jueves, 11 de junio de 2020

ABAJO SAN FRANCISCO DE ASIS: ERA BLANCO Y CATÓLICO. Sobre la absoluta locura en los EEUU.




Que el mundo se ha vuelto más loco que nunca, no cabe duda. Estatuas dañadas o derribadas por doquier. Películas y libros auto-censurados. Peticiones a Trump para que “re-name” todas las bases militares con nombres confederados. Poco falta para que pidan eliminar la Declaración de Independencia porque fue escrita por Jefferson; poco falta para que pidan reemplazar el Inglés por el idioma Hopi. Poco falta en serio, porque saben perfectamente dónde van.

Pero dejemos a un lado, por ahora, a las masas alienadas, carentes de todo pensamiento crítico, con su pulsión de agresión desatada; dejemos por un lado a los ideólogos cuyas ideas son sólo racionalizaciones de su psicosis, dejemos por ahora el caso de los políticos cínicos e inmorales que aprovechan el río revuelto para acumular más poder. Todo eso forma parte de una lamentable realidad psíquica que no es nueva: fue diagnosticada por Freud, Fromm, Ortega, se renueva en todas las etapas de la Historia y este caso, aunque horrible, es uno más.

Este artículo está dirigido en cambio a la persona de buena voluntad que piense si no es correcto cambiar un nombre o remover (pacíficamente) una estatua como “enseñanza” para un tema grave y delicado.

Para responder esta cuestión debemos distinguir tres aspectos morales e históricos: lo totalmente inmaculado, lo más o menos y el mal cuasi-absoluto.

El ideólogo concibe una sociedad perfecta, inmaculada, ante la cual lo más o menos le resulta lo diabólico e intolerable. Por eso, sin paradojas, detrás de su pasión por la santidad social, está su violencia, porque una sociedad más o menos es una agresión intolerable ante la cual la resistencia armada está justificada. Por eso el ideólogo es siempre revolucionario, ya sea de izquierda o de derecha.

Por eso tampoco tolera la historia. Porque la historia de las civilizaciones no es santa ni diabólica. Es gris. Es una evolución.

EEUU, precisamente, es el caso. No nació en la santidad. Como dijo Maritain, tenía el drama de la esclavitud como una espina clavada en su historia. Pero era una situación gris: la Declaración de Independencia había dado las bases de una igualdad racial que coherentemente reclamará Martin Luther King muchos años después.

Y esa peculiar nación evolucionó. Tuvo una guerra civil por ese tema, tuvo el movimiento de derechos civiles de los 60, tuvo su Martin Luther King, y pudo elegir finalmente como presidente a un afroamericano.

Pero los ideólogos neo-marxistas, ahora en los dirigentes del partido demócrata, en sus irresponsables e indolentes Biden y Pelosi, y en AOC, que sabe perfectamente dónde va, y en ANTIFA, que también sabe perfectamente dónde va…. Esos dirigentes, que en ANTIFA pasan de la idea al crimen, no pueden tolerar la historia. No pueden tolerar la evolución. Quieren que la historia sea una santidad absoluta creada a imagen y semejanza de su idea. Y como la historia nunca es eso, la borran. Exactamente como Stalin, como Mao. Ya estaba pasando. No es ahora que la guionista de Friends (Friends, justamente, como si hubiera sido guionada por Mons. Burke) se siente obligada a pedir perdón (porque cuando suba Biden irá presa): ya pasó casi lo mismo con el lobby LGBT, que son iguales pero hasta ahora no habían salido a incendiar todo EEUU de golpe.

Eso pasa siempre. Podemos remontarnos hasta el Big Bang. ¿Quién es perfecto? Para esta gente, ni siquiera San Francisco de Asís, que era blanco y católico. Borremos todo, comencemos de cero. Esa es la unión de Robespierre con el marxismo leninismo. Revolución cultural, Mao. Pero a falta de Mao buenas son Antifas.

Si no estamos atravesados por el pensamiento ideológico, que es una psicosis racionalizada, entonces el criterio de realidad nos hace ver la historia precisamente como lo que es: un más o menos. Todos los documentos, los héroes, las declaraciones, son siempre más o menos. Santos, casi nadie. Se convierten en santos o demonios si los miramos bajo la perspectiva de la ideología, que no admite la realidad humana, que siempre está en el medio.

Pero lo más importante: ese pasado, ese pasado lleno de personas más o menos, nos constituye. Ese pasado es el hoy. Algunas de esas personas permitieron evolucionar para más, otras para menos, y el diagnóstico implica salir del relativismo cultural. La Declaración de Independencia de los EEUU es moralmente buena. NO es perfecta, dijo “men” y no aclaró, pero es moralmente buena. No hay por qué tirarla a la basura. Y lo mismo con generales confederados que seguramente no lucharon por la esclavitud, sino contra lo que consideraban una indebida intromisión del norte. Pero eso no lo saben las masas ignorantes que saquean y destruyen. Sí lo sabe Joe Biden, sí lo sabe Obama, y por ello, Dios les pedirá más en el inevitable Juicio Final. Yo espero que los perdone, claro. Pero se pegarán un buen susto.

¿Es todo lo mismo? No, claro que no. En Stalin, en Hitler, en Mao, no hay ninguna, sencillamente ninguna, autoridad moral. Por ende si en Alemania no hubo, después del 45, estatuas de Hitler, ok. Pero Jefferson no es lo mismo que Hitler. El que lo diga o es un postmoderno escéptico o un ideólogo fanático. Que no sé si se relacionan.

Mientras tanto, sigan, grandes genios del universo. Comiencen por las estatuas de los confederados, borren la serie Friends, borren toda película que no tenga un afro, eliminen la Constitución, la Declaración de Independencia, sigan para atrás, sigan con el Monumento a Napoleón, borren los libros de Historia, que no se hable más de Marco Aurelio o de Alejandro Magno. Borren todo Occidente. Es lo que quieren. Y lo están logrando, bajo la mirada indiferente, abúlica, pero también cínica e indolente, de casi todos.

3 comentarios:

Daniel de Urquiza dijo...

Me gustaría una profundización o mayor desarrollo de la idea "la ideología es una psicosis racionalizarla". Me gusta mucho. Hay una fuente, alguien que lo explique o en su caso Ud mismo lo desarrollo en otro lado?

Gabriel Zanotti dijo...

No, así dicho, es una conjetura propia. Es verdad, la tendría que desarrollar más. Pero me inspiro mucho en el ensayo "Utopía y violencia" de Karl Popper y en las tesis de Freud sobre la pulsión de agresión.

Luis Orlando dijo...

No se conforman con no ver las películas que no les gustan, están decididos a que nadie las vea. Fahrenheit 451, cada vez más cerca. Habrá que elegir libro para memorizar.