domingo, 13 de diciembre de 2020

EL ABORTO: LA PUNTA DEL ICEBERG.

Lo que ha pasado con el aborto en Argentina esta semana ha dejado ha muchos con una terrible sensación de impotencia ante la injusticia.

Cuando estas cosas pasan, nos despertamos y nos damos cuenta cuán poco hemos progresado políticamente desde las monarquías absolutas injustas y arbitrarias, que nada tuvieron que ver con el sistema de división de poderes que había en el Medioevo.

Lo que ha hecho Occidente desde la Revolución Francesa en adelante, fue sustituir el poder absoluto del monarca por el poder absoluto de las mayorías. Hayek, basado en Burke, se cansó de decirlo. Pero, excepto los liberales clásicos que lo seguimos, nadie lo escuchó. La mayor parte de los socialdemócratas pensaron que podían conciliar a la libertad política con el estado providencia. Hayek les advirtió en el 45 que no (Camino de Servidumbre) pero durante muchos años se rieron de él ellos y otros que pensaban que algunas cosas no iban a pasar. Este año, entre casos como el aborto en Argentina, los avances comunistas en España y en EEUU, de la mano de los partidos mayormente votados (a veces con sospechas de fraude), y las cruentas cuarentenas obligatorias, donde todo tipo de derechos personales desaparecieron literalmente de la noche a la mañana,  algunos se están dando cuenta, a pesar de que hace mucho ya que el optimismo ilusorio de los 90 se había mostrado como uno de los sueños más ingenuos. La pura verdad es que vivimos hace más de dos siglos en el avance progresivo de la dictadura (a veces cruel y bestial, a veces bonachona) de los mayoritariamente elegidos y eso no parece tener solución. La República aristocrática de EEUU, que tuvo tres momentos milagrosos en 1776, 1787 y 1789, también ha caído en el momento más bajo de su degeneración, por parte de su invisible partido comunista llamado Partido Demócrata, una copia del Partido Comunista Chino.

Pero Hayek lo advirtió en 1976: “…En la medida que el presente volumen sugiere la conveniencia de aplicar soluciones alternativas que radicalmente difieran de las fórmulas democráticas actuales -transformación que a muchos, en estos momentos, puede parecer utópica- conviene recordar que el modelo aquí sugerido sólo pretende crear, a nivel intelectual, una especie de vía de emergencia que quepa utilizar cuando llegue el día -quizá no tan lejano- en que todos adviertan la quiebra del actual sistema institucional…”. “….Me consideraré plenamente satisfecho si este ensayo logra llevar al ánimo del lector la idea de que, aunque el primer intento de establecer una comunidad de hombres libres haya fracasado, ello no significa que la libertad sea inviable, sino únicamente que, para plasmarla, se ha recurrido al empleo de métodos equivocados”[1].

Destaco lo dos párrafos subrayados: “….cuando llegue el día -quizá no tan lejano- en que todos adviertan la quiebra del actual sistema institucional”, y “…aunque el primer intento de establecer una comunidad de hombres libres haya fracasado…”.

A ver si despertamos. El fracaso de la libertad, a nivel práctico, es innegable. Es necesario un nuevo 1776.

Pero, ¿lo habrá?



[1] Derecho, Legislación y Libertad, Libro III, prefacio. 

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