domingo, 25 de enero de 2009

RECORDANDO A SANTO TOMÁS DE AQUINO EN SU SEMANA

El 28 de este mes la Iglesia celebra la santidad de Fr. Tomás de Aquino, o.p. Por eso he decidido, a modo de homenaje y perenne agradecimiento, reproducir dos charlas que expuse sobre él ante la Fraternidad Laical Dominica de Buenos Aires. Téngase en cuenta que fueron charlas preparadas para ese público.

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SANTO TOMÁS DE AQUINO: AYER Y HOY (Primera parte).
Gabriel J. Zanotti, 20-5-2001.

He titulado esta charla sobre Sto Tomás (o Tomás, como me gusta decirle, como si estuviera presente, al lado nuestro) con el aditamento “ayer y hoy” con la expresa intención de destacar lo “perenne” de su pensamiento y de su estilo y, a su vez, lo “histórico” de su pensamiento. Esto es: Tomás no construye en el siglo XIII un castillo de fórmulas teológico-filosóficas desencarnadas de su tiempo, pero tiene la virtud de los clásicos: dice “algo” que trasciende a su tiempo porque de algún modo está presente en todos los tiempos. Algo profundamente agustiniano, cristiano y, por ende, humano: la relación entre Dios y el hombre. Ello trasciende a la época de Tomás no porque no esté enraizado en su época, sino porque tiene raíces en “lo humano”, que se da concretamente en todos los tiempos, en todos y cada uno de los seres humanos cuya conciencia clama, reclama, la pregunta de todos los tiempos: qué sentido tiene la existencia humana.

Pero a fin de entender cuál es la importancia de Tomás en el siglo XIII, hay que repasar, por un momento, cuál fue el significado cultural del cristianismo sobre el mundo antiguo, sin que ello implique, desde luego, la imposible tarea de resumir doce siglos de pensamiento. ¿Por qué ese repaso? Porque, frente a ciertos temas, Tomás los aborda de tal modo que supera disputas anteriores a la vez que les da un enfoque que permite siempre su profundización posterior.

El mundo occidental antiguo, sobre todo en cuando a sus elementos greco-romanos, había reflexionado intensamente sobre una serie de cuestiones cuyas respuestas eran importantes pero, obviamente, dudosas frente a la respuesta que les da el cristianismo. Yo diría que esas cuestiones se presentaban como naturales “oscilaciones” de la razón humana frente a temas fundamentales de la existencia humana. El origen del mundo era concebido fundamentalmente como la ordenación de una especie de materia casi informe que, por otra parte, había existido eternamente. Esa materia, por otra parte, y por influencia de las religiones griegas del siglo VII a.c., era concebida en general como algo negativo. El ser humano es visto en general como una interacción de espíritu, bueno en principio, con el cuerpo, una especie de cárcel de la cual hay que liberarse. Por otro lado, en la medida que el cuerpo sea visto como una dimensión esencial al ser humano, la espiritualidad y la inmortalidad son, naturalmente, dudosas. La libertad inherente al ser humano también era un elemento difícil, dudoso, frente al destino y el determinismo que envolvían a los hombres como juguetes de los dioses o fuerzas naturales. La noción de Dios, por supuesto, “ahí estaba”, ya como la idea de Bien Supremo entre todas las ideas, ya como aquello que “puso” en movimiento al mundo.

Todas estas importantísimas reflexiones del mundo antiguo, quedan por supuesto “pequeñas” frente a la luz de la Revelación que, comenzada en Israel, es consumada con la primera venida redentora de Cristo. Dios crea al mundo de la nada; todo lo creado, materia inclusive, por ser creado, es bueno; el cuerpo del hombre no es su cárcel sino aquello con lo que se va a re-encontrar en el fin de los tiempos; el ser humano es persona, inteligente y libre, dueño de su destino en cuanto a que su libre albedrío juega un papel esencial en su salvación, en ese supremo diálogo con Cristo que a todos ofrece la redención. El hombre es inmortal porque Cristo ha vencido a la muerte y ya no hay destino prefijado, sino providencia divina, que es otra cosa: protección amorosa del Padre, misterio permanente donde toda nuestra libertad forma parte del infalible plan divino.

Todas estas “revolucionarias” nociones forman parte esencial de la Fe y tienen la paradójica claridad de los misterios de la Fe. Estos misterios son sobrenaturales. Están por ello sobre pero no contra la razón. Es por eso que con la misma revelación comienza la aventura del pensamiento cristiano, explicando la “razonabilidad” de todos estos misterios. Ese diálogo razón-fe es esencial a la tradición católica, y es por eso que Tomás ocupa un lugar sencillamente insustituible.

Mucho se había trabajado en todos estos temas hasta principios del siglo XIII. El camino de la escolástica medieval ha sido muy estudiado por brillantes autores y nada puedo hoy añadir a ello en este humilde comentario. Simplemente quiero explicar mi fraternal entusiasmo para con Tomás por su especial tratamiento de estas delicadas cuestiones.

Analicemos brevemente las cuestiones planteadas antes.
La creación divina había sido tratada hasta entonces con la noción clave de participación, tomada de la tradición neoplatónica. Al mismo tiempo la relación entre Dios y el mundo era la de una diferencia esencial: la que hay entre lo finito y lo infinito. Algo no terminaba de encajar, sin embargo. ¿Cómo puede ser el mundo creado una participación en Dios si hay una diferencia esencial entre Dios y el mundo? Tomás toma la noción de participación y la une a la noción de “causa permanente”. O sea que participar es causar o, mejor dicho “estar siendo causado por”. El mundo finito está siendo siempre causado por Dios, que es no finito, y por eso el mundo participa de Dios, sin confundirse con Dios, al modo que –el ejemplo es de Tomás- el aire iluminado es luminoso, participa de la luz del sol, sin confundirse con el sol. Si el sol deja de brillar, el aire deja de estar iluminado; de igual modo, si Dios deja de crear, el mundo deja de existir.

De ahí la bondad del mundo, porque Dios es lo infinitamente bueno, y toda bondad de este mundo es participación en la bondad divina. El pecado en el hombre no está en su espíritu, ni en su cuerpo, sino en el pecado original del cual somos redimidos por Cristo y por lo cual tendremos una resurrección de una “carne” que no sólo no es mala sino que nos pertenece esencialmente. Con esto Tomás explica, también, en un diálogo razón-fe, la dimensión corpórea del hombre como esencial, al mismo tiempo que su inmortalidad personal. ¿Cómo explicar que el alma sea inmortal y al mismo tiempo alma y cuerpo sean una unidad, y no dos cosas distintas? Se explica porque el alma es el principio que organiza al cuerpo, pero, al mismo tiempo, dada la interioridad de la conciencia humana, irreductible a la sola materia, ese principio organizativo “sobrevive” a la muerte, esperando una resurrección que por Fe sabemos que sucederá. Por eso el ser humano es persona: porque esa vida interior habla de un ser corpóreo con inteligencia y voluntad, y por ende con conciencia de sí mismo y con responsabilidad sobre el destino de su existencia. Pero, ¿cuál es el destino de toda existencia humana? Dios, porque sólo Dios puede colmar absolutamente nuestra inteligencia y voluntad, que tienden al ser y al bien, y Dios infinitamente es bien y verdad. Cómo Dios presentará su rostro infinito ante nuestra finitud, lo sabemos por Fe, pero la razón puede llegar a decirnos que Dios es nuestro fin último. Pero, ¿y nuestra libertad? Allí está, como una característica necesaria de nuestra voluntad, por la cual somos capaces de elegir entre diversos bienes. Pero, ¿y la providencia divina? Aquí es cuando el diálogo razón-fe en Tomás llega a sublimes alturas. Somos libres porque la mirada de Dios cubre nuestra existencia como nuestra mirada la ladera de una corta montaña, a la cual podemos ver en toda su extensión. Dios contempla en su eterno presente toda nuestra existencia, quiere nuestras libres virtudes y permite nuestros libres pecados, en función de un plan que sólo permite lo malo en función de un bien mayor (como la cruz de Cristo se permite por un bien mayor que es la redención).

Observemos que con lo todo esto, Tomás no está sólo diciendo otra vez los misterios de la fe, sino que los está exponiendo dentro de un diálogo razón-fe que hasta el momento no había alcanzado esas alturas. He allí por qué Dios nos regaló al hermano Tomás, he allí lo que significó en su época y le da su permanencia para todas las épocas. Pero no se trató sólo de una cuestión de tales o cuales contenidos de doctrina, sino de actitudes que son también perennes y cabe siempre recordar:

a) todo tema es abordado desde el diálogo razón-fe. Tomás no parte de la razón o de la fe, aisladas, sino de su diálogo. Ese es su punto de partida. Por eso este humilde y santo fraile dominico es hoy estudiado –mejor algunas veces, no tan bien otras- en todos los libros de historia de la filosofía.
b) Tomás dialoga con los pensadores de su tiempo y toda la tradición anterior. No sólo toma todo lo bueno que han dicho los cristianos, sino también toma de pensadores y teólogos judíos y árabes, porque toda verdad y todo bien es una participación en Cristo.
c) Tomás tiene métodos de análisis muy específicos y fructíferos. Ante toda cuestión y problema, Tomás distingue, clasifica, sistematiza, define, distingue los puntos de partida (premisas) y los puntos de llegada (conclusiones) de su razonamiento y, muy especialmente, toma en cuenta las posibles objeciones y las contesta. Esa claridad de pensamiento es lo que más ha fascinado a muchos pensadores más allá de acuerdos o desacuerdos con tesis específicas.
d) Finalmente, algo muy importante para nosotros, laicos dominicos. Tomás fue la encarnación casi perfecta del ideal dominico de contemplar y predicar lo contemplado, que supera el enfrentamiento entre oración y acción. Su estudio fue su oración y su enseñanza su acción. Su vida superó, de un modo que aún quizás no hemos advertido, habituales contraposiciones: oración vs. acción; teorético vs. práctico; teológico vs. apologético; teológico vs. pastoral, etc. Su vida encarnó la abundancia de la gracia de la cual surge todo lo demás, la desnudez espiritual de un corazón vacío de sí y lleno de Dios, y lleno, por ende, de lo humano que sólo en Dios es plenitud.
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SANTO TOMÁS DE AQUINO, AYER Y HOY. Segunda parte.
Por Gabriel Zanotti
Junio de 2001.

En la charla anterior habíamos analizado qué significó Sto Tomás para el siglo XIII en relación a las circunstancias culturales anteriores. Habíamos dicho también que en esas circunstancias se encontraba algo perenne. Pues bien, el siglo XX es un buen ejemplo de ello.

No es nuestra intención hacer un diagnóstico de la situación cultural actual. Nos falta, o al menos a mí me falta, la perspectiva necesaria, la distancia histórica para ello. Simplemente quiero destacar algunos síntomas que me parecen importantes, siempre teniendo en cuenta la falibilidad del propio rango de importancia.

Después de Sto Tomás pasaron muchas cosas. El mundo se hizo sanamente más laico, las esferas de la razón y la fe, el estado y la iglesia, se distinguieron más. Todo ello es muy positivo en sí mismo, aunque no siempre es fácil separar ese proceso de movimientos antireligiosos que ven en la fe una mortal oposición a todo lo humano. Pero no es esa la principal dificultad. La principal dificultad consiste en que, en medio de todo ello, la metafísica de Tomás, articulada en una síntesis razón-fe, no fue fácil de transmitir. Hubo un pensamiento metafísico muy importante en los siglos XVII y XVIII, pero tenía un punto débil: una relativa incorrecta comprensión del eje central de lo que significa la creación. Ese problema hizo crisis cuando el gran filósofo alemán I. Kant vio que ese punto débil no podía funcionar como base filosófica para la demostración de la realidad de Dios.

Ese fue un momento decisivo en la cultura occidental. La metafísica llegó a una crisis completa en cuanto a sus posibilidades respecto a la razón humana. En el siglo XIX hay dos grandes reacciones frente a esto. Por un lado el intento de re-elaborar una metafísica omnicomprensiva, total, completa, donde la razón humana todo lo puede. Una especie de efecto rebote contra Kant. Por el otro, el grito de que ello es imposible y que sólo en la ciencia la humanidad tiene su esperanza. Las dos posiciones se retroalimentaron como extremos opuestos produciendo hacia fines del siglo XIX y principios del XX otra reacción: la del individuo humano que sufre, que demanda su individualidad frente a inhumanas abstracciones y frente a una ciencia que no da respuesta a sus anhelos y angustias. Eso es el existencialismo.

En medio de todo ello, la metafísica de Tomás tampoco pudo reaparecer, si bien hay en el siglo XX importantes corrientes filosóficas que tienen mucho que dialogar con Tomás. Pero el caso es que los temas básicos de la existencia humana, como Dios, la inmortalidad del alma y su libre albedrío, siguen apareciendo como fuera de la razón. Tres cosas parecen ser las culturalmente dominantes: una fe sin razón por un lado, la ciencia sin fe por el otro, y un escepticismo que grita la muerte de las dos.
Pero decía un gran santo que el bien no hace ruido y el ruido no hace bien. Así que tratemos de ver qué bien sin gritos puede hacer la síntesis razón-fe de Tomás para el mundo de hoy.
Dios no está ausente del mundo de hoy, pero su presencia cultural es peculiar. Por un lado sigue estando en diversas “fes” cuyo contacto con la razón es casi nulo. Pero una fe sin razón, ¿es una fe humana?
Por el otro lado, algunos científicos dicen que la ciencia muestra que Dios no existe y otros científicos tratan de mostrar a Dios como la base del comienzo del mundo en el big-bang.
Para los tres casos Tomás tiene una respuesta que es actual. Dios no le habla al hombre sin razón, sino al hombre como es, un ser racional, y por ende no se presenta a sí mismo como un absurdo. Que la razón del hombre puede vislumbrar a Dios como lo invisible a partir de lo visible es un mensaje tan viejo como el nuevo Testamento y para el cual Tomás dio las bases metafísicas perennes cuando explica que toda cosa que es, pero que podría no ser, existe porque Dios la está sosteniendo en su ser, como una mano permanente y amorosa que con su caricia creadora mantiene a casa cosa en el milagro de su existencia.
Por ello mismo, la ciencia no puede demostrar que Dios no existe, porque aunque la ciencia muestre la posibilidad de un mundo eterno en el tiempo, ese mundo, que podría no haber sido, necesita el acto creador de Dios para existir. Tomás no base la demostración de la existencia de Dios en el comienzo del mundo, sino en la contingencia del mundo, que es distinto. Por ende las hipótesis actuales físicas sobre el origen del mundo no contradicen en nada al Dios creador.
De igual modo, gran parte de la cultura actual presenta al espíritu humano muy dividido de su cuerpo. O es una cuestión sólo de fe, o es un alma aislada que de tanto en tanto se re-encarna, o es una especie de energía universal, o aparece la ciencia diciendo que todo eso es un absurdo y que el espíritu no existe, y lo único verdadero es un cerebro cuyas funciones neuronales superiores llamamos conciencia.
Tomás tiene mucho que decir frente a toda esa discusión. El espíritu humano no es ninguna cosa espiritual sola y aislada, volando de cuerpo en cuerpo. Es el principio que organiza a cada cuerpo, y por ende es propio de cada cuerpo. Pero en el caso del hombre, su autoconciencia, el conocimiento de sí mismo, base de la vida interior, revela que hay algo allí irreductible a lo material. Una computadora no puede tener conciencia de sí, y no es una cuestión de tiempo. No es que en el siglo XXIII habrá computadoras que sí lo puedan hacer. La existencia del espíritu se prueba por ende porque ese principio organizativo del cuerpo puede hacer algo que ningún cuerpo, biológico o de silicio, puede hacer: decirse a sí mismo “yo soy”. La interioridad de San Agustín alcanza en Tomás su máxima sistematización racional y por eso es fuente de reflexión para los hombres de nuestra época, que buscan al espíritu en el exterior, o que por eso mismo lo niegan, cuando desde siempre la chispa divina se encuentra en el hombre en lo más profundo de sí mismo.
Pero si todo es material, ¿qué queda entonces de la libertad para tomar las propias decisiones? O si todo depende de una energía universal o de nuevos dioses que controlan el destino, de nuevo, ¿dónde quedó la libertad? Es que justamente no todo es material. La inteligencia del hombre, espiritual, es la base para que cada persona decida libremente sobre sí misma, y la convierta así en persona, en sujeto dialogante frente al Dios que la llama. No frente a dioses que la asustan. Puede el hombre estar condicionado por su cuerpo, por circunstancias difíciles frente a la muerte y al dolor, pero el núcleo más íntimo de su conciencia es un templo de libertad donde siempre se puede escuchar el llamado de Dios.

Por ende, vemos qué adecuado es el mensaje de Tomás para los hombres de nuestro tiempo. Un tiempo casi contradictorio, donde parece que en el orden de lo corpóreo la ciencia lo es todo, y en el orden de lo espiritual todo es relativo, ilusorio o se reviven viejas supersticiones absurdas que nada tienen que ver con la digna razón del hombre. Tomás puede perfectamente dialogar con la ciencia de hoy. Sería el primero en entusiasmarse con las hipótesis astronómicas, con las maravillas de la medicina, y diría entusiasmado, ¿no ven aún más a Dios en todo ello?
Pero lo más importante es todo lo que Tomás tiene para decir al hombre frente a su angustia. La vida humana tiene sentido, porque Dios es el origen y el fin último de la existencia. Ese es el fundamento de una moral objetiva pero, además, el la base de la esperanza y alegría de nuestra vida. Sí, parece que fuimos arrojados a un mundo donde nadie nos llamó. Como si nos encontráramos de repente caminando en una ruta sin saber hacia dónde. Pero en ese caso debemos detener la marcha y escuchar nuestro interior. Mirar a los otros caminantes, a sus ojos, y allí lo encontraremos a Dios. Dialogaremos con él. Yo te puse en esa ruta, en ese camino, nos dirá El. Sigue caminando en ese camino de descubrimientos científicos, de computadoras y de avanzada biología, nos seguirá diciendo, y cubre a ese mundo con la luz de Mi misericordia y justicia. Nos dirá eso porque el fin del camino es El. No nos saca del camino. El es el camino que da sentido a la vida, es el camino que da sentido a los caminos humanos.
Pero todo ello es hablar desde una síntesis razón-fe. Todo ello es, por ende, hablar desde Sto Tomás.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Magistral!

Gracias Gabriel.

Anónimo dijo...

A estas alturas deberías crear "The Tommaso fan club" . Y no creas que no tendrías éxito . Los clásicos nunca desaparecen . Un abrazo . M.S

Héctor Meda dijo...

Interesante post.

Es curioso que a Santo Tomás lo tengan como un gran pensador incluso ateos como James Joyce o Umberto Eco.

Por lo demás me parece muy interesante este apunte:

¿Cómo explicar que el alma sea inmortal y al mismo tiempo alma y cuerpo sean una unidad, y no dos cosas distintas? Se explica porque el alma es el principio que organiza al cuerpo, pero, al mismo tiempo, dada la interioridad de la conciencia humana, irreductible a la sola materia, ese principio organizativo “sobrevive” a la muerte, esperando una resurrección que por Fe sabemos que sucederá

Porque comparte lo que Dyson -científico católico- llamó la Hipótesis de la Abstracción -altamente compartida por los científicos- que afirma que la vida más que sustancia es organización. Estamos en la hipotésis que, por ejemplo, dan los funcionalistas a la conciencia: no importa de que está hecho el material que sirve de soporte sino si este es capaz de computar o no y tal computación es la que genera la conciencia.

Otro tema es que yo y otros consideremos que la "computación estándar" no baste para emular la humana.

¿Sería esa la idea o la he mundanizado o incluso malcomprendido?

Saludos

p.d: Soy el mismo que te he mandado un email en donde impertinentemente se te pide que me leas y juzges unos textos. Ya ves que soy algo pesado contigo ;-P

Juan Manuel Bulacio dijo...

La computación manipula símbolos. Los más avanzados sistemas de inteligencia artificial se basan en el mismo principio. Por eso son sistemas ciegos a la semántica. Simulan, pero no comprenden intrínsecamente los significados. La ciencia no ha logrado aún comprender la naturaleza de la conciencia humana. El enfoque existencial de Santo Tomás acerca del alma no parece tener ningún punto en común con las teorías funcionalistas de la mente que postulan que en cualquier caso se necesita un soporte ("hard" en la analogía) que permita correr un programa como la mente ("soft" según esa misma analogía). Incluso la idea de Fodor de "espíritu incorpóreo" se piensa en un sentido "funcional" igual a cualquier soporte material.
Saludos para todos. JM

Gabriel Zanotti dijo...

Gracias Héctor y JM por poner tanto nivel al debate.
Por si sirve, les copio una parte de "mi" "Filosofía para mí" :-))
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CAPÍTULO CINCO:
Alma y Cuerpo, Conciencia y Objeto, Mente y Cerebro

"b) ¿Re-edición de Santo Tomás?
Pero, ¿quién había dicho que la inteligencia es inmaterial por la universalidad de las ideas que contempla? ¿No era Santo Tomás de Aquino? Si. Su argumentación, si vamos a seguir una tradición analítica, tiene que ver con este razonamiento:
1, premisa mayor: si la inteligencia fuera sólo cuerpo, no conocería sino los cuerpos (si p, entonces q)
2, premisa menor: pero es así que conoce cosas que no son cuerpo (no q)
3, conclusión: luego la inteligencia no es cuerpo (no p).
Esta argumentación, dicha casi exactamente así en el cap. 49 del libro II de la Suma Contra gentiles, puede conectarse fácilmente con el mundo 3: precisamente, el mundo de las teorías en sí mismas, que no son cuerpos y no responden a las leyes de la física, sino de la lógica.

c) Mundo 3, sentido, lenguaje
Y el que había sostenido con énfasis que los resultados ojetivos del pensamiento humano no son reductibles a la física, fue Husserl, a principios del siglo XX. Curiosamente, el siglo XX tiene un desarrollo espectacular de la filosofía del lenguaje. Y eje central de la filosofía del lenguaje del s. XX es “el sentido del sentido”. Cuando alguien dice “algo” (por ejemplo, lo que yo estoy diciendo en este momento), ¿qué es ese “algo”? “Lo” que estoy diciendo, ¿se identifica con el soporte físico donde grabo el mensaje (papel, silicio, etc) o con el aire en el cual se da el fenómeno físico del sonido? (H. Putnam ha tocado esta cuestión).
Si contestamos que si, entonces deberemos admitir que una grabación, puesta en “play” implica que es la máquina en cuestión la que está “hablando”. Pero si decimos que no, que el grabador, CD o computadora “no habla” sino que reproduce lo ya hablado “por alguien”, entonces, excepto que nos vayamos al infinito para atrás, tendremos que reconocer que detrás del “alguien” que habla hay un sentido, una teoría, “lo” que se quiere decir que no es reducible a lo físico. Y de allí a que haya “algo” en lo humano que no sea reductible a lo solamente material hay un paso muy corto…………… Y ese algo funda, como decíamos la vez pasada, un libre albedrío que, valga la redundancia, libera al ser humano de las ataduras determinantes del mundo material…………….
¿Qué es ese algo? ¿Es el alma, el espíritu? ¿Será el fundamento último de aquello que llamamos intimidad, decisión, responsabilidad, o…. “Yo”?
Tal vez. Es muy posible. Pero hasta aquí llego. El camino no está recorrido, está apenas señalado."

Héctor Meda dijo...

Juan Manuel dices:
las teorías funcionalistas de la mente postulan que en cualquier caso se necesita un soporte ("hard" en la analogía) que permita correr un programa como la mente ("soft" según esa misma analogía).
pero eso es precisamente lo que dice Gabriel a propósito de Santo Tomás, cito; Con esto Tomás explica, también, en un diálogo razón-fe, la dimensión corpórea del hombre como esencial, al mismo tiempo que su inmortalidad personal

Otro tema sería el que apunta Gabriel, el del libre albedrío.

¿Lo discutimos un poco?
Yo creo que el hombre sí tiene restricciones naturales, gracias a Dios, y que esas son las que le permite volverlo cognoscible porque esas restricciones, aunque sea de una forma estadística, convierten en regular su comportamiento.

Eso posibilita la sicología, la sociología, etc... Pinker escribió un libro magnífico, La tabla rasa, mostrando las consecuencias de no creer en el hombre como una tabla rasa.

A mi me gusta compararlo con el capitalismo. En este, el orden espontáneo existe y se desarrolla, frente a un mero caos, cuando hay un imperio de la ley que restringe, que criba ciertos comportamientos. Tal imperio de la ley en el ser humano serían sus restricciones naturales que se cifrarían en tener ciertos instintos que nos habría posibilitado el surgimiento de ciertas instituciones. El surgimiento de tales instituciones sólo se entiende como posibles si no existen unas leyes, esto es, unos instintos que nos empujan en tal dirección porque de lo contrario podríamos, me temo, seguir pintando cuevas.

En cierto modo también me gusta creer en un Dios no intervencionista, un
Dios laissez-faire, no despreocupado sino que, como pasa con el capitalismo, nos ha dado una realidad en donde espontáneamente creceremos en complejidad y bienestar; sin traumáticos golpes de timón pero para ello, insisto, tendría que aceptar ciertos presupuestos inviolables de partida.

Pero, en cualquier caso, Dyson que defendía la hipótesis funcional de la mente también defiende el libre albedrío porque creía en la teología sociniana** y por tanto creía que el libre albedrío es el acoplamiento del pensamiento humano a procesos de otra forma aleatorios del cerebro. La voluntad de Dios es el acoplamiento del pensamiento universal a procesos que de otra forma serían aleatorios de todo el universo.

Luego no son dos temas contradictorios, creo. Vosotros diréis.

**Si queréis saber cuál es la particular idea de Dios de Dyson , su teología sociniana, os pasó un texto escrito por mi donde lo resumo:
http://hector1564.blogspot.com/2008/07/instrucciones-para-crear-dios.html

Saludos

Anónimo dijo...

En que consiste comprender la naturaleza de la conciencia humana , Bulacio ?
En que consiste comprender "intrínsecamente significados" ?
Creo que la ciencia lo intenta lentamente a su modo , como la religión lo hizo al suyo durante siglos . Si son incompatibles o no , el tiempo dirá . Hay que ver las cosas con perspectiva de astronauta , de lejos en tiempo y espacio , como hizo Darwin o Galileo . Pretendo no quedarme en la Edad media , aunque cueste salir . Digo esto porque la única forma de dialogar entre razón y fe , o entre humanos como nosotros , es integrar las ideas como hizo Tomás , no confrontarlas como se suele hacer . Ya llegará su tiempo , o no , en que el enfoque funcionalista se integre con otros enfoques . La ciencia tiene múltiples enfoques sujetos a revisión , a diferencia de la religión , la cual tampoco tiene que ser necesariamente contradictoria con la ciencia .
Quien puede decir que la única autoconciencia es la humana-humanoide ? Ese es sólo un acto de arrogancia de nuestra especie . Nos creemos los creadores y actuamos como dioses .
Consideramos a priori que todo nos pertenece . Hasta otros humanos .
Por qué un animal no puede tener su grado de conciencia y libertad consiguiente ?
Porque no dialoga según lo que definimos como dialogar ? Porque no tiene autoconciencia según nuestra definición de autoconciencia ?
Quien se cree el propietario del Significado , sino el mono desnudo ?
Saluti . M.S

Gabriel Zanotti dijo...

M.S., una cosita, muy pequeña, en este humilde espacio. Nadie pretende quedarse en la Edad Media. Simplemente la relación mente-cuerpo-cerebro-máquina es un tema totalmente actual, y para ello, lo que llamé "re-edición de Sto Tomás", más el tema siguiente (ver entrada anterior) es relevante. Además, si hay un destino que trasciende a la materia, es un tema que forma parte de las típicas preguntas de todos los tiempos. Yo sigo pensando que Sto Tomás puede aportar algo al respecto. Sé que vos tenés otra posición, pero yo sólo quería destacar que analizar su filosofía es relevante para el s. XXI.
Idem, Héctor, sobre el libre albedrío.......

Anónimo dijo...

En los comentarios correspondientes a la entrada de "La Guerra" , Pablo te hizo un interesante comentario con enlace incluido . Tu posición personal puede ser superadora de la Edad Media , pero convengamos que no es lo habitual entre los tomistas . No está demás aclararlo . Saluti .
M.S

oikos-pobierzym dijo...

Muy buen comentario sobre Santo Tomás, Gabriel. Te felicito.

Habría muchas cosas que decir, pero ahora no tengo tiempo para plantearlas.

Creo que autores como Santo Tomás, cuando son leídos y, por ende, meditados serenamente, merecen todo nuestro respeto y nos motivan para seguir en este "camino" filosófico.

Coincido plenamente en que razón y fe (más allé de cómo han de definirse ambas) no deben ir separadas. Posiblemente ese sea uno de los grandes problemas, uno de los grandes sin-sentidos que origina tanta angustia e incertidumbre en nuestra época.

Lo único que me animo a agregar es que considero que Tomás debe ser leído en diálogo (no solamente en confrontación) con filosófos de la talla de Hegel, Nietzsche, Bergson, Husserl, Heidegger, etc.

Ese es el reto para los "tomistas": reconocer que el espíritu divino también está (en cierto modo) presente en todos aquellos que pensaron con hondura.

Un abrazo a todos!

R.P.

Gabriel Zanotti dijo...

"...Coincido plenamente en que razón y fe (más allé de cómo han de definirse ambas) no deben ir separadas. Posiblemente ese sea uno de los grandes problemas, uno de los grandes sin-sentidos que origina tanta angustia e incertidumbre en nuestra época."

Excelente diagnóstico. Por eso yo quiero volver a Santo Tomás directamente a la vida concreta del hombre del s. XXI.

Por lo demás, toda la razón en que ahora Tomás debe ser leído "en diálogo con". Vos sabés que yo he llegado hasta Husserl. No excluyo de ningún modo los otros caminos............

oikos-pobierzym dijo...

Sí Gabriel; doy fe de ello. No solamente no excluís, sino que incluís a otros autores (ante todo, Husserl) en diálogo con Tomás. De algún modo, creo que tu "tomismo" está también implícito en tus lecturas epistemológicas (Popper, Feyerabend, etc).
Y también conozco gente muy capaz que realiza acercamientos entre Tomás y Heidegger (acá en la Argentina).
Todo esto me parece muy loable.

De todos modos, (creo que a eso se refería M.S.)da la impresión que la mayoría de los tomistas se han encerrado en su filosofía y han considerado al resto del pensamiento occidental (ante todo, de Descartes hasta acá) como "pecaminoso".
Ese tipo de metalidad ha sido muy negativa para la expansión del tomismo a nivel mundial y su confrontación con autores netamente contemporáneos.

Cuando leo a Derrida, Levinas, Vattimo, Gadamer, etc., se suele citar a Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel, Nietzsche, etc..., se relee a Platón o a Parménides. Lamentablemente son raras las excepciones en que aparece Tomás de Aquino...
No creo que esto sea tan sólo una falencia intelectual de estos autores..., me parece que aquí la responsabilidad recae sobre los propios tomistas (o neotomistas) que no son capaces de generar las condiciones filosóficas adecuadas para que el tomismo sea una línea de pensamiento que pueda entrar en diálogo con los filósofos de nuestro tiempo.

Esa es mi humilde opinión, no sé si estás de acuerdo con ello.

Por otra parte, la Edad Media (clasificada "clásicamente) no se agota en Tomás. Me parece que su figura se destaca mucho más si se mantiene abierto el diálogo que él mismo sostuvo con los neoplatónicos y, sobre todo con los aristotélicos de su tiempo (Avicena, Averroes).

A su vez, la riqueza de Tomás también reluce en diálogo con Duns Escotto,San Buenaventura y muchos otros.

Insisto; NO es tu caso (ni de otra poca gente que conozco). Pero es cierto que a Santo Tomás se lo ha convertido en un figura emblemática a costo de menospreciar el aporte de muchos filósofos y teólogos que pudieron haber enriquecido la visión del mundo cristiano y, ante todo, del hombre contemporáneo.

Un abrazo!

R.P.

Gabriel Zanotti dijo...

Buen diagnóstico, querido amigo y colega. Si, tenemos un buen trecho que recorrer para desandar esos "nudos del pensamiento". Dios sabrá qué nos depara la filosofía del s. XXI.......

Juan Manuel Bulacio dijo...

Estimados, un placer leerlos. Creo que en la entrada de Gabriel de su "filosofía para mí" se responden las cuestiones que a mi se me plantean. Sólo puedo humildemente agregar un par de conceptos:
-La teoría funcionalista de la mente, si bien considera que la mente es trascendente de su soporte lo argumenta desde un enfoque sintáctico que subsume tácitamente a la semántica. Por eso digo que no puede encontrarse similitud con en enfoque tomista.
-M.S. coincido en que la conciencia humana no es la única posible. La capacidad de la mente de ser a la vez sujeto y objeto de su propia observación es lo que parece más cercano a una definición de conciencia. Insisto en que pese a los avances científicos aún no se podido explicar su naturaleza. Ojalá se logre algún día.
-"Comprender significados" hace referencia a la capacidad semántica del hombre a la luz de la conciencia.
No puedo definir con precisión la naturaleza animal en relación a estos conceptos. Supongo que habrá grados de aproximación a la conciencia humana, aunque la falta de una dimensión cultural (al menos en la forma conocida)parece ser una diferencia esencial.
Saludos para todos. JM

Anónimo dijo...

Gabriel y Ricardo , hay que mantener el diálogo entre los filósofos e integrarlos . Es claro que en muchas cosas las diferencias serían irreconciliables . Pero hay que encontrar puntos en común . Tomás y Aristóteles son fundamentos de nuestra racionalidad , fundamentos para seguir construyendo . Ustedes que son filósofos profesionales tienen que trabajar como la araña en la telaraña relacionando sus antipatías con sus simpatías . Lo que no crece , muere , también ocurre con el pensamiento .
Bulacio , yo no puedo definir ni siquiera "naturaleza , así que estoy atrasado . Quiero decir que por acá pasa la cosa : si se piensa que el proceso de creación-evolución fue común a todos o el hombre sigue creyendo que fue creado especialmente . En cuanto a las diferencias esenciales no las veo . Habría que definirlas . La falta del lenguaje articulado dificulta la comunicación en un sentido , pero lo favorece en otro . Luego de años de vivir entre animales , concluyo que aman , se celan , envidian , neurotizan y psicotizan como el hombre , todo esto lo estudia la etología . Lo que sucede es que el hombre naturalmente sigue muy preocupado en observarse a si mismo . Saludos . M.S

Gabriel Zanotti dijo...

Gente, ¡gracias por el nivel de sus intervenciones!!!
Déjenme agregar un granito de arena. El tema de lo sintáctico y semántico es impotante, creo, por lo siguiente (ya saben de mi escepticismo sobre resumir estas cosas en cortas entradas, pero lo intentaré). Una compu, puede, efetivamente, reproducir mecánicamente los procesos sintáticos que llevan a los algoritmos tipo si p entonces q, ahora bien p, luego q. Ahora bien, la cuestión es "enteder" un mensaje tan simple como "Marcelo tiene frío", porque -esta es la clave- "lo que es" tener frío NO se reduce al soporte fisico (sea papiro o silicio) de mensaje "Marcelo tiene frío". Por eso se "re-edita" con el tema del sentido en la filosofía del lenguaje, la clave que vio Sto Tomás cuando advirtió que los conceptos universales son inmateriales, y ahora sabemos que su significado sólo puede entenderse en el contexto de un mensaje. Y esa es la otra clave: contexto, o sea, lo que los linguistas llaman el nivel pragmático. ¿Cuál es el contexto de "Marcelo tiene frío"? ¿Es un ejemplo, una afirmación sobre Marcelo, de qué Marcelo hablamos, cúándo tuvo o tiene frío? Esos contextos no pueden ser definidos por ningún proceso algorítmico, y entonces..... La conclusión es obvia. Sólo el humano puede decodificar el contexto, tanto, claro, como no entenderlo -de allí los malentendidos- pero lo que es seguro es que nada fuera de lo humano, excepto Dios, claro, puede entender contextos (vean al respecto la película "Marea Roja"...).

Anónimo dijo...

"lo que es seguro es que nada fuera de lo humano, excepto Dios, claro, puede entender contextos"
No sé .
Si hay seres que "entienden contextos" son los animales . Lo necesitan para adaptarse y sobrevivir . No entenderán de la misma forma que el humano , pero entienden . No somos la única especie que sabe sortear los obstáculos . De hecho son los insectos los que tienen más chances de "entender los nuevos contextos" y seguir adelante . Este "entendimiento irracional" lleva a la adaptación . No tengo razones todavía para atribuirselo a Dios . En otras palabras , o te adaptas al contexto o desaparecés . No hablaría de seguridades , simplemente los humanos vivimos concentrados en nosotros mismos y hablando de y entre nosotros , pero la evolución sigue . Todo depende por supuesto de como definas contexto . Sin duda los animales no se comunican ni entienden como nosotros pero se adaptan formidablemente porque tambien aprenden de sus errores con el viejo método de ensayo y error . M.S

Gabriel Zanotti dijo...

Si M.S., tenés razón, yo pensaba en otra cosa cuando hablaba de contexto, precisamente, aquellas cosas de filosofía de lenguaje que no pude resumir en mi humilde entrada.
Sobre el tema de las diferencias/similitudes entre los animales y el hombre sé que tenés mucho para decir, mostrar y explicar. En mi circunstancia personal he tenido que preocuparme más por la cuestión de no reducir la riqueza de lo humano a un conjunto de chips de silicio.......

Anónimo dijo...

En el contexto "exclusivamente humano" estoy de acuerdo contigo . Seguirías una linea racional parecida a la que sigue René Magritte con sus cuadros . Por ejemplo el que muestra una pipa y dice abajo "esto no es una pipa" haciendo pensar con una imagen lo que vos expresaste con palabras . M.S

Anónimo dijo...

El tema de los "mecanismos" que cobran vida humanoide , o desean la humanidad , o buscan hacerse de un alma que les de significado humano a sus existencias , es recurrente en la fantasía humana .
Desde cuentos como Pinocho hasta I.A de Spielberg , pasando por el amigo DATA , D.A.R.Y.L y otras películas .
Es claro que "los mecanismos no se conforman con ser sólo mecanismos" . Es decir que el hombre , que es quien inventa estas historias , difícilmente se resigne a ser un conjunto de chips de silicio .
Saluti .M.S