lunes, 3 de enero de 2022

YO NO FUI

 Alemania, 1942.

Los ciudadanos honestos alemanes se levantan a trabajar, mandan sus hijos a la escuela, y a otros, más grandes, a la guerra.

Están convencidos de que su Patria está en peligro y que deben ayudar, como sea, en el campo de batalla o detrás, pero ayudar.

Un alemán dice en su trabajo que la guerra no le parece bien.

No le pasa nada.

Simplemente, silencio.

La misma persona dice que se están preparando campos de exterminio.

Silencio, más alguna admonición.

Trata de publicar sus ideas en la prensa.

Imposible.

Comienza a dudar de su salud mental.

Pero no. Está convencido.

Los demás ya saben algo. Pero están asustados.

El también. Pero no puede soportar el sufrimiento de los oprimidos.

Un día, así como así, desaparece.

Sus compañeros de trabajo, buena gente, llaman a la familia.

La familia se ha mudado.

No hay modo de comunicarse con ellos.

Silencio.

Temor.

Abulia.

Displicencia.

Pero sobre todo, temor, mucho miedo.

Alemania, 1946.

Yo no fui. Yo no supe.

Fueron los malos. 

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