Profesores universitarios.
Médicos de
prestigio.
Investigadores
del Conicet.
Rectores y
autoridades de universidades.
Miembros
de prestigiosas academias nacionales e internacionales.
Varios
doctorados.
Hablan diversos
idiomas.
Saco,
corbata, impecable traje.
Exquisitos
modales.
Nunca
levantan la voz.
Nunca se
enojan.
Siempre
están bien.
Nunca pasa
nada.
Ellos son
los prudentes.
Ellos sólo
siguen lo escrito por doble ciego y triple sordo.
Siguen a
la ciencia.
Porque
para ellos es una sola. Por eso es gente seria, confiable, medida, prudente.
Son los
mismos que en Alemania, en 1930, no se metían en problemas.
Hoy
asesinaron a varios judíos. Qué mal, qué mal. Y bueno. ¿Cuándo es la reunión del
Consejo Editorial?
Está todo
bien.
Siempre
está todo bien.
La OMS, la
UNESCO, el FMI, todo eso está bien, en esos organismos están sus colegas, la
gente seria, con doctorados, idiomas, corbatas y, sobre todo, prudencia,
silencio, moderación, seriedad.
Qué bueno
que exista la gente seria.
Que sería
sin la gente seria.
Sólo un
tilde, sólo la diferencia entre la vida y la muerte.
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