Para
los lectores de Francisco Leocata, no es novedad su esencial distinción entre
Iluminismo y modernidad. El mundo post medieval no es un camino hacia un
idealismo primero y un empirismo después, todos haciendo eclosión en un
Iluminismo cientificista cerrado a la trascendencia. El mundo moderno no nace
en un Descartes idealista que termina en el ateísmo hegeliano, como han dicho
Fabro y Gilsón. El mundo post-medieval tiene una riqueza mayor, tal que permite
distinguir entre una modernidad católica, abierta a la trascendencia, y dentro
de ella, a la ciencia, los derechos de la persona y la sana laicidad, y un
Iluminismo positivista y neopositivista cerrado a la trascendencia, con una
visión de los derechos del hombre enfrentados a la autoridad de Dios, a una
ciencia que barrería con el oscurantismo medieval, a un laicismo que atenta
contra la libertad religiosa.
Pero
ello, dicho así, es aún muy sencillo. Leyendo La vertiente bifurcada[1],
una obra culmen del pensamiento de Laocata, es la habitual organización de la
filosofía moderna la que debe ser transformada. Esa visión según la cual hay un
racionalismo que nace en Descartes y termina en Leibniz, y en un empirismo que
hace en Bacon y termina en Hume, dicotomía que intenta ser superada por un Kant
que termina en otro tipo de idealismo, todo ello aparece casi falso ante los
planteos historiográficos de Francisco Leocata, paralelos a los de Del Noce[2] y
Borguesi[3].
El
eje central del corte con la tradición católica se encuentra para Leocata en el
libertinismo erudito: Montaigne, Charron, La Mothe Le Vayer[4], que
habrían sintetizado en su pensamiento lo peor del epicureísmo y el escepticismo
antiguos, produciendo con ello esa visión del hombre donde no hay moral y sólo
la construcción arbitraria de sí mismo, que es lo que habitualmente los
tradicionalistas (desde las diversas corrientes lefevrianas hasta los
sedevacantistas) llaman “liberalismo”. Estoy autores han sido estudiados por Labrousse,
Bertelli, Pintard[5]
y otros. Esos autores son combatitos en su momento por el agustinismo
post-cartesiano: Malebranche, Arnaud, Mersenne, Gerdil, Pascal, Fenelon[6],
estudiados todos ellos por Gilson, Gouhier y Del Noce.
Por
ende, la modernidad católica no radica sólo en la Segunda Escolástica (Vitoria,
Molina, Suárez), autores muy importantes en el campo político, ni tampoco
sólo en Copérnico y Galileo, muy importantes en el campo científico,
sino en una línea filosófica que tiene una lectura agustinista de Descartes,
donde se destacan autores diversos, no unívocos, pero unidos en su esencial
agustinismo, donde se destacan Malebranche, Pascal[7],
Gerdil[8],
llegando a la fundamental figura de Rosmini.
El
Iluminismo, por el contrario, rechaza obviamente toda metafísica, tiene una
consiguiente voluntad de inmanencia. Tiene dos ramas principales, una más
radical, representada por Diderot, y otra más moderada, en D´Alambert[9],
hasta llegar a Kant, autor que también debe ser reconsiderado por sus
importantes componentes metafísicos en su ética[10].
Por
ende, la Historia de la Filosofía Moderna debería re-organizarse de este modo:
1.
Filosofía post-medieval (s XIV), y a
partir de allí,
2.
Modernidad Católica: Suárez, Molina,
Vitoria, Cusa, Copérnico, Galileo, Descartes, Malebranche, Arnaud, Merseme,
Pascal, Gerdil, Rosmini. La lista no es excluyente.
3.
Iluminismo (rechazo a toda
metafísica, voluntad de inmanencia):
3.1., radical: libertinos eruditos y la corriente
radical de la Revolución Francesa (Diderot)
3.2.,
ala moderada: D´Alambert y Kant.
4.
Autores intermedios entre 2 y 3, no fácilmente clasificables, con restos de la
escolástica del s. XVI: Leibniz, Wolff, por un lado, Locke, Berkeley,
Hume, por el otro.
Es
difícil, pero si Leocata tiene razón, la organización habitual de la filosofía
moderna, como idealismo por un lado y empirismo por el otro, todo ello
enfrentado al Catolicismo, ya no cuenta. Un modo de pensar la modernidad,
además, muy conveniente a un tomismo (que NO es igual a Santo Tomás) alineado
con el rechazo total al mundo moderno de Pío IX en la Quanta cura. De esa
visión de la filosofía no puede haber salido, por supuesto, el Vaticano II, que
en su diálogo con el mundo actual, “actual” implica “moderno”, y para entender
esto hay que remitir a J. Ratzinger[11].
Leocata
debe estar en estos tiempos más vivo que nunca. Su reconsideración del mundo
moderno, junto con Del Noce, constituye la clave para la hermenéutica correcta
del Vaticano II, esa hermenéutica de la continuidad en lo esencial, y reforma
en lo contingente, que propuso Benedicto XVI al principio de su pontificado[12], en
el 2005. Sería bueno despertarse de vuelta en ese momento, como si todo lo
posterior hubiera sido una pasadilla….
[1]
UCA, Buenos Aires, 2013.
[2]
Sobre Del Noce, ver Riva Posse, C.: La filosofía hecha mundo, Instituto
Acton, Buenos Aires, 2023.
[3]
De Borguesi, M., ver Secularización y nihilismo, Encuentro, Madrid,
2007, punto III, A.
[4] Loecata, op.cit., cap. II.
[5]
Idem.
[6]
Idem.
[7]
Sobre Pascal, ver Leocata, op.cit., cap. IV.
[8]
Sobre Gerdil, ver Leocata, F.: El problema moral en el siglo de las luces,
EDUCA, Buenos Aires, 1995.
[9]
Loacata, La vertiente bifurcada, op.cit., cap. VI.
[10]
Sobre Kant, ver Leocata, op.cit., cap. IX.
[11]
Obras Completas, Bac, Madrid, 2016, Tomos VII/1 y VII/2, donde comenta
todos los documentos del Vaticano II.
[12]
Discurso a la Curia del 22-12-2005.
2 comentarios:
Gracias Gabriel, te pido permiso para compartirlo con mis alumnos. Un abrazo
Luis
Totalmente!!!!!!!!!!!!!! El blog es público!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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