Continuando un poco el tema del Domingo anterior, vamos a cambiar el enfoque hacia “el que está del otro lado” del profesor. Que no necesariamente es el alumno del sistema formal. Puede ser el que asiste a una conferencia, el que va a un debate, etc….
Las cosas han cambiado mucho, y no sólo por internet. Me acuerdo que en Eseade, hace más de 20 años, vino a dar una conferencia Marco Aurelio Risolía. Hacia el final, uno o dos de los investigadores full time –en esa época los había- le hicieron algunas preguntas, cordiales, educadas, pero no precisamente elogios panegíricos de sus palabras. El buen Dr. Risolía contestó cortésmente, pero sorprendido. Unos días después, nuestro Charles de entonces, el Dr. Gallo –qué épocas…..- explicó lo sucedido a los mutantes que habitábamos el Departamento de Investigaciones. Es que las generaciones académicas anteriores, al menos en Argentina, estaban acostumbradas a los grandes discursos en las Academias Nacionales, que una serie de caballeros de saco y corbata seguía con reverencia –o con odios y celos muy bien reprimidos- seguida de los aplausos correspondientes. Y claro, las objeciones académicas de un Departamento de Investigaciones (¿un qué? ) les parecían algo extraño………..
Pero eso no era nada. Ahora el panorama es diferente. Hace unos años estoy notando que cada tanto, en clases o conferencias, aparecen verdaderas enciclopedias vivientes, que no han pasado por el sistema formal. Eso es lo más interesante. No son meros acumuladores de datos: han conformado su propio paradigma, su concepción del mundo, a través de un número ilimitado de horas de vuelo en internet. Han leído lo inimaginable y no van a escuchar precisamente para aplaudir.
Los hay de dos tipos, fundamentalmente. Unos son tranquilos. Escuchan, preguntan, pero no agraden. El expositor no sabe que lo peor que le puede pasar es que no le sigan preguntando. O sea, el profesor, conferenciante, chanta o lo que fuere, no sabe que en general el tranquilito lo bocha en silencio compasivo.
Otros, en cambio, descargan contra el pobre expositor toda su agresividad. Lo peor es que se le puede reclamar su “mala educación”, hasta se puede “llamar a seguridad”, pero lo tragicómico es que el inmisericorde francotirador sabe lo que dice.
En ambos casos, la pregunta típica: ¿de dónde salió “este”? ¡De internet! En ambos casos, el autodidacta internéctico está solo, fuera de las normas del paradigma, fuera de los puzzle solvings habituales, y si los conoce le importan sencillamente muy poco. Para él no existen escalafón docente, ni publish or perish ni fichas para la soviética coneau. Puede ser misericordioso o agresivo, pero está solo, fuera de todo sistema.
Y ese es el punto. El sistema formal no puede absorberlos. No puede ni le interesa, obviamente. Muchos de ellos se adaptan. Otros no. Entre los que no, puede haber varios Einsteins (Einstein habitaba fuera del sistema formal, valga la maliciosa aclaración… Igual que Wittgesntein….. Claro, después el sistema formal los adopta cuando necesita sus glorias….). Pero el mundo se los perderá. ¿Por qué? Porque lo que vale, para el soviet mundial de enseñanza, es el certificado de que hemos pasado por sus reglas, que han llegado a desplazar a los 10 mandamientos de la ley mosaica. ¡Qué diría Feyerabend!
En mi vida me he encontrado con muchos de los del primer grupo. En general me doy cuenta de lo que hablan, pero no les puedo seguir el ritmo. Han sido para mí invaluable fuente de aprendizaje. Porque habitualmente, como los miro, me hablan. Hablan, hablan, hablan y hablan, hasta el cansancio, porque nadie los mira, nadie los escucha. He aprendido de ellos infinidad de cosas y les estoy agradecido de por vida. Pero se me estremece el corazón cada vez que pienso en ellos, porque quedan solos. El soviet, el espantoso soviet, no los logra “curar”, por suerte, pero igual, los convierte en los parias, en los silentes excluidos y marginados del Para-Nada-Sacro-Imperio-Escolar-Inhumánico. Qué horror.
Excluidos del sistema, vagan solos por un mundo indiferente a su existencia. Excepto que se atrevan a poner un pie, donde sus profundos sentimientos –o sea sus pensamientos- serán incinerados por los clérigos del Equilibrium.
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9 comentarios:
No sera que habitan y se comunican con seres parecidos por internet tambien?
Gabriel, cuáles serían las raíces filosóficas del sistema educativo formal imperante?
Sebas mi padre lo describe perfectamente en "Etapas històricas de la polìtica educativa", uno de sus principales libros, de 1972. Lo podès encontrar on line en www.luiszanotti.com.ar
Gracias Gabriel !
Comparto totalmente tu artículo. Yo hace poco más de un año, no sabía quien era Milton Friedmán, y no sabía nada de la teoría del ciclo económico de la escuela austriaca. Y menos mal que ya era liberal. Gracias a internet en casa ahora lo se.
No tengo un "doctorado en economía" pero soy un "enomista de google"
Gabriel,
Estoy totalmente de acuerdo con este post. Internet nos ha abierto las puertas, si se sabe buscar, a una cantidad enorme de información. Por ejemplo, tener una buena biblioteca, ya no es algo elitista. Yo he bajado libros enteros de filosofía en pdf que no están siquiera en las librerías argentinas. Esto es absolutamente democratizador porque baja de un hondazo al profesor autoritario apoltronado en la comodidad de su cátedra recitando siempre los mismos loci. Este es el academico que ha favorecido el sistema formal, de orientación positivista, y basado en el modelo continental.
Felicitaciones,
Pablo
Me siento algo identificado con tus palabras.
El autodidacta es re-Andy Rand!
Esto fue lo q escribí en mi blog hace un tiempecillo(solo decir que tambien tiene sus riesgos el aprendizaje autodidacta, como: solo educarse en lo que uno cree, ser un kamikaze del pensamiento unico personal y adquirir ideas contrarias a la tuya):
La libertad académica, la diferencia entre ser contratado (educado) para construir el gran centro comercial (no he seleccionado este ejemplo al azar) del estudio, de forma brillante y lo mas similar posible a lo establecido en los mapas o, ser el arquitecto de cualquier construcción (por mínima que sea) del aprendizaje, sin formar parte de ninguna organización mecánica que dirija tu creatividad. Las dos formas de edificar pensamientos, igual de necesarias pero la última tal vez muy marginada.
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