No me voy a referir en esta entrada a los infinitos debates actuales sobre el chat GPT. Sólo una cosita muy muy específica.
Me he pasado toda mi vida escribiendo. Cuando apareció el famoso chat yo tenía 63 años y mi primera señal de vida fue en cuarto grado, que casi repito (1969). No sabía aún escribir mi segundo nombre, la diferencia entre la g y la j era un misterio insondable que, además, no me importaba en absoluto................ Con faltas de ortografía pero con milagrosa gramática correcta escribí un cuento sobre la Argentina (era una "tarea" escolar) comparándola con una flor (en esa época era optimista: la analogía era que estaba creciendo), y mi padre dijo "hay cierta esperanza...".
El asunto es que desde entonces, obviamente, todo lo escribí yo. La gente conoce mi estilo y mis temas. Para bien o para mal, todos saben si un texto es mío. El plagio nunca fue para mí una tentación. Al contrario, es un horror. Yo quiero ardientemente que el que me lea sepa que soy yo. Escribo porque tengo algo que decir. O sea, yo tengo algo que decir. Es un obvio cartesianismo textual. Si escribo pienso y si pienso, soy. Yo soy.
Por lo tanto, pedir a una máquina que me reemplace es para mí un horror. Pedirle a una máquina que me reemplace es un suicidio. La uso, sí, es como hablar con wikipedia, es simpática. Me ayuda con idiomas y con cabos sueltos.
Pero el que escribe soy yo.
Si a los demás no les pasa lo mismo, ok, nada que decir, el futuro dirá qué pasará con todo eso que hasta ahora hemos considerado uno de los milagros más impresionantes del yo, el escribir, ese intento supremo de vencer al tiempo y la contingencia.
En mi caso, antes y después del chat GPT, sépanlo todos: el que escribe soy yo.
Esto también :-)

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