Pasó lo que tenía que pasar. Hace
milenios que muchos obispos y teólogos latinoamericanos están
diciendo casi que los pueblos originarios, los pueblos indígenas precolombinos, son
sujeto de la Revelación Divina y que por ende no necesitan que los misioneros
occidentales los “perviertan” con “categorías griegas” de la dogmática
tradicional, y menos cuando esas
categorías vienen mezcladas con el avance del pérfido capitalismo. Porque para
ellos el pecado original es el capitalismo, no los pueblos pre-capitalistas,
inmaculados, ecológicos, puros, casi precisamente sin pecados concebidos. Pero,
claro, uno de estos grandes redactores de documentos episcopales
latinoamericanos, para colmo peronista,
llegó a Roma, y ahora todo esto se expande con su total y completo apoyo. Lo
habíamos dicho: todo esto sucede hace décadas, especialmente desde los 60, pero
claro, Juan Pablo II y Benedicto XVI lograron armar un dique de contención
contra esas prístinas aguas teológicas. El discurso de Benedicto XVI en
Ratisbona, del 2006, fue precisamente la respuesta a esas teologías cuya
profundidad no pasaba de la película Avatar, pero claro, en ese entonces todos
estos se rieron y se burlaron de él, esperando ávidamente el momento de la
venganza. Ese momento llegó. Un peronista argentino llegó a Roma. El cáncer hizo
metástasis en el corazón. El último Instrumentum
laboris para la Amazonia es el conjunto de las teologías de la liberación y
del pueblo en su máximo apogeo, la negación y la venganza total contra todo el
Magisterio teológico de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Las puertas del infierno no
prevalecerán contra la Iglesia. Ahora sí que hay que creerlo en serio.
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