No tengo mayores dudas de que el gobierno de Trump ha cruzado una línea delicada al utilizar una muy peligrosa Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, que otorga -igual que la Patriot Act- facultades al Poder Ejecutivo para violar el debido proceso, pero más aún ha cruzado una línea al desobedecer, probablemente, una orden judicial contraria a la orden del Poder Ejecutivo (1). Pero esto es comenzar por el final de la película.
Desde el inicio de su mandato, las órdenes ejecutivas de Trump se han enfrentado con numerosas resoluciones judiciales en contra. No soy quién para pronunciarme sobre los difíciles tecnicismos del sistema jurídico norteamericano, pero cabe recordar que el parecido de nuestra Constitución con la norteamericana genera la conjetura de que los tribunales inferiores a la Corte Suprema sólo pueden resolver por caso, y no en general, cosa que se aplica también a la Corte, aunque la sentencia de esta última dicta doctrina sobre sentencias posteriores.
Pero ese tampoco es el fondo de la cuestión.
Porque debemos hacer ciertas preguntas.
¿Dónde estaban esos mismos jueces durante -para poner una difícil fecha simbólica- los inicios de las barbaridades de la pandemia, violatorias de los derechos humanos fundamentales?
¿Dónde estaban cuando durante la cuarentena se violaron los derechos a la libertad religiosa, de expresión, de enseñanza y de libre circulación?
¿Dónde estaban cuando la complicidad del Gobierno Federal y las Big Techs eliminó completamente toda libertad de expresión?
¿Y dónde estaban durante todas las arbitrariedades del gobierno de Biden, si así podemos llamar a los oscuros mecanismos del poder que digitaron los hilos del anciano demócrata?
¿Dónde estaban cuando los opositores a Biden fueron llamados domestic terrorist y tratados en consecuencia?
¿Dónde estaban cuando los padres que se oponían a los tratamientos trans de sus hijos fueron apresados y arrestados por el FBI?
¿Dónde estaban cuando igual procedimiento se aplicó a los padres que se oponían a los programas educativos impuestos por la complicidad del gobierno federal, estadual y municipal?
¿Dónde estaban cuando se condenó a más de 20 años a gente que el 6 de Enero del 21 sólo había caminado por un Capitolio que tenía las puertas abiertas?
¿Dónde estaban cuando se arrestó y condenó a largas sentencias a gente que estaba en silencio delante de clínicas abortistas?
La lista es larga, Podríamos seguir. Sólo hemos enumerado una pequeña parte de las atrocidades que a nadie le importaron, comenzando por los jueces que ahora son noticia.
Estamos llegando entonces al punto, a lo más grave.
NO estaban. Y con esto estamos llegando al punto. No lo estaban NO porque fueran criminales sobornados, cómplices de alguna conspiración. En algunos casos puede ser y nunca lo sabremos. El asunto es que no estaban porque estaban convencidos de que todo estaba bien. Fueron educados en Harvard, Yale y Marte University School of Law en el convencimiento de que las libertades individuales eran sólo un perverso discurso ideológico de los libertarios. De que ahora los que valen son los derechos de segunda generación pero, sobre todo, los derechos de los colectivos explotados por el capitalismo heteropatriarcal. Y que los verdaderos delitos son los de odio, discriminación y misinformation que cometen los blancos explotadores y los disidentes de las verdades oficiales del Gobierno Federal, contra las cuales todo lo demás es "atentar contra la ciencia".
Con esa ideología con la que se reciben de abogados, y por ende futuros jueces, aún es un milagro que haya una Suprema Corte con algunos jueces que aún tengan cierta nostalgia de la Independence Declaration.
El panorama es por ende terriblemente complejo. Al lado de Trump no sólo hay nacionalistas norteamericanos, sino también liberales clásicos y libertarios horrorizados por las atrocidades de la administración anterior. Las ideas liberales clásicas nos dicen que el Control de Constitucionalidad lo ejerce el Poder Judicial. Pero qué Poder Judicial así DE-formado va a poder defender ahora las libertades individuales. Y este no es sólo un problema de los EEUU, sino de todo el mundo. Mejor no preguntemos por casa cómo andamos.
Qué hacer ahora, antes estos jueces ideologizados, Dios lo sabe porque, para colmo, Trump es un exagerado ante el cual incluso juces ideologizados podrían tener razón. Pero, como ya dijimos, no es tiempo de los moderados. Ganó las elecciones alguien a quien una bala le pasó a menos de un milímetro y que fue votado por millones de ciudadanos hartos de terribles injusticias y arbitrariedades totalitarias no sólo del sleepy Joe, sino del perverso sistema de poder que lo manejó, cuyos nombres y ramificaciones nunca sabremos y que, como en Dostoievsky y Woody Allen, quedarán sin castigo para siempre, en un mundo donde los crímenes y la banalidad de mal no tendrán nunca su Juicio de Nuremberg.
Una cosa sí es segura. Tal vez tengan razón algunos jueces, aunque creo que en la mayoría de los casos no. Pero ahora han perdido su autoridad moral. Ante su silencio anterior, ante su cumplicidad anterior, ante su banalidad del mal, han perdido totalmente su autoridad moral.
Tal vez Trump no la tenga.
Pero ellos tampoco.
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(1)Ver https://www.elcato.org/crisis-constitucional-en-estados-unidos?mc_cid=e8a08c7d2d&mc_eid=f63af085af
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