Ayer colgué en mi muro de facebook una carta que mi padre dirigió a la entonces directora de la carrera de Ccias de la Educación de la UBA, en 1973, cuando los alumnos le hicieron un simulacro de juicio y lo echaron de la cátedra. Hubo expresiones de preocupación sobre si algo así no está pasando de vuelta. Claro que sí, en diversos niveles y en diversos ámbitos. ¿Cuál es el asombro? La Argentina no ha salido, en su mentalidad general, del peronismo montonero de los 70. Lo dije en Septiembre de 2003. Vale la pena decirlo de vuelta.
El artículo fue publicado en www.atlas.org.ar y se llamaba "Sobre la vuelta los 70".
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Se habla mucho hoy en Argentina de “una
vuelta a los 70”, y en cierto modo es positivo que algunos tomen al apelativo
“marxismo” como una descalificación de la cual hay que defenderse. Pero el
marxismo no es algo que se pueda usar como un descalificativo, ni tampoco como
una forma de pensamiento concientemente asumida de modo muy complicado. El
marxismo, en muchas latitudes, es, en un sentido ortegiano, una “creencia”
cultural, en la cual se “habita” con toda naturalidad. Y Argentina no sólo no
es una excepción sino uno de los mejores ejemplos.
¿Pero por qué una ideología puede ser tan
potente como para transformarse casi en un suelo cultural?
Yo creo que detrás de todo esto se esconde
el poder, el asombroso poder, de algo muy humano: el pensamiento, el gran
ordenador de lo más inexpugnable que tenemos en nuestras manos. Filosofías,
paradigmas, ciencias, ideologías: todas ellas tienen una fuerza y una capacidad
de supervivencia que van más allá de lo que podemos predecir en un momento
presente.
El ser humano no se maneja con supuestos
hechos donde el ser humano no aparezca. No hay teorías versus hechos, no hay
Quijotes versus Sanchos. Hay teorías y teorías: mejores, peores, verdaderas,
falsas, confusas, nobles, no tan nobles, o inmorales y violentas. Pero todos
somos quijotes que avanzamos contra nuestros molinos de viento. Sancho no era
un hecho sin teoría, la advertencia del noble escudero no fue el hecho de que
no fueran gigantes, sino la humana advertencia de otra teoría, a saber, que
eran molinos, que no fue refutada ni siquiera por la feroz voltereta de Don
Quijote, que re-interpreta el “hecho” diciendo que Frestón lo ha
engañado.......
Ello no es malo. Al contrario, es muy
bueno, cuando, retrospectivamente, la teoría se ha acercado a la verdad, y el
loco de entonces quedó como el héroe.
Fue muy bueno cuando Galileo defendió sus
molinos de viento, cuando Moisés guiaba a su pueblo a la tierra prometida,
cuando Adams, Madison y Jay vislumbraron la más importante de las repúblicas.
El marxismo es –y no nos queremos
convencer de ello- una teoría poderosa. No fue refutada en absoluto porque en
las naciones capitalistas –según nuestros propios presupuestos- el nivel de
vida haya aumentado, o porque no se haya producido en ellas la revolución. Una
teoría es poderosa cuando, desde su núcleo, explica aquello que aparentemente
la refuta. Y las explicaciones del marxismo no se hicieron esperar. En esos
años 70, en esos años 70 tan comentados últimamente, la teoría de la
dependencia y del deterioro de los términos de intercambio explicó
perfectamente la supuesta refutación. Las naciones capitalistas tienen más riqueza
porque, en estrictos términos marxistas, han explotado a las naciones periféricas.
La plus-valía del capitalista contra el obrero, se expandió entonces a naciones
contra naciones, al norte contra el sur. La estructura dialéctica-conflictual del
marxismo logró una vez más interpretar al mundo. Desde esa perspectiva se
explica la visión de aquellos que en esos años, en nuestro país, tomaron el
camino de la violencia, que para ellos era simplemente un derecho a la
resistencia a la opresión capitalista, cuyo poder político –el estado como
dominio de la clase dominante: Marx 101- estaba representado por las clases
oligárquicas unidas al poder económico y militar. Tómese la teoría de la
resistencia a la opresión, la teoría de la guerra justa, la teoría de la
plus-valía, la dependencia y la explotación capitalista y el resultado no era
sino obvio, un resultado que pasó de la explotación a la explosión, la
explosión de la violencia vista e interpretada coherentemente como una justa
guerra revolucionaria. Por eso muchos de ellos, presentes hoy en el actual
gobierno, no han cambiado de ningún modo su modo de pensar. Siguen pensando que
en su momento lo que hicieron estaba bien; ahora, simplemente, las
circunstancias han cambiado y la estrategia de “lucha” pasa a ser MERCOSUR
contra el NAFTA (excepto los chilenos que, pobrecitos, han metido su cabeza en
las fauces del monstruo capitalista). No se puede negar que deponer las armas
siempre es positivo. Esperemos simplemente que las circunstancias no cambien de
vuelta.
Frente a todo ello, no nos asombremos más
por el apoyo, por ejemplo, a Fidel Castro, obvio líder y héroe de la
lucha de América Latina contra la explotación capitalista. No nos asombremos de
que, desde esa perspectiva, todo se le justifique y se le disculpe.
Hagamos otra cosa: profundicemos el estudio de la teoría alternativa. Si
queremos recurrir a supuestos hechos, datos, cifras y demás juguetes como
estrategia dialéctica, ok, pero el tiempo intelectual que perdemos en ello no
se recupera. Lo que debemos hacer es hacer lo que siempre hemos hecho, y se
verá por qué estamos utilizando el plural retórico. Profundicemos, estudiemos y
expliquemos una de las teorías alternativas que más le puede hacer frente al
marxismo, una teoría tan poderosa y explicativa como Marx. Y eso se llama,
sencillamente, Escuela Austríaca de Economía. La teoría de la explotación marxista
fue refutada estrictamente, en tres volúmenes, por E. Von Bohn Bawerk en su
tratado Capital e Interés, cuya primera edición fue de 1884. La teoría de la
dependencia se refuta ipso facto cuando se ve que la teoría del capital de la
escuela austríaca es, al mismo tiempo, una teoría del desarrollo, desarrollo que,
contrariamente a lo que Marx sostiene, implica un aumento progresivo del salario
real, merced al aumento de la productividad marginal del trabajo, noción que él
jamás pudo entender. En cuyo caso, además, la mono-exportación de productos agrícolas
y la importación de productos manufacturados es un efecto, y no la causa, del
subdesarrollo y la pobreza, causados estos, a su vez, por el intervencionismo y
la socialización de los medios de producción. Socialismo que, como opción económico-teorètica
fue refutada por Mises en su libro El Socialismo, del 1922.
Todo ello sistematizado de vuelta por
Mises en su tratado de economía, la Acción Humana, en 1949. Pero, como ya dije
otra vez, los primeros en desconocer y-o desmerecer estos autores no son los
castros y sus imitadores y admiradores, sino los técnicos y asesores de los supuestamente
pro-capitalistas FMI y Bancos Centrales, organismos cuya incompatibilidad con
el mercado libre fue claramente expuesta por Mises en sus libros Liberalismo,
de 1927, y el ya nombrado La
Acción Humana de 1949.
Solamente esta literatura puede proteger a
una mente idealista de la tentación de violencia, no porque se pase al cinismo
ni a una supuesta madurez sin corazón, sino porque se pasa a otro tipo de
idealismo, que al autor de estas líneas practica desde los 13 años: la
convicción profunda de que la economía de mercado elimina la pobreza, la
miseria, la desnutrición, el analfabetismo, y es condición necesaria, aunque no
sea suficiente, de la paz, la estabilidad institucional y un mundo donde la
vida personal no dependa de caprichos y locuras de dictadores, demagogos,
partidos, partiduchos y dictadorzuelos.
No nos asombremos más por la “vuelta” a
los 70. De los 70, sencillamente, no hemos salido. En los 70, sencillamente,
estamos. Sólo otro mundo teorético es capaz de ver al capitalismo como la
alternativa frente a un niño revolviendo la basura.
3 comentarios:
Para mi el gran agujero en las entrañas del marxismo lo encontró Karl Popper al percatarse de que este no es sino una pseudo ciencia ya que no es refutable. Han contestado a esto los marxistas?
http://www.lanacion.com.ar/1498195-el-estilo-k
M.S
No, Daniel, no lo han contestado. No te dicen qué cosas (hechos ausentes y/o contradicciones teóricas) falsarían al marxismo como el sistema ideológico que Marx y Engels intentaron crear (o sea, no simplemente a tales o cuales ideas planteadas por estos autores, sino al llamado "materialismo dialéctico/histórico" como un todo)
Las obras que tenés que tener en cuenta porque fueron las principales críticas al marxismo por entero, son:
La sociedad abierta y sus enemigos
de Karl Popper
La teoría comunista del derecho y el Estado
de Hans Kelsen
Capitalismo, socialismo y democracia
de Joseph Schumpeter
y los tres tomos de
Las principales corrientes del marxismo
de Leszek Kolakowski
...y habría un par más pero estos son los esenciales.
En cuanto a las cosmovisiones socioeconómicas alternativas al marxismo que austríacos, filoaustríacos y no-austríacos esbozaron, tenés muchas. Las más aceptadas o influyentes son las de Weber (cuyas raíces son Nietzsche y Freud) y Schumpeter (que son Spencer y Pareto) desarrolladas a lo largo de sus obras. Estas perspectivas cierran bastante con la posición austríaca sobre las cuestiones particulares de mayor interés para los marxistas y que son exploradas en estos libros:
Capital e interés
de Eugen von Böhm-Bawerk
(de los tres tomos sólo los dos primeros fueron traducidos al español: el primero por FCE y el segundo por Aosta)
El socialismo
de Ludwig von Mises
(hay dos traducciones al español: la de Hermes y la de Unión Editorial)
y la compilación
Individualismo y orden económico
de Friedrich von Hayek
(no hay traducción al español)
Despues de estos tres la lista se diversifica, tanto en número como en cuanto a las ramas del árbol austríaco.
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