales clásicos hablar de este gran autor de la Escuela de Frankfurt, a la cual ciertos influencers presentan como opuesta a todas las ideas de la libertad. No es así en varios de sus autores, y menos aún en Habermas.

Y no es así porque (más allá de la obviedad de que no fue un “economista austríaco”) su defensa de las condiciones de diálogo presenta una renovada visión de lo que nosotros llamamos principio de no agresión.

Habermas es el optimista de la Escuela de Frankfurt. Para Horkheimer y Adorno, la dialéctica autoritaria de la razón ilustrada no tiene salida. Para Habermas sí: la emancipación prometida por los ideales de la Ilustración se cumplen en la acción comunicativa, en la razón dialógica, esto es, una razón que no busca manipular al otro, sino “comprenderlo” (palabra cuasi-sagrada en la tradición filosófica alemana), esto es, tratarlo en tanto otro. “En tanto otro” significa que no lo trato como un mero instrumento a mi servicio, sino como un ser racional cuya dignidad, en sentido kantiano, no debe ser pisoteada al tratarlo como un mero medio.

Por lo tanto, el diálogo tiene ciertas condiciones, entre ellas NO utilizar actos del habla ocultamente estratégicos, esto es, no hablar de tal modo de manipular al otro sin que el otro se de cuenta. Para lo cual es indispensable abrir en parte el propio horizonte (sinceridad), en un intercambio discursivo donde el otro pueda aceptar críticamente mi propio discurso, esto es, una aceptación de mi discurso NO causada por el premio o el castigo, como hacen en cambio los discursos autoritarios.

Por lo tanto, “no agredir” al otro comienza por el discurso. La no agresión NO es solamente no violar físicamente la libertad del otro (matar, robar, secuestrar) sino además no invadirlo con la propia palabra (respeto). El principio de no agresión comienza por un discurso NO manipulador, no propagandístico, no proselitista, por un discurso que se ubique en el espacio del otro con el permiso del otro, lo cual sólo se logra cuando el otro tiene una distancia crítica para escuchar con calma y puede ejercer su derecho a la pregunta, a la interpelación, sin ser insultado por ello. El liberalismo comienza, por ende, por la palabra, aunque ello no sea judiciable. Los autoritarismos de todo tipo no comenzaron con un ejército invadiendo Polonia, de la noche a la mañana. Comenzaron con discursos efectistas, que apelaban a lo más bajo de nuestra condición humana (alienación, falta de conciencia crítica, odio, resentimiento, conflictos psicológicos no resueltos, etc.). Un futuro líder de una sociedad libre debe saber que su liberalismo comienza con su palabra. La forma del mensaje es al mismo tiempo el contenido del mensaje. Hay una forma liberal de hablar, que pertenece al ámbito del deber moral. Autores neokantianos como Habermas lo tienen claro.

Tenemos de él mucho que aprender. 

jueves, 18 de mayo de 2023

El juez Neil Gorsuch habla en contra de los bloqueos y los mandatos

 El juez Neil Gorsuch habla en contra de los bloqueos y los mandatos 

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En una declaración realizada hoy sobre un caso relacionado con el Título 42, el juez de la Corte Suprema, Neil Gorsuch, rompe el doloroso silencio sobre el tema de los bloqueos y los mandatos, y presenta la verdad con una claridad sorprendente. Es importante destacar que esta declaración de la Corte Suprema se produce cuando muchas otras agencias, intelectuales y periodistas niegan rotundamente lo que le sucedió al país. 

[L]a historia de este caso ilustra la interrupción que hemos experimentado en los últimos tres años en la forma en que se hacen nuestras leyes y se observan nuestras libertades.

Desde marzo de 2020, es posible que hayamos experimentado las mayores intrusiones en las libertades civiles en la historia de tiempos de paz de este país. Los funcionarios ejecutivos de todo el país emitieron decretos de emergencia a una escala impresionante. Los gobernadores y los líderes locales impusieron órdenes de cierre que obligaron a las personas a permanecer en sus hogares.

Cerraron negocios y escuelas públicas y privadas. Cerraron iglesias incluso cuando permitieron que los casinos y otros negocios favorecidos continuaran. Amenazaron a los infractores no solo con sanciones civiles sino también con sanciones penales.

Vigilaron los estacionamientos de las iglesias, registraron las matrículas y emitieron avisos advirtiendo que incluso la asistencia a servicios al aire libre que cumpliera con todos los requisitos estatales de higiene y distanciamiento social podría constituir una conducta delictiva. Dividieron ciudades y vecindarios en zonas codificadas por colores, obligaron a las personas a luchar por sus libertades en los tribunales en horarios de emergencia y luego cambiaron sus esquemas codificados por colores cuando la derrota en los tribunales parecía inminente.

Los funcionarios ejecutivos federales también participaron en el acto. No solo con los decretos migratorios de emergencia. Desplegaron una agencia de salud pública para regular las relaciones entre propietarios e inquilinos en todo el país. Utilizaron una agencia de seguridad en el lugar de trabajo para emitir un mandato de vacunación para la mayoría de los trabajadores estadounidenses.

Amenazaron con despedir a los empleados que no cumplieran y advirtieron que los miembros del servicio que se negaran a vacunarse podrían enfrentar una baja deshonrosa y confinamiento. En el camino, parece que los funcionarios federales pueden haber presionado a las empresas de redes sociales para que supriman información sobre las políticas de pandemia con las que no estaban de acuerdo.

Si bien los funcionarios ejecutivos emitieron nuevos decretos de emergencia a un ritmo vertiginoso, las legislaturas estatales y el Congreso, los órganos normalmente responsables de adoptar nuestras leyes, con demasiada frecuencia guardaron silencio. Los tribunales obligados a proteger nuestras libertades abordaron algunas, pero casi todas, las intrusiones en ellas. En algunos casos, como este, los tribunales incluso permitieron que se utilizaran para perpetuar decretos de salud pública de emergencia con fines colaterales, en sí mismo una forma de legislación de emergencia mediante litigio.

Sin duda, se pueden aprender muchas lecciones de este capítulo de nuestra historia, y es de esperar que se hagan esfuerzos serios para estudiarlo. Una lección podría ser esta: el miedo y el deseo de seguridad son fuerzas poderosas. Pueden conducir a un clamor por la acción, casi cualquier acción, siempre que alguien haga algo para abordar una amenaza percibida. 

Un líder o un experto que dice que puede arreglarlo todo, si hacemos exactamente lo que dice, puede resultar una fuerza irresistible. No necesitamos enfrentar una bayoneta, solo necesitamos un empujón, antes de abandonar voluntariamente la sutileza de exigir que las leyes sean adoptadas por nuestros representantes legislativos y aceptar el gobierno por decreto. En el camino, accederemos a la pérdida de muchas libertades civiles preciadas: el derecho a adorar libremente, debatir políticas públicas sin censura, reunirnos con amigos y familiares o simplemente salir de nuestros hogares. 

Incluso podemos animar a aquellos que nos piden que ignoremos nuestros procesos legislativos normales y perdamos nuestras libertades personales. Por supuesto, esta no es una historia nueva. Incluso los antiguos advirtieron que las democracias pueden degenerar hacia la autocracia frente al miedo.

Pero tal vez también hemos aprendido otra lección. La concentración del poder en manos de tan pocos puede ser eficiente y, a veces, popular. Pero no tiende hacia un buen gobierno. Por más sabios que sean una persona o sus asesores, eso no reemplaza la sabiduría de todo el pueblo estadounidense que puede aprovecharse en el proceso legislativo.

Las decisiones que toman quienes no se entregan a las críticas rara vez son tan buenas como las que toman después de un debate sólido y sin censura. Las decisiones que se anuncian sobre la marcha rara vez son tan sabias como las que se toman después de una cuidadosa deliberación. Las decisiones tomadas por unos pocos a menudo producen consecuencias no deseadas que pueden evitarse cuando se consulta a más. Las autocracias siempre han padecido estos defectos. Tal vez, con suerte, también hemos vuelto a aprender estas lecciones.

En la década de 1970, el Congreso estudió el uso de decretos de emergencia. Observó que pueden permitir que las autoridades ejecutivas aprovechen poderes extraordinarios. El Congreso también observó que los decretos de emergencia tienen la costumbre de sobrevivir por mucho tiempo a las crisis que los generan; algunas proclamaciones de emergencia federal, señaló el Congreso, habían permanecido en vigor durante años o décadas después de que pasara la emergencia en cuestión.

Al mismo tiempo, el Congreso reconoció que la acción ejecutiva unilateral rápida a veces es necesaria y está permitida en nuestro orden constitucional. En un esfuerzo por equilibrar estas consideraciones y garantizar una operación más normal de nuestras leyes y una protección más firme de nuestras libertades, el Congreso adoptó una serie de nuevas medidas de protección en la Ley de Emergencias Nacionales.

A pesar de esa ley, el número de emergencias declaradas solo ha crecido en los años siguientes. Y es difícil no preguntarse si, después de casi medio siglo ya la luz de la experiencia reciente de nuestra Nación, amerita otra mirada. También es difícil no preguntarse si las legislaturas estatales podrían volver a examinar de manera rentable el alcance adecuado de los poderes ejecutivos de emergencia a nivel estatal. 

Como mínimo, uno puede esperar que el Poder Judicial no se permita pronto volver a ser parte del problema al permitir que los litigantes manipulen nuestro expediente para perpetuar un decreto diseñado para que una emergencia aborde otra. No se equivoque: la acción ejecutiva decisiva a veces es necesaria y apropiada. Pero si los decretos de emergencia prometen solucionar algunos problemas, amenazan con generar otros. Y gobernar por edicto de emergencia indefinido corre el riesgo de dejarnos a todos con un caparazón de democracia y libertades civiles igual de vacío.

domingo, 14 de mayo de 2023

LA OBSESIÓN POR EL PODER EJECUTIVO.

 


No es novedad que el mundo entero se está volcando a un paradigma autoritario. Muy pocas excepciones quedan a un esquema general donde la concentración de poder de los poderes ejecutivos y los primeros ministros llegan a niveles antes reservados a las monarquías absolutas.

América Latina no podía ser, precisamente, una excepción.

Muchas serían las explicaciones para ello. A pesar de que las leyes de Indias tenían un contenido más descentralizado, los reyes y los virreyes de la américa de los borbones no se caracterizaron por la moderación en el poder. Las revoluciones laicistas en América Latina, por lo demás (muchas de ellas ligadas a sus guerras de independencia) ejercían un contrapoder proporcional. Militares ilustrados imponían a sangre y fuego una agenda política y legislativa extraída de la Revolución Francesa y el constructivismo, denunciado por Hayek, fue inevitable.

Y la Argentina fue mucho menos la excepción. A pesar del federalismo intentado por la Constitución del 53, los poderes ejecutivos, desde el inicio, “construyeron” al país. La generación del 80 fue un buen ejemplo de ello. Una generación elogiada, en general, por conservadores y liberales, no del todo sensibles a las críticas hayekianas al constructivismo, que no se aplican solamente al socialismo.

Así las cosas, hace décadas que muchos liberales, en Argentina, sueñan con el presidente liberal y el ministro de economía liberal, como la forma política que, desde arriba, logre reformar la Argentina hacia una economía de mercado. Varios de ellos, por circunstancias históricas comprensibles, no tenían problemas de que ese poder ejecutivo surgiera de elecciones o un gobierno militar. La ejecución exitosa de una economía de mercado (que nunca sucedió) sería la base de una estabilidad política posterior. Un pensamiento extremadamente institucionalista, donde los factores culturales iban a ser “superados” por el ordenamiento institucional.

Por ello, desde 1983, los liberales, en general, sueñan con un presidente liberal. Sus esfuerzos partidarios van hacia ello y los diputados o senadores obtenidos, luego de la obvia derrota, se ven sólo como un premio consuelo sin ninguna importancia.

Creo que el asunto debería ser al revés. Me parece que, sin una transformación cultural, al poder ejecutivo “liberal” la gobernabilidad se la hará muy difícil, si es que se quiere gobernar con el apoyo del Congreso y la aceptación, negociada, de los fuertes grupos de presión en este país corporativo de hecho aunque republicano de derecho.

El esfuerzo debería estar enfocado en lograr una fuerza política que lograra ir incrementando paulatinamente, pero sostenidamente, el número de diputados y senadores en el Congreso, de tal forma de ir instalando temas, frenando tal vez las legislaciones estatistas y logrando paulatinamente el apoyo de la opinión pública. Esa fuerza política debería ser una alianza entre liberales, libertarios, conservadores, nacionalistas moderados (radicales y peronistas que quieran integrarla, bienvenidos), que no sea una bolsa de gatos peleándose, sino que haya logrado consenso en ciertos puntos programáticos de mínima (baja del gasto público, banco central independiente con políticas no inflacionarias, reducción impositiva, y una política internacional restrictiva de las políticas estatistas de la OMS, UNESCO y etc.), todo ello bajo el ala de la defensa de las libertades y garantías sostenidas por la Constitución del 53 desde el art. 14 al 19. No, no es un programa libertario, pero en Argentina ya es un milagro. De este modo, todos los liberales que hoy están dentro y fuera del Congreso pero que ya tienen cierta relevancia en cuanto a los temas que instalan, deberían dejar de pelearse por detalles doctrinales (el libre comercio del sexo de los ángeles no tiene ningún sentido en la Argentina de hoy) y deberían tener la altura moral para dejar de insultarse y trabajar juntos por ese programa en común. Una elección interna, honesta, conformaría las listas de diputados y senadores. No habría que disputar el poder ejecutivo a los “menos malos” sino que habría que concentrarse en entrar al Congreso, cada vez más, cada vez más, para que entonces paulatinamente los poderes ejecutivos, tanto el nacional como los provinciales, tengan que tomar en serio esa agenda como condición de su gobernabilidad. Con el tiempo, la situación sería al revés: en vez de tener que pasar por la triste experiencia de llegar al ejecutivo y no poder hacer nada, serían los “menos malos” los que deberían, desde el poder ejecutivo obtenido, negociar sus agendas corporativas tradicionales con propuestas más liberales empujadas desde el Congreso.

Que esto no pueda hacerse es el resultado, no sólo del erróneo convencimiento de que la clave es el poder ejecutivo, sino de la falta de altura moral de muchos que no pueden trabajar en conjunto porque su único sueño es ser monarcas absolutos. 

No es tarde. Lo más probable es que la Argentina, a partir del 2024, sea gobernada por el típico gobierno pro-establishment que al menos evitará que nos invadan legítimamente los marcianos. Hay tiempo para bajar los decibeles, perdonar y re-agruparse.

Y si no….. Un no kirchnerista otra vez, luego un kirchnerista del vuelta, luego un no kirchnerista otra vez y así por los siglos de los siglos……………….

¿Amen? No, en ese caso no. 

viernes, 12 de mayo de 2023

PABLO POZZONI SOBRE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO Y OTRAS YERBAS

Respuesta de Pablo Martín Pozzoni a Ariel Goldstein y José Benegas (ver debajo)






Increíbles estos artículos de la revista Noticias:
Ariel Goldstein miente exagerando ridículamente por un lado, y soslayando la esquizofrenia de la izquierda progresista en alianza woke-bolche. Llama radical a la derecha que no demanda perseguir ni agredir a nadie (de hecho, no creo que contemple otro tipo de derecha), pero no llama radical a la izquierda de Podemos, que la inició Zapatero manipulando la situación de Venezuela para que la tiranía de Chávez y Maduro llegara al poder dirigida por su verdadero beneficiario: el imperialismo del Partido Comunista cubano. Habla entrecomillando "censura" en medio de la cultura de la cancelación y la hegemonía mediática que le es cómplice hasta de bloquear a un presidente o de que se elogie por esa misma vía a quienes destruyen estatuas de Washington por haber tenido esclavos e incluso de Lincoln, y que linchan a quienes se les oponen, con total impunidad legal y hasta complicidad gubernamental.
Ahora bien, lo de José Benegas no tiene nombre. Está convertido en un completo chanta, temo decirlo del que fuera amigo, pero realmente no hay palabras, Mariano. Me remito a señalar mentiras y decir la verdad en su lugar:
1) Que la estrategia política de Milei sea populista, no dice nada del contenido doctrinal y programático del frente o partido que lo utiliza.
2) Entrecomilla lo de "las buenas costumbres" como si no significaran nada, y se la achaca a un (literal) "nacionalismo cristiano internacional". Parece joda. La conspiración de los nacionalistas cristianos... ¡e internacional! Parece el torturador de 1984 hablando de la resistencia, que no es ni siquiera una organización. Mientras tanto, la verdadera hegemonía recibe subsidios de organismos privados y públicos internacionales para hacer ingeniería social y reformas culturales, con el silencio que les posibilita la censura que ejercen las redes sociales, ahora un poco más aliviada gracias a que la tortilla se ha dado vuelta y también gracias a la intervención de Elon Musk en Twitter y la revelación pública de cómo estas redes se volvieron filiales de Washington y, antes, de ala radical del Partido Demócrata.
3) ¿Un despotismo barato en impuestos? Qué clase de finalidad tiene ese despotismo, me pregunto.
4) Habla del electorado de Trump como si fuera una insurrección armada, de Vox como si fueran falangistas jaj o sea un movimiento fascista que reorganizará totalitariamente a España
5) Autócrata iliberal como Orbán, dice. O sea: admite que lo que le molesta es que las autocracias no sean tan liberales como él quiere, o lo que él ahora llama "liberales" que ya prácticamente es un maoísmo multicolor.
6) ¿Asociar de manera arbitraria el gasto público a cualquier cosa favorable a las minorías (¿qué minorías?) y las libertades personales? ¿De qué habla? Sí, habla de engendros como el INADI y el Ministerio de la Mujer y los mil y un financiamientos al lobby LGTB.
7) Dice que esta nueva derecha habla de "extirpar minorías". Un disparate y una mentira ridícula, salvo para los idiotas útiles que ayer él despreciaba y supongo lo leen a él en este pasquín.
8 ) Entrecomilla "ideología de género". ¿Cómo lo quiere llamar? ¿Perspectiva de género? ¿Políticas de género? Que me diga en que cambia eso el carácter ideológico de una cosmovisión de falsificación de la identidad, que debe imponerse a todos (incluidas sus "minorías") so pena de escraches y ostracismos bajo presión política... o sea: VERDADERAS metodologías más que fascistas, ya nazis, que él soslaya y hasta apoya.
9) Lo de que paleoliberalismo es un engendro conceptual es un disparate. Es simplemente la corriente de pensamiento que está en la vereda opuesta del neoliberalismo como globalismo tecnocrático, y es una referencia terminológica a la distinción entre paleoconservadorismo y neoconservadorismo, ambos movimientos con profundos orígenes intelectuales: Paul Gottfried y Leo Strauss, para empezar. Se refiere al "alemán Hans-Herman Hope" (la aclaración es muy graciosa, y lo es más que ni siquiera sepa escribir Hoppe con doble "p"), y miente afirmando que el Estado es un "estorbo" a la "supremacía blanca heterosexual" [sic]. ¿Qué supremacía? ¿Se refiere con supremacía a que en Estados Unidos la mayoría es blanca y a que en el mundo la heterosexualidad también lo es? ¿Acaso va a responsabilizar a la "heteronormatividad patriarcal" en vez de a la biología? Sería muy gracioso viniendo de un liberal el creer que hay "opresiones sociales" que sin mediación de la fuerza requieren de una intervención política para corregir las mentes "reaccionarias" como forma de evitarlas. O sea: una revolución cultural a la china, pero en versión snob y aburguesada, yanqui y europea. Dice que se ha extendido en dicho análisis en su libro Lo impensable. Me pregunto si sería más bien lo "ilegible".
10) Relaciona "prohibiciones de libros" con que se deje de imponer la agenda de la Educación Sexual Integral, un programa simultáneamente impuesto por una bajada de línea de la UNICEF usando de proxy a los gobiernos nacionales, directamente a los chicos sin el consentimiento de los padres, violando los propios estatutos de la Declaración de los Derechos del Niño de la UNO y la UNICEF. (O sea, aclaración: confunde prohibiciones con retirar ciertas lecturas como obligatorias, ya que obviamente siguen siendo opcionales... a menos que confunda la libertad de cátedra con el poder de los Ministerios de Educación y no con los profesores que deben obedecerles; por lo cual un cambio de biblografía en una currícula implicaría siempre un pira con libros en la febril imaginación gris y políticamente correcta de Benegas). La Educación Sexual Integral es la que realmente censura contenidos e impone a organismos estatales y privados el adoctrinamiento en feminismo y perspectiva de género. No sólo no es opcional para los educandos, sino que tampoco lo es para los padres, y ni siquiera para la comunidad política en elecciones. Si se resisten, es porque quieren abusar de sus hijos y privarlos de su derecho a conocer la verdad oficial, cuando en realidad el derecho de recibir información implica también el derecho a recibir su crítica o bien de lisa y llanamente rechazarla. De hecho, se iguala el derecho al libre uso del propio cuerpo con la imposición sin derecho a resistencia de un programa educativo que promoverá que el chico descubra contra sus creencias cuál es su "verdadero género" del cual parece que la libertad depende (véase: la libertad sexual de "elegir" a qué genero pertenecer y con quién acostarse. No, obviamente, las libertades civiles de expresión (que importan un bledo si predican el odio contra las minorías de quienes no quieren darles privilegios legales). Curiosamente al mismo tiempo se mutila también esa supuesta libertad de elección sexual porque se criminaliza la heterosexualidad y la acción libre del sexo masculino en las relaciones sin un consentimiento explícito de las mujeres, que son el "género oprimido". Es tal la esquizofrenia totalitaria de la ideología de género (recomiendo ver el documental "What Is A Woman?"), que se criminaliza como "terapias de conversión" a las terapias para volver a reconocer el sexo biológico real ¡mientras que a las terapias de "reeducación" para descubrir que uno NO sería del "género" con que nació por su sexo, se las llama "terapias de aceptación"! ...y que termina en convencer a menores de edad prepúberes incluso a la mutilación de sus genitales y la hormonización mediante exactamente el mismo proceso que hasta ayer se llamaba por su nombre: castración química. En varios países de Europa, estados de USA y en Canadá, entre otros, el derecho a disentir con la ESI implica perder el trabajo, literalmente. Un programa de sexualización infantil en nombre de sexualización natural, como una enfermiza y delirante forma de protegerlos del abuso sexual, al mismo tiempo que promueven al mismo tiempo, por los mismos principios ideológicos, la pe***ilia para darle derechos sexuales a los niños (con otros niños o con adultos, les da igual) en caso de que muestren "consentimiento" [sic], como dijo abiertamente Irene Montero. ESO es la Educación Sexual Integral, que parece que fuera una suerte de movimiento extracurrícular libre y opcional para el individuo, pero que no lo es. Es, para hacer una analogía, una suerte de versión totalitaria de educación cívica partisana, que fuera obligatoria porque sin ella seríamos analfabetos mentales en materia política, y por ende no se podría disfrutar de libertades que se supone garantiza el Estado de Derecho. Exactamente lo mismo, pero aplicado a la una pseudo-libertad sexual, que en realidad no es ni siquiera sexual.
11) Dice que Milei habla de hacer una dictadura plebiscitaria, pero esto también es absolutamente falso: Milei simplemente dice que si el Congreso no apoya aquello lo que DIJO apoyar en las elecciones y se le da vuelta a su electorado, haría consultas populares para enrostrárselos en la cara sólo y simplemente a los diputados que no cumplen sus promesas electorales (que hoy se disfrazan todos de liberales económicos). No habla de hacer una democracia plebiscitaria. (Tema extra: Benegas habla de "dictadura plebiscitaria", pero que yo sepa Weber jamás usó ese término. Simplemente mencionó los problemas y beneficios de una "democracia plebiscitaria" y su carácter iliberal. No habló de que implicara una dictadura. Weber era un científico, no un propagandista. Simplemente mencionó que puede derivar en una dictadura, y que eso depende de una estructura de poder político con caracteres de legitimación carismática, lo cual per se tampoco implicaba necesariamente una deriva dictatorial ni mucho menos. De hecho la legitimación carismática es siempre el paso previo de toda transformación social previa a le legitimación burocrática. Realmente, José, un cero en ciencias políticas).
12) Dice que los militantes de Milei (así, como colectivo, como adoctrinamiento que les dan, digamos ¿no?) expresan "abiertamente" la "xenofobia" (¿dónde?), la "homofobia" (¿dónde? ...y lo más importante ¿qué es eso?), la "transfobia" (ya con esto se pintó de cuerpo entero como parte de la policía del pensamiento de la secta woke y sus guardias rojas... ¿o verdes, o multicolor?), que supuestamente él también tiene pero "calla" (si la calla ¿de dónde la sacan sus militantes? ¿De Agustín Laje? Me gustaría saber en qué momento promueve atacar a extranjeros, homosexuales o "transexuales". Y además el uso político de la palabra fobia es increíblemente gracioso, porque se pretende científico y con características médicas, en línea con la psicología, cuando de hecho las fobias no cumplen ninguno de los requisitos de lo que ellos dicen que es una fobia, que a lo sumo sería en realidad discriminación o repulsión, cosa tampoco ya suele ocurrir, sino que generalmente se refiere meramente a los que refutan a los mercachifles de la agenda de género y sus teorías hipócritas y pseudocientíficas, lyssenkoistas de pura cepa, del feminismo woke, el "género fluido" y la "opresión heteropatriarcal". Y relaciona todo ésto con... oh sí, siempre está ahí Goldstein para que lo señale el Gran Hermano: ¡Putin! O sea: Milei va a tomar distancia de USA y va a adherir a un supuesto orden internacional que propiciaría la autocracia de Putin (está mucho más cerca Xi Xing Ping de imponer un orden internacional con la complicidad abyecta de Biden, pero las cosas reales no le importan).
13) La cereza del postre. Milei sería Franz von Papen, un oportunista político que ayudó a Hitler a ascender al poder. O sea que él no es nazi, pero abre la puerta a un gobierno nazi. ¿De quién? ¿Será de Agustín Laje? ¿De Nicolás Márquez? Oh, ya me imagino... debe ser de Victoria Villarruel. Pero qué payaso te has vuelto, José. Yo pensé que sólamente Página/12 había caído muy muy bajo en su panegirismo político, pero no, tampoco la izquierda progre se salva. Hoy todos buscan un nicho para ser intelectuales orgánicos. Para la radicalización se necesita una oposición idiota y peor aun, idiota y radicalizada. Si algo, siquiera algo, de lo que dice de Milei, fuera cierto, gente como Benegas va a ser su mejor ayuda. En Alemania ocurrió exactamente así. Por suerte, los radicales peligrosos están de un solo lado, y no es de un montón de gansos redneck que deliberadamente se les permite meterse en un Congreso norteamericano para ¿ocuparlo? Supongo ahora a eso se llama un coup d'état: entrar, no poder hacer nada, no romper nada y salir luego de una gira turística. Los radicales peligrosos están del lado de los que incendian edificios y matan gente en la calle como Black Lives Matter, con metodologías de guerra civil molecular en pleno USA y con apoyo del Partido Demócrata para derrocar a Trump "limpiamente".
Para cerrar mi posteo sobre estos verdaderos "liber"-progres, una última reflexión para no terminar creyendo en la tierra cuadrada que pretenden desesperadamente inventar estos liberales mutados en anti-fascistas de corte estalinista:
Los únicos radicales (contra los que estos "liberales" no han movido, en serio, un puto pelo jamás), los verdaderos peligros para todo lo que dicen falazmente defender estos liberales, están realmente entre los que elogian a Venezuela y se dicen "liberals", o los presidentes que se dicen parte de una izquierda democrática pero cuando un Maduro manda a pisar estudiantes con tanques dicen frente a la inquisición de un periodista: "Y bueno, no se hubieran puesto enfrente" (esto no es un invento: es lo que dijo el ex-presidente de Uruguay, el señor José Alberto Mujica). Pero no, eso no importa, y los que lo denuncian probablemente sean anticomunistas por ser fascistas... como si el comunismo fuera menos malo. No no, claro, la amenaza al liberalismo, al republicanismo y al democratismo, está en Trump y Bolsonaro, y no en presidentes de izquierda realmente cómplices en un eje de países totalitario bien organizado y publicitado. Resulta entonces que la derecha, ahora que se vuelve más o menos real y no una mera tecnocracia economicista que le deja los ministerios a estos energúmenos, tiene que pasar a ser llama "ultraderecha" o "radical", mientras que cuando la izquierda se vuelve (y sigue siendo ahora mismo) no sólo populista, sino además radical y violenta, o bien cuando la que ya era radical y violenta ocupa el lugar de la izquierda más institucional y realmente socialdemócrata, nadie dice mucho de esta línea "liberal". Y menos dice algo, si esta izquierda radical, sea progresista o bolche, es útil para barrer con cualquier derecha real. En ese caso hasta se la puede elogiar por hacer dictaduras para acabar con los "delitos de odio". Qué papel triste el que hicieron en la historia "liberales" tuertos como éstos. Y cuánto más triste es el caso cuando, como ahora, ya directamente actúan como ciegos pero simulan ver sólo con el ojo izquierdo.

domingo, 7 de mayo de 2023

SANTO TOMÁS DE AQUINO: UNA POSIBILIDAD DE SUPERACIÓN DE LA DIALÉCTICA ENTRE PRAXEOLOGÍA Y NEUROCIENCIAS*

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 Si el sujeto es acción, acción humana e intencional, habitamos con comodidad el mundo de la praxeología de Mises, y miramos con extrañeza este otro mundo, el de las neurociencias, neurobiología, neuroeconomía, epistemologías evolutivas, donde la acción humana puede ser humana, sí, pero como el último eslabón evolutivo de una cadena (¿humana?) de adaptación que conduce a una “conducta” proclive a la cooperación y el contrato. Curiosamente, o no, en ese mundo se ubica fácilmente el tan comentado The Sensory Order de Hayek[1], donde su marcada tendencia biológica produce las dudas y cuestionamientos sobre el libre albedrío que comentábamos en artículos anteriores[2].

Ambos mundos están muy incomunicados. El primero conduce a un modo apriorístico de hacer economía, donde la praxeología como ciencia a priori de la acción humana haría entre innecesarios e imposibles otros enfoques como el de Hayek, lo cual profundizaría aún más las diferencias epistemológicas entre partidarios de Mises y Hayek. En cierta medida el enfoque praxeológico de Mises hereda, históricamente, la división kantiana entre el mundo espiritual y el mundo físico, que no es lo mismo que en la escolástica. Frente a la certeza de una física casi mecanicista, por un lado, y la caída de paradigmas metafísicos racionalistas anteriores, por el otro, Kant divide entre “el cielo estrellado sobre mí” (Newton) y “la ley moral en mí”, esto es, una moral autónoma, el imperativo categórico, como respuesta frente al factum de la moralidad que aún exige a Dios, el alma y la libertad como postulados de la razón práctica. Ese “resto” de escolasticismo cae cuando en el siglo XIX el mecanicismo de Laplace y el positivismo de Comte convierten a toda “metafísica” de las costumbres en “una hipótesis innecesaria”[3], produciendo ello un curioso resultado: la filosofía, como filosofía, comienza a quedarse muda ante “el fenómeno humano”. Ya no hay una “antropología filosófica” que tenga algo que decir como específico o separado de lo que la teoría de la evolución tenga que decir. La religión pelea aún, culturalmente maltrecha, un lugarcito cultural para decir algo, pero ya como cuestión socialmente irrelevante, incomunicable, privatísima y, sobre todas las cosas, “no racional”. O sea que el mensaje “racional” sobre el hombre lo asumen las ciencias naturales y, especialmente, la biología. Nuestro diagnóstico es que las epistemologías evolutivas del s. XX, excepto la de Popper[4], han intensificado esa tendencia.

Sobrevivió, sin embargo, la razón práctica de Kant, en los análisis de M. Weber[5], que inspiraron a Mises. Ello explica que, sin embargo, ante temas como libre albedrío, inteligencia, voluntad, sensibilidad, etc., la “antropología filosófica” de Mises se muestre más tímida, casi lindante con un organicismo biológico en el tema del libre albedrío[6].  Por eso es interesante que los estudios de filosofía de la praxis del filósofo argentino Francisco Leocata ofrezcan la fenomenología de Husserl, en armonía con la tradición escolástica, como un intento superador de esa separación demasiado tajante entre razón pura y práctica[7].

Con todo esto, a lo que queremos llegar es que serían necesarios paradigmas superadores de un “mundo espiritual” neokantiano por un lado –sobreviviente en la “praxeología a priori” de Mises– y un mundo de biología evolutiva por el otro. La fenomenología de Husserl (heredera de Bolzano, Brentano, Frege, por un lado, y la idea de la vida como reacción antihegeliana por el otro) sería un camino. Y Santo Tomás de Aquino es otro.

Obviamente no podemos sacar a Santo Tomás de su circunstancia vital. Era un eminente teólogo medieval y su “antropología filosófica” no era sino parte de su concepción cristiana de la persona, persona que tenía que dar cuentas de su alma a Dios. Pero, precisamente por ello, la gran innovación de Santo Tomás en su época fue incorporar una interpretación de Aristóteles (hasta entonces, solo usada por pensadores islámicos) según la cual el alma es la forma sustancial, el principio organizador, de un cuerpo. Para Santo Tomás, ello significaba una visión más unitaria del ser humano, mucho más conforme con el dogma de la resurrección de los cuerpos, y además implicaba una renovada interpretación de Aristóteles según la cual cada ser humano tenía su propio intelecto (contrariamente a Averroes)[8], concepción que también era adecuada al libre albedrío y responsabilidad moral exigidas por la cosmovisión cristiana. Ello implicó, en su momento, difíciles demostraciones de la inmortalidad del alma[9], pero, a su vez, la incorporación de lo corporal como esencial a lo humano, tema que implica en Santo Tomás un diálogo con las capacidades vegetativas y sensitivas del hombre para nada accidental o forzado a su concepción cristiana del mundo.

¿Qué puede implicar todo esto en nuestra época? Justamente, en una época donde la “antropología filosófica” lucha por hacerse un lugar entre la biología por un lado y la sola fe por el otro, esta concepción unitaria del ser humano brinda amplias ventajas. Anthony Kenny[10] ha destacado que, por lo pronto, una concepción así rompe la dialéctica mente/cuerpo que se da en Descartes y que hereda la concepción kantiana y consiguientemente las post-kantianas, ya para afirmar o negar uno u otro lado de la cuestión. Por otro lado, la fenomenología[11] había intentado instalar nuevamente una noción de “sentido” (desde Brentano, Bolzano y Frege) no reducible al psicologismo de Mill y menos aún a un mecanicismo laplaciano, pero ello no parece fácil ante el desarrollo de las neurociencias. Igual diagnóstico tiene la interesante metafísica de Popper del mundo 3 y su defensa del libre albedrío. Pero ello no es así en caso de que por “mente” entendamos no una instancia sustancial, enfrentada al cuerpo, sino justamente un principio formal, organizador, por lo cual el cuerpo humano es humano. Pero allí surge el problema: ¿no es entonces todo reducible a nuestras funciones biológicas, corporales? Para Santo Tomás, no. Él es bien analítico en su demostración. Su premisa mayor es: “Si la inteligencia fuera solo cuerpo, no conocería sino los cuerpos”[12]. Su premisa menor: “Pero es así que conoce cosas que no son cuerpo”. Conclusión: “Luego la inteligencia no es cuerpo”. Hay que probar la menor: las “cosas que no son cuerpo” son “sentidos” captados en la abstracción como “aquello que se abstrae” (he aquí el contacto, excepto por el tema de la abstracción, con la fenomenología actual[13]). Y allí cabe entonces el mismo ejemplo que da Karl Popper: ¿qué es “la” teoría de la relatividad en sí misma considerada? Sigamos nosotros: ¿acaso una determinada red neuronal? Obviamente no…

La conclusión (“luego la inteligencia no es cuerpo”) no se refiere a una “mente” en sentido contemporáneo del término, sino a la inteligencia como capacidad humana que, como implica efectos no corporales, no es ella misma corpórea[14], pero necesita, para su acción específica (el entender) el concurso de la sensibilidad. En efecto, la inteligencia no abstrae sino a partir de la imagen sensible[15]. Hoy diríamos: la inteligencia no se identifica ontológicamente con el sistema nervioso, pero no actúa sino en con-curso de causas con todo el sistema nervioso. Por este motivo, todas las actuales experiencias que muestran la dependencia de la inteligencia del sistema nervioso[16] son totalmente verdaderas, pero cometen un non-sequitur al inferir de allí la materialidad de la inteligencia, como un epifenómeno neuronal. La inteligencia es causa eficiente principal, y el sistema nervioso, causa eficiente instrumental, del entender, y ningún instrumento tiene una identificación ontológica con su causa principal.

Sorprenderá a algún lector leer este tipo de argumentaciones que no son ni biología, ni teología. Pues bien, esto, en cierto modo, es filosofía. El desacuerdo tiene que surgir de algún desacuerdo con alguna premisa o con alguna deducción, pero la filosofía, como una fenomenología de lo humano, tiene que recuperar su especificidad ante un mundo cultural que la ha perdido, y especialmente para estos temas

¿Cuál es la conclusión adicional de todo esto? Que, si la praxeología está basada en la antropología filosófica de Santo Tomás de Aquino, mantenemos esa acción humana libre e intencional (no solo la mantenemos, sino que la fundamentamos mejor) pero, al mismo tiempo, al ser acción humana, no es, en tanto humana, un mundo espiritual no relacionado con lo corpóreo, sino, al contrario, enraizado en la acción de un cuerpo hablante que llamamos ser humano. Por ende, todas las epistemologías evolutivas del sistema nervioso que expliquen de algún modo la evolución del sistema nervioso hasta nuestras complejísimas formas de percibir el mundo (como en Hayek) son compatibles con una filosofía de la inteligencia que afirme que el intelecto humano puede, con los límites de su condición humana, captar el sentido de su propia acción por la finalidad y libre albedrío de ella, y así, de ese modo, elaborar una praxeología como fundamento de la economía política.

Esto es nada más que señalar el camino de un programa de investigación. Mientras tanto, partidarios de Mises y Hayek seguirán en planetas distintos porque, como en casi todo, o casi siempre, los diversos paradigmas tienen su principal problema no en lo que afirman, sino en lo que niegan, excluyen o incomunican.



* En “NOMOI”, octubre de 2008.

 

[1] Chicago University Press, 1976.

[2] Nos referimos a “La necesidad de un enfoque fenomenológico para The Sensory Order de Hayek”, en NOMOI, Revista Digital sobre Epistemología, Teoría del Conocimiento y Ciencias Cognitivas, (2008), 1, pp. 15-19, en www.ufm.edu>, y “Paradigma de la información vs. paradigma del conocimiento”, en NOMOI, Revista Digital sobre Epistemología, Teoría del Conocimiento y Ciencias Cognitivas (2008), 2, pp. 17-21, en www.ufm.edu,

 

 

 

[3] Ver Koyré, A.: Del mundo cerrado al universo infinito [1957], S. XXI, 1998, p. 255.

[4] Decimos eso por su teoría del mundo 3. Ver  Popper, K.: El universo abierto; Tecnos, Madrid, 1986; Conocimiento objetivo; Tecnos, Madrid, 1988; Sociedad abierta; universo abierto; Tecnos, Madrid, 1984; El cuerpo y la mente (Paidós, 1997), y Popper, K, y Lorenz, K.: O futuro esta aberto; Fragmentos, Lisboa, 1990.

 

[5] Nos referimos a Weber, M.:  The Methodology of the Social Sciences; The Free Press of Glencoe, Illinois, 1949.

 

[6] Ver al respecto Crespo, R.: La crisis de las teorías económicas liberales; Fundación Banco de Boston, Buenos Aires, 1998.

[7] Leocata, F.: Estudios sobre fenomenología de la praxis. Proyecto, Buenos Aires, 2007.

[8] Ver Gilson, E.: La filosofía en la Edad Media; Gredos, Madrid, 1976.

[9] Ver Suma Contra Gentiles (Ediciones diversas); Libro II, caps. 50, 51, 55.

[10] Ver Kenny, A.: La metafísica de la mente, Paidós, 2000, y Aquinas on Mind, Routledge, 1993.

[11] Nos referimos sobre todo al primer Husserl: Investigaciones lógicas [1900]; Alianza Ed., 1982 (libros I y II).

[12] Contra Gentiles, II, 49.

[13] Ver Stein, E.: La fenomenología de Husserl y la filosofía de Sto. Tomás de Aquino [1929], en La pasión por la verdad, Bonum, Buenos Aires, 1994; Introducción, traducción y notas de  Andrés Bejas.

 

[14] Ver Suma Teológica (ediciones diversas), I, Q. 75 a 79.

[15] Op.cit. I, Q. 86, a. 1.

[16] Ver Bunge, M.: El problema mente-cerebro, Tecnos, 1988.