domingo, 9 de agosto de 2009

Reflexiones quijotescas-hermenéuticas sobre El Quijote

Escribí esto hacia el 2001, para un curso virtual. Ahora lo he modificado bastante, pero la idea básica es la misma. Que Don Miguel me disculpe :-)). Un abrazo!
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Como todos sabemos el cap. VIII se hizo famoso por su relato sobre los molinos de viento. Tan famoso que muchos hemos conocido el “episodio” en nuestra infancia aún antes de leer el libro. Yo querría sugerirles una lectura de este relato donde hay cuestiones filosóficas, epistemológicas y políticas.

Como sabemos Quijote es “idealista”, pero no sólo por su ideal caballeresco, sino porque vive en “su” mundo de las ideas. Desde allí “interpreta” al mundo. El inefable Sancho trata de advertirle cómo es “la realidad”, pero Don Quijote “traduce” las explicaciones de Sancho a su propio esquema. Una mentalidad casi positivista diría: pues bien, hagamos un experimento, un testeo empírico del “modelo” de Don Quijote, y ya está. Pero el caso es, como todos sabemos, que Don Quijote hace su “experimento”. Se lanza contra los “gigantes” en valiente batalla. El hilarante resultado de todo esto es relatado por Cervantes en su inmejorable castellano. Lo interesante es que el resultado adverso del experimento no convence en absoluto a Don Quijote del “error” de su modelo. Al contrario, vuelve a traducir (“Calla, amigo Sancho.....”) lo que le ocurre a su teoría. Nada parece poder “refutar” a las ideas de Don Quijote.....

Hay muchas cosas interesantes aquí. En primer lugar, se podría decir que Don Quijote “interpreta” al mundo a partir de sus ideas, mientras que Sancho ve al mundo tal cual realmente es. Sin embargo no es así, en mi opinión. En filosofía contemporánea, el viejo problema entre idealismo y realismo se ha convertido en el problema de la interpretación. Todos pensamos a través de nuestros horizontes (Gadamer), todos vemos a través de mundos de la vida (Husserl), el punto se concentra en la relación entre horizontes y verdad. Don Quijote ve gigantes y Sancho ve molinos. Pero éste último también ve los molinos a través de sus horizontes culturales. Sancho también interpreta. Si no hubiera sido Sancho sino un maya del período pre-clásico, ¿hubiera podido hablar de molinos de viento? Y nosotros, cuando “vemos” lo que quedó de la civilización maya a través de nuestros horizontes, lo estamos interpretando bien?

Con lo cual no quiero decir que una interpretación verdadera es imposible, todo lo contrario, estoy convencido de que es posible. Lo que me interesa destacar es que flaco favor hace a mi “quijotesca” causa (conciliar verdad e interpretación) la aceptación de la positivista distinción entre teorías por un lado y “hechos” por el otro, desnudos de carga teórica, porque ello es imposible. Los supuestos “hechos” son interpretaciones de lo real que consideramos verdaderas y evidentes según una carga conceptual y teorética que no discutimos. Don Quijote proyecta la idea de “gigante”. Se equivoca, sí, pero todos interpretamos desde nuestro horizonte. Cuando un físico dice que tal cosa “pesa” tanto (por ejemplo, 5 k) está interpretando el mundo físico a través de una teoría (que el peso es = a masa por aceleración, si mal no recuerdo) que como “no discutimos” suponemos que casi no está. En nuestro mundo vital, cotidiano (estudiado por filósofos tan dispares como Husserl, Schutz, Wittgenstein, Putnam) sencillamente tratamos de levantar algo y, si no podemos, decimos que está “muy pesado”. Esa relación entre nuestras experiencias cotidianas, por un lado, y nuestras cuestiones humanas más comunes a todos y más profundas, por el otro, es la clave para mantener una verdad en un sentido universal y no caer en un relativismo cultural (por ejemplo, en esa experiencia se podrían unir el maya y el occidental).

Tener estas cosas en cuenta es muy importante para ciencias sociales, filosofía política, el tema de las ideologías, con todo lo que significa para el tema de la libertad. Cuando el muro de Berlín cae, los liberales clásicos nos sentimos como Sancho Panza y los marxistas como Don Quijote. Ellos aún hoy se aferran a su modelo “a pesar” de lo que nosotros consideramos la refutación de su “experimento”. Pero ahora casi todos nuestros contemporáneos dicen que el capitalismo global está fracasando. Y cuando alguno de nosotros dice que no, que no es el capitalismo global el que está fracasando..... ¿Quién toma la actitud de Don Quijote?

La pura verdad es que todos nos comportamos intuitivamente como nuestro caballeresco personaje, en la medida en que sigamos convencidos de que nuestro modelo teórico es verdadero. La refutación no penetra en nuestras mentes como hechos contra la teoría, sino como una re-interpretación del mundo, como una actitud de honestidad intelectual, de apertura a la realidad que signifique un replanteo de algunos elementos de nuestra teoría. ¿”Habrá algo que falle en mi teoría”? O, “¿no tendré que considerar este y otro factor”?, son preguntas que indican que estamos replanteando nuestros modelos porque nuestro realismo natural nos indica que la realidad es siempre superior a nuestras teorías, y porque la honestidad intelectual nos “manda” admitirlo cada vez que sea necesario.

Conclusión: un positivista les diría: optemos por Sancho, quien va y “ve” los “hechos”. Un relativista les diría: todos son Quijotes y no hay nada más allá de nuestras quijotadas. Un realismo hermenéutico como el que les propongo les dice: sí, todos somos como Don Quijote, pero hay “quijotes” más cercanos a la verdad que otros, hay quijotadas que interpretan mejor que otras, hay quijotadas a las cuales vale la pena dedicarles nuestra vida.

Con todas las consecuencias que ello tiene para filosofía moral y política.

5 comentarios:

Matías Spelta dijo...

Que buen resumen de tu libro!!!!!!! : ) Abrazo enorme!!! MS2.

Hugo dijo...

Muy bueno Gabriel!

Se me ocurre una pregunta (o varias): ¿Como saber que Quijote está más cerca de la verdad que otro? ¿Cómo establecer un criterio para hacerlo? ¿Ese criterio, de cualquier manera, no se establece desde los propios horizontes? ¿Cuál es la salida a esto que parece no tener salida?

Dicho de otra manera: ¿Cómo se clase de Quijote soy yo mismo? ¿Cómo aprendo a ser un mejor Quijote? De alguna manera tengo que aprender a trascender mis propios horizontes, algo así como tener uan mirada meta-horizonte. ¿Cómo se hace si es que ese es el camino?

Un abrazo, Hugo

Gabriel Zanotti dijo...

Prometo que el Domingo que viene hago una entrada sobre hermenéutica y verdad.

Wm Gille Moire dijo...

Esas quijotadas que valen, o no, la pena, se parecen a los bliks de R M Hare, que no son ni verdaderos ni falsos, ni verificables ni falsables, pero sí son "sanos" o "insanos". Ver

http://instruct.westvalley.edu/lafave/flew.html

Wm Gille Moire dijo...

No sé cómo Hare podría distinguir un blik sano de otro insano. En su parábola él declara que el blik del paranoico (el cual sospecha que todos los dons quieren asesinarlo) es un blik insano. Pero ¿en base a qué? Eso Hare no lo aclara. Quizá él presupone, inconscientemente, que un blik que te permite vivir con comodidad y/o alegría es un blik sano (y en tal caso el blik del paranoico sería insano, puesto que no lo deja vivir en paz). Sin embargo... bueno, no todos los locos sufren. Don Quijote, vgr, parece muy contento luchando contra gigantes. ¿Habría que declarar "sano" a su blik?

Collingwood hablaba no de bliks, pero sí de "presuposiciones absolutas de la Razón". Son esos postulados que, según él, tenemos que asumir como verdades indiscutibles para trabajar en un campo dado: p ej, los científicos necesitan presuponer la existencia de la materia para poder hacer física o química; los historiadores, la existencia de la mente humana para poder hacer historia; etc. Pero Don Quijote no es ni físico-químico ni historiador; así que ¿cuáles verdades tendría que presuponer? No veo porqué un caballero "loco" no podría presuponer la existencia de gigantes, la del Santo Grial o la del honor para "trabajar" en el campo que ha elegido.

¿Defiendo el relativismo absoluto (valga la contradicción)? No. Sólo pienso que es muy difícil derrotarlo.