Punto 2 del Cap. III de la Parte II: de mi libro Luis Jorge Zanotti, sus ideas educativas fundamentales y su importancia para nuestro tiempo, de próxima aparición. Artículo de 1972.
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Nada que
no hayamos explicado antes. Pero es importante mostrar cómo lo resumía en un tiempo
donde un artículo en La Nación era una influencia cultural importante. Y aún
así, nada.
Resume
mi padre al principio todo lo que ya sabemos sobre el origen histórico de la
escuela redentora. Lo elogia, como siempre hace, en su circunstancia histórica.
“Pero”….
“… puesto en marcha el engranaje de los
sistemas educativos formales, fundados sobre las ideologías racionalistas e
iluministas con los que culminó el Renacimiento, los hombres del XIX y sus
herederos del XX se olvidaron –sencillamente eso: se olvidaron– que existían otros mecanismos educativos. Dejaron de
lado, como si no contaran, las innumerables fuentes formativas, aptas para el
desarrollo moral, religioso, cívico, laboral e instructivo, que se dan fuera de
los ámbitos escolares. Las menospreciaron, supusieron que tenían poca
importancia ante la escuela.” (Las itálicas son nuestras).
Y de vuelta, un
párrafo que parece escrito en un libelo revolucionario: “…La escuela –las
instituciones escolares– es, apenas, un depósito del cual los niños y jóvenes
toman, ordenadamente, porciones
minúsculas de la riqueza cultural –cuantitativa y cualitativamente
imposible de medir– que tiene vida auténtica en la sociedad. Estos niños y
jóvenes no dejan de vivir inmersos en esa sociedad, y sus pulmones espirituales
–su mente, su personalidad en formación– se llenan cotidianamente con este otro aire libre, no ordenado
metódicamente, no filtrado a través del aula, de programas, de planes, de
maestros, y profesores. Todo esto cuenta
más que el sistema educativo formal.” (Las negritas son nuestras).
Luego otro párrafo
que podría haber sido escrito por Mises: “…Todas las estructuras burocráticas
tienden, inevitable, fatalmente, a derivar en formalistas rígidos, incapaces de
aprovechar o valorar cuanto escape a sus posibilidades precisamente
formalistas. Tienden, por la misma razón, a defenderse contra todo aquello que
pueda llegar a constituirse en un rival o en un peligro, mediante un método
bien conocido: el monopolio basado en la concesión exclusiva del servicio y la
persecución de quien intente brindarlo a menor costo o más eficientemente”.
Y el efecto de
este monopolio es que “…destruye la competencia y anula todo interés en la
eficiencia del servicio prestado. Para conseguir un puesto de ordenanza en la
administración pública se necesita un certificado de escolaridad obligatoria
concluida, es decir, haber aprobado exigencias reglamentarias del sistema
educativo formal”.
Y ese certificado,
NO las habilidades reales, es lo demandado instancias superiores. Un
certificado fuera del cual los estamos NO reconocen las habilidades concretas.
Puedo tener el mejor sistema para que alguien apruebe el ingreso a la
secundaria pero si mi sistema no cuenta con el “título oficial”, no cuenta.
Como consecuencia,
“…Como consecuencia inmediata, el sistema educativo formal no se preocupa de
que los certificados que otorga tengan correspondencia con la realidad”. Y por
ende “… el sistema educativo formal no necesita preocuparse por la calidad de
sus servicios: le basta defenderse de lo que pueda lograrse fuera de él
mediante reglamentaciones que desconozcan e inclusive obliguen a desconocer
esos resultados extra-sistema”.
Y su propuesta,
como siempre: “…No proponemos la abolición de los sistemas educativos formales.
Pedimos la abolición del monopolio educativo por parte del sistema educativo
formal”. Y su ejemplo: “…Si para acceder a las aulas universitarias, por
ejemplo, se considera requisito manejar con soltura un idioma vivo de los
principales de nuestro tiempo, habrá que probar esa aptitud. Y el resultado
valdrá lo mismo ya sea que se lo haya conseguido dentro o fuera del sistema educativo formal”.(Las negritas son
nuestras).
Si, todo esto lo
hemos visto en el artículo “La des-institucionalización”…. Pero ese gran ensayo
es de 1980; este artículo es de 1972. Y como vimos lo tenía in mente desde que
comenzó a defender la libertad de enseñanza. Resultados concretos y no
cartoncitos emitidos (como los billetes…) por el Estado.
Finalmente:
“… el monopolio educativo, como obstáculo puesto por los sistemas
educativos formales ante las inmensas posibilidades educativas de la sociedad
de hoy y del mañana, es, en cambio, el
problema central de la política educativa actual” (las itálicas son
nuestras).
El problema
central. Era 1972. Y no es que estemos igual. Estamos peor.
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