domingo, 29 de diciembre de 2024

HAEC ECCLESIA SUBSISTIT

Una de las más grandes críticas de los tradicionalistas anti-Vaticano II es al verbo “subsistit” aplicado a “esta Iglesia” en el siguiente párrafo de la Lumen gentium: “…Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él [13] (1)  si bien fuera de su estructura se encuentren muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica”. (Haec Ecclesia, in hoc mundo ut societas constituta et ordinata, subsistit in Ecclesia catholica, a successore Petri et Episcopis in eius communione gubernata(13), licet extra eius compaginem elementa plura sanctificationis et veritatis inveniantur, quae ut dona Ecclesiae Christi propria, ad unitatem catholicam impellunt). (Cap. 8). 

Por supuesto, el párrafo escandaloso, alimentado por el “subsiste” (supongo que los tradicionalistas habrían estado de acuerdo con “es únicamente en la Iglesia Católica”) es “…si bien fuera de su estructura se encuentren muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica”. Y más particularmente, “…si bien fuera de su estructura se encuentren muchos elementos de santidad y verdad”. 

Ahora bien, ¿es falso que fuera de la Iglesia hay elementos de santidad y verdad? No, no es falso, pues como decía San Justino, en el s. II D.C., todo lo que de verdad se ha dicho nos pertenece a nosotros los cristianos, y, además (y esto es patrimonio común) la Gracia sopla donde quiere y cuando quiere y, por ende, puede haber santidad derramada por la Gracia de modo extra-ordinario por la libérrima voluntad de Dios donde y cuando El quiera. 

Por ende, si la intención de “subsiste” fue permitir el párrafo siguiente, no era necesario. Se podría haber dicho perfectamente, sin contradicción, “…Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, es únicamente la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, y fuera de su estructura se encuentran muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica”. 

Ahora bien, el “subsiste” es perfectamente compatible con “es”. Porque sustancia es en Santo Tomás el primer analogado del ente: los accidentes son en, no la sustancia. Por algo Santo Tomás distingue (I, q. 29, a. 2c) (2)  entre realidad de naturaleza, subsistencia e hipóstasis. Hipóstasis en cuando “sub-stare”, en cuando da el ser a los accidentes, que son en; realidad de naturaleza en tanto que toda sustancia tiene una determinada gradación entitativa o naturaleza o esencia; subsistente en tanto es por sí, no en otro. En el ente finito los tres aspectos se identifican in re; Dios no es sustancia, en tanto sustancia es modo de ser finito, pero es “subsistente”. 

Por ende, decir que la Iglesia “subsiste” (3)  es predicar de ella el primer analogado del ente y, por ende, el “subsiste” equivale al “es”. 

Pero, además, es interesante ver cómo Santo Tomás utiliza el término “subsistir” en el caso de la forma sustancial humana. La forma sustancial racional es subsistente, eso implica que “sigue siendo” aún cuando la materia primea haya dejado de ser. O sea que desaparecido el cuerpo, que es el resultado de la unión entre formal sustancial y materia prima, la forma sustancial “racional” (o sea la del ser humano) sigue siendo, aunque sin la Gracia de Dios (esto forma parte ya de la Escatología) no pueda ejercer sus actos propios de inteligencia y voluntad pues para entender tiene que pasar al acto 2do con la sensibilidad como causa eficiente instrumental. Pues bien, análogamente, un bautizado (4) que no esté en el Cuerpo Místico de Cristo (la Iglesia) “sigue siendo” bautizado, subsiste, en ese sentido, y tiene la Gracia del bautismo, y ejercerá los actos de bondad y verdad que emerjan del bautismo por la Gracia de Dios. Y sólo Dios es juez, por supuesto, de su conciencia. 

Con Santo Tomás en la mano, por ende, y un poco de buena voluntad hermenéutica, no hay problema. Bueno, por lo demás, problemas siempre puede haber, porque ningún texto, ni siquiera los dogmáticos, se salvan de la ambigüedad sin el debido contexto: mucho más, los textos del Magisterio ordinario y universal de la Iglesia, y eso incluye tanto a los textos del Vaticano II como a los textos anteriores al Vaticano II, muchos de los cuales no requieren para los tradicionalistas ninguna aclaración porque ellos están tranquilos con el contexto. 

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  (1) La nota 13 dice: “…Se dice «Santa (católica apostólica) Romana Iglesia»: en Prof. fidei Trid., 1. c., y Conc. Vat. I. const. dogm. de fe católica Dei Filius: Denz., 1782 (3001)”. 

 (2) “…Et hoc quidem, communiter accipiendo, nominari potest et nomine significante intentionem, et sic dicitur suppositum. Nominatur etiam tribus nominibus significantibus rem, quae quidem sunt res naturae, subsistentia et hypostasis, secundum triplicem considerationem substantiae sic dictae. Secundum enim quod per se existit et non in alio, vocatur subsistentia, illa enim subsistere dicimus, quae non in alio, sed in se existent” (https://tomasdeaquino.org/suma-teologica/I_q29.htm#2)

  (3) Brunero Gherardini sugiere algo parecido en Vaticano II, una explicación pendiente, Parepecia, Madrid, 2011, p. 218.

  (4) Esta es una preocupación permanente de Benedicto XVI en sus reflexiones sobre el Vaticano II en Obras Completas, tomos VII/1 y VII/2, BAC, Madrid, 2012. 



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