domingo, 2 de marzo de 2014

DOS ACLARACIONES SOBRE LA REFORMA EDUCATIVA

Que el modelo tradicional de escuela está agotado; que es necesario recurrir a nuevas tecnologías, y que para todo ello hay que volver a una auténtica libertad de enseñanza, son ideas nada nuevas –mi padre se mató por todo ello desde la década del 60, citando a autores anteriores- aunque casi imposibles de implementar, y por ello aparecen cada tanto como la gran novedad.

En la circunstancia actual, que internet sea parte de esas nuevas tecnologías es parte del formato actual de la propuesta de siempre, y por ello se presentan las aulas virtuales, las clases por youtube y etc, como la gran panacea que reemplazará a la agotada escuela. Y, en cierto modo, ya lo están haciendo, de una manera más informal que formal.

Pero cuidado: se tiende a exagerar, en todo esto, el “nuevo” papel del docente, cuya “novedad” sería prácticamente su desaparición. Por supuesto que desaparecerá –ya desapareció prácticamente- el rol “tradicional” del docente, pero las nuevas tecnologías no eliminarán de ningún modo el papel dialógico y orientador del docente, precisamente como una guía, un acompañamiento, en todo aquello que el educando vaya viendo en internet.

Porque al ser humano, la tec no lo guía. Lo que lo guía es otro ser humano con el cual establecer una auténtica relación de diálogo, de análisis crítico, sobre el material visto en internet. Ello no es infalible, claro, pero puede acelerar notablemente procesos de aprendizaje que de otro modo se volverían más largos y sujetos a errores y malentendidos que se podrían haber evitado con consejo dialógico. Cuidado, entonces, con que internet se difunda aún más la pésima idea de que el conocimiento es igual a información, porque entonces toda la revolución educativa está perdida. Si criticábamos la educación tradicional positivista porque el alumno se convierte en una máquina de recibir pasivamente y luego repetir, hay que tener cuidado de que las nuevas generaciones no endiosen la computadora como el nuevo maestro infalible al cual hay que escuchar pasivamente y cuyos contenidos hay que repetir sin ningún proceso de reflexión.

Otro segundo peligro es el olvido del contacto personal con el docente. Claro que el alumno ya no recibirá de un supuesto docente lo mismo que está en un texto o video que pueda ver por internet, pero ello no implica que el docente no estará presente; no sólo por lo que decíamos recién, sino porque la mirada del yo al tú, la presencia real interpersonal, jamás puede ser reemplazada, excepto que creamos ahora que el alumno es el nuevo bebé que sin contacto humano muere por marasmo de manera cruel. Hay que mirar a los ojos, cara a cara.  El alumno percibe si el docente lo es, esto es, si se entrega en cuerpo y alma al alumno, si le ofrece su mirada, su contención, su escucha, y recién allí puede surgir alguna curiosidad por un tema embebido en la pasión de quien cree en lo que dice. El alumno necesita indispensablemente afecto y contención, y estamos hablando de todos los niveles de aprendizaje. Si alguien cree que una máquina puede reemplazar eso, caerá en un error peor al que quería solucionar.

Por último, no necesariamente toda clase debe ser dialogar en torno a un texto ya leído: toda clase debe ser diálogo, sí, pero el diálogo puede incluir una primera parte donde un docente, abierto a la crítica, exponga un tema y luego sí se someta al diálogo. El tiempo de la exposición del tema debe ser sólo el suficiente para estimular el debate, y que en ese momento el docente esté hablando y los alumnos escuchando atentamente, con distancia crítica, no quiere decir que no haya diálogo, al contrario, es la primera parte del diálogo.


Cuidado, por ende, con todo esto. La revolución educativa no consiste en crear nuevos autistas, sino en abandonar el paradigma de la repetición pasiva para entrar en la creatividad, el pensamiento crítico y la libertad que permite hacer propio lo que era ajeno. Y dentro de un contexto de afecto donde hay que poner el cuerpo, el corazón y la mirada humana irremplazable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La tecnología como incapaz de guiar (y de pensar), la mirada yo-tú como no reemplazable y las distintas formas del diálogo en la clase.

Gracias por al claridad!

Abrazo, Ema.