Sucedió lo previsible: desafiado a elegir entre su hermana y Maslatón (desafío planteado por este último) Milei eligió a su hermana. Mis colegas filósofos discutirán sobre el libre albedrío y el determinismo, pero estaba cantado. Era obvio.
El enfrentamiento entre ambas peculiares psicologías tiene
de fondo algo que va más allá de lo psicológico. Sale a relucir el laberinto
del cual la centro-derecha argentina no logra salir.
Para analizarla, vamos a usar, paradójicamente, palabras de
Maslatón.
Dije los aliados porque, curiosamente, así se llamaban los
que enfrentaban al Eje en le Segunda Guerra. En 1942, Jacques Maritain dijo: si
los aliados ganan la guerra, hay posibilidades de reconstrucción; si no, se
pierde todo. En ese año Maritain no podía prever la dimensión que tomaría el
drama soviético, que arruinó todo. En ese año, tenía razón.
Mutatis mutandis….
Pero la gran objeción es que no se puede confiar en Juntos
por el Cambio. Y lo más probable es que sea así. Luego de los cuatro años de
Macri, se han desautorizado totalmente, tal vez incluso para lo más mínimo.
La otra posición, el Eje, es ir solos en enfrentar a ambos:
a Juntos por el Cambio y al Kirchnerismo. La verdad, ganar eso sería milagroso.
Pero precisamente el pobre desempeño de Juntos por el Cambio justificaría esa
posición.
El problema es que no son posiciones contradictorias, sino
complementarias. Tienen razón la dos. Juntos por el Cambio es un desastre
total, excepto su no kirchnerismo, pero a la vez ir solos conducirá a que el
kirchnerismo pueda ganar de vuelta. Sí, el electorado argentino es así. Cristina
Kirchner no tiene más que casarse de vuelta, enviudar en unos meses y llorar el
resto. Y gana de vuelta.
¿Entonces?
Primero no estaría de más que aliados y el Eje, en el
sentido descripto, dejaran de insultarse, de matarse, de pasarse el
liberalómetro y de excomulgarse mutuamente. Estas cuestiones son prudenciales,
no doctrinales. Bajen un cambio por favor.
Segundo, es verdad que los liberales no sabemos casi nada de
política concreta. Yo, el primero, pero, coherentemente, no soy candidato a
nada. Sí, hay algunos que sí, pero les cuento que son sistemáticamente
excluidos por los señores feudales de cada kiosquito liberal. Y así les va. (Digo, a los señoritos feudales). Pero en ese sentido tiene razón Maslatón: el “armado” de partido a nivel
nacional requiere otro tipo de experiencia y liderazgo.
Tercero, todos los sectores no kirchneristas tendrían que
tener la suficiente altura moral para unificarse en una figura que tenga la autoridad
moral suficiente como para aunar a todos. Milei parece últimamente inclinarse
por Macri, y eso es curioso. Hay otras personas, como Lopez Murphy, por
ejemplo. ¿Tendrían los otros papables no kirchneristas la altura moral como
para reconocerlo? ¿Tendrán la lucidez como para unirse en un plan de gobierno
de mínima y recurrir a gente que sepa de política en serio?
Porque, en ese caso, se podría enfrentar unificadamente al
kirchnerismo.
Pero casi todos coincidirán conmigo en que eso sería muy
difícil.
Creo que el experimento Milei ha entrado en su fase de
declinación.
Pero eso muestra una vez más el drama cultural de los
liberales y conservadores argentinos: su imposibilidad de trabajar en equipo,
su personalismo, su autoritarismo cultural. Porque si ESO es lo que hizo subir
a Milei, ESO es lo que ahora lo está haciendo bajar.
La cuestión no es sustituir a Milei por otro Milei. La
cuestión es trabajar en equipo. Pero los anti-kirchneristas no arman equipo ni
los votantes votan por equipos.
Así las cosas, en el 2023 un piloto iraní será presidente.
3 comentarios:
Brillante aseveración. Muchas gracias !!
¡Ja, ja, un piloto iraní presidente!: buena broma!
Hace un tiempo me imagine que el referente que podria unir todos los sntiK es Ricardo Lopez Murphy
Publicar un comentario