domingo, 21 de noviembre de 2021

BENEDICTO XVI, UN BÁLSAMO EN ESTOS TIEMPOS DE CONFUSIÓN



Que yo sepa, Benedicto XVI no ha sido “cancelado” por ahora. Al menos sus documentos siguen apareciendo en la página del Vaticano (www.vatican.va)

Entre ellos, le sugiero al lector cinco lecturas.

Comience por su Discurso a la Curia del 22-12-2005[1]. En estos tiempos, donde se acusa al Vaticano II de ser el culpable de la confusión actual, tienen allí una serie de aclaraciones que explican lo contrario. Sobre todo, la relación de la Iglesia con el mundo moderno, el punto débil tanto de quienes creen que el Magisterio termina con la Quanta cura como de los teólogos de la liberación y del pueblo.

Siga por su programático discurso a Ratisbona de Septiembre de 2006[2], difamado por los inquisidores de la corrección política que, gracias a Dios, Benedicto XVI NO tuvo. Allí podrá ver el lector cuál es la relación entre la razón y la Fe, esto es, que la Fe es razonable, que la razón no implica una helenización del Cristianismo sino al revés. En estos tiempos postmodernos dentro de la Iglesia, nada más temible que este discurso. Que coherentes que fueron en difamarlo. Y qué malévolos.

En tercer lugar, lea su discurso del 17 de Enero de 2008 a la Universidad La Sapienza[3], que no pudodar porque sus “liberales” profesores se opusieron a su sola presencia. Verán allí lo que es una razón pública cristiana, esto es, tomar todo lo bueno del pensamiento de Rawls y Habermas y llevarlo al seno de la relación entre Catolicismo y vida pública. Claro, para ello hay que estudiar un poquito, cosa que el pachamama-catolicismo post-Benedicto no está dispuesto a hacer.

Concluya por sus discursos al Parlamento Británico, del 2010[4], y al Parlamento Alemán, del 2011[5]. Son discursos que podrían haber sido escritos por Hayek si Hayek hubiera sido católico. Claro, no convienen, entonces, a los que siguen declamando que “el liberalismo es pecado” y blandiendo sus excomuniones, ni tampoco conviene a los teólogos del pueblo y de la liberación para los cuales hablar de libertades individuales y de Estado de Derecho es “demasiado moderno”.

En medio de la locura, la razón está. Silenciada, como Cristo en el Sagrario, pero está.

Tolle lege.

1 comentario:

Fernando Romero Moreno dijo...

Es interesante. Con todo, creo que hay que tender un puente entre Pío XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI para llevar a un diálogo más fructífero y menos ideológico los clásicos debates entre católicos tradicionalistas y liberales. Vos hiciste ya tu propuesta al respecto en "Judeocristianismo, Civilización Occidental y Libertad". Debería haber algo similar desde el tradicionalismo católico no integrista, sobre todo por algunos errores o ambigüedades del magisterio conciliar y post-conciliar. Un puente entre esos Papas, sobre todo en lo relativo al concepto de sana laicidad que Pío XII acuñó y Benedicto XVI pidió que fuera profundizado y mejorado. Pío XII habló expresamente de la licitud del capitalismo, la democracia constitucional, la sana laicidad, los derechos naturales de la persona humana o la relación entre Ciencia y Fe. Pero no las contrapuso a justicia social, cuerpos intermedios, estado católico en tesis o bien común. En igual sentido, Vaticano II, el Catecismo de la Iglesia Católica, Juan Pablo II y Benedicto XVI distinguieron en cierto sentido entre modernidad cronológica (opinable) y modernidad ideológica (condenada). Simplifico un poco en razón de este formato. Pero avanzaron más en conceptos como el derecho a la inmunidad de coacción en materia religiosa o la distinción Iglesia-Estado, sin dejar de hablar de instauración cristiana del orden temporal (Vaticano II), orden público cristiano (Catecismo), patriotismo y raíces cristianas de Occidente (Juan Pablo II) o la Esperanza en la Parusía (Benedicto XVI). Basta recordar su gran Encíclica Spe Salvi (que habría que agregar a la lista) y la interesante cita de Kant de la que se hace eco: "Si llegara un día en el que el cristianismo no fuera ya digno de amor, el pensamiento dominante de los hombres debería convertirse en el de un rechazo y una oposición contra él; y el anticristo [...] inauguraría su régimen, aunque breve (fundado presumiblemente en el miedo y el egoísmo)". Veremos que nos deparan los próximos años. Mientras tanto, ese trabajo hay que seguir haciéndolo, para enfrentar al socialismo y al globalismo progresista.