domingo, 8 de diciembre de 2013

LAS NOTAS QUE NO SE NOTAN

Como he dicho varias veces, las notas son a la educación lo que la ausencia de precios al cálculo económico. O sea, así como el cálculo económico es imposible bajo el socialismo, por la ausencia de precios, la evaluación de la educación es imposible en el sistema formal, por la presencia de notas.

Llevo muchos años de no llevarle el apunte a las notas, dentro de un sistema que me las exige (bueno, en mis cursos de filosofía en casa no hay notas). No solamente yo mismo me vuelvo loco todo el tiempo, sino que colegas, autoridades, alumnos y padres creen firmemente que estoy loco y, como ven, tienen razón.

Pero yo coloco MIS notas. Nadie se da cuenta, pero yo evalúo. Yo sé por dónde va cada uno, a qué velocidad corre, en qué etapa de su vida está, qué debo perdonar y qué no. Sé quién ha hecho el esfuerzo de comprender, sé quién comprende, quiénes no entienden pero repiten, etc. Pero claro, todo ello es invisible ante el sistema, ciego que lo único que puede ver es “10”, “2”, “7”, etc.

Este año, creo que era Agosto, una alumna se encontró, cuando salía del aula, con una de las chicas que hacen la limpieza. No sólo la saludó, sino que la abrazó como si fuera la hermana.

 Y ya está. Fueron menos de 10 segundos de santidad. Menos de 10 segundos por los cuales se filtraron las luces de Dios. Ella no se dio cuenta, pero yo la vi. Son las notas que no se notan. Son las notas que no se buscan. Son las notas que no se ven. Pero yo, que estoy loco, sí lo vi: era el aula de Dios. En la mesa estaba El, sonriendo, delante de un pizarrón lleno de lo que los ojos no ven, los oídos no escuchan y la mente no concibe.


Se sacó 10.

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