La ideología marxista
siempre ha sido incompatible con el Estado de Derecho. Por supuesto, algunos
pueden interpretar a Marx como un filósofo y un sociólogo de la alienación, y
librarlo de culpa y cargo de las revoluciones violentas que en nombre del
comunismo han azotado al s. XX. No me convence esa interpretación pero es lo
que hizo la escuela de Frankfurt y me parece respetable. Sin embargo, la
interpretación leninista de Marx –la que me parece correcta- no tiene
salvación, en ningún sentido del término.
A veces el marxismo
leninismo adopta la estrategia de Gramsci y de Hitler y, además de influenciar
culturalmente, se presenta a elecciones para ganarlas y terminar con todo lo
que signifique la democracia constitucional. Otras veces el marxismo leninismo
es más fiel a sí mismo y se presenta como un grupo armado dispuesto a terminar
con todo lo que sea democracia e instalar otra Cuba donde fuere. Fue el camino
del ERP, de Montoneros, de Sendero Luminoso y ahora de RAM, el grupo mapuche
armado que reclama sus antiguos territorios.
Hay que reconocer a los
marxistas su capacidad de re-convertir la plusvalía según las circunstancias lo
demanden. Los ahora explotados por el capitalismo opresor y agresor, del cual
el Estado de Derecho no es más que su super-estructura burguesa de poder, son
los pueblos originarios. Desde su horizonte, es coherente lo que han hecho.
Pero, obviamente, totalmente errado. Porque como ya dijimos en otra oportunidad (http://gzanotti.blogspot.com.ar/2017/04/de-los-pueblos-originarios-al-origen-de.html) nunca se puede saber quién era el “originario”, sino que se debe comenzar de un
punto presenta para adelante (Hume) como única alternativa para superar el
insoluble problema de una “adquisición originaria” siempre imposible de probar.
Por lo demás, los pueblos no tienen derechos, sino las personas, y por ende, si
los miembros de los autoproclamados pueblos originarios se aceptaran como
ciudadanos de un Estado Liberal de Derecho, gozarían de sus libertades
individuales como cualquier otra persona, originaria, marciana o venusina, y su
problema sería el de todos nosotros: que el Estado no avance sobre los derechos
individuales, que son los nuestros, los de ellos y los de todo ser humano que
nazca en este valle de lágrimas. Por último, cabe reconocer qué poder de
dominio mental ejercen estos nuevos marxistas leninistas sobre pueblos,
originarios o no, cuya historia nada tiene que ver con los occidentales Hegel y
Marx.
Nuevamente, con todo
esto, se ve la imposibilidad de convivencia del marxismo leninismo, en
cualquier de sus formas, con el Estado de Derecho. Ellos quieren sus guerras,
sus luchas, sus muertos, eso es para ellos el sentido de la vida. El Estado de
Derecho no es para ellos sino una agresión contra la cual ejercen su legítima
defensa. Es como si en un sistema de co-propietarios, los dueños de dos o tres
departamentos reclamara la propiedad –qué sentido de la propiedad, por cierto-
del edificio entero, entraran por la fuerza a los demás departamentos, y los
dueños que intentaran defenderse, reaccionando como pudieran, fueran entonces
los reales atacantes insensibles y crueles respecto de los derechos humanos de
los atacantes, los únicos que tienen derechos, por supuesto.
Esto ha pasado siempre en
todo el mundo con el marxismo, y también con los socialistas que eran tan
comunistas como Marx, o sea Hitler y Mussolini. Pero en Latinoamérica esto es
constante, en variadas formas y variantes. Han atacado de mil maneras, y especialmente
allí donde un Estado de Derecho intenta consolidarse, porque mientras Cristina
Kirchner nos conducía, bajo la indolencia de casi todos los argentinos, hacia otra
provincia cubana como Venezuela, esto, oh casualidad, no pasaba.
Desde luego, lo que un
Estado de Derecho no puede hacer es violar el debido proceso para defenderse a
sí mismo, porque ello es como suicidarse. Con el Estado de Derecho ha combatido la moderna Italia a las Brigadas Rojas y con el Estado de Derecho ha combatido España a la
Eta, admirada por Hebe de Bonafini. SIN el Estado de Derecho combatió el
Proceso a ERP y Montoneros y sólo se terminó en una banda contra otra. Ahora
Macri tiene la posibilidad de revertir esa triste historia. Pero debe tener
liderazgo, debe tener claro todo esto, debe explicarlo convencido y con
autoridad moral, ante una sociedad que aún no ha salido del marxismo cultural
donde es, vive y existe.
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