- (Art escrito en el 2008* y publicado en Conocimiento vs información)
Un reciente
artículo de D. W. MacKenzie “The Equilibrium Analisis of Mises, Hayek, and
Lachmann”[1] ha
puesto nuevamente de relieve la importancia de esta cuestión en la Escuela
Austriaca de Economía. Lo ha hecho de un modo muy singular. Aunque no es el
objetivo de este breve ensayo reseñar y/o comentar en detalle el artículo de
Mackenzie, baste decir que su desafío consiste en apartarse de lo que hoy sería
la visión “Kirzner en adelante” de esta cuestión. En efecto, estamos
acostumbrados hoy a decir que la EA implica una teoría del proceso de mercado versus
los modelos neoclásicos de equilibrio, que, como ya hemos dicho en otra ocasión[2],
incorporan el problema de la insuficiente “información” de los agentes (hemos
dicho también que información no es igual a conocimiento[3]) como
una hipótesis ad hoc posterior al
núcleo central de equilibrio. Pero MacKenzie no contrapone mercado como proceso
a equilibrio, sino que afirma que la EA, especialmente en Mises, Hayek y
Lachmann –nada menos– es una teoría del equilibrio, aunque diferente y superior
a las teorías de equilibrio walrasiano. Muy resumidamente, su tesis central
consiste en afirmar que hemos olvidado la importancia que tiene en Mises el
tema del “plain state of rest”
(estado natural de reposo) distinguido de la construcción imaginaria del estado
final de reposo. Lo primero es
esencial para el análisis del proceso de mercado en Mises. Cuando Hayek habla
de la tendencia al equilibrio, continúa el autor, se refiere precisamente a ese
estado final de reposo, el cual no se alcanza porque el mercado real implica
una tendencia a la coordinación de planes individuales, nunca plenamente
alcanzada. De igual modo, Lachmann, el supuesto partidario de un mercado
aleatorio y caleidoscópico, no habría dicho eso, sino que enfatizó el
desequilibrio para distinguirlo precisamente de ese estado final e imposible de
coordinación total, y enfatizó la pregunta de cómo se alcanza la coordinación
una vez planteada la pregunta hayekiana sobre las condiciones del proceso
dinámico de coordinación. Es interesante cómo se destaca la importancia, en
Lachmann, de estado natural de reposo en los mercados financieros, siguiendo con ello a Mises. Todo lo cual
conduce no solo a la revisión de esta visión equilibrium versus market
process que tenemos de estos autores, sino a esta conclusión general: la EA
es una teoría del “equilibrio cambiante” versus
el “equilibrio estático” walrasiano, pero es
una teoría del equilibrio.
Nos imaginamos
la sorpresa que este ensayo puede llegar a causar, sobre todo en momentos donde
la diferenciación con los modelos de equilibrio tradicionales es tan importante
para la EA. La sutil diferencia entre estado natural y final de reposo parece haber caído en el olvido; los
partidarios de un “Mises versus
Hayek” acusan precisamente a este último de no haberse distanciado
suficientemente del paradigma walrasiano de equilibrio, e incluso ya se está
comenzando a decir que ni siquiera debería hablarse de “tendencia al
equilibrio” en la EA, que la construcción imaginaria de Mises sobre “estado
final de reposo” es inútil, etc. Frente a este énfasis “anti”-equilibrio de los
austriacos actuales (que no llegan a Lachmann porque la mayoría se mantiene en
Mises), esta posición de MacKenzie parece ir contra la corriente –nada malo en
ello, solo muy interesante– y des-equilibrar la balanza (ya que hablamos de
des-equilibrio) hacia los modelos neoclásicos. Si algunos critican a Hayek por
demasiado walrasiano (no es nuestra posición), ¿qué pensarán de este ensayo de
MacKenzie, donde se presenta a la EA como otra
escuela de equilibrio?
Pero, ¿es así?
Queremos decir: este ensayo de MacKenzie, ¿inclina la EA hacia una posición
neoclásica? ¿Seguro?
Pensamos que no.
En primer lugar,
sin necesidad de reiterar las excelentes citas textuales que MacKenzie hace de
Mises en La Acción Humana, digamos
que, efectivamente, la distinción entre estado final de reposo y estado natural
de reposo es sumamente relevante. El estado final de reposo es una construcción
imaginaria, una herramienta mental que, aunque imposible en la realidad, nos
sirve para el razonamiento praxeológico. En este caso, para distinguir,
precisamente, un estado de equilibrio donde la acción humana ha alcanzado todos
sus fines, de un estado dinámico donde los agentes tienden a coordinar oferta
con demanda. Para esa tendencia, los precios son indispensables, y el estado
natural de reposo desempeña en los precios un papel indispensable. Para la
realización del cálculo económico, para la previsión, falible, de expectativas
futuras en el mercado, para el sistema de precios en el mercado de capitales
–nada más ni nada menos– el sujeto actuante necesita interpretar los precios
“hoy” para poder proyectar sus valoraciones subjetivas hacia “mañana”. Por ello
el papel de los precios es conditio sine
qua non en Hayek y en su seminal The
Use of Knowledge in Society[4]. Pues
bien, volviendo al tema, para ello el momento de “cierre” de los diversos
mercados es importantísimo..La globalización
actual y el uso de internet no imposibilitan el proceso, sino que agregan un
elemento adicional a la complejidad de la interpretación que tiene que hacer el
sujeto actuante –con su margen de empresarialidad–, lo cual da más razones para
la importancia de un mercado abierto por el aumento de los fenómenos complejos.
Lo que estamos
diciendo no es que el estado natural de reposo sea igual a la coordinación de
expectativas dispersas, sino que es condición para esa coordinación. Por ende,
se podrían distinguir dos tipos de equilibrio. El equilibrio momentáneo como
igual al estado natural de reposo, de “cierre” de las actividades de un
determinado mercado libre en determinadas coordenadas espacio-tiempo. Y
equilibro como tendencia a la coordinación de expectativas dispersas entre
oferta y demanda, para lo cual el estado natural de reposo es indispensable.
La pregunta que
sigue es terminológica. ¿Por qué llamar “equilibrio” a esa tendencia a la
coordinación? Bien, MacKenzie no dice simplemente “equilibrio” sino “equilibrio
cambiante”, para distinguirlo precisamente del equilibro estático de los
modelos neoclásicos. Si, a su vez, tampoco se quiere usar allí la palabra
“equilibrio cambiante” (yo diría “equilibrio dinámico”), la cuestión es dejar
de debatir por los términos por un momento y preguntarnos, usando el método
fenomenológico: ¿de qué estamos hablando?
En esto tiene
razón Kirzner. Si de algún modo hay una ciencia económica, y no una mera
casualidad, es que podemos establecer “universalmente” bajo qué condiciones
oferta y demanda de algún modo “se encuentran”, o “tienden a coordinar sus
expectativas” dando por sentado –dada precisamente la construcción imaginaria
del estado final de reposo– que dicha
coordinación nunca es “plena”. Mises es claro en que las construcciones
imaginarias contienen en sí aporías que no están en las teorías sobre el mundo
real. La competencia nunca es perfecta porque, en primer lugar, en ese caso no
habría “competencia”, sino que es una competencia “suficiente”[5].
¿Suficiente a efectos de qué, si no, precisamente, de una coordinación?
Si no queremos
llamar a ello equilibrio, ok, pero es evidente que hay “algo” allí más que una
mera “casualidad” de coordinación. En ese sentido cabe re-valorar los aportes
de Lachmann: por lo que hemos visto hasta ahora de su pensamiento, no afirmó
que la coordinación en el mercado sea casual, sino que enfatizó la dificultad
del problema de la coordinación una vez planteado el aprendizaje en Hayek y la
incertidumbre en Mises[6].
Por supuesto,
queda la gran pregunta que este tema, estos autores, y MacKenzie también, dejan
abierta: ¿por qué suponer que, aun en supuestos institucionales de mercado
libre, los agentes tenderán a coordinar?[7] Ivo
Sarjanovic ha sugerido entre nosotros la intrínseca dificultad de cualquier
respuesta en los mercados monetarios[8], y yo
mismo, en el número anterior de esta revista,[9] me
incliné por una respuesta metodológicamente condicional: “Si hay alertness suficiente, entonces…”.
La cuestión allí
pasa por un tema de antropología filosófica. En tiempos donde el aporte de los
escoceses se relativiza, hay que enfatizar que no es más que el análisis
experiencial de la naturaleza humana, al estilo Hume/Smith/Ferguson[10], lo
único que nos puede llevar a universalizar una hipótesis general de tendencia
al aprendizaje en la naturaleza humana, suficiente
(esto es esencial) a efectos de la
coordinación a la que se refieren Mises y Hayek. No creemos que haya otro
modo u otro camino. Solo esa relativa confianza en una naturaleza humana
medianamente capaz de aprender es lo único que puede explicar, no solo (y
retrospectivamente) la evolución espontánea de ciertas instituciones, sino
también la pattern prediction general
de una tendencia a la coordinación en el mercado dadas ciertas condiciones
institucionales. Sin esa premisa, solo habría la certeza de que, dadas ciertas
condiciones institucionales, “we can hope for the best” y nada más. Habría ciencia económica, pero solo como un ejercicio de
un condicional material simple: “Si hay aprendizaje, entonces…”. Nunca podríamos
afirmar “que lo hay”, y entonces sí que verdaderamente todos estos debates
sobre qué tipo de equilibrio hay en la EA se convierten en meramente
terminológicos.
Pero lo que no
es terminológico es lo siguiente. Nos atrevemos a decir que, sin pensar en
estrategias ni nada que se le parezca, la auto-presentación que a veces hacemos
los partidarios de la EA, como contrarios a todo tipo de análisis de
equilibrio, no es fiel a esa misma tradición. La cuestión no es decirle al
neoclásico que la EA hoy es contraria a toda noción de equilibrio, sino que la
EA tiene otra noción de equilibrio,
dinámico, identificado como una coordinación
tendencial de expectativas bajo ciertas condiciones institucionales, y que esa noción de equilibrio es una
respuesta a un mejor y más adecuado planteo del problema económico. Si no
queremos llamar a eso equilibrio, ok.
Pero los partidarios de la EA verdaderamente piensan que el mercado es “equilibrante”, en el sentido de que
“tiende a”, mientras que los gobiernos producen precisamente el efecto
contrario. Si no, sincerémonos y resumamos toda la ciencia económica en lo
siguiente: el gobierno nunca puede coordinar; el mercado, a veces, y no sabemos
por qué.
¿Seguro? ¿Eso es
todo?
Con esta
inquietud dejamos abierto el debate.
* En “La EA
en el s. XXI”, junio de 2008.
[1] Bajo revisión para su publicación en The Review of
Austrian Economics. Last revised on January 21st 2008.
[2] Ver nuestro libro El método de la economía
política, Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2004.
[3] “Paradigma de la información vs.
paradigma del conocimiento”, en NOMOI, Revista Digital
sobre Epistemología, Teoría del Conocimiento y Ciencias Cognitivas (2008), 2, pp. 17-21, en www.ufm.edu
[6] Ver Lachmann, L.: Capital,
Expectations, and The Market Process; Sheed Andrews and McMeel, 1977. Part
III.
[7] MacKenzie lo dice
de este modo: “…How do we know that there exists a strong tendency towards a
final state of rest? Do we know if the forces of intertemporal equilibration outweigh
the forces of intertemporal disequilibration?” (op.cit., p. 13).
[8] Ver su art. “Procesos de mercado: precios en
desequilibrio + moneda en desequilibrio”, en La crítica como método,
Ensayos en honor de Rogelio T. Pontón, Fundación Libertad, Rosario, 2007.
[9] “La metodología de Friedman y una importante
consecuencia para la Escuela Austriaca de Economía”, en La Escuela Austriaca
en el s. XXI (2008), año 2, n.º 8.
[10] Cabe aclarar que dicho análisis es perfectamente
compatible con una antropología filosófica entre aristotélica y tomista, pero
eso excede obviamente los fines de este artículo.
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