domingo, 1 de enero de 2023

SOBRE LA VIDA Y MISIÓN DEL PONTÍFICE MÁS BRILLANTE DE LOS ULTIMOS SIGLOS

 Cuando renunció Benedicto XVI, escribimos https://gzanotti.blogspot.com/2013/02/la-renuncia-del-pontifice-mas-brillante.html . Ahora debemos reflexionar sobre el significado de su muerte.

El versículo 11 del cap. I del Evangelio de San Juan dice así: "....Vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron".

Salvando las distancias, con ello podemos comenzar nuestra reflexión. 

Benedicto XVI significó algo para lo cual la Iglesia, en su elemento humano, no está preparada todavía. 

De él se pensaba que era un "ultraconservador" y por ello, a veces, algunos no entendían su activo rol en el Vaticano II. El mismo lo aclaró. El se quedó en el mismo lugar. Los que avanzaron a una hermenéutica de la ruptura, que él nunca aceptó, fueron los demás. 

Benedicto XVI fue prácticamente el único pontífice que tuvo una clara conciencia del significado de una Modernidad en armonía con la Fe Católica. Lo escribió claramente en el primer gran, programático y profético documento de su pontificado, el Discurso del 22-12-2005 a la Curia, sobre la hermenéutica de la continuidad (en lo esencial) y reforma (en lo contingente) del Vaticano II. La Iglesia tenía que dar una respuesta más clara ante los problemas de la ciencia, la Iglesia y el Estado y la tolerancia/libertad religiosa.

Por eso "los suyos no lo recibieron". 

Los lefebvrianos, al menos los que cerraron el diálogo con él, nunca quisieron salir de la condena global y sin distinciones al mundo moderno de Pío IX. Ellos se dieron cuenta de que Benedicto XVI no era un conservador como ellos, y ahora lo dicen cada vez más claramente.

Los teólogos de la liberación y del pueblo tampoco quieren saber nada con la Modernidad, con esa institucionalidad democrática que Pío XII y Juan XXIII comenzaron a acompañar. Aún están en ello. Para ellos las bases de un pueblo católico, enfrentado al mercado libre,  es la base, a su vez, del progreso social. Eso explica perfectamente al pontificado actual. 

Los teólogos de la hermenéutica de la ruptura tampoco entienden a la modernidad, por más modernos que se crean. Ellos creen que en la Iglesia pre-conciliar no había nada que rescatar del diálogo Iglesia-mundo. Ignoran los adelantos que al respecto hicieron León XIII, Benedicto XV y Pío XII. Por lo demás, sus heterodoxias en materia de ética sexual, liturgia y diálogo religioso no son precisamente lo que el Vaticano II había rescatado del mundo moderno.

La modernidad no es igual a Iluminismo. Del Noce y Leocata lo dijeron hasta el cansancio pero ellos tampoco fueron escuchados. Sí, la Modernindad se mezcló históricamente con el Iluminismo, pero la Modernidad en sí misma, esa que defendió la Escolástica del s. XVI (también ignorada) es la laicidad y desclericalización, no el laicismo; es la defensa del respeto a la conciencia (la Fe no se impone por la fuerza), no el indiferentismo religioso; es la autonomía relativa de lo temporal en materia científica y temporal, no el cientificismo positivista; es la defensa de las libertades concretas que en determinada tradición jurídica corresponden a la persona (1), no los derechos humanos como enfrentamiento con Dios. 

Todo ello requería una clara concepción de las relaciones entre razón y Fe, explicada por Benedicto XVI en su discurso de Ratisbona, en el 2006; una clara concepción de la relación entre la razón y la fe en el tema social, explicada en su discurso a La Sapienza del 2008, y una clara relación entre el poder del Estado y la voz de la Iglesia, explicada por Benedicto en sus memorables discursos del 2010 al parlamento inglés y del 2011 al parlamento alemán. Y también una clarísima condena al marxismo como fe secular en el contexto del Iluminismo, como en la encíclica Spes Salvi. 

Todo ello no sólo fue rechadado: no podía ser entendido, intelectualmente, por la mayor parte de los obispos de la Iglesia Católica.

Vendrán tiempos mejores. El se retiró de esa iglesia humanamente ignorante y caótica. Su vida física se fue apagando como una velita, mientras que su corazón estaba cada vez más añorando el encuentro definitivo con el Señor que ayer ha sucedido. Ahora el tiene la dicha de ver en el eterno presente de Dios a la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica que no se marchita nunca y que en tiempos oscuros vive en los santos, como dijo el P. Santiado Martín. 

Mientras tanto, los que por Gracia de Dios pudimos leerte, Benedicto, seguiremos leyendo y rezando tu santo magisterio, con agradecimiento y admiración infinitas. 

Reza tú por nosotros, Benedicto. Lo necesitamos. 



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(1) Debo esta expresión a Fernando Romero Moreno. 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno lo escrito por Gabriel. Es bueno reconocer a un verdadero santo.

Marcela De Fina dijo...

Gracias, Gabriel. Seguirá estando presente entre nosotros.

Anónimo dijo...

Que puedo leer querido Gabriel, para ver sy pensamiento de manera mas profunda?? Gracias

Anónimo dijo...

Mandame un email a gabrielmises@yahoo.com

Lucas López Laxague dijo...

Muy bueno Gabriel

Martin Scharenberg dijo...

Hola Gabriel. Seguí tu sugerencia de leer los discursos en los dos parlamentos. Los dos fabulosos, con palabras claras y sin vueltas desde la esencia de su pensamiento. Gracias por recordarlos.