Gran parte de las veces, la
didáctica no es para mí un solo recurso de acercamiento a los alumnos. La
claridad en el lenguaje es una virtud filosófica y una concepción del mundo. La
realidad es mucho más clara de lo que suponen muchos filósofos. Cuando yo rechazo
10000 distinciones de la palabra “cosa” y sencillamente me refiero al otro, al
otro que habla conmigo y punto terminado y punto comenzado del filosofar, no es
didáctica. Es, sencillamente, así. No he permitido nunca que los filósofos
arruinen la realidad. Por eso rechazo todas las escolásticas, con sus
distinciones interminables y sus absurdas discusiones intra-escuela. Hay que
penetrar los juegos de lenguaje, hay que volver al mundo de la vida para desde
allí ver de vuelta la precisión del lenguaje. Cuando Santo Tomás escribía usaba
el lenguaje de su concepción del mundo. Todo
era vida en él, no era un manual moderno, y la Suma, que era un texto para
estudiantes, fue la suma de su sabiduría filosófica.
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