domingo, 27 de marzo de 2011

PREGUNTAS METAFÍSICAS I

Creo que era Marzo de 1981. Yo estaba dando el examen de Metafísica en la UNSTA. El P. Ferro me hizo la pregunta que hacía a todos: ¿cuál es tu fórmula favorita para la composición metafísica del ente finito? (Se refería a las expresiones de Santo Tomás al respecto). Yo respondí rápido y muy contento: “Deus, simul dan esse, producit id quod esse recipit” (Dios, al mismo tiempo que da el ser, produce aquello que da el ser). El ente sería finito, entonces, porque tiene el ser recibido. Quod esse recipit: alllí está la clave. La finitud es ser creado.
Pero, preguntó Ferro pícaramente: muy bien, pero estás dando Metafísica, no Teodicea (en la tradición tomista del s. XX se estudia habitualmente primero Metafísica y luego “Teodicea”, nombrecito que es otro problemita). ¿Desde dónde has introducido a Dios?
No me acuerdo qué le contesté, pero me he dado cuenta, esta semana, de que hace 30 años que intento contestar la pregunta.

7 comentarios:

delivery post-crucifixión dijo...

Yo me atrvería a decir, tratando de atenerme a la coherencia de esta filosofía, que la contingencia del ente finito "pide", "solicita" que es infinito. Y aquí, Gabriel, me queda la duda si la finitud (a la que te refería) es equivalente a la contingencia. De ser así, la contingencia no se explica por sí misma ssino que requiere de un ser necesario.

Pero me queda la duda si finito = contingente.

Un abrazo!
R.P.

Gabriel Zanotti dijo...

En Santo Tomás "contingente" es igual a "aquello que se genera y que se corrompe" de acuerdo a la teoría hilemórfica aristotélica. "Finito", "participado" sería en cambio lo "metafísicamente no necesario", que el tomismo más simple tradujo suarecianamente como "contingente". Pero dado que cuando Santo Tomás habla de "participado" supone la creación, bueno, that´s why my post.......

Echavas dijo...

Gabriel, excelente pregunta. Una posible respuesta (o quizás una complicación aun mayor) está en este texto que te copio (perdón la traducción que es mía para mis alumnos): “No se debe opinar que, aunque las sustancias intelectuales no sean corpóreas, ni compuestas de materia y forma, ni existan en la materia como las formas materiales, se equiparen a causa de eso a la simplicidad divina. Pues se da en ellas alguna composición ya que en ellas no es lo mismo el ser [esse] y lo que es [quod est].
Pues si se da un ser subsistente, no se le añade nada fuera del mismo ser. En efecto, también en las cosas cuyo ser no es subsistente, lo que inhiere en el existente más allá de su ser está ciertamente unido al existente, pero no es uno con su ser, salvo por accidente, en cuanto es uno el sujeto que tiene ser y lo que hay más allá del ser: así como es evidente que en Sócrates, además de su ser sustancial, inhiere lo blanco, que ciertamente es diverso de su ser sustancial; pues no es lo mismo ser Sócrates y ser blanco, a no ser por accidente. Por consiguiente, si el ser no existiera en algún sujeto, no restaría ningún modo por el cual se le pudiera unir aquello que está fuera del ser. Pero el ser, en cuanto es ser, no puede ser diverso: pero puede diversificarse en virtud de algo que está fuera del ser; así como el ser de la piedra es otro que el ser del hombre. Por consiguiente, aquello que es el ser subsistente, no puede ser más que uno. Pero ha sido demostrado que Dios es su ser subsistente. Por consiguiente, ninguna otra cosa fuera de él mismo puede ser su ser. Conviene, por lo tanto, que en toda sustancia que existe fuera de él mismo, sea distinta la misma sustancia y el ser de la misma.
Además, una naturaleza común, si se la entiende como separada, no puede ser más que una, aunque puedan encontrarse muchos que tengan esa naturaleza. Pues si la naturaleza del animal subsistiera por sí misma separada, no tendría aquellas cosas que son propias del hombre o de la oveja: pues ya no sería solo animal, sino hombre u oveja. Pero una vez removidas las diferencias constitutivas de las especies, permanece la naturaleza del género indivisa: porque las mismas diferencias que son constitutivas de las especies son divisivas del género. Así, por consiguiente, si esto mismo que es el ser fuese común como un género, el ser separado subsistente por sí no puede ser más que uno. Pero si no se divide en virtud de las diferencias, como un género, sino por aquello que es propio de este o de aquel ser, como en verdad sucede, es más manifiesto que el ser existente por sí no puede ser más que uno. Por tanto, solo resta que, como Dios es el ser subsistente, ninguna otra cosa fuera de él mismo es su ser.
Además, es imposible que sea doble el ser completamente infinito: pues el ser que es completamente infinito, comprende toda la perfección del ser; y así, la infinitud se diera en tales dos, no habría nada por lo cual uno se diferenciara del otro. Pero conviene al ser subsistente el ser infinito: porque no es limitado por ningún recipiente. Por tanto, es imposible que haya algún ser subsistente fuera del primero” (Summa Contra Gentiles II, c. 52). La particularidad de estos 3 argumentos de la SCG para demostrar la composición real esse-essentia, es que apelan a la hipótesis de lo que sucedería con el acto de ser si fuera subsistente (no suponen la existencia efectiva del acto puro de ser), y tratan de mostrar como eso que sucedería, es contrario a lo que encontramos en el ente finito (que hay distinción entre el sujeto y la perfección, que hay perfección común tenida por muchos, etc.). Parece que para santo Tomás de algún modo es necesario tener la noción del acto puro de ser, al menos a nivel hipotético, para captar la composición esse-essentia en lo finito. Ahora, vaya uno a saber de dónde sale esa noción, si de la captación del acto de ser participado en lo finito mismo, o de dónde (no hay muchas otras opciones, salvo que le hagamos caso a Rosmini quizás). ¿Qué opinás?
Un abrazo,

Agustín

delivery post-crucifixión dijo...

Gabriel; se me ocurre que en la distinción entre aquello que es contingente(se genera y corrompe) lo que es finito (participado) tiene prevalencia lo contingente. De otro modo, filosóficamente, estaríamos hablando de un ser infinito "a priori", sin ninguna apelación a la existencia real ("fáctica") que es la única de la que tenemos experiencia. La apelación al "acto puro de ser" -como dice Agustín- es: o bien a "posteriori", o bien está referida desde la fe (desde la revelación) a su vez interpretada filosóficamente.

Ok.
Abrazo
R.P.

Gabriel Zanotti dijo...

"....Parece que para santo Tomás de algún modo es necesario tener la noción del acto puro de ser, al menos a nivel hipotético, para captar la composición esse-essentia en lo finito. Ahora, vaya uno a saber de dónde sale esa noción, si de la captación del acto de ser participado en lo finito mismo, o de dónde (no hay muchas otras opciones, salvo que le hagamos caso a Rosmini quizás). ¿Qué opinás?"

Que pre-comprende la noción de acto de ser desde la Creación...........

Gabriel Zanotti dijo...

"...La apelación al "acto puro de ser" -como dice Agustín- es: o bien a "posteriori", o bien está referida desde la fe (desde la revelación) a su vez interpretada filosóficamente."

Ok, again, es la Creación y la Fe en Dios lo que hace pre-comprender al acto de ser; ahora bien, fe en diálogo con la razón.......

Echavas dijo...

Perfectamente de acuerdo, yo también soy gilsoniano en esto (aunque me parece que lo explica mejor Pieper en "Defensa de la filosofía" y en el cap. IV de "¿Qué significa filosofar?"). Es evidente que a Santo Tomás no se le ocurriría hipotetizar sobre el acto puro de ser (como no se le ocurrió a Aristóteles) porque tiene en la cabeza el concepto de creación, si bien este concepto no entra formal y expresamente en la argumentación que yo cité. Ahora bien, si querés tener el círculo hermenéutico perfecto, tenés que decir que Santo Tomás también "pre comprende" la creación desde la doctrina neoplatónica del acto de ser. Eso es precisamente lo que le permite, por ejemplo, diferenciarse de San Buenaventura (y de casi todos sus contemporáneos) en disolución de la falsa oposición mundo creado/mundo eterno, porque entiende la creación como dependencia radical del acto de ser participado. Que bueno pensar sobre estos temas.
Un abrazo,

Agustín