“…El control de cambios es una herramienta característica para producir crisis en el balance de pagos. El control de cambios significa imponer un precio máximo a una divisa infravaluándola y un precio mínimo a otra sobrevaluándola. Generalmente, a través del control de cambios se pretende ocultar los efectos de la inflación sobre la paridad y, a su vez, sobre los precios internos. Supongamos entonces que se sobrevalúa la moneda local en términos de la extranjera. Esta medida hace que se contraigan las exportaciones, puesto que así se disminuye el precio del producto exportado. A su vez, estimula las importaciones debido a que la divisa extranjera resulta artificialmente barata. Como hemos dicho, si el mercado hubiera permanecido libre al aumentar las importaciones la demanda por divisas extranjeras hubiera hecho que éstas subieran de precio con lo cual se hubieran frenado las importaciones y se hubieran estimulado las exportaciones. Sin embargo, como el tipo de cambio se mantuvo fijo a la paridad oficial, el importador continúa comprando en el exterior puesto que la divisa extranjera resulta artificialmente “barata”. Esta salida artificial de divisas, junto con la contracción también artificial en las entradas de divisas es lo que conduce a los referidos desajustes en el balance de pagos. Curioso es en verdad que, aun desde el propio punto de vista del espíritu mercantilista, el deseo de aumentar las exportaciones y disminuir las importaciones se traduce en los efectos opuestos debido al control de cambios. También desde el mismo punto de vista, control de cambios es incompatible con la pretensión de “desalentar viajes superfluos” y de “repatriar capitales” (esto último porque los capitales que se ingresan resultan recortados por el propio control de cambios). Generalmente el gobierno no cesa acá su intromisión en el mercado. Recurre a recargos adicionales a la importación y a subsidios a la exportación haciendo pagar en definitiva a toda la comunidad la diferencia entre el tipo de cambio político y el de mercado con el agravante de que al alterarse los indicadores económicos se induce a la malasignación de los siempre escasos factores productivos. El gobierno con una maraña de recargos, derechos, retenciones, depósitos previos, cupos, licencias y contingentes intenta hacer infructuosamente lo que el mercado libre hubiera hecho sin despilfarro de capital. También los gobiernos intentan corregir estos desajustes a través de sucesivas devaluaciones lo cual significa establecer nuevos precios políticos a la divisa en lugar de liberar el mercado. “
Fundamentos de análisis económico, 12va edición, Ediciones Sociedad Abierta, Panamá, 2011. Parte X, punto 50.
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